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domingo, 24 de julio de 2022

Campos ontológicos Lo emocional

 

 

 

 

 

Campos ontológicos

Lo emocional

El amor y el odio en la levedad del ser y la gravedad del devenir

El grave problema de nuestro tiempo es  el ascender espiritualmente, si comprendemos que lo real es El espíritu mismo en su levedad del ser como un motor inmóvil y la realidad es la gravedad del devenir donde el Espíritu se materializa causando todas las contratransferencias y esfuerzos, sabremos que cualquier otredad que informe nuestra mente deformándola, lo que pretende es que no ascendamos espiritualmente, por esto todo poder falso se basa en impedir el ascenso espiritual para continuar con su dominio. Así la represión no  es una contra transferencia al deseo sino al propio espíritu que se manifiesta en ese deseo que no es otra cosa sino su anhelo por ascender a la integración divina en el amor perfecto donde se descubre el ser.    

Más es justamente el amor el que permite este ascenso veamos los campos ontológicos hasta aquí expuestos.

Hemos visto el del trabajo que nos sitúa  en la gravedad del devenir, lograr desde el trabajo ascender a la levedad del ser requiere de toda la técnica que suprima toda técnica y deje al espíritu manifestarse pero para esto tiene que superarse el segundo campo ontológico el del libido y salir del bucle contra transferencial, logrando una sin transferencia que nos lleve al chi y su flujo como el carnicero que sabe cortar la carne en el Zhuangzi más la clave está en el campo ontológico  emocional.

¿Qué  es un campo ontológico?

Es el fluctuar de la transferencia del ser

En esa fluctuación reconocemos 7 niveles

El del trabajo una fluctuación energética con mucho  esfuerzo donde el ser tiende a la contratransferencia.

El libido una fluctuación donde el ser queda atrapado en bucles sin lograr integrarse ni realizarse. 

  El chi o qi donde el ser por fin logra la transferencia, este es campo ontológico del poder donde se pasa de la gravead del devenir a la levedad del ser

El campo emocional donde se despolariza el ser logrando la conversión y la sintransferencia

 

El campo del logos donde se da el discurrir

El campo del Espíritu

Y el campo del ser en sí mismo o campo divino donde se supera todo campo y el ser simplemente es.

 

 

Por ahora comprendamos el campo emocional

Nosotros al nacer quedamos en un campo emocional polarizado y con nosotros el ser que está en nosotros.

¿Qué es el ser?

El ser es Dios y él nos transfiere el ser en la creación dándonos entidad

Ese  darnos entidad es un invertirse del ser en el no ser.

Así que en relación con Dios somos un ente que no es cuya tarea es convertirse al ser.

Este convertirse siempre será un acto emocional donde nos despolarizamos de la lucha contra Dios y aceptamos rendirnos a él.

Este proceso se dará sintiendo culpa la cual nos llevara un suicidio volitivo.

Y aun nacimiento Espiritual donde el arquetipo que es Cristo actuara en nosotros.

Más somos bebes espirituales tendientes en nuestra voluntad carnal a la polarización emocional.

¿Qué es esta polarización emocional?

Es un bloquear el amor y toda su conmoción, en la que la morimos y nacemos  

Todo movimiento del Espíritu esta llevado por esta conmoción.

Y nosotros naturalmente bloqueamos esta conmoción

Endurecemos nuestro corazón.

El odio y el amor mueven toda la energía

Nosotros evitamos ambos para lograr un equilibrio en la polarización donde aparentamos un estar bien mientras estamos bloqueados por dentro.

El odio polariza de tal manera las cosas en una contratransferencia que hace posible el salto a una sintransferencia donde se dé  la despolarización.

Pero esto exige una decisión espiritual un perdonar, más es Dios mismo el que espiritualmente nos conmueve emocionalmente.

Toda ética debe estar basada en esta conmoción.

Siendo no una ética materialista o formal como la de Kant  

         

   1ª. Toda Ética material ha de ser forzosamente Ética de bienes y de fines.

La ética no es material es decir no busca la felicidad, la encuentra en el cumplimiento de su deber pero su deber no nace de un racionalismo formal sino de una conmoción emocional, el arquetipo nos da una ley natural espiritual que será la base para la ética material y formal pero que no puede cumplirse en ninguna de ellas, porque solo en la conmoción amorosa encuentra su camino esté  pasara por lo formal y material superándolo.   

 

2ª. Toda Ética material tiene, forzosamente, validez inductiva, empírica y a posteriori tan sólo; únicamente la Ética formal es a priori, con certeza independiente de la experiencia inductiva.

Más allá del a priori  y el a posteriori, es decir antes del a priori y des pues del aposteriori está  el sentimiento de paz o de culpa, que podemos anular de nuestra conciencia por medio de una decisión en la que reprimimos nuestros sentimientos lo cual nos enfermara psicológicamante.

 3ª. Toda Ética material es forzosamente Ética del éxito, y sólo una Ética formal puede reclamar la disposición de ánimo, o el querer ínsito en esa disposición de ánimo, como primitivos depositarios de los valores bueno y malo.

La bondad es emocional se siente cuando logramos despolarizarnos y entran en comunión con nuestros prójimos y con Dios, así mismo la maldad se siente en la soledad desesperada.  

 4ª. Toda Ética material es forzosamente hedonismo y se funda en la existencia de estados de placer sensible producidos por los objetos. Sólo una Ética formal es capaz de evitar la referencia al estado de placer sensible, al mostrar los valores morales y fundamentar las normas morales que en ellos descansan.

La emoción no nace de un estado de placer del libido no se trata de destensar nuestra psiquis, en la emoción hay un sentimiento y en el sentimiento hay un sentir el Espíritu y sus arquetipos, esta se manifestara materialmente conmoviendo nuestra conciencia, el amor nos llevara la levedad del ser el odio a la gravedad del devenir. En este sentir hay valor produciéndose una axiología, podemos invertir estos valores y manipular emocionalmente más el espíritu luchara dentro nuestro para lograr la conversión, más la decisión será nuestra y entonces no se trata de negar la ética formal sino de negarla dialécticamente ni tampoco negar la ética material sino de negarla dialécticamente, la felicidad no está  en los fines alcanzados, ni la paz en el deber cumplido   sin miramientos, sino en la realización Espiritual donde el amor en un camino de dolor y gozo nos lleva al encuentro con los otros y nosotros mismos despolarizando nuestros campos emocionales.        

 

5ª. Toda Ética material es necesariamente heterónoma; sólo la Ética formal puede fundamentar y afianzar la autonomía de la persona.

La Autonomía es una religación espiritual con Dios y con los otros hecha emocionalmente sino es solo soledad y orgullo, entonces la ética integra lo heterónomo y lo autónomo en lo espiritual emocional siendo diferente en cada caso particular.

 6ª. Toda Ética material conduce a la mera legalidad del obrar, y sólo la Ética formal puede fundamentar la moralidad del querer.

El Verdadero Deber es un querer divino y ese querer divino está  en  el amor por lo mismo no se trata de tomar conciencia y actuar en consecuencia sino de conmovernos interiormente y en esa conmoción ser capaces de reflexionar en la imagen de Cristo y actuar materialmente en él.     

7ª. Toda Ética material coloca la persona al servicio de sus propios estados o de las cosas-bienes extrañas; sólo la Ética formal puede descubrir y fundamentar la dignidad de la persona.

La dignidad, la grandeza está  en el corazón misericordioso no en el sacrificio racional.   

 8ª. Toda Ética material debe, en último término, colocar el fundamento de las valoraciones éticas en el egoísmo instintivo de la organización de la naturaleza humana, y sólo la Ética formal puede fundamentar una ley moral independiente de todo egoísmo y de toda peculiar organización de la naturaleza humana, ley generalmente válida para todo ser racional.

El fundamento del hombre no es su voluntad egoísta sino su luz espiritual interior a la que se niega a seguir su voluntad egoísta pero de nada sirve un deber sin amor si yo reprimo mi voluntad tarde o temprano me terminara ganando, tengo que morir y nacer, tengo que despolarizar mi campo realmente y ser vulnerable.    

 

 

Prólogo a la segunda edición alemana La primera edición de esta obra estaba ya agotada desde hace largo tiempo; la considerable demora con que aparece la segunda edición se debe a las adversas circunstancias de nuestros días. Esta segunda edición es una reimpresión exacta de la primera. El pensamiento que por un momento le vino al autor de proceder a una refundición y complementación de la obra, donde habría encontrado acomodo y evaluación la múltiple y dispar crítica suscitada por las ideas de esta obra, fue rechazado en seguida. A este respecto le fue decisiva la consideración de que el autor no se veía obligado a pensar de un modo distinto en ningún punto esencial de la obra, y, por otra parte, que la obra, ya recargada en sí de ideas comprimidas y digresiones a otros dominios de la filosofía, se hubiera complicado aún más. El lector debe aguardar de este prólogo una breve aclaración sobre tres puntos: sobre el efecto científico que hasta ahora ejerció el libro; sobre el puesto que a esta obra corresponde en el contexto de los trabajos del autor publicados desde su aparición en el Anuario de filosofía e investigación fenomenológica y de los que están próximos a publicarse; finalmente, sobre la relación del espíritu de la obra con el espíritu del tiempo, radicalmente cambiado desde la aparición primera del libro. El autor puede decir con alegría y satisfacción que, en general, el efecto de la primera edición logró un curso más bien hondo que extenso, y que la crítica ha sido menor que las incitaciones positivas que ha comunicado al pensar filosófico en los temas de la Ética. Aparte de los trabajos de los investigadores más jóvenes estimulados por él, se han ocupado en la crítica del libro: E. Cohn, en Logos, VII; Messer, en el Anuario de Pedagogía, 1918; N. Hartmann, en la revista Las ciencias del espíritu; Kerler, en varios de sus agudos trabajos, singularmente en Max Scheler y el impersonalismo ético; O. Külpe le atribuye, en su Introducción a la filosofía, un puesto digno de consideración entre los nuevos ensayos para la fundamentación de la Ética. Más valiosos le son al autor los estímulos que sus doctrinas han ofrecido para la continuación de la tarea. Consisten aquellos, parte en una amplia 27 aceptación de los resultados de éstas, parte en complementos y desarrollos de los pensamientos del autor, parte en sus resúmenes y popularizaciones. Rastros de estos variados estímulos hállanse en E. Spranger (Formas de vida), A. Messer (Ética), H. Driesch (Filosofía de lo orgánico), D. von Hildebrand (en el Anuario de filosofía e investigación fenomenológica), en el trabajo de E. Stein sobre la proyección sentimental, en un libro ruso de Lossky y en J. Volkelt: La conciencia estética. El autor ignora si se halla influido o no por su obra el profundo y agudo libro de A. Meinong La presentación emocional, que se acerca mucho, en la teoría de la esencia y la aprehensión de los valores, a la doctrina axiológica expuesta en la presente obra (en oposición acusada con los trabajos más antiguos de A. Meinong acerca de la teoría de los valores). La obra no se halla citada en este libro de Meinong, pero el autor tiene sus motivos, basados en informes personales, para saber que la obra ha sido leída y estimada por Meinong. En todo caso, el autor se alegra de la coincidencia objetiva con el ilustre investigador. Moore, en Inglaterra, ha defendido una concepción parecida en muchos puntos acerca del problema de los valores. El concepto y la fundamentación del “principio de solidaridad” y la nueva teoría acerca de las formas esenciales de los grupos humanos, que aquí han sido presentados, han ejercido un influjo considerable en la filosofía social. La existencia de una jerarquía objetiva material de los valores, que se nos impone de un modo evidente, ha sido reconocida hoy, a su vez, por muchos investigadores. La crítica de la Ética de Kant contenida en esta obra no ha tenido una influencia apreciable en los defensores de la filosofía kantiana, que se hallan demasiado ocupados consigo mismos, ni ha producido tampoco ningún ensayo serio de refutación. Las explicaciones, importantes para la teoría del autor, sobre la doctrina del conocimiento psicológico, los modos de las asociaciones psíquicas, la esencia del estar dado del “cuerpo”, y en general las exposiciones de la teoría del conocimiento, particularmente la nueva concepción del estímulo y de la sensación que el libro incluye, han sido tomadas muy poco en cuenta —quizá porque, como dice H. Driesch, estos temas se han expuesto en una “conexión muy lejana a la realidad”—. El autor intentará desarrollar con más exactitud y penetración estos pensamientos en dos trabajos que ahora tiene entre manos, relativos a la teoría del conocimiento y al problema del espíritu-alma-cuerpo. Esta obra tiene una posición central en el conjunto de los trabajos que 28 Prólogo a la segunda edición alemana hasta ahora ha publicado el autor, por cuanto contiene no sólo la fundamentación de la Ética, sino que, además, incluye una serie de puntos muy esenciales de partida —si bien no todos— de su pensamiento filosófico en general. En cuanto a las promesas, hechas al final de la obra, de desarrollar los pensamientos ya en ella expresados acerca de la esencia de la religión y la teoría de los “tipos de personas valiosas” en una teoría de la “experiencia esencial de lo divino” y en una obra sobre “prototipos y caudillos”, no le ha sido hasta ahora posible al autor cumplir más que la primera, en su libro De lo eterno en el hombre, que apareció hace poco, y en el que se ha tratado de ofrecer, con el título de “Problemas de la religión”, la teoría de esa “experiencia esencial” citada. En él también se ha desarrollado la teoría complementaria de esta obra acerca de las relaciones entre “religión y Moral”. El tomo II de Lo eterno en el hombre, que versará sobre “prototipos y caudillos”, ha de cumplir la segunda promesa. Aplicaciones concretas de los principios fundamentales de la Ética general, aquí explicados, a una serie de problemas aislados y a cuestiones del tiempo van contenidos en los dos tomos que llevan el título Derrocamiento de los valores (segunda edición de Artículos y ensayos); en el libro El genio de la guerra, en el trabajo sobre “Las causas del odio a Alemania”, y, por fin, en los trabajos sobre “Sociología y teoría de la concepción del mundo” que aparecerán en breve, y en una nueva edición ampliada de Guerra y reconstrucción. La nueva edición ampliada del libro del autor sobre la simpatía, que ahora está en prensa y que aparecerá con el título de Esencia y formas de la simpatía, completa la presente obra en la dirección de una apreciación ética del sentido de la vida emocional. A este libro se han de añadir, dentro de una colección que lleva el título general de Las leyes del sentido de la vida emocional, tres pequeños volúmenes sobre El sentimiento de vergüenza, El sentimiento del honor y El sentimiento de temor. El “principio de solidaridad”, rigurosamente fundamentado por primera vez en el presente libro, y la “teoría de las formas esenciales de los grupos humanos”, que se halla en estrecha conexión con aquel principio, han de hallar su aplicación —en una obra especial acerca del solidarismo como base de la filosofía social y la filosofía de la historia— al enjuiciamiento del conjunto de la Edad Moderna de Europa (particularmente al problema del capitalismo). El espíritu que anima la Ética que aquí se expone es el de un objetivismo y un absolutismo éticos rigurosos. En otro aspecto puede llamarse el Prólogo a la segunda edición alemana 29 punto de vista del autor “intuitivismo emocional” o “apriorismo material”. Por fin, al autor le resulta de tal importancia el principio aquí expuesto de que todos los valores, incluso todos los valores posibles de las cosas, y también los de las organizaciones y comunidades impersonales, están subordinados a los valores personales, que ha llegado a subtitular el presente trabajo “Nuevo ensayo de un personalismo”. Para su satisfacción, el autor puede confirmar que el absolutismo ético y el objetivismo axiológico, tanto en Alemania como en el extranjero, han hecho progresos considerables desde la aparición de este libro, y que las opiniones tradicionales del relativismo y subjetivismo éticos han perdido mucho terreno gracias a ello. La juventud alemana, especialmente, parece hallarse tan cansada del relativismo inconsistente como del formalismo vacío y estéril de Kant y de la unilateralidad de la idea del deber en su Ética. El pensamiento central que Pascal acuñó con su concepto del ordre du cœur y de la logique du cœur ha encontrado, precisamente en el fondo del extraordinario désordre du cœur de nuestros días, oídos bien abiertos. Al mismo tiempo, se va llegando a ver como una dirección falsa de una forma del ethos convertida en historia la traición a la alegría y el amor, que son las fuentes más hondas del ser y la acción morales; traición de la que hemos de inculpar al falso heroísmo del trabajo y del deber, que han sido enseñados en toda su amplitud a partir de Kant en Alemania y en la filosofía alemana. Este libro lo ha perseguido hasta su guarida, y nuestro trabajo acerca de El Resentimiento en la Moral ha intentado inquirir sus bases histórico-psicológicas menos dignas. En cambio, el estricto personalismo de esta obra y la teoría, unida a él estrechamente, acerca del “bien individual y objetivamente válido” y del “destino” moral individual de cada persona, parece hallarse en una oposición aún más aguda que en los días de la aparición primera de este libro con las corrientes “socialistas” de la época, y también —según nuestro parecer— con la desmesurada sobreacentuación de la “organización” y la “comunidad” dentro de las iglesias cristianas. A este respecto he de manifestar: en la Ética del autor queda eliminado todo llamado “individualismo”, con sus consecuencias erróneas y desafortunadas, en virtud de la teoría de la corresponsabilidad primitiva de cada persona para la salvación moral del todo que constituye el “reino de las personas” (principio de solidaridad). Para el autor no es lo valioso moral una persona “aislada”, sino únicamente la persona que se sabe originariamente vinculada con Dios, dirigida en amor hacia el mun30 Prólogo a la segunda edición alemana do, y que se siente unida solidariamente con el todo del mundo del espíritu y con la humanidad. Mas, precisamente porque la teoría del autor emplaza en el centro vivo de la persona individual de cada uno los cuidados de la comunidad y sus formas, ha de rechazar con energía, e incluso con aspereza, cualquier dirección del ethos que haga depender el valor de la persona, esencial y originariamente, de su relación con un mundo de bienes y una comunidad que existe independiente de aquella persona, o bien permite que ese valor sea absorbido por aquellas “relaciones”. Por consiguiente, el autor contrapone la clara evidencia del principio —manifiesto, en su opinión— de que “el valor de la persona es superior a todo valor de cosas, organizaciones y comunidades”, a la corriente de nuestros días, que, en definitiva, iría a parar —como dijo al morir el filósofo inglés Herbert Spencer— a que “ningún hombre puede hacer lo que quiere, sino únicamente lo que se le dice”. El principio más importante y esencial que esta obra ha pretendido fundamentar y transmitir con la mayor integridad es que el sentido y el valor finales de todo este universo se mide, en último término, exclusivamente por el puro ser (no por el rendimiento) y por la bondad más perfecta que sea posible, por la rica plenitud y el íntegro despliegue, por la más pura belleza y por la armonía más íntima de las personas, en las que se concentran y potencian a veces todas las energías del cosmos. El fundamento mismo espiritual del universo —sea lo que sea en realidad— merece sólo el nombre de “Dios” en tanto y hasta tanto que es “personal”. Este problema, evidentemente, no puede decidirlo espontáneamente la filosofía sólo (véase De lo eterno en el hombre); su solución podemos experimentarla tan sólo a través de la posible respuesta que el fundamento mismo del universo participa a nuestra alma en el acto religioso. Max Scheler Colonia, septiembre de 1921    

 

Max Scheler alterándome

         

 

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jueves, 21 de julio de 2022

Campos ontológicos Chi

 

Campos ontológicos

Poder

 

 Zhuangzi y Huizi se divertían en el puente sobre el Río Hao.
    Zhuangzi dijo "¡Los pececillos están lanzándose libre y fácilmente! Así es como los peces son felices".
    Huizi replicó "Tu no eres un pez. ¿Cómo sabes que los peces son felices?"
    Zhuangzi dijo "Tu no eres yo. ¿Cómo sabes que yo no sé que los peces son felices?"
    Huizi dijo "Yo no soy tu, por supuesto, así que no sé sobre ti. Pero obviamente tu no eres pez; así que el caso está completo, tu no sabes que los peces son felices".
    Zhuangzi dijo "Regresemos al comienzo de esto. Tu dijiste ¿Cómo sabes que los peces son felices?; pero al preguntarme esto, ya sabías que yo lo sabía. Lo sé justo aquí justo aquí sobre el Hao".

 

 

 

Érase una vez, Zhuang Zhou soñó que era una mariposa, una mariposa revoloteando felizmente. No sabía que él era Zhou. De repente, despertó y era palpablemente Zhou. No supo si era Zhou, quien había soñado que era una mariposa, o una mariposa soñando que era Zhou. Ahora, debe haber una diferencia entre Zhou y una mariposa. Esto es llamado la transformación de las cosas.

 

El cocinero Ding estaba descuartizando un buey para Lord Wenhui. En cada roce de su mano, cada tirón de su hombro, cada movimiento de sus pies, cada empuje de rodilla - ¡zip!¡zoop! - deslizaba un cuchillo junto con un "zing" y todo estaba en perfecto ritmo, como si estuviera interpretando la Danza de la Arboleda de la Mora o manteniendo el tiempo de la música Jingshou.

"¡Ah, esto es maravilloso!" dijo Lord Wenhui. "¡Imagina a la habilidad llegando a tales alturas!"

El cocinero Ding dejó su cuchillo y replicó, "Lo que me importa de esto es el Camino ["Tao"], el cual va más allá de la habilidad. Cuando recién comencé a descuartizar bueyes, todo lo que podía ver era el buey mismo. Después de tres años ya no veía al buey entero. Y ahora, ahora voy a él por espíritu y no veo con mis ojos. Percepción y entendimiento se han detenido y el espíritu se mueve por donde quiere. Voy junto con el maquillaje natural, atacó en los grandes huecos, guío el cuchillo a través de las grandes aberturas y sigo las cosas tal como son. Así que nunca toco el menor ligamento o tendón, mucho menos una articulación".

"Un buen cocinero cambia su cuchillo una vez al año - porque él corta. Un cocinero mediocre cambia su cuchillo una vez al mes - porque él taja. He tenido este cuchillo por diecinueve años y he descuartizado miles de bueyes con él, y aun así la cuchilla es tan buena como si recién hubiera llegado de la esmoladera. Hay espacios entre las articulaciones, y la cuchilla del cuchillo realmente no tiene grosor. Si tu insertas lo que no tiene grosor en tales espacios, entonces hay bastante espacio - más que suficiente para que la cuchilla juegue alrededor. Es por eso que después de diecinueve años la cuchilla de mi cuchillo es aún tan buena como si viniera por primera vez de la esmoladera".

"Sin embargo, cuando voy a un lugar complicado, mido las dificultades, me digo a mí mismo que esté alerta y tenga cuidado, mantengo mis ojos en lo que estoy haciendo, trabajo muy lento y muevo el cuchillo con una gran sutileza, hasta que -"¡flop!" todo se despedaza como un terrón desmoronándose hasta el suelo. Me paro sosteniendo el cuchillo y miro alrededor, completamente satisfecho y reluctante a seguir adelante, entonces limpio el cuchillo y lo hago a un lado".

"¡Excelente!" dijo Lord Wenhui. "He escuchado las palabras del cocinero Ding y aprendido cómo nutrir la vida!"

 http://formarse.com.ar/libros/Libros%20para%20descargar%20de%20maestros%20espirituales/El-camino-de-Chuang-Tzu.pdf 

Zhuangzi alterado  

martes, 19 de julio de 2022

Freud Alterado campos ontológicos libido

 Campos ontológicos

Libido
Bucles contratransferenciales
Bucles trasferenciales
Sintransferencia
CAPÍTULO II EL MÉTODO DE LA INTERPRETACIÓN ONÍRICA EJEMPLO DEL ANÁLISIS DE UN SUEÑO EL título dado a la presente obra revela ya a qué concepción de la vida onírica intenta incorporarse. Me he propuesto demostrar que los sueños son susceptibles de interpretación, y mi estudio tenderá, con exclusión de todo otro propósito, hacia este fin, aunque claro está que en el curso de mi labor podrán surgir accesoriamente interesantes aportaciones al esclarecimiento de los problemas oníricos señalados en el capítulo anterior. La hipótesis de que los sueños son interpretables me sitúa ya enfrente de la teoría onírica dominante e incluso de todas las desarrolladas hasta el día, excepción hecha de la de Scherner, pues «interpretar un sueño» quiere decir indicar su «sentido», o sea, sustituirlo por algo que pueda incluirse en la concatenación de nuestros actos psíquicos como un factor de importancia y valor equivalentes a los demás que la integran. Pero, como ya hemos visto, las teorías científicas no dejan lugar alguno al planteamiento de este problema de la interpretación de los sueños, no viendo en ellos un acto anímico, sino un proceso puramente somático, cuyo desarrollo se exterioriza en el aparato psíquico por medio de determinados signos. En cambio, la opinión profana se ha manifestado siempre en un sentido opuesto. Haciendo uso de su perfecto derecho a la inconsecuencia, no puede resolverse a negar a los sueños toda significación, aunque reconoce que son incomprensibles y absurdos, y, guiada por un oscuro presentimiento, se inclina a aceptar que poseen un sentido, si bien oculto, a título de sustitutivos de un diferente proceso mental. De este modo todo quedaría reducido a desentrañar acertadamente la sustitución y penetrar así hasta el significado oculto. En consecuencia, la opinión profana se ha preocupado siempre de «interpretar» los sueños, intentándolo por dos procedimientos esencialmente distintos. El primero toma el contenido de cada sueño en su totalidad y procura sustituirlo por otro contenido, comprensible y análogo en ciertos aspectos. Es ésta la interpretación simbólica de los sueños, que, naturalmente, fracasa en todos aquellos que a más de incomprensibles se muestran embrollados y confusos. La historia bíblica nos da un ejemplo de este procedimiento en la interpretación dada por José al sueño del Faraón. Las siete vacas gordas, sucedidas por otras siete flacas, que devoraban a las primeras, constituye una sustitución simbólica de la predicción de siete años de hambre, que habrían de consumir la abundancia que otros siete de prósperas cosechas produjeran en Egipto. La mayoría de los sueños artificiales creados por los poetas se hallan destinados a una tal interpretación, pues reproducen el pensamiento concebido por el autor bajo un disfraz, correspondiente a los caracteres que de los sueños nos son conocidos por experiencia personal. Un resto de la antigua creencia en la significación profética de los sueños perdura aún en la opinión popular de que se refieren principalmente al porvenir, anticipando su contenido, y de este modo el sentido descubierto por medio de la interpretación simbólica es generalmente transferido a un futuro más o menos lejano. Naturalmente, no es posible indicar norma alguna para llevar a cabo una tal interpretación simbólica. Esta depende tan solo del ingenio y de la inmediata intuición del interpretador; razón por la cual pudo elevarse la interpretación por medio de símbolos a la categoría de arte, para el que se precisaba una especial aptitud. En cambio, el segundo de los métodos populares, a que antes aludimos, se mantiene muy lejos de semejantes aspiraciones. Pudiéramos calificarlo de método descifrador, pues considera el sueño como una especie de escritura secreta, en la que cada signo puede ser sustituido, mediante una clave prefijada, por otro de significación conocida. Si, por ejemplo, hemos soñado con una «carta» y luego con un «entierro», y consultamos una de las popularísimas «claves de los sueños», hallaremos que debemos sustituir «carta» por «disgusto» y «entierro» por «esponsales». A nuestro arbitrio queda después construir con las réplicas halladas un todo coherente, que habremos también de transferir al futuro. En el libro de Artemidoro de Dalcis, sobre la interpretación de los sueños, hallamos una curiosa variante de este «método descifrador» que corrige en cierto modo su carácter de mera traducción mecánica. Consiste tal variante en atender no sólo el contenido del sueño, sino a la personalidad y circunstancias del sujeto; de manera que el mismo elemento onírico tendrá para el rico, el casado o el orador diferente significación que para el pobre, el soltero, o por ejemplo, el comerciante. Lo esencial de este procedimiento es que la labor de interpretación no recae sobre la totalidad del sueño, sino separadamente sobre cada uno de los componentes de su contenido, como si el sueño fuese un conglomerado, en el que cada fragmento exigiera una especial determinación. Los sueños incoherentes y confusos son con seguridad los que han incitado a la creación del método descifrador. De la imposibilidad de utilizar cualquiera de los dos métodos populares reseñados en un estudio científico de la interpretación de los sueños, no cabe dudar un solo instante. El método simbólico es de aplicación limitada y nada susceptible de una exposición general. En el «descifrador» dependería todo de que pudiésemos dar crédito a la «clave» o «libro de los sueños», cosa para la que carecemos de toda garantía. Así, pues, parece que deberemos inclinarnos a dar la razón a los filósofos y psiquiatras y a prescindir con ellos del problema de la interpretación onírica, considerándolo como puramente imaginario y ficticio. Mas por mi parte he llegado a un mejor conocimiento. Me he visto obligado a reconocer que se trata nuevamente de uno de aquellos casos nada raros en los que una antiquísima creencia popular, hondamente arraigada, parece hallarse más próxima a la verdad objetiva que los juicios de la ciencia moderna. Debo, pues, afirmar que los sueños poseen realmente un significado, y que existe un procedimiento científico de interpretación onírica, a cuyo descubrimiento me ha conducido el proceso que sigue: Desde hace muchos años me vengo ocupando, guiado por intenciones terapéuticas, de la solución de ciertos productos psicopatológicos, tales como las fobias histéricas, las representaciones obsesivas, etc. A esta labor hubo de incitarme la importante comunicación de J. Breuer de que la solución de estos productos, sentidos como síntomas patológicos, equivale a su supresión. En el momento en que conseguimos referir una de las tales representaciones patológicas a los elementos que provocaron su emergencia en la vida anímica del enfermo logramos hacerla desaparecer, quedando el sujeto libre de ella. Dada la impotencia de nuestros restantes esfuerzos terapéuticos, y ante el enigma de estos estados, me pareció atractivo continuar el camino iniciado por Breuer hasta llegar a un completo esclarecimiento, no obstante, las grandes dificultades que a ello se oponían. En otro lugar expondré detalladamente cómo la técnica del procedimiento fue perfeccionándose hasta su forma actual, y cuáles han sido los resultados de mi labor. La interpretación de los sueños surgió en el curso de estos trabajos psicoanalíticos. Mis pacientes, a los que comprometía a referirme todo lo que La interpretación de los sueños Sigmund Freud con respecto a un tema dado se les ocurriera, me relataban también sus sueños, y hube de comprobar que un sueño puede hallarse incluido en la concatenación psíquica, que puede perseguirse retrocediendo en la memoria del sujeto a partir de la idea patológica. De aquí a considerar los sueños como síntomas patológicos y aplicarles el método de interpretación para ellos establecido no había más que un paso. La realización de esta labor exige cierta preparación psíquica del enfermo. Dos cosas perseguimos en él: una intensificación de su atención sobre sus percepciones psíquicas y una exclusión de la crítica, con la que acostumbra seleccionar las ideas que en él emergen. Para facilitarle concentrar toda su atención en la labor de autoobservación es conveniente hacerle cerrar los ojos y adoptar una postura descansada. El renunciamiento a la crítica de los productos mentales percibidos habremos de imponérselo expresamente. Le diremos, por tanto, que el éxito del psicoanálisis depende de que respete y comunique todo lo que atraviese su pensamiento y no se deje llevar a retener unas ocurrencias por creerlas insignificantes o faltas de conexión con el tema dado, y otras, por parecerle absurdas o desatinadas. Habrá de mantenerse en una perfecta imparcialidad con respecto a sus ocurrencias, pues la crítica que sobre las mismas se halla habituado a ejercer es precisamente lo que le ha impedido hasta el momento hallar la buscada solución del sueño, de la idea obsesiva, etc. En mis trabajos psicoanalíticos he observado que la disposición de ánimo del hombre que reflexiona es totalmente distinta de la del que observa sus procesos psíquicos. En la reflexión entra más intensamente en juego una acción psíquica que en la más atenta autoobservación; diferencia que se revela en la tensión expresa la fisonomía del hombre que reflexiona, contrastando con la serenidad mímica del autoobservador. En muchos casos tiene que existir una concentración de la atención; pero el sujeto sumido en la reflexión ejercita, además, una crítica, a consecuencia de la cual rechaza una parte de las ocurrencias emergentes después de percibirlas, interrumpe otras en el acto, negándose a seguir los caminos que abren a su pensamiento, y reprime otras antes que hayan llegado a la percepción, no dejándolas devenir conscientes. En cambio, el autoobservador no tiene que realizar más esfuerzo que el de reprimir la crítica, y si lo consigue acudirá a su consciencia una infinidad de ocurrencias, que de otro modo hubieran permanecido inaprehensibles. Con ayuda de estos nuevos materiales, conseguidos por su autopercepción, se nos hace posible llevar a cabo la interpretación de las ideas patológicas y de los productos oníricos. Como vemos, se trata de provocar un estado que tiene de común con el de adormecimiento anterior al reposo -y seguramente también con el hipnótico- una cierta analogía en la distribución de la energía psíquica (de la atención móvil). En el estado de adormecimiento surgen las «representaciones involuntarias» por el relajamiento de una cierta acción voluntaria -y seguramente también crítica- que dejamos actuar sobre el curso de nuestras representaciones; relajamiento que solemos atribuir a la «fatiga». Estas representaciones involuntarias emergentes se transforman en imágenes visuales y acústicas. (Cf. las observaciones de Schleiermacher y otros autores, incluidas en el capítulo anterior.). En el estado que provocamos para llevar a cabo el análisis de los sueños y de las ideas patológicas renuncia el sujeto, intencionada y voluntariamente, a aquella actividad crítica y emplea la energía psíquica ahorrada o parte de ella en la atenta persecución de los pensamientos emergentes, los cuales conservan ahora su carácter de representaciones. De este modo se convierte a las representaciones «involuntarias» en «voluntarias». Para muchas personas no parece ser fácil adoptar esta disposición a las ocurrencias, «libremente emergentes» en apariencia, y renunciar a la crítica que sobre ellas ejercen en todo otro caso. Los «pensamientos involuntarios» acostumbran desencadenar una violentísima resistencia, que trata de impedirles emerger. Si hemos de dar crédito a F. Schiller, nuestro gran filósofo poeta, es también una tal disposición condición de la producción poética. En una de sus cartas a Körner, cuidadosamente estudiadas por Otto Rank, escribe Schiller, contestando a las quejas de su amigo sobre su falta de productividad: «El motivo de tus quejas reside, a mi juicio, en la coerción que tu razón ejerce sobre tus facultades imaginativas. Expresaré mi pensamiento por medio de una comparación plástica. No parece ser provechoso para la obra creadora del alma el que la razón examine demasiado penetrantemente, y en el mismo momento en que llegan ante la puerta las ideas que van acudiendo. Aisladamente considerada, puede una idea ser harto insignificante o aventurada, pero es posible que otra posterior le haga adquirir importancia, o que uniéndose a otras, tan insulsas como ella, forme un conjunto nada despreciable. = La razón no podrá juzgar nada de esto si no retiene las ideas hasta poder contemplarlas unidas a las posteriormente surgidas. En los cerebros creadores sospecho que la razón ha retirado su vigilancia de las puertas de entrada; deja que las ideas se precipiten pêle-mêle al interior, y entonces es cuando advierte y examina el considerable montón que han formado. = Vosotros, los señores críticos, o como queráis llamaros, os avergonzáis o asustáis del desvarío propio de todo creador original, cuya mayor o menor duración distingue al artista pensador del soñador. De aquí la esterilidad de que os quejáis. Rechazáis demasiado pronto las ideas y las seleccionáis con excesiva severidad.» (Carta del 1 de diciembre de 1788.) Sin embargo, una adopción del estado de autoobservación exenta de crítica o, como describe Schiller la «supresión de la vigilancia a las puertas de la consciencia», no es nada difícil. La mayoría de los pacientes la consiguen a la primera indicación, y yo mismo la logro perfectamente cuando en el análisis de fenómenos propios voy redactando por escrito mis ocurrencias. Y de pronto cuando reviso mis escritos hay un sentido que me angustia tremendamente, cada sueño es cíclico, como si estuviera atrapado en un eterno retorno de la misma experiencia, solo que representada de manera diferente.
Y aquí tiemblo porque lo que se revela en mi sueño ¿No será lo que realmente hay en mi realidad? Es decir que estoy atrapado en un bucle transferencial de mi primera experiencia, ¿Pero cual es esta primera experiencia? La experiencia de la caída, que no es otra cosa que la del nacimiento, en la que entro en una contra transferencia con lo que se me acerca, en la que me quiebro de miedo, y es a partir de esta experiencia que construye toda mi realidad, recreándola en todas mis relaciones, más mi primera experiencia no solo es una caída sino que también me levanto , me equilibrio, me entra un profunda culpa y compasión, religándome con mi entorno , este paso del ser ene l vientre de la madre donde he estado tranquilo al no ser de un mundo frio y terrorífico al ser de mi equilibrio termodinámico con el pecho de la madre, es mi experiencia cero que se recreara una y mil veces con otras personas, por lo mismo yo no vivo la realidad sino que la realidad es la continua interpretación de esta experiencia cero, si esto fuera así toda la realidad es una psicosis y lo que llamaríamos neurosis es el conflicto entre mi psicosis y la incapacidad de esta de adaptarse a los distintos eventos.
Y los sueños vendrías a ser un mecanismo compensador que intenta restablecer mi psicosis, en su equilibrio donde yo consigo una religación con la madre, que vendría a ser todo aquel que tiene una relación conmigo pero si el sueño no bastara tendría que construir mitos y la madre sería un Padre divino que perdona mi pecado, el cual consiste en existir, yo luego me relacionaría con todos como si fueran mis hermanos hijos de un mismo padre, es decir mi padre mismo , amándolo como él me amo al perdonar mi existencia.
Por lo mismo la salud de mi psiquis no es otra cosa que mantener una psicosis que me permita una religación con mi entorno, pero si mi bucle es contra transferencial y tengo una ruptura desde el primer día de existencia, mis relaciones serán violentas agresivas o me hundirán en depresiones terribles, aunque mi sueño intente sanarme retroalimentadome en una psicosis agradable, yo tenderé al conflicto permanentemente, mi única salvación será el mito a él me entregare de alma y vida, al amor del padre, solo en el mi libido podrá encontrar cierta armonía.
¿Y no hay una manera de salir del bucle transferencial y contra transferencial? Como una fenomenología que me permita realmente vivir la realidad, volver a las cosas, pues tendría que aceptar el eterno retorno de mi bucle y vivirlo tanto contratransferencialmente como transferencialmente esto no implica la muerte de Dios sino la conciencia de que solo Dios existe y existiendo el, existo yo en una sintransferencia, así cada experiencia seria nueva, lo sé no he logrado salir del bucle pero ahora puedo jugar dentro de él, eligiendo en mi pareja algo muy contrario a mi madre o a mi padre o algo por lo menos diferente aunque en el fondo sé que es lo mismo pero por lo menos ahora yo programo mi matrix he aquí la virtud de toda ejercicio de interpretación y la base de toda terapia noumenológica se trata de salir de la caverna entrando a ella conscientemente.
Freud alterado

domingo, 17 de julio de 2022

Marx Alterado campos ontológicos trabajo

 

Campos ontológicos

Trabajo

El capitalismo tiene tres etapas:

La etapa mercantilista en la que explota la materia con una economía rentista y primaria extractiva.

La etapa industrial en la que explota la energía con una economía industrial basada en la plusvalía   generada por la explotación del proletariado.

La etapa informática en la que se explota la información con una economía de servicios tecnológica digital donde todos venimos a ser el producto de los sistemas financieros.

Más su nacimiento está  en la corrupción espiritual su muerte solo será posible en la integración espiritual.

LA TRANSFORMACION DEL DINERO EN CAPITAL CAPITULO IV COMO SE CONVIERTE EL DINERO EN CAPITAL  

La fórmula general del capital La circulación de mercancías es el punto de arranque del capital. La producción de mercancías y su circulación desarrollada, o sea, el comercio, forman las premisas históricas en que surge el capital. La biografía moderna del capital comienza en el siglo XVI, con el comercio y el mercado mundiales. Si prescindimos del contenido material de la circulación de mercancías, del intercambio de diversos valores de uso, y nos limitamos a analizar las formas económicas que este proceso engendra, veremos que su resultado final es el dinero. Pues bien; este resultado final de la circulación de mercancías es la forma inicial en que se presenta el capital. Históricamente, el capital empieza enfrentándose en todas partes con la propiedad inmueble en forma de dinero, bajo la forma de patrimonio–dinero, de capital comercial y de capital usurario. Sin embargo, no hace falta remontarse a la historia de los orígenes del capital para encontrarse con el dinero como su forma o manifestación inicial. Esta historia se repite diariamente ante nuestros ojos. Todo capital nuevo comienza pisando la escena, es decir, el mercado, sea el mercado de mercancías, el de trabajo o el de dinero, bajo la forma de dinero, dinero que, a través de determinados procesos, tiende a convertirse en capital. El dinero considerado como dinero y el dinero considerado como capital no se distinguen, de momento, más que por su diversa forma de circulación. La forma directa de la Transferencia de mercancías es M → D → M, o sea, transformación de la mercancía en dinero y de éste nuevamente en mercancía: vender para comprar. Pero, al lado de esta forma, nos encontramos con otra, específicamente distinta de ella, con la forma D →M →D, o sea, transformación del dinero en mercancía y de ésta nuevamente en dinero: comprar para vender. El dinero que gira con arreglo a esta forma de circulación es el que se transforma en capital, llega a ser capital y lo es ya por su destino. Examinemos más de cerca la Transferencia D → M → D. Este ciclo recorre, al igual que la circulación simple de mercancías, dos fases contrapuestas. En la primera fase, D → M o compra, el dinero se convierte en mercancía. En la segunda fase, M → D o venta, la mercancía se convierte nuevamente en dinero. Pero ambas fases, unidas, forman el proceso total, en el que se cambia dinero por mercancía y esta misma mercancía nuevamente por dinero: o lo que es lo mismo, en el que se compra una mercancía para venderla, o, si queremos pasar por alto las diferencias formales de compra y venta, en el que se compran mercancías con dinero y dinero con mercancías.2 El resultado en que desemboca todo este proceso es el intercambio de  dinero por dinero, D→D. Sí compro 2,000 libras de algodón por 100 libras esterlinas y las vuelvo a vender por 110, no habré hecho, en último resultado, más que cambiar 100 por 110 libras esterlinas, es decir, dinero por dinero. Ahora bien, es evidente que el proceso de circulación D → M → D resultaría carente de todo sentido si se diese ese rodeo para cambiar valores iguales en dinero, v. gr. para cambiar 100 libras esterlinas por 100 libras esterlinas. Mucho más sencillo y seguro es el método del atesorador, que, en vez de lanzar al peligro circulatorio sus 100 libras esterlinas, las retiene y las guarda. Por otra parte aunque el comerciante venda por 110 libras esterlinas el algodón que ha comprado por 100, o se vea obligado a venderlo por las mismas 100 libras esterlinas y aun por 50, lo cierto es que su dinero recorre un proceso característico y original, completamente distinto del que recorre en la circulación simple de mercancías, v. gr. en manos del labriego que vende trigo para comprar con el dinero obtenido prendas de vestir. Por tanto, lo primero que tenemos que hacer es analizar las diferencias de forma que median entre los ciclos D – M – D y M – D –M. Con ello, se pondrán a la vez de manifiesto las diferencias materiales que se esconden detrás de esa distinción de carácter formal. Veamos, ante todo, qué es lo que tienen de común entre sí ambas formas. Ambos ciclos se desdoblan en las mismas dos fases contrapuestas, M – D, venta, y D – M, compra. En cada una de estas dos fases, se enfrentan los mismos dos elementos materiales, mercancía y dinero, y dos personas revestidas con los mismos papeles económicos, un comprador y un vendedor. Ambos ciclos representan la unidad de las mismas fases contrapuestas, y en ambos se opera esta unidad por la actuación de tres contratantes: uno que no hace más que vender, otro que se limita a comprar y un tercero que desempeña alternativamente los papeles de comprador y vendedor. Hay algo, sin embargo, que distingue desde luego ambos ciclos, M0 → D 1 → M 0 y D 1 →M 0 →D 1, y es el orden inverso en que se desarrollan las mismas fases contrapuestas del proceso de circulación. La circulación simple de mercancías comienza con la venta y acaba con la compra: la circulación del dinero en función de capital comienza con la compra y acaba con la venta. Allí, el punto de arranque y la meta final del movimiento es la mercancía; aquí, el dinero. En la primera forma es el dinero, en la segunda, la mercancía, lo que sirve de agente mediador del proceso total. En la Transferencia M 0 → D 1 →M 0, el dinero acaba siempre convirtiéndose en una mercancía, empleada como valor de uso. Por tanto, aquí, el dinero se gasta definitivamente. En cambio, en la forma opuesta, D 1 →M 0 → D 1, el comprador sólo desembolsa dinero para volver a embolsarlo como vendedor. Al comprar la mercancía, lanza a la circulación dinero, para volver a retirarlo de ella vendiendo la mercancía que compró. Sólo se desprende del dinero con la intención premeditada de volver a apoderarse de él. No hace, por tanto, más que adelantarlo.3 En la forma M 0 → D 1 →M 0, la misma pieza de dinero cambia de sitio dos veces. El vendedor la recibe de manos del comprador, para entregarla enseguida a otro vendedor. El proceso total, que comienza recibiendo dinero por mercancía, termina entregando por mercancía dinero. Al revés de lo que ocurre en la forma D 1 →M 0 → D 1. Aquí, no es la misma pieza de dinero, sino la misma mercancía la que cambia dos veces de mano. El comprador la recibe de manos del vendedor, para ponerla enseguida en manos de otro comprador. Y así como en la circulación simple de mercancías al cambiar dos veces de sitio la misma pieza de dinero, ésta pasa definitivamente de una mano a otra, aquí, al cambiar dos veces de sitio la misma mercancía, el dinero refluye a su punto de partida inicial. El reflujo del dinero a su punto de partida no depende del hecho de que la mercancía se venda más cara de lo que se compró. Esta circunstancia sólo influye en la magnitud de la suma de dinero que refluye. El fenómeno del reflujo se produce tan pronto como la mercancía comprada vuelve a venderse, es decir, tan pronto como se cierra el ciclo D 1 →M 0 → D 1. Entre la circulación del dinero corno capital y su circulación como dinero pura y simplemente, media, pues, como se ve, una diferencia perceptible a través de los sentidos. El ciclo M 0 → D 1 →M 0 se recorre en su totalidad tan pronto como la venta de una mercancía arroja dinero y éste es absorbido por la compra de otra mercancía. Si, a pesar de ello, el dinero afluye a su punto de partida, es porque todo ese proceso se renueva o repite. Si vendo un quarter de trigo por 3 libras esterlinas y con estas 3 libras esterlinas compro un traje, habré invertido definitivamente, en lo que a mí toca, esta cantidad. Esas 3 libras esterlinas ya no tienen nada que ver conmigo. Han pasado a manos del sastre. Si vendo un segundo quarter de trigo, volverá a refluir a mis manos dinero, pero no ya en virtud de la primera transacción, sino por obra de otra distinta. Y este dinero se alejará nuevamente de mi tan pronto como cierre la segunda transacción y vuelva a comprar. Por tanto, en la circulación M 0 → D 1 →M 0, la inversión del dinero no tiene absolutamente nada que ver con su  reflujo. En cambio, en el ciclo D 1 →M 0 → D 1. El reflujo del dinero está directamente condicionado por el carácter de su inversión. De no producirse este reflujo, la operación, fracasa o el proceso se interrumpe y queda truncado, por falta de su segunda fase, o sea de la venta que completa y corona la compra. El ciclo M 0 → D 1 →M 0  arranca del polo de una mercancía y se cierra con el polo de otra mercancía, que sale de la circulación y entra en la órbita del consumo. Su fin último es, por tanto, el consumo, la satisfacción de necesidades, o, dicho en otros términos, el valor de uso. Por el contrario, el ciclo D 1 →M 0 → D 1  arranca del polo del dinero para retornar por último al mismo polo. Su motivo propulsor y su finalidad determinante es, por tanto, el propio valor de cambio. En la circulación simple de mercancías ambos polos presentan la misma forma económica. Ambos son mercancías. Son además, mercancías de la misma magnitud de valor. Pero, cualitativamente, son valores de uso distintos, v. gr. trigo y traje. El intercambio de productos, el cambio de diversas materias, en que toma cuerpo el trabajo social, es lo que forma aquí el contenido del movimiento. No así en la transferencia  D 1 →M 0 → D 1. A primera vista, este ciclo parece absurdo porque acaba por donde empezó. Ambos polos presentan en él la misma forma económica. Ambos son dinero, y, por tanto, valores de uso entre los que no media ninguna diferencia cualitativa, pues el dinero no es, como sabemos, más que la forma transfigurada de las mercancías, en la que se borran todas las huellas de sus valores específicos de uso. Cambiar 100 libras esterlinas por algodón para luego cambiar este mismo algodón por 100 libras esterlinas; es decir, cambiar, dando un rodeo, dinero por dinero, una cantidad de dinero por otra igual, sería, evidentemente, una operación absurda e inútil.4 Las sumas de dinero sólo se distinguen por su magnitud. Por tanto, el proceso D 1 →M 0 → D 1 no debe su contenido a ninguna diferencia cualitativa entre sus dos polos, pues ambos son dinero, sino simplemente a una diferencia cuantitativa.. El proceso acaba siempre sustrayendo a la circulación más dinero del que a ella se lanzó. El algodón comprado por 100 libras esterlinas se vende, por ejemplo, por 100 + 10, o sea por 110 libras esterlinas. La fórmula completa de este proceso es por tanto: D 1 → M 0 → D’ 1, donde D’ = D + ∆ D, o lo que es lo mismo igual a la suma de dinero primeramente desembolsada más un incremento. Este incremento o excedente que queda después de cubrir el valor primitivo es lo que yo llamo plusvalía (surplus value). Por tanto, el valor primeramente desembolsado no sólo se conserva en la circulación, sino que su magnitud de valor experimenta, dentro de ella, un cambio, se incrementa con una plusvalía, se valoriza. Y este proceso es el que lo convierte en capital. Cabe, indudablemente, que en la fórmula M 0 → D 1 → M 0, los dos polos M y M, v. gr. el trigo y el traje, sean también magnitudes de valor cuantitativamente distintas. El labriego puede, evidentemente, vender su trigo por más de lo que vale o comprar el traje por menos de su valor. También puede ocurrir que el sastre le engañe. Sin embargo, en esta forma de circulación, las tales diferencias de valor son puramente fortuitas. Por el hecho de que ambos polos, el trigo y el traje, sean equivalentes, el cambio no pierde radicalmente su sentido y razón de ser, como ocurre con el proceso D 1 →M 0 → D 1. Por el contrario, la equivalencia de estos dos factores, es aquí, condición para el desarrollo normal del proceso. La repetición o renovación del acto de vender para comprar tiene su pauta y su meta, como el propio proceso, en un fin último exterior a él: en el consumo, en la satisfacción de determinadas necesidades. En cambio, cuando se compra para vender, el proceso comienza y acaba por el mismo factor, por el dinero o valor de cambio, y ya esto hace que el proceso sea interminable. Cierto es que D se ha convertido en D +A D, las 100 libras esterlinas en 100 + 10. Pero, cualitativamente consideradas, las 110 libras esterlinas son lo mismo que las 100, a saber: dinero. Y, consideradas cuantitativamente, las 110 libras esterlinas son, como las 100, una suma limitada de valor. Sí las 110 libras esterlinas se gastasen como dinero, faltarían a su papel. Dejarían de ser capital. Sustraídas a la circulación, se petrificarían en forma de tesoro y no harían brotar ni un céntimo, aun cuando estuviesen encerradas en su cueva hasta el día del Juicio final. Por tanto, si se trata de valorizar el valor, a la misma necesidad responde la valorización de 110 libras esterlinas que la de 100, pues ambas cantidades son expresiones limitadas del valor de cambio y ambas tienen, por consiguiente, la misión de acercarse a la riqueza incrementando su magnitud. Cierto es que el valor primitivamente desembolsado de 100 libras esterlinas se distingue durante breves instantes de la plusvalía de 10 libras esterlinas que hace brotar en la circulación, pero esta diferencia se esfuma enseguida. Al terminar el proceso, no nos encontramos con el valor original de 100 libras esterlinas a un lado y a otro lado la plusvalía de 10. Lo que brota del proceso es un valor único de 110 libras esterlinas, valor que se presenta, para repetir el proceso de valorización, bajo la misma forma que el de las 100 libras esterlinas originales. Al terminarse el proceso, el dinero brota nuevamente como su punto inicial. El final de cada ciclo aislado, en el que se consuma la operación de comprar para vender, forma por tanto, de suyo, el comienzo de un ciclo nuevo. La circulación simple de mercancías –el proceso de vender para comprar– sirve de medio para la consecución de un fin último situado fuera de la circulación: la asimilación de valores de uso, la satisfacción de necesidades. En cambio, la circulación del dinero como capital lleva en sí mismo su fin, pues la valorización del valor sólo se da dentro de este proceso constantemente renovado. El movimiento del capital es por tanto, incesante. Como agente consciente de este movimiento, el poseedor de dinero se convierte en capitalista. El punto de partida y de retorno del dinero se halla en su persona, o por mejor decir en su bolsillo, El contenido objetivo de este proceso de circulación –la valorización del valor– es su  fin subjetivo, y sólo actúa como capitalista, como capital personificado, dotado de conciencia y de voluntad, en la medida en que sus operaciones no tienen más motivo propulsor que la apropiación progresiva de riqueza abstracta. El valor de uso no puede, pues, considerarse jamás como fin directo del capítalista. Tampoco la ganancia aislada, sino el apetito insaciable de ganar. Este afán absoluto de enriquecimiento, esta carrera desenfrenada en pos del valor hermana al capitalista y al atesorador; pero, mientras que éste no es más que el capitalista trastornado, el capitalista es el atesorador racional. El incremento insaciable de valor que el atesorador persigue, pugnando por salvar a su dinero de la circulación, lo consigue, con más inteligencia, el capitalista, lanzándolo una y otra vez, incesantemente, al torrente circulatorio.

¿Qué tenemos aquí entonces? Lo que tenemos es una religión con su espíritu absoluto D 1 →M 0 → D 1 y su anti espíritu absoluto   M 0 → D 1 →M 0   por lo mismo todo alteración del sistema capitalista parte de generar una contra trasferencia de ambos espíritus  D 1 →M 0 → D 1→∞← M 0 ← D 1 ←M 0    

Donde el valor de cambio con el valor de uso entran en conflicto.

El problema es que no se ha podido generar un poder que realmente haga la contra transferencia al espíritu absoluto del capital, El estado socialista pensó desde El espíritu absoluto capitalista  para generar riqueza y luego distribuir con el anti espíritu absoluto no en una operación de compra y venta necesariamente, más el espíritu absoluto se mantiene como el real generador de riqueza, pues es hora de un cuestionamiento ontológico al sistema capitalista ¿Es el dinero el ser de la riqueza? ¿Qué  es lo capital? Es decir ¿Qué  es lo principal?

Nuestra respuesta es el Espíritu y como tal el espíritu no puede ser cuantificable y si no puede ser cuantificable ¿Cómo se harían los intercambios de mercancías?  Libremente sin medición ni mediación más que la espiritual ¿Pero cómo se lograría una riqueza justa? Pues primaria el antiespíritu capitalista, la misma operación que realizo Nietzsche   declarando la muerte de Dios e invirtiendo el logos, la conciencia en voluntad de poder, nosotros lo haríamos con el capital declarando su muerte  así pasaríamos a un redistribución    en comunidades en biotejido donde el trabajo sea un acto de ser , es decir realmente lleve a la realización del ser humano y el intercambio una vez suplida las necesidades por un trabajo reciproco, sea libre lo cual nos lleva más allá  del  trueque en una economía de gracia, donde la bendición está  en dar no en recibir.

Y es que el capitalismo nace de una corrupción espiritual donde los hombres eligen a Mamón en Vez de a Yahvé,e s decir eligen el tener bloqueando el ser. El verdadero Espíritu absoluto es Dios mismo que es el verdadero Ser  y no el dinero, y es en  Cristo que este ser se hace no ser para volver al ser. Más los hombres convierte a Cristo en un billete, lo cuantifican y comercian con él, basta expulsemos a los mercaderes del templo.         

La explotación de nuestros recursos de toda la tierra ha creado una crisis ecológica sin precedentes y ha sumido en una desigualdad y en una corrupción sobre todo a países llamados del tercer mundo.

La explotación industrial del trabajo humano para generar plusvalía ha agudizado esta crisis ecológica y ha hecho del hombre una maquina, no un ser consciente, basta se ha corrompido de tal manera el tejido social comunitario, que no podemos vernos como lo que somos hermanos. El hombre no es una mercancía el dinero no lo puede comprar.     

La explotación informática nos coloca en una sociedad del espectáculo donde el producto somos todos nosotros, trabajamos para las redes sociales sin ningún cobro, produciendo información que solo los dueños de plataformas capitalizaran, basta es hora de realmente socializar las redes sociales.

 

El capitalismo nació  de una corrupción espiritual, morirá espiritualmente, la ciudad eterna divina se enfrentara a Babilonia nuestro destino es el armagedón y debemos prepararnos. Ellos tienen en su Cabeza a la bomba nuclear representada en el poder norteamericano y toda la Otan, nosotros tenemos a Cristo como única cabeza en su reino de paz, ellos tiene el dinero con todo el mercado global como su aristocracia, nosotros tenemos que generar la unión de todas las iglesias  de todas las espiritualidades su mercado está  en crisis entre occidente y oriente   entre lo individual y lo colectivo, resolvamos esta crisis transferencialmente, logremos la Matria la nueva matriz de un nuevo mundo donde occidente y oriente se integren y les habremos ganado, ellos tiene a todo el proletariado sumergido en una sociedad del espectáculo, nosotros desarrollemos la biodramaturgia, construyamos arcas de la libertad donde logremos comunión familiar, amical, civil en la nueva ciudad la ciudad de Dios.

Seres humanos únanse, es el tiempo de la bestia ciborg , la globalización espera a su señor, los posmodernos solo han generado fundamentalistas  ahí está  su positivo, tarde o temprano un Trump unirá  a posmodernos y fundamentalistas, administrando su conflicto algoritmicamente para fabricar su poder mundial ,nosotros superemos ese conflicto e integremos a la derecha y a la izquierda, superando toda posmodernidad y todo fundamentalismo en una comunión real, donde no solo resistamos al capital  sino que logremos un comunismo complementario que sea capaz de negarse a sí mismo para recibir el don del reino divino.

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Marx Alterado

 

Comentarios  


  • Christian Franco Rodriguez
    Javier Garrido
    Althusser: "He mencionado a Heidegger. Precisamente encontramos en él, que evidentemente no es ni epicúreo ni atomista, un movimiento de pensamiento análogo. Es sabido que él rechaza toda cuestión sobre el Origen, toda cuestión sobre la Causa y el Fin del mundo. Pero además hay en él toda una serie de desarrollos en torno a la expresión «es gibt», «hay», «es dado así», que retoman la inspiración de Epicuro. «Hay el mundo, la materia, los hombres»... Una filosofía del «es gibt», del «es dado así» le ajusta las cuentas a todas las cuestiones clásicas acerca del Origen, etc. Y «abre» un claro que restaura una especie de contingencia trascendental del mundo, al que somos «arrojados», y del sentido del mundo, que nos remite a la apertura del Ser, a la pulsión original del Ser, a su «envío» más allá del cual no hay nada que buscar. Así, el mundo es para nosotros un «don», un «hecho de hecho» que no hemos elegido, y que se «abre» delante de nosotros en la facticidad de su contingencia, más allá incluso de esta facticidad en esto que no es solamente un levantar acta, sino un «ser-en-el-mundo» que ordena todo Sentido posible. «El Dasein es el guardián del ser». Todo está contenido en el «da». ¿Qué queda para la filosofía? Una vez más, pero en el modo trascendental, levantar acta del «es gibt» y de sus requisitos, o de sus efectos en su infranqueable «estar dado».
    ¿Es todo esto todavía materialismo? La cuestión no tiene mucho sentido en Heidegger, que se coloca deliberadamente fuera de las grandes divisiones y denominaciones de la filosofía occidental."
    Responder20 h
    Christian Franco Rodriguez
    Autor
    Da ist ein Brief für dich auf dem Tisch.
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  • Christian Franco Rodriguez
    Pipas noqapi iñiqmantaqa, Diospa simin qelqapi nisqan jina, ‘kausay qoq unun sonqon ukhumanta askhapuni t’ojamunqa Jesustaq niran: “Sichus Diospa gratislla qokuyninta reqsiwaq, ‘juj chikan unuta qoykuway ujanaypaq’ niqniykitapas reqsiwaq chayqa, qanchá paymanta unuta mañakuwaq karan, paytaq kausay qoq unuta qoykusunkiman karan”, nispa.¿Imaynan kay allpapi kausay kashan Satanasta wijch’umusqankurayku?
    Janaq pachapaq ajllasqa cristianokunan “wiñay kausay coronata” chaskinqaku junt’aq kasqankurayku (Apo.wiñay kausay ñanninta
    ¿Imaynan karan casado kausay Adanpa tiemponmanta Noepa tiemponkama?JESUSMI LLIUPAQ KANQA ÑAN, CHEQAQ KAQ, KAUSAY IMA
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  • Christian Franco Rodriguez
    https://www.elconfidencial.com/.../materia-oscura.../... Del logos a la voluntad Amada te escribo esta carta queriendo que mis palabras salpiquen saliva sobre tu cuerpo, para entrar así en tu existencia, se que para ti todos los modelos que me hago de la realidad son un fiasco, se que quisieras verme derribar estos muros y por fin penetrarte pero lo que yo quiero es que tu cuerpo se abra plenamente como una flor por eso te pienso y en mi pensar te se transcendente a tu mediano existir así como tu me sabes inmanente a mi mediocre pensar. ¿Llegara algún día un beso tuyo a mi pensamiento? ¿Podrás devorar mi lengua prahnica? Claro es que todo yin tiene Yan y tu presente es mi eternidad.