Buscar este blog

jueves, 30 de septiembre de 2021

Yo Soy Espíritu Santo, yo soy libre, yo soy amor, Dios reina en mi

 

 

Yo Soy Espíritu Santo, yo soy libre, yo soy amor, Dios reina en mi   

Diacrítica al  sistema de Hegel 

Resein como superación de la dialéctica amo y esclavo

El espíritu nace en nosotros  cuando hemos vencido el miedo a la muerte, su punto clave es el conflicto entre el Ser y el tener, y aquí se da la experiencia cero, el paso del ser al no ser para ser, comprendiendo que el ser es lo eterno lo que realmente hay y que el no ser es el devenir en constante cambio, y que el para ser es el ser redimido, partiendo del   sein del  ser, habiendo  un dasein un ser en el mundo y un resein un ser redimido, integrado con su ser, más el ser es Dios, y en él, el  devenir vuelve al ser, siendo realmente el espíritu, por lo mismo la espiritualidad es un don divino, que recibimos De Dios y que perdemos por el pecado ,quedando invertidos y que recuperamos volviendo a él. Siendo el Espíritu santo, es decir puro en su invertirse no ha quedado corrompido sino que más bien vuelve a si mismo sin mancha no quebradura, libre no ha quedado apegado a nada que no sea el mismo, mas todo ha quedado en él atraído e integrado y en comunión en amor, logrando que su esencia coincida con su existencia, siendo integro   ¿Pero entonces sin Dios no hay espíritu? Si lo hay, pero la posibilidad de convertirse y volver a sí mismo no se logra.

Veamos el Espíritu absoluto

En la religión natural no hay espíritu, el miedo a la muerte se sacia con sacrificios terribles, el espíritu está  ahí, pero el hombre aún está determinado como un animal por la naturaleza

En la religión artificial el hombre se abre al registro de lo imaginario mítico ya no solo al registro de su imaginario perceptivo del devenir y entonces surge la doble matriz de la psiquis, el registro del devenir y el registro del ser eterno, en el registro del devenir esta lo real que es el trauma del nacimiento y la muerte, la realidad que es el devenir con todas sus experiencias, lo real imaginario que es la imagen de nosotros, y de todo lo que nos rodea, y lo real simbólico que es la convención arbitraria para poder nombrar lo que nos rodea y comunicarlo, más el ser eterno también tiene su registro creado haciendo una transferencia del devenir al ser, analogando  con metáforas que toman vehículos de las imágenes del devenir,  lo eterno. Así se crea el registro de lo real eterno, de la realidad como predestinación divina, de lo real imaginario mítico, y de lo real simbólico como invocación de lo eterno, he aquí el registro del espíritu, más el ser eterno y el devenir están en conflicto y contradicción que solo es superada por la religión revelada, cuando se concibe un Dios que no puede ser representado y entonces lo sagrado se impone, el hombre tiene espíritu y la naturaleza no lo determina, es libre , pero esta libertad debe ser revelada.

El espíritu revelado

Gilgamesh ha intentado revelar su superación del no ser, de la muerte pero no lo logra y al final solo le queda aceptar su mortalidad.

Ulises baja a los infiernos pero no supera la muerte, su volver es un retorno a su devenir.

 Eneas el piadoso hace la voluntad de Dios pero no vence a la muerte

Solo Dante lo logra, porque integra lo cristiano, donde realmente se devela el espíritu el cual tiene como estructura:

Espíritu absoluto, revelado, subjetivo, objetivo, anti espíritu, creativo desintegrado, integrado, infernal, Santo

El problema con Dante es que no logra   develar el campo transferencial, la estructura del espíritu revelado y de todo mito es, llamado, pruebas, retorno.

En el llamado esto en el devenir y soy llamado al ser, pero para eso debo pasar por el no ser por lo más bajo, por el infierno mismo para subir al ser e integrarme, y luego retornar al devenir para revelar el ser.

En Dante no hay retorno, se salió  de la cueva pero no se devela lo eterno, aunque su propia obra lo devela, el personaje Dante  no vuelve del cielo  a la tierra para lograr la gran comunión cielo tierra que es el mensaje esencial cristiano, el reino de Dios. 

El espíritu revelado devela lo absoluto pero su conflicto es entre el deber y el querer, él debe revelar el ser, el héroe ha sido iniciado en el misterio para iniciar a los otros en el misterio, para salvarlos de su animalidad y llevarlos al espíritu, pero su querer no coincide con su deber, porque su querer nace de su pulsión instintiva y entonces se produce un conflicto tremendo, que pocos pueden superar.

Y entonces el conflicto ontológico se supera por los verdaderos reyes aquellos que eligen el Espíritu a la naturaleza y pueden ser libres, Sócrates, Buda, Krisna, Cristo, pero en el mundo los emperadores escogen el tener, surgiendo el amo y el esclavo, ambos están en el tener, solo que el amo valida su tener con la religión, que es una recreación simbólica  del espíritu absoluto que termina por fundamentar espiritualmente  la deuda, surgiendo dos ciudades la del espíritu absoluto libre en el ser y la del espíritu esclavo  que esclaviza con la religión y fundamenta la civilización, uno está  en el ser otro en el tener.

 

El primero cumple su deber porque ha descubierto realmente el Espíritu, el segundo carga con el deber a los otros, cuando el mismo no lo puede cumplir porque no conoce el ser, y se llena de leyes, que trasgrede siempre para cumplir su querer, o que no aplica para sí y los suyos, sino para los otros. 

El aristócrata verdadero es el que cumple su deber que es revelar el ser y es como un monje que se despoja de todo y en la humildad revela el ser, se sabe un hombre de paso un peregrino, más el otro aristócrata el guerrero revela la violencia de su querer y la justifica como si fuera su deber divino, uno vive en el espíritu otro en la carne con la conciencia invertida.                      

 

El espíritu subjetivo

 

Este espíritu tiene que integrar lo absoluto y lo revelado y lograr la integración cielo tierra en él, lo cual solo se devela en el espíritu objetivo, que es la única manera de manifestar la subjetividad, hasta ahora pareciera ser que hay dos seres uno del cielo y unos de la tierra, pero lo cierto es que están ambos en nosotros, el espíritu y la voluntad luchan, y están integrados, y pareciera que el espíritu es el bueno y la voluntad lo malo, y no es así, el proceso es más complejo, llegando a una voluntad Santa, que manifieste el espíritu en el devenir.

 Veamos ahora el sistema de Hegel, en el la voluntad se hace espíritu y como tal desea el deseo del otro haciéndose espíritu, más la voluntad solo puede hacerse espíritu si muere a sí misma y en Hegel la voluntad no muere, haciendo imposible la reconciliación de opuestos, porque lo que habrá en su dialéctica amo y esclavo es la lucha de voluntades, una que se reconoce como espíritu el aristócrata y otra que por su trabajo se reconocerá como espíritu el burgués, y que en el devenir llegara a la idea logrando conciencia de sí,   el espíritu subjetivo en Hegel  es la integración de ambas voluntades, en el estado moderno.

Ambas voluntades conviene contratan, he aquí el contrato social, pero no pueden amarse sino que quedan atrapadas en una lucha por el reconocimiento del otro , el cual no podrán alcanzar, ya que uno estará sometido al otro perdiendo la posibilidad de reconocerlo como espíritu , como hombre libre y de dar un reconocimiento valido.  

                           

              

 

Hegel y la dialéctica del Amo y el Esclavo.

            

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXb-VIZQSxWbfV_Ytko45pFQ-JFtfht_1ViHXyUcyfZ_ms8HNpTLRNee1vK2JBZ8PNYoeRMLtDcoNArFF5bNokauvD_JPE8Isi_QiIpx3TRd7UwReD3mAtpsl_aCVNBBoYotXsgONDdkk/s320/amo.jpg


          Anteriormente habíamos visto el mito del padre de la horda primitiva, presentado por Freud como una explicación acerca de los orígenes de la cultura, como así también las objeciones que se le podían hacer a esa teoría, ahora veremos otro relato que apunta al mismo fin, se trata de la dialéctica del Amo y el Esclavo de Hegel, dialéctica que Feinmann califica como “…el núcleo genético del que Hegel parte para explicar la historia humana” (1).

Debo reconocer que, siendo psicoanalista, me genera mal sabor de boca el uso de la palabra “genético”, pero él es filósofo y no psicoanalista y ambos discursos presentan grandes diferencias.

Hegel comprendió, como todos podemos fácilmente hacerlo, que había diferencias entre los animales y los humanos y él, marcando la diferencia con casi todo el resto de la humanidad, se propuso dar una explicación a este fenómeno. Creo que una buena forma de meterse en tema es tomando la idea de deseo. Hegel ubica el deseo tanto en el animal como en el ser humano (otra idea que golpea duramente a cualquier psicoanalista esto de habla de deseo en el animal), pero describe a ambos de manera muy distinta; lo que él llama deseo animal es todo aquello que está destinado a conservar la vida y prolongar la especie (con esta explicación el psicoanalista se relaja un poco ya que eso no tiene nada que ver con el concepto psicoanalítico de deseo, es decir que Hegel no ubica en el animal lo que Freud llama deseo. Y, en eso, con Hegel estamos todos de acuerdo). En este sentido, Hegel dice que el deseo animal lo hace buscar comida, refugio, pareja para reproducirse, etcétera; todo directamente relacionado con necesidades físicas y vitales que no pueden ser dejadas de lado ya que, si así fuera, el animal se moriría o se extinguiría la especie al no poder reproducirse.

En este planteo aparece un concepto que es fundamental en Hegel, estoy hablando de la negatividad; al poner en juego esto llamado deseo animal se niegan los desarrollos naturales de las cosas. Para poner un ejemplo, podemos decir que al comer pasto la vaca niega la posibilidad del pasto de crecer y reproducirse, lo mismo ocurre cuando un animal mata a otro, con respecto al deseo sexual puede decirse que al embarazar a una hembra ese macho la está negando a todos los demás machos ya que ninguna hembra puede estar embarazada de dos machos al mismo tiempo. De esta manera la negatividad está presente en el mundo de la naturaleza aunque vale destacar que, al igual que el deseo, la negatividad aparece siempre e inevitablemente unida a la necesidad vital y la preservación de la especie.

Pero hay un ser en el cual la negatividad y el deseo van mucho más allá de lo natural, de lo puramente animal, ambos son las fuerzas que producen una ruptura con esto dado inmediato, propio de la naturaleza y crean, así, un ser distinto llamado ser humano.

Esta idea rompe absolutamente con la idea que tenía la filosofía griega antigua. Dice Alexander Kojève: “Ese pretendido Hombre de la tradición antigua es en realidad un ser puramente natural…” (2) y luego agrega: “Como el animal, no hace más que “representar” en y por su existencia real y activa, una “idea” o “esencia” eterna, dada una vez para siempre y que permanece idéntica a sí misma” (3)

Hegel tira todo eso a la basura y postula que, para devenir humano, para pasar de ser solo sustancia a convertirse en sujeto, ese ser debe negar lo que tiene de animal, trascender la pura naturaleza que hay en sí y transformarse en un sujeto Verdadero.

Pero esto no debe inducirnos a error, ya que Hegel no dice que lo dado, el animal natural, quede eliminado en el ser humano, lo que Hegel plantea es que para hablar de humanidad no puede hablarse solamente de un ser natural sino que esto debe superarse sin afirmar que lo primero quede suprimido. Para Hegel, el ser humano no es nada sin el animal que le sirve de soporte y esto se entiende fácilmente ya que todos los humanos estamos sometidos a las leyes naturales.

Pero como trascendemos al animal también aparecen muchas otras cosas en el mundo humano.

Y con esto ya planteamos el principio de lo que Hegel llama dialéctica, la cual consiste en afirmaciones, negaciones de la afirmación y, posteriormente, negación de la negación, la cual elimina las dos instancias previas en su independencia y las integra en una totalidad. Lo notable es que esta totalidad que ha surgido pasará luego a actuar como una afirmación y todo el proceso dialéctico comenzará otra vez.

Quiero destacar dos cosas con respecto a la dialéctica como ha sido presentada muchas veces, ambas precisiones destacadas tanto por Carpio como por Feinmann, así que me doy el lujo de tomar citas de ambos para ilustrar estos puntos.

Primero la más simple, es el hecho de que estos tres momentos han sido llamados tesis, antítesis y síntesis, pero: “Ocurre que Hegel no utiliza ese léxico conceptual y ocurre que hace bien en no hacerlo. De modo que podemos dejarlo de lado” (4).

Segundo, el hecho de que la dialéctica no es un método “…sino que constituye la estructura misma de la realidad, integrada por oposiciones, por contrastes, por tensiones entre opuestos… () …cada oposición requiere un tercer momento que establece la conciliación entre los dos opuestos” (5).

Entonces, volviendo al tema, la superación de lo animal es parte de la dialéctica, es la negación de la afirmación, esto se produce porque existe algo que niega lo natural y ese algo es el deseo humano, distinto al deseo animal unido a la necesidad vital, se trata de un deseo que está dirigido hacia algo pura y exclusivamente humano, es el deseo de reconocimiento por parte del otro, el cual debe ser otro ser humano semejante. Estos dos seres deseantes que buscan ser reconocidos sin reconocer al otro se trenzan en una lucha en la cual arriesgan sus vidas por puro prestigio, es un deseo de deseo que produce la aparición de lo humano por sobre lo animal.

La mención del riesgo de vida en fundamental, ya que ese enfrentamiento se produce entre dos seres que buscan, desean, este reconocimiento y van a luchar por él arriesgando la propia vida, se trata de una lucha a muerte por puro prestigio, por lograr algo que no tiene nada que ver con una necesidad vital.

No quisiera pasar por alto una frase de Kojève que me resultó particularmente preciosa en relación a cómo el sujeto niega al animal en el cual se basa, él dice: “Puede decirse que el hombre es una enfermedad mortal del animal” (6). No solo es muy gráfica y clara, sino que también plantea la estrecha relación que existe entre la negatividad y la muerte.

Se podría argumentar que aquí tenemos ya revelada la estructura dialéctica de la realidad, que parte de la afirmación del animal que será negada por la aparición del sujeto para luego quedar ambas reunidas en una totalidad, sustancia más sujeto, que es el ser humano.

Pero, como había dicho, esta totalidad pasa a ser una nueva afirmación que será negada por otro ser humano que busca el mismo reconocimiento, esta choque de opuestos generará la lucha a muerte entre ellos. Y esta lucha no puede no ser a muerte ya que de no existir esta tensión se estaría hablando de un sometimiento del otro que no sería distinta de la domesticación del animal; el problema es que ese animal, ya sea una mascota o un león de circo, por ejemplo, no puede ofrecer el reconocimiento buscado, ese deseo de deseo no puede estar dirigido a un ser que no desea (tomándolo como deseo de tipo humano, no natural) y, por lo tanto, por más que esto pudiera llegar a ocurrir mil veces, no produce ningún efecto en la dialéctica de la creación del ser humano.

Se trata inevitablemente de la lucha entre humanos deseantes que arriesgan su vida.

Pero algo ocurre durante esa lucha ya que uno de ellos siente la angustia que le produce la posibilidad de morir y decide privilegiar su vida antes que a su deseo de reconocimiento, esa persona renuncia a ese deseo humano para conservar su vida (lo natural, lo inmediatamente dado, lo animal) y así se somete al otro, pasa a ser su Esclavo y el otro se erige como el Amo.

 En este punto, Feinmann llama la atención al hecho de que no se trata de que el Amo domina mejor que el Esclavo su temor a la muerte, sino que el Amo es aquel en el cual no existe el temor a morir a la hora de luchar por obtener ese deseo, es el ser en el cual lo animal está completamente negado.

De esta manera se llega a la toma de posiciones por parte de cada uno de los luchadores, uno se instala como Amo y el otro como su Esclavo. A partir de ahí siguen caminos muy distintos.

Con respecto al reconocimiento que el Amo recibe del Esclavo hay que hacer una aclaración ya que Hegel modifica su teoría en el tiempo que pasa luego de dictar las conferencias de Jena (1803-1804) y la publicación de su libro “La fenomenología del espíritu” (1807). Ahora tomaré el “primer Hegel”, el de las conferencias y luego aplicaré el cambio teórico.

El problema que se plantea es que el Esclavo, al optar por su vida en lugar de su deseo, queda pegado a su animalidad y entonces su reconocimiento no puede ser lo que el Amo estaba buscando por no ser un deseo propiamente humano. Ante esto se plantean distintas interpretaciones según una de las cuales puede decirse que el deseo de deseo del Amo queda insatisfecho al obtener un reconocimiento que le es insuficiente. Por otro lado se puede decir que, si tomamos que se es verdaderamente humano al ser reconocido, el Amo no podría ser propiamente humano por carecer de este reconocimiento.

Particularmente, me convence más la segunda.

Pero más allá de esto, teniendo en cuenta la modificación teórica que luego efectúa Hegel, veamos lo que ocurre con ambos.

Empecemos por el Amo. El Amo pone a trabajar al Esclavo y se dedica a disfrutar ociosamente de los productos de ese trabajo, la ropa confeccionada, la comida cocinada, etcétera. Todo lo que llega al Amo lo hace a través del Esclavo. En este sentido el Amo estaría en una posición completamente humana, ya que no tendría una relación de inmediatez con las cosas, la naturaleza y el mundo, como es propio de los animales, sino que entre ellos habría un intermediario que transformaría (negaría) lo dado por efecto de su trabajo. El Amo no accede a la naturaleza sino a lo que el Esclavo hace de ella. De esta manera el Amo solo negaría su ser natural dado para poder advenir humano y luego se dedicaría a gozar.

La situación del Esclavo es muy distinta ya que su posibilidad de gozar del mundo está limitada por la autoridad del Amo, las cosas que le llegan no le pertenecen a él sino al Amo y él está obligado a trabajar para que las disfrute otro. Aún así, esto implica cierta posición humana ya que, por un lado, el Esclavo tampoco tiene una relación directa con las cosas sino que es solo a través del permiso del Amo que puede llegar a esas cosas (comida, techo, ropa) con lo cual el Esclavo no puede consumir las cosas sin más como lo hacen los animales. Pero hay otro elemento fundamental en la “humanización” del Esclavo, se trata del hecho de que trabaja. Simplemente eso, el Esclavo trabaja y al hacerlo toma las cosas del mundo natural y las transforma, las cambia, es decir que las niega, les aplica la negatividad en relación a un proyecto humano. No se trata de una vaca comiendo pasto, sino de una negatividad aplicada a algo no vital, destinado al goce ajeno.

Este trabajo, esta negatividad humana del mundo, humaniza al Esclavo, pero además hace mucho más. El Amo es pasivo y estático, el Esclavo es trabajo, transformación y movimiento y, como tal, es el que produce la historia, la cultura humana; es por él y por su actividad que se producen los cambios en la cultura que hacen que ésta evolucione en una espiral dialéctica.

El Esclavo es el agente de la historia humana.

La dialéctica del Amo y el Esclavo, la negación de la negación produciría una superación en la cual ambos quedarían negados como entes separados al unirse en la totalidad que sería el ciudadano del Estado, el cual sería de tipo total, universal, homogéneo; sería la evolución dialéctica llegando a su fin y, por tanto, la finalización de la historia, la toma de conciencia por parte de la cultura o, como lo llama Hegel, el Espíritu, de su existencia, su estructura y mecanismo. Una autoconciencia que detiene la dialéctica y lleva al ser humano a la perfección.

(Texto del blog de Rofolfo Ariza https://rodolfoariza.blogspot.com/)

El conflicto que se devela en el espíritu subjetivo es el de la verdad y el poder, el burgués elige el poder y construye la verdad, esto queda claro si leemos bien a Hegel pero lo desarrolla Foucault, ya cuando Kant deja de lado toma metafísica, no hay ser que sustente el deber, y el deber queda vacío, Hegel invierte este deber en un querer, y es el querer el que se reconoce como espíritu, por medio de su poder, de su trabajo y sobre todo de la apropiación del trabajo de otros, logra el poder para llevar al aristócrata al contrato social, más la cuestión gnoseológica está  en que el sujeto se hace fundador de episteme es el sujeto el que determinara la esencia, quizás se entienda esto mejor en el arte, la religión artificial es simbólica, en ese símbolo donde se invoca aquello que no puede ser representado, y este es el primer arte que construirá las primeras imágenes, y los mitos, pero el arte se separa de este simbolismo arcaico, y pasa a jugar con los artificios para imitar la realidad y representarla, esta mimesis de la realidad logra un fundamento de la metáfora compartido con la polis, y se manifiesta el arte clásico, donde la medida es justa, logrando un equilibrio delicado, cuando el cristianismo se imponga la representación volverá a lo simbólico para recuperar luego una estética de mimesis de la realidad, hasta que el espíritu pueda expresarse a sí mismo sin ningún afán de imitación de la naturaleza, lo romántico abre las posibilidades de recreación de las formas según la libertad del espíritu  y entonces en el arte simbólico la esencia es transcendente, y la metáfora da cuenta de ella sin lograr develarla, en el arte como mimesis de la realidad la esencia es inmanente y está  en la justa proporción, pero en el arte romántico la esencia es creada, libre. Más aquel que determínela representación es que tiene el poder, aquel que determine la esencia dará el concepto y dirá  lo que es ciencia y lo que no, lo que es válido lo que tuene valor y lo que no, así supero el vasallo a su señor, el burgués al aristócrata hizo de la filosofía una ciencia del espíritu y con esta determino la esencia, la conceptualizo y este concepto es  al ser del espíritu absoluto.

Pero el problema es que la esencia numinosa de Dios que había en la religión y que de numinosa se hizo Santa, se perdió, la esencia de la justa medida que había en el arte como mimesis de la realidad se perdió y la esencia que se logra como libertad del individuo, no integra a las otras, el sujeto no se develara en un reino divino, en un espíritu subjetivo donde, lo absoluto y lo revelado se integren, donde la idea irrepresentable divina, se integre con un cuerpo de justa medida en un corazón amoroso, sino que más bien aquí la idea, recreada al capricho individual oprimirá a la masa con su poder, la ciencia ha perdido la posibilidad de integrar lo eterno del ser y el devenir, sino que en esa lucha del devenir ha creado conocimiento determinando la esencia.

Hegel, recogiendo el pensamiento de Heráclito, afirma que lo único estable es el cambio constante. Y el sujeto se define por oposición al mundo, que está compuesto de objetos y entidades que se definen por sus propiedades siempre en mutación. El tiempo, pues, es clave para definir la relación entre la persona y su entorno.

Cada individuo comienza a conocer a partir de la experiencia (empirismo), y acepta como primera verdad la realidad de lo que capta. Con la razón, sin embargo, distingue entre la apariencia de la cosa que percibe y su auténtica esencia (siguiendo el influjo de Platón). Esta esencia se muestra desnuda, sin propiedades, por lo que se da la paradoja de que entonces es imperceptible e inexistente, ya que necesita alguna propiedad para manifestarse. El entendimiento humano acepta entonces que la realidad de los objetos es al mismo tiempo el no ser y su manifestación siempre cambiante y huidiza. Y a partir de este punto se inicia la dialéctica, algo clave en la filosofía de Hegel.

La percepción de uno mismo hace desaparecer la división entre objeto y sujeto, ya que la conciencia de existir pasa porque la persona que percibe y piensa en ella misma sea idéntica al objeto de este pensamiento. Una de las primeras adquisiciones de la conciencia humana es la aceptación de su mortalidad: venciendo el miedo a la muerte, se convierte en auténticamente libre. La libertad, sujeta a la razón, permite acercarse a los otros; es lo que Hegel llama Geist / espíritu. Dentro de este acercamiento, el espíritu busca el conocimiento del mundo, del que han partido todas las certezas, y esta búsqueda de la verdad da placer, por más que sea infructuosa. Para avanzar en el saber, recurre de nuevo a la dialéctica, negando una verdad parcial y llegando a una nueva afirmación, que será revisada perpetuamente, dentro del cambio general del mundo.

Este proceso dialéctico en tres fases (que erróneamente fue bautizado como tesis-antítesis-síntesis por Fichte2​ y los seguidores de Hegel) se denomina en Hegel abstracto-negativo-concreto, en referencia a la negación de la intuición primera (abstracta por poco concreta y porque se relaciona con la esencia de las cosas), que lleva a concretarse en una realidad momentánea que se convierte en falsa por el mismo devenir temporal, con lo que vuelve a empezar el proceso.

Por lo tanto, el hombre está compuesto de cuatro esferas: la conciencia, que se encarga de la percepción y el entendimiento; la autoconciencia; la razón que trasciende los límites de uno mismo, y, finalmente, el espíritu , que con la dialéctica puede alcanzar el conocimiento y ocuparse de la ética. Esta ética se institucionaliza en la familia, la sociedad y por último el Estado (síntesis la familia y la sociedad), que nace de un contrato social que al romperse o mutar (por el eterno cambio del mundo) provoca la guerra y el cambio social, como prueban los movimientos en la historia (tesis que inspiraría a Marx). La filosofía es la ciencia que se ocupa de este espíritu en sentido amplio y, por tanto, constituye el saber más total, por encima de la religión.

Para Hegel, las ramas del saber sufren una crisis de disparidad, puesto que las disciplinas se han encargado de dividirlas para su aprehensión teórica. Más en la práctica, el problema de los absolutos entra en juego, pues es difícil intertextualizar conceptos.

El placer y la alegría que genera la exploración del saber, para Hegel, está en la búsqueda de la verdad, mas no en el hallazgo en sí. «Mostrar la sucesión de las diferentes formas o fenómenos de la conciencia hasta llegar al saber absoluto es el tema de la Fenomenología del Espíritu como introducción al sistema total de la ciencia. El primer momento del saber es aquel en que la conciencia cree hallar el conocimiento verdadero en la certidumbre sensible. Todo lo que el conocimiento sensible puede enunciar de un objeto es decir que es. Solo por la universalidad del significado de términos con los cuales pretendemos describir los datos sensibles supuestamente inmediatos podemos alcanzar certidumbre acerca de tales datos. Debe, pues, avanzarse más allá de la certidumbre sensible y encontrar lo que puede fundamentar ésta. Superior a la certidumbre sensible es la percepción, a la cual sigue el entendimiento, que consiste ya en el pensamiento del objeto. Este estado de pérdida de la conciencia en la diversidad del objeto y en sus contradicciones desaparece cuando sobreviene en el camino que conduce al saber absoluto el reconocimiento pleno de sí misma y de su esencial identidad consigo misma. Toda diversidad y toda oposición de la conciencia con el objeto quedan entonces desvanecidas ante la unidad revelada en el concepto y solo entonces se puede decir propiamente que la conciencia es razón.

La fenomenología del espíritu no parte del saber absoluto, pero conduce necesariamente a él. Desde entonces puede el pensamiento situarse en la inmediatez de lo Absoluto mismo, ser ciencia de la Idea absoluta. Esta ciencia procede a su vez dialécticamente; el proceso de sucesivas afirmaciones y negaciones que condujo de la certidumbre sensible al saber absoluto es el mismo proceso que sirve a la filosofía para manifestar la Idea. En su ser en sí, la Idea absoluta es el tema de la Lógica. En su ser fuera de sí, la Idea absoluta es el tema de la Filosofía de la Naturaleza. En su ser en y para sí mismo, la Idea absoluta es el tema de la Filosofía del Espíritu. Como ciencia de la Idea en su ser en sí, la Lógica comienza con la teoría del ser. El ser es la noción más universal, pero al mismo tiempo la más indeterminada. Al ser negado todo contenido en esta suma abstracción, el ser se convierte en la nada. Pero esta negación del ser queda superada por su negación misma, por el devenir (en alemán: Werden), síntesis de ser y nada. El resultado de esta síntesis es la Existencia (Dasein) en cuanto Ser determinado. Este ser determinado está determinado por una cualidad, por medio de la cual se convierte en un algo. Como el carácter determinado del algo es equivalente a un límite, el algo de que se trata tiene que ser limitado. Esta limitación es la cantidad. La cantidad es a su vez límite, pero sin establecer en qué proporción lo es. Es, pues, menester que el algo determinado o cualidad limitado por la cantidad sea determinado por la medida. Cualidad, cantidad y medida son momentos de la primera parte de la lógica, que es a su vez el primer momento del sistema completo del ser, es decir, del ser en cuanto ser en sí. Como segundo momento aparece el ser en su manifestación o verdad: la esencia, que es a su vez afirmada, negada y superada en su ser en sí o esencia como tal, en su manifestación o fenómeno y en su unión con el fenómeno, esto es, en su realidad. En su ser en y para sí mismo ("Selbst") , como resultado de su completo auto-desenvolvimiento, el ser es el concepto. El concepto es la síntesis de los dos momentos principales del ser, es unión del ser y de la esencia, liberación de la necesidad de la esencia, ser de la substancia en su libertad; como concepto subjetivo es universalidad, negación de ésta o particularidad, y superación de los dos momentos o individualidad. En el concepto son pensados su ser en sí y el juicio como momentos opuestos unidos en el raciocinio o conclusión, que permite expresar en una síntesis la universalidad de lo individual. Como concepto objetivo, revela el concepto su ser fuera de sí en sus momentos del mecanicismo, del proceso químico y de la teleología o finalidad orgánica, donde el concepto se convierte en la idea directora de una totalidad que había permanecido como disgregada en los dos momentos precedentes. Y, finalmente, como Idea, el concepto es la síntesis de los conceptos subjetivo y objetivo, la verdadera y plena unión del ser con la esencia después de haberse manifestado en su totalidad, la Idea absoluta que vuelve a sí misma tras la dialéctica que en el ser, en la esencia y en el concepto ha encontrado sus negaciones y superaciones, pues en la Idea se manifiesta de un modo radical la síntesis de las contradicciones del concepto, que es a su vez la síntesis de las contradicciones del ser.

Ahora bien, la Idea, que la lógica estudia en su ser en sí, es estudiada por la filosofía de la Naturaleza en su alteridad. También en ella se desenvuelven sus manifestaciones dialécticamente: en su estado de alteridad, la Naturaleza tiende continuamente a volver a la Idea en su ser en y para sí misma, pues la Naturaleza es como el estado de máxima tensión de la Idea, el momento en que la Idea ha llegado hasta el límite de su ser-otro y en que, por consiguiente, emprende el camino hacia la subjetividad. El primer momento de esta marcha viene representado por la Naturaleza tal como es objeto de consideración por la mecánica: como lo inorgánico puro, como lo que está sometido al espacio, al tiempo y a la gravedad; en el segundo momento aparece como lo físico, que no es solo lo cuantitativo, sino el comienzo de una subjetividad de la Naturaleza expresada en los fenómenos químicos y eléctricos; en el tercer momento, como lo orgánico, lo individual, lo opuesto a la exterioridad de lo mecánico, lo que es ya casi umbral de la subjetividad.

La Idea en su ser en y para sí misma, al regresar del gran círculo en que, a partir de su ser en sí, recorrió los sucesivos momentos de su alteridad, constituye el objeto de la filosofía del espíritu. También en ella alcanza el Espíritu su pura y absoluta interioridad a través de un movimiento dialéctico en el cual el Espíritu como ser en sí es Espíritu subjetivo, como ser fuera de sí o por sí es Espíritu objetivo, y como ser en y para sí mismo es Espíritu absoluto. El Espíritu subjetivo es el espíritu individual, afincado en la naturaleza humana y en marcha continua hacia la conciencia de su independencia y libertad. A través de los grados de la sensación y del sentimiento, fases corporales que facilitan el acceso a la entrada en sí mismo, el Espíritu subjetivo llega a su conciencia, al entendimiento y finalmente a la razón. Libertado el Espíritu subjetivo de su vinculación a la vida natural, puesto como conciencia pura de sí mismo, se realiza en el Espíritu objetivo como Derecho, como moralidad y como eticidad. El Derecho constituye el grado inferior de las realizaciones del Espíritu objetivo, porque afecta únicamente a la periferia de la individualidad: la moralidad, en cambio, agrega a la exterioridad de la ley la interioridad de la conciencia moral. Pero esta interioridad, cuyo carácter subjetivo la hace inadecuada para la plena realización del Espíritu objetivo, debe dar paso inmediato a la eticidad, a la ética objetiva que se realiza en lo universal concreto de la familia, de la sociedad y del Estado, síntesis de la exterioridad de lo legal y de la arbitrariedad subjetiva de lo moral. El Estado no es un mero protector de los intereses del individuo como tal, de su libertad subjetiva, sino la forma más elevada de la ética objetiva, la plenitud de la idea moral y la realización de la libertad objetiva. El Estado es el universal concreto, la verdadera síntesis de la oposición entre la familia y la sociedad civil, el punto de detención y de reposo del espíritu objetivo. La síntesis del Espíritu subjetivo y el objetivo es el Espíritu absoluto, que a su vez se auto-despliega en la intuición de sí mismo como arte, en la representación de sí mismo como religión y en el absoluto conocimiento de sí mismo como filosofía. Pero la filosofía aparece cuando la realidad se ha explicitado ya a sí misma, porque el búho de Minerva sólo emprende su vuelo a la llegada del crepúsculo.» José Ferrater MoraDiccionario de Filosofía. Editorial Ariel. ISBN 84-344-8752-7

«La Lógica de Hegel no se confunde con la Filosofía de la Naturaleza y la Fenomenología del Espíritu (ConcienciaAutoconcienciaRazón), debido a que reexpone, desde la perspectiva abstracta, aquello mismo que la Filosofía de la Naturaleza y la Fenomenología del Espíritu han expuesto desde la perspectiva morfológica. El Mapa del Mundo de la Filosofía Moderna se reparte entre una Filosofía Natural y una Filosofía del Espíritu, y, envolviéndolas a ambas, aparece la Lógica:

»El Ser envuelve la Filosofía de la Naturaleza Mecánica, y la Filosofía (AntropologíaFenomenologíaPsicología) y Fenomenología (ConcienciaSensibilidadPercepción) del Espíritu Subjetivo.

»La Esencia envuelve la Filosofía de la Naturaleza Física, y la Filosofía y Fenomenología (Autoconciencia, DerechoMoralidad) del Espíritu Objetivo.

El Concepto envuelve la Filosofía de la Naturaleza Orgánica (Naturaleza animal, Vida), y la Filosofía (ArteReligión) y Fenomenología (Razón, Reino animal del Espíritu) del Espíritu Absoluto.»

 

 Y entonces la cuestión está  en determinar la esencia y esta no es otra cosa que el amor y entonces esta la esencia numinosa como santidad en la religión, está  la esencia revelada como libertad creativa en el arte pero esta libertad deviene de esta santidad y está el espíritu subjetivo descubriendo el amor  que es la esencia que puede unir lo absoluto y lo revelado, por lo mismo el burgues es el ser del reseín del ser redimido que supera la dialéctica del servidor y el señor, con el amor y en ese amor revela el espíritu objetivo, que no puede tener base en la propiedad privada, sino en el compartirse objetivándose, ¿Pero acaso el burgues no ha superado al aristócrata asumiendo la libertad como su esencia? No, no lo ha superado así como el aristócrata no supero al rey verdadero, es decir que el burgués supero al aristócrata falso que con su violencia fudamentaba  su poder, ya que no necesito de la violencia como fundamento de su poder sino de la determinación de la esencia en su libertad y por esta libertad hizo una revolución, pero esa libertad es falsa, ya que realmente no ha elegido el ser eterno, ni cumple con el deber a ese ser  que es develarlo sino que eligió  el tener de los reyes falsos, luego eligió  el querer de los aristócratas y su falsa honra que busca siempre reconocimiento, y eligió  el poder a la verdad, y ¿Cómo se determina ese poder? En el mercado, donde su libertad atrae y vende. El sujeto se fundamenta en el poder de su dinero apostado haciéndose capital. Si el sujeto fuera santo el mismo se daría se compartiría sin necesidad de ningún mercado y su atraer sería un atraer a Dios quien verdaderamente lo ha liberado, entonces la verdad de ese amor liberador, superaría cualquier poder, volviendo a sí misma y objetivándose en su reino.

No hay comentarios: