Estética religacional
Supongamos que el hombre es hombre y
su relación con el mundo es una relación humana. Entonces se puede cambiar amor
por amor. Entonces se puede cambiar confianza solamente por confianza. De la infancia
social de la humanidad, donde la humanidad se despliega en completa belleza.
Karl Marx
ODA A FEDERICO GARCÍA LORCA
SI pudiera llorar de miedo en una
casa sola,
si pudiera sacarme los ojos y
comérmelos,
lo haría por tu voz de naranjo
enlutado
y por tu poesía que sale dando
gritos.
Porque por ti pintan de azul los
hospitales
y crecen las escuelas y los barrios
marítimos,
y se pueblan de plumas los ángeles
heridos,
y se cubren de escamas los pescados
nupciales,
y van volando al cielo los erizos:
por ti las sastrerías con sus negras
membranas
se llenan de cucharas y de sangre
y tragan cintas rotas, y se matan a
besos,
y se visten de blanco.
Cuando vuelas vestido de durazno,
cuando ríes con risa de arroz
huracanado,
cuando para cantar sacudes las
arterias y los dientes,
la garganta y los dedos,
me moriría por lo dulce que eres,
me moriría por los lagos rojos
en donde en medio del otoño vives
con un corcel caído y un dios
ensangrentado,
me moriría por los cementerios
que como cenicientos ríos pasan
con agua y tumbas,
de noche, entre campanas ahogadas:
ríos espesos como dormitorios
de soldados enfermos, que de súbito
crecen
hacia la muerte en ríos con números
de mármol
y coronas podridas, y aceites
funerales:
me moriría por verte de noche
mirar pasar las cruces anegadas,
de pie llorando,
porque ante el río de la muerte
lloras
abandonadamente, heridamente,
lloras llorando, con los ojos llenos
de lágrimas, de lágrimas, de
lágrimas.
Si pudiera de noche, perdidamente
solo,
acumular olvido y sombra y humo
sobre ferrocarriles y vapores,
con un embudo negro,
mordiendo las cenizas,
lo haría por el árbol en que creces,
por los nidos de aguas doradas que
reúnes,
y por la enredadera que te cubre los
huesos
comunicándote el secreto de la noche.
Ciudades con olor a cebolla mojada
esperan que tú pases cantando
roncamente,
y silenciosos barcos de esperma te
persiguen,
y golondrinas verdes hacen nido en tu
pelo,
y además caracoles y semanas,
mástiles enrollados y cerezas
definitivamente circulan cuando
asoman
tu pálida cabeza de quince ojos
y tu boca de sangre sumergida.
Si pudiera llenar de hollín las
alcaldías
y, sollozando, derribar relojes,
sería para ver cuándo a tu casa
llega el verano con los labios rotos,
llegan muchas personas de traje
agonizante,
llegan regiones de triste esplendor,
llegan arados muertos y amapolas,
llegan enterradores y jinetes,
llegan planetas y mapas con sangre,
llegan buzos cubiertos de ceniza,
llegan enmascarados arrastrando
doncellas
atravesadas por grandes cuchillos,
llegan raíces, venas, hospitales,
manantiales, hormigas,
llega la noche con la cama en donde
muere entre las arañas un húsar
solitario,
llega una rosa de odio y alfileres,
llega una embarcación amarillenta,
llega un día de viento con un niño,
llego yo con Oliverio, Norah
Vicente Aleixandre, Delia,
Maruca, Malva Marina, María Luisa y
Larco,
la Rubia, Rafael Ugarte,
Cotapos, Rafael Alberti,
Carlos, Bebé, Manolo Altolaguirre,
Molinari,
Rosales, Concha Méndez,
y otros que se me olvidan.
Ven a que te corone, joven de la
salud
y de la mariposa, joven puro
como un negro relámpago perpetuamente
libre,
y conversando entre nosotros,
ahora, cuando no queda nadie entre
las rocas,
hablemos sencillamente como eres tú y
soy yo:
para qué sirven los versos si no es
para el rocío?
Para qué sirven los versos si no es
para esa noche
en que un puñal amargo nos averigua,
para ese día,
para ese crepúsculo, para ese rincón
roto
donde el golpeado corazón del hombre
se dispone a morir?
Sobre todo de noche,
de noche hay muchas estrellas,
todas dentro de un río
como una cinta junto a las ventanas
de las casas llenas de pobres gentes.
Alguien se les ha muerto, tal vez
han perdido sus colocaciones en las
oficinas,
en los hospitales, en los ascensores,
en las minas,
sufren los seres tercamente heridos
y hay propósito y llanto en todas
partes:
mientras las estrellas corren dentro
de un río interminable
hay mucho llanto en las ventanas,
los umbrales están gastados por el
llanto,
las alcobas están mojadas por el
llanto
que llega en forma de ola a morder
las alfombras.
Federico,
tú ves el mundo, las calles,
el vinagre,
las despedidas en las estaciones
cuando el humo levanta sus ruedas
decisivas
hacia donde no hay nada sino algunas
separaciones, piedras, vías férreas.
Hay tantas gentes haciendo preguntas
por todas partes.
Hay el ciego sangriento, y el
iracundo, y el
desanimado,
y el miserable, el árbol de las uñas,
el bandolero con la envidia a
cuestas.
Así es la vida, Federico, aquí tienes
las cosas que te puede ofrecer mi
amistad
de melancólico varón varonil.
Ya sabes por ti mismo muchas cosas.
Y otras irás sabiendo lentamente.
Pablo Neruda
Vallejo escribiendo sobre la soledad
mientras se muere de hambre;
la oreja de Van Gogh rechazada por
una puta;
Rimbaud huyendo a África buscando oro
y encontrando una sífilis incurable;
Beethoven quedándose sordo;
Pound arrastrado por las calles
dentro de una jaula;
Chatterton comiendo veneno para
ratas;
el cerebro de Hemingway derramándose
en un jugo de naranja;
Pascal rebanándose las muñecas en una
tina de baño;
Artaud encerrado por su locura;
Dostoievsky en el paredón de
fusilamiento;
Crane lanzándose a las aspas de un
barco;
Lorca baleado en el camino por tropas
españolas;
Berryman saltando de un puente;
Burroughs disparándole a su esposa;
Mailer acuchillando a la suya.
esto es lo que ellos quieren:
un dios maldito
que muestre un anuncio de neón
en medio del infierno.
esto es lo que ellos quieren,
montón de
estúpidos
dispersos
seguros
tristes
admiradores de
carnavales.
Charles Bukowski
https://www.facebook.com/watch?v=1192437711878838
https://www.facebook.com/watch?v=1048080083349744
Tal vez porque el árbol
siempre ha querido ser como ella
es que hay árboles que llueven
después de la lluvia.
Cuando la lluvia pasa
el árbol sigue lloviendo.
Sacudiendo su animalidad
latente,
su versión de cabello
como el sauce llorón,
como el cerezo,
como ciertos y espigados
pinos.
Como el duraznero
que es un árbol tan tímido, tan
cohibido, tan desárbol
que hasta la lluvia
tiene cierto cuidado
de no lastimarlo, de no herirlo, de
no ser
muy sincera al lloverle a este árbol.
*
Probablemente me equivoco
y la lluvia no sea un lugar
sino un camino,
una dirección que coge el mar
buscando
otra manera de llegar hasta nosotros;
o de buscar las criaturas que el
hombre
se lleva
en sus redes de pesca.
Tal vez el mar sale del mar
para buscar caracoles y traerlos a
casa; y eso sea la lluvia.
Mi madre decía que el agua se cree
dios
y que por eso llueve.
*
Yo desde niño amé a la lluvia.
No como se ama a un padre
ni a un amigo,
sino que estuve enamorado de ella.
Fue mi primer amor
la lluvia,
esa lluvia con la que me sentía más
seguro,
como si estuviera entre puras niñas.
Así oía yo a la lluvia por entonces
como muchas niñas hablando al mismo
tiempo.
Una lluvia
con la que platicaba de todo,
con la que no necesitaba ser fuerte,
con la que nunca necesité
justificarme.
Aunque yo fui para ella
sólo un niño más en la ventana.
*
El viaje
que piensa el mar
se llama lluvia.
El regreso que sueña el río
se llama lluvia.
El sueño que sueña el agua
se llama lluvia.
Y lluvia se le dice
al agua
cuando se levanta y camina.
A.E. Quintero, El pequeño libro de la
lluvia, 2017
NI SIQUIERA SOY POLVO
– Jorge Luis Borges (Argentina)
No quiero ser quien soy. La avara
suerte
me ha deparado el siglo diecisiete,
el polvo y la rutina de Castilla,
las cosas repetidas, la mañana
que, prometiendo el hoy, nos da la
víspera,
la plática del cura y del barbero,
la soledad que va dejando el tiempo
y una vaga sobrina analfabeta.
Soy hombre entrado en años. Una
página
casual me reveló no usadas voces
que me buscaban, Amadís y Urganda.
Vendí mis tierras y compré los libros
que historian cabalmente las
empresas:
el Grial, que recogió la sangre
humana
que el Hijo derramó para salvarnos,
el ídolo de oro de Mahoma,
los hierros, las almenas, las
banderas
y las operaciones de la magia.
Cristianos caballeros recorrían
los reinos de la tierra, vindicando
el honor ultrajado o imponiendo
justicia con los filos de la espada.
Quiera Dios que un enviado restituya
a nuestro tiempo ese ejercicio noble.
Mis sueños lo divisan. Lo he sentido
a veces en mi triste carne célibe.
No sé aún su nombre. Yo, Quijano,
seré ese paladín. Seré mi sueño.
En esta vieja casa hay una adarga
antigua y una hoja de Toledo
y una lanza y los libros verdaderos
que a mi brazo prometen la victoria.
¿A mi brazo? Mi cara (que no he
visto)
no proyecta una cara en el espejo.
Ni siquiera soy polvo. Soy un sueño
que entreteje en el sueño y la
vigilia
mi hermano y padre, el capitán
Cervantes,
que militó en los mares de Lepanto
y supo unos latines y algo de árabe…
Para que yo pueda soñar al otro
cuya verde memoria será parte
de los días del hombre, te suplico:
mi Dios, mi soñador, sigue soñándome.
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Dos deidades, dos dioses,
dos agentes abrumadores, gobiernan y dividen nuestro ser, Amor y muerte Eros y
Tánatos. El conflicto entre ellos determina los ritmos de la existencia y de la
procreación, de la evolución psíquica y somática. Pero al final, contrariamente
a nuestro expectación instintiva intuitiva a nuestras esperanzas, no es eros el
amor sino Tanatos el que es el más fuerte, el que está más cerca de las raíces del hombre, lo que la
especie se esfuerza por conseguir finalmente, no es la sobrevivencia y la
perpetuación, sino el reposo, la inercia perfecta.
Sigmund Freud
Y entonces la estética no
trata sobre las percepciones o los estilos que se logran representándolas sino
del estado en el que por fin salimos del lenguaje así la estética no
es una rama de la filosofía, sino la matriz de toda la cultura humana donde el amor se devela como belleza.
Y ¿Que es la belleza? Muerte
profunda.
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