El arte consiste en dos espejos biotejidos
Segundo cuerno
Imaginémonos una vasta planicie nevada y en ella varios
arroyos y lagunas cubiertos de hielo, todo a orillas del mar, con hielo en la
costa, además de enormes bloques de hielo flotando en el agua; acá y allá
árboles de poca altura y arbustos, totalmente cubiertos de masas de nieve y de
canelones. Es hora crepuscular. El sol ya se ha puesto, pero en las nubes ha dejado
un áureo resplandor de arrebol. mujeres. Dentro de este paisaje se hallan las
figuras de dos Y saliendo del arrebol aparece, o bien, se le ordena que salga,
un mensajero proveniente de los mundos superiores y, situándose frente a las
dos mujeres, escucha con viva atención lo que ellas expresan como sus íntimos
sentimientos y sensaciones. Una de ellas tiene los miembros apretados al cuerpo
y se convulsiona en sí misma exclamando: "¡Tengo frío!" La otra
dirige la mirada sobre el paisaje cubierto de nieve, sobre las lagunas heladas,
sobre los árboles cubiertos de canelones y, totalmente olvidada de su propia
sensación física y del frío que por las condiciones exteriores en torno suyo
pueda sentir, profiere las palabras: "¡Qué hermoso es el paisaje que se
nos presenta!" Se percibe que en su corazón fluye calor, pues se olvida de
todo cuanto podría sentir por efecto del ambiente físico y del hielo a su
derredor. Su alma está fascinada de la
maravillosa belleza del paisaje helado. El sol va desapareciendo bajo el
horizonte, la luz crepuscular se atenúa, y las dos mujeres caen en un sueño
profundo. La que había sentido tanto frío en su propio estado físico cae en un
sueño que casi podría causarle la muerte; la otra, en un sueño que evidencia
que la repercusión del sentimiento expresado con las palabra: "¡ah, que
hermoso!" da calor a sus miembros y hasta en el sueño la mantiene llena de
vida. Esta segunda mujer ha oído las palabras expresadas por el mancebo nacido
del resplandor crepuscular: ''tú eres el arte". Ella vivió en el sueño
todo lo resultante de la impresión recibida por el paisaje descripto; y con el
sueño se entremezcló un ensueño que, sin embargo, no fue, sino que en cierto
sentido fue realidad; una realidad singular por su afinidad con el ensueño,
pues en verdad fue la revelación de una realidad, de algo que antes el alma de
esa mujer apenas hubiera imaginado. Lo que ella vivió no fue un ensueño, sino
solamente algo parecido a un ensueño; ella experimentó lo que ha de llamarse
una imaginación astral. No es posible expresarlo con otras palabras que por
medio de las imágenes por las cuales habla el conocimiento imaginativo, pues en
ese momento el alma de la mujer sabía que sobre aquello que por las palabras
del mancebo "tú eres el arte" se le había indicado, sólo es posible
hablar íntimamente, expresando con palabras lo que experimenta el conocimiento
imaginativo. Expresemos pues con palabras las impresiones del conocimiento
imaginativo del alma de esa mujer. Cuando se había despertado su sentido
interior, de modo que le fue posible divisar algo, percibió una figura singular
de aspecto totalmente distinto de lo que acaso nos imaginemos mediante el
conocimiento meramente fisico. Poco tenía esa figura de lo que podría referirse
al mundo físico-sensible: sólo tenía algo comparable con este mundo porque
mostraba algo así como tres círculos entrelazados;
tres circulas perpendiculares entre sí, como si uno de ellos estuviese en
posición horizontal, otro en posición vertical, y el tercero puesto de derecha
a izquierda. Lo que fluía por estos círculos, lo que se percibía no era nada
parecido a una impresión físico-sensible, era más bien comparable con lo
anímico, con sensaciones o sentimientos del alma humana. Pero de dicha figura
fluía algo que sólo podría designarse como sigue: fluía lo que se podría llamar
una íntima y profundamente reservada tristeza de algo: Y al notarlo el alma de
la mujer, se animó a preguntar: ¿cuál es el motivo de tu tristeza? Esa figura
misteriosa comunicó entonces a la mujer: "oh, ciertamente tengo un motivo
para exteriorizar tal sentimiento, pues soy de sublime origen espiritual. Tal
como te aparece mi ser, es como aparece también el alma humana. Pero si quieres
descubrir mi origen, tienes que ascender a los reinos de las jerarquías superiores.
Desde jerarquías superiores de la existencia he descendido hasta aquí. En
desquite de ello los hombres que se hallan del otro lado de la vida, en el
mundo físico, me han arrebatado el último de mis vástagos; me han arrebatado el
último de mis descendientes, lo han tomado para sí y lo han encadenado a una
formación rocosa, después de haberlo reducido en todo lo posible". El alma
de la mujer se decidió entonces a pregun- tar: "¿Pero quién eres tú en
realidad? Sólo puedo expresarme con las palabras que recuerdo de la vida en el
plano físico. ¿Cómo puedes explicarme tu ser y el ser de tu vástago al que los
hombres han encadenado?" ''Allí del otro lado, en el mundo físico los
hombres me dan el nombre de un sentido, un sentido muy pequeño. Me denominan
como a un sentido, al que ellos llaman el sentido del equilibrio, el órgano que
ha llegado a ser muy pequeño y que se compone de tres círculos no enteramente
concluidos; y éstos se hallan encadenados en el oído. Este es mi último
vástago. Lo han arrebatado y llevado a ese otro mundo y le han quitado lo que
poseía aquí, a fin de que él pueda ser libre en todas las direcciones. Han roto
cada uno de los círculos y los han amarrado firmemente a una base. Aquí -como
tú ves- no estoy atado, aquí muestro hacia todos los lados, círculos concluidos
en mi ser; circunscriptos a mi ser hacia todos los lados. Sólo así percibes mi
verdadera forma". El alma de la mujer cobró entonces ánimo para preguntar:
''¿Con qué puedo ayudarte?" La figura misteriosa respondió:
"Unicamente puedes darme ayuda uniendo tu alma con la mía, transmitiendo a
mi ser todo lo que los hombres, allá en la vida, experimentan a través del
sentido del equilibrio. Esto hace que tú te unifiques con mi propio ser y que
llegues a ser tan grande como yo mismo. Y con ello liberas tu sentido del
equilibrio y te elevas -espiritualmente liberada- sobre el encadenamiento a la
tierra". Y el alma de la mujer lo realizó y así se unificó con la figura
espiritual del más allá. Al unificarse con ella tuvo la sensación de que debiera
ejecutar algo. Colocó entonces un pie delante del otro, transformó la quietud
en movimiento, y el movimiento en danza, y ésta la concluyó en la forma
correspondiente. "Ahora me has transformado", dijo la figura
espiritual "Ahora me he convertido en lo que sólo por tu actuar puedo llegar
a ser, cuando tú procedes como acabas de proceder. Ahora me he transformado en
una parte de tu ser; me he transformado en algo que los hombres sólo pueden
imaginarse. Ahora he llegado a ser el arte de la danza. Tú me has liberado
porque tú te has esforzado por permanecer alma y no te has unido con la materia
física. Y al mismo tiempo, colocando los pies uno delante del otro, me has
conducido hacia arriba, a las jerarquías superiores de las cuales formo parte,
a los Espíritus del Movimiento; y me has conducido a los Espíritus de la Forma.
Pero ahora no debes avanzar más; porque si dieras un solo paso más de los que
has dado para mí, todo lo que has hecho, resultaría inútil, pues los Espíritus
de la Forma son los que todo lo tu- 'vieron que promover en el curso de la
evolución terrestre. Si tú pusieras el pie en lo que pertenece a la misión de
los Espíritus de la Forma, volverías a destruir todo lo ahora realizado, puesto
que necesariamente caerías en la región a la cual, allí en la tierra, según la
anun- ciación que proviene de los reinos espirituales, al descubrirse el mundo
astral, se denomina "región de los deseos ardientes". Tu danza
espiritual se convertiría en lo que se origina en el deseo indómito, cuando los
hombres hacen lo que ellos ahora casi exclusivamente conocen de mi ser, al
dedicarse a su baile. En cambio, si tú te limitas a lo ahora realizado
llegarías a crear por medio de tu danza y su forma concluida, una reproducción
de aquellas danzas majestuosas que en el espacio celeste , fueron ejecutadas
por los planetas y los soles, con el fin de hacer aparecer el mundo
físico-sensible". El alma de la mujer siguió viviendo en el mismo estado;
y para ella apareció otra figura espiritual, mente igual- muy distinta de lo
que los hombres, sobre la base del conocimiento físico-sensible, suelen imaginarse
como forma de los seres espirituales. Apareció ante ella algo que en realidad
fue como una figura de extensión plana, quiere decir, como una figura no
tridimensional; sin embargo, ella poseía algo muy peculiar. A pesar de su forma
bidimensional, el alma de la mujer, en su estado imaginativo, siempre pudo
percibir de dos lados dicha figura, y la misma apareció de dos maneras
totalmente distintas entre sí, ora de este, ora del otro lado. También ahora el
alma de la mujer preguntó a esa figura: "¿Quién eres tú?" Y ésta
respondió: ''Oh, yo tengo mi origen en regio- nes superiores. He descendido
hasta la región que entre vosotros se llama la región del Espíritu y que aquí
se denomina la región de los Arcángeles. Hasta este nivel he descendido; y tuve
que descender a fin de tener con- tacto con el reino físico-sensible de la
tierra. Pero en este reino los hombres me han arrebatado el último de mis vástagos; me lo han arrancado y alli lo
han encarcelado en su propia figura físico-sensible; le dan el nombre de uno de
sus sentidos y lo denominan como el 'sentido del movimiento propio', es decir,
como lo que en ellos vive cuando ellos mismos mueven sus miembros, las partes
de su organismo''. Y el alma de 1a mujer preguntó: ''¿qué puedo hacer para ti?"
Esta figura, a su vez, respondió: ''aúna tu propio ser con el mío, de modo que
tu ser se unifique con el mío". El alma de la mujer lo cumplió; y se
unificó con la figura espiritual, introduciéndose totalmente en ella. El alma
de la mujer nuevamente creció, llegó a ser grande y hermosa. Y la figura
espiritual le dijo: "Mira, puesto que tú has hecho esto, has adquirido la
capacidad para hacer fluir una facultad en las almas de los hombres del plano
físico, la facultad que se expresa en una parte de aquello con que el mancebo
te ha calificado; pues debido a ello te has convertido en lo que se denomina el
arte de la mímica, el arte de la expresión mímica''. Como el alma de esta mujer
aún tenía el recuerdo de su forma terrestre, puesto que sólo hacía poco que
había caído en sueño, fue capaz de verter en la forma todo lo que ahora existía
en aquella figura misma; y asi se convirtió en el prototipo del artista de la
mímica. "Pero sólo debes ir hasta un determinado paso", le dijo la
figura espiritual. "Ahora puedes verter en la forma 'nada más que aquello
que tú ejecutas como movimiento. En el instante en que tú vertieras tus propios
deseos, desfigurarías la forma, dándole el aspecto de visaje, y la suerte de tu
art~ quedaría anonadada. Esto ha tenido lugar con los hombres de allí en la
tierra, es decir que ellos han vertido sus deseos, sus apetencias en la
expresión mímica, de modo que en ella se exterioriza su egoidad; mas tú
únicamente debes dar expresión al desprendimiento, pues así serás el prototipo
del arte de la mímica".
El alma de la mujer siguió manteniendo el mismo estado, y
nuevamente se le acercó una figura espiritual, la que realmente sólo se
manifestó como línea; se movió en una línea. Y el alma de la mujer se dio
cuenta de que esta figura espiritual que se movía en una línea, también estaba
triste, y cuando le preguntó: "¿qué pue- do hacer por tí?", ella
respondió. ''Oh, tengo mi origen en regiones superiores, en esferas superiores.
Pero he descendido a través de los reinos de las jerarquías ha.sta el reino que
entre vosotros, por el cultivo de la ciencia Personalidad, espiritual, se
denomina la región de los Espíritus de la el reino que los hombres sólo poseen
como imagen de reflejo". Pues también esta figura debió con- fesar que por
su contacto con los hombres había per- dido el último de sus vástagos; y ella
siguió diciendo: ''Al último de mis vástagos los hombres allí en la tierra le
llaman sentido vital, esto es aquello por lo cual ellos tienen la sensación de
su propia personalidad, lo que se manifiesta como su dispo.sición de ánimo y el
sentirse bten del momento, inclusive lo que ellos sienten como lo fortaleciente
y lo que da firmeza a su propia figura. Pero a ese sentido los hombres lo han
encadenado en sí mismos". "¿Qué puedo hacer para ti?", preguntó
el alma de la mujer. Y también esta figura espiritual exigió: ''De- bes
unificarte con mi propio ser. Todo cuanto en los hombres existe como su egoidad
lo deben dejar fuera de sí mismos y deben unificarse con mi propia figura,
unificarse e identificarse con mi ser''. El alma de la mujer lo cumplió y
advirtló que, a pesar de que esa figura sólo se extendía en una línea, ella
misma cobró fuerza hacia todos los lados y llenó de contenido la forma que
poseía en la tierra, de la cual ella se acordó volviendo a aparecérsele con
nuevo res- plandor y nueva belleza. La figura espiritual dijo en- tonces:
"Por esta realización tuya has alcanzado algo que vuelVte a hacer de ti un
ser individual dentro de la gran esfera, según la cual se te ha dado tu nombre.
En est·e instante has llegado a ser lo que a los hombres allí en la tierra
ciertamente les da la posibilidad de actuar: tú te has convertido en el
prototipo del arte escultórico". El alma de esa mujer ha llegado a ser el
prototipJ del arte escultórico; y como prototipo del arte escultórico, por
medio de lo que hab:a acogido, pudo ahora ha- ,cer fluir en el alma de los
hombres una facultad. Por lo rec~bido del Espíritu de la Personalidad alcanzó
la facultad respectiva y fue capaz de verterla en el alma de 'los hombres. Y
con ello dio a los hombres en la tierra la fantasía escultural y la posibilidad
de crear la imagen plástica. "Pero no debes dar un paso más de lo que has
alcanzado. Tienes que permanecer enteramente dentro de la 'forma, pues lo que
vive en tu ser sólo debe ser conducido hasta los Espíritus de la Forma y sus
regiones; puesto que si tú lo trasciendes, actuarás como el reino que suscita
las apetencias humanas, no permanecerás dentro de la forma noble, y debido a
ello, justamente en tu campo, no podrá aparecer nada bueno. Pero si tú te
limitas a actuar según la noble estructura de la forma, serás capaz de verter
en ella lo que sólo en un futuro lejano será posible realizar. Y entonces,
aunque todavía faltará mucho hasta que los hombres hayan alcanzado el estado
por el cual ellos podrán expresar con pureza lo que en su ser ahora se ha
entregado a potencias muy distintas, tú podrás mostrarles lo que a su debido
tiempo, en el futuro planeta Venus a los hombres les será dado vivir en un
estado purificado, cuando su figura será bien distinta de ahora. En aquel
tiempo tú podrás mostrar cuán pura y casta será la figura del futuro, en
comparación con la actual". Y de lo imaginativo del mar de las formas en
transformación apareció una suerte de prototipo de la Venus de Milo. "En
la creación de la forma sólo debes avanzar hasta un determinado límite, pues en
el instante en que tú •excedas sólo un poco la forma dada, de modo que extingues
la fuerte personalidad que tiene que sostener la forma humana, te encuentras en
el límite de lo que como hermoso, como obra de arte, todavía es posible''. Y
también esta vez del fluctuante mundo astralimaginativo en transformación
apareció una figura en que se percibía que por lo que la misma encerraba, la
forma exterior del ser humano casi tocaba el límite en el que la misma llegaría
a contradecir la integridad de la personalidad; donde se perdería, si sólo se
la excediera un poco. Y de las imágenes de lo astral apareció la figura de
Laocoonte. Prosiguieron las visiones del alma de la mujer en el mundo
imaginativo; y ahora percibió una figura de cuya característica tuvo la
impresión consciente: "Esta no existe allí en el plano físico; nada le
corresponde en el plano físico; sólo ahora llego a conocerla. En el plano
físico existen diversas cosas lejanamente semejantes a esta figura, pero tan
terminante como aquí no existe en ninguna parte". Fue una figura
maravlllosa y severa, la que a la pregunta del alma de la mujer enunció que
tiene su origen no solamente en regiones elevadas, sino en regiones lejanas;
pero que ante todo tiene que actuar en la esfera de las jerarquías que se llama
la región de los Espíritus de la Forma. Esta figura dijo al alma de la mujer:
"Los hombres allí en la tierra jamás supieron dar ninguna verdadera imagen
de mi ser, o realizar algo enteramente correspondiente al mismo, pues mi figura
tal como aquí no existe en el plano físico. Debido a ello debie-· ron
despedazarme, y a consecuencia de tal despedazamiento -si tú cumples lo que
debes cumplir, si tú te unificas, si te identificas con mi ser- sólo tengo la
posibilidad de conferirte las facultades que te hacen capaz de verter en el
alma de los hombres una cierta facultad de fantasía. Pero como en los hombres
la misma se despedaza, la totalidad sólo puede aparecer acá y allá, dividida en
distintas formas. Nada de mi ser puede llamarse un sentido orgánico del hombre;
pero a raíz de ello los hombres tampoco pudieron encadenarme; sólo pudieron despedazarme.
También me han quitado el último de mis vástagos; pero lo han partido en
distintos pedazos". Y nuevamente -sin rehuir el sacrificio de ser
despedazada por un momento- el alma de la mujer se unificó con esa entidad
espiritual, y ésta le dijo entonces: ''Ahora, como tú ha.s hecho esto, otra vez
te has convertido en una parte individual de lo que como un todo has sido
denominada. Ha.s llegado a ser el prototipo de la arquitectura, el prototipo
del arte de la construcción. Si tú haces fluir en el alma humana lo que acabas
de alcanzar, podrás dar a los hombres el modelo de la fantasía arquitectónica.
Pero sólo serás capaz de darles la fantasía arquitectónica de tal
característica que la misma señala los aspectos particulares por los cuales
será posible construir obras que aparecerán como algo que desde el mundo espiritual,
desde arriba hacia abajo, va ensanchándose tal como lo representa la pirámide.
Darás a los hombres la capacidad de crear una cierta reproducción de lo que yo
soy, si tú les enseñas a emplear el arte arquitectónico para construir un
templo del espíritu, y no algo que sirve a un fin terrestre, sino un templo que
ya en lo exterior muestra el respectivo carácter". Como antes apareció del
fluctuante mar astral, la pirámide, ahora el templo griego. Y de ese mar astral
apareció otra figura más, una figura que no mostró la tendencia de ensancharse
desde arriba hacia abajo, sino que tendió a ganar altura, disminuyéndose hacia
arriba: una tercera figura, a raíz de la desunificación de la fantasía
arquitectónica: apareció la catedral gótica. El alma de la mujer siguió
viviendo en el mundo imaginativo. Y se le acercó otra figura singular, más
extraña y más extraordinaria que la anterior. De ella fluyó algo como calor de
amor, pero también algo bastante hermético. , ''¿Quién eres tú?" preguntó
el alma de la mujer. "Alll en la tierra tengo un solo nombre, en la forma
correcta entre los que en el plano ffsico hablan a los hombres sobre el mundo
espiritual. Sólo ellos saben emplear mi nombre correctamente, pues yo me llamo:
la intuición. Me llamo 'la intuición' y provengo de un vasto reino. Tomando el
camino hacia el mundo, he desc.::ndido del reino de los Serafines". Esta
figura de la intuición fue de naturaleza será- fica. Y nuevamente preguntó el
alma de la mujer: ''¿Qué quieres tú que yo haga?" "Tienes que
unificarte con mi ser; tienes que atreverte a unificarte con mi ser. Esto te
capacitará para enc=nder en el alma de los hombres allí en la tierra, 'una
facultad que es otra parte del uso de la fantasía; y esto ha de convertirte en
una parte individual de lo que como totalidad el mancebo te ha
calificado". El alma de la mujer se decidió a realizarlo y por ello .se
convirtió en algo que hasta en su misma figura exterior fue muy distinta y
bastante ajena a lo que conocemos como figura humana física, y de que sólo
podría haberse formado un juicio quien haya mirado profun- damente en el alma
humana misma; pues sólo con lo anímico podría compararse el estado al que el
alma de la mujer ahora se había transformado; esa alma que antes todavía poseía
algo etéreo. Y la figura espiritual seráfica que tenía por nom- bre la
intuición dijo entonces: "En virtud de lo que ahora has realizado puedes
conferir a los hombres la facultad que consiste en la fantasía pictórica, pues
te has convertido en el prototipo del arte pictórico. Y esto te hace capaz de
encender en los hombres una facultad. Como en ti misma tú posees ahora la
fantasía pictórica, podrás dar a un sentido humano una capacidad: a la vista
que tiene en sí (en el ojo) algo a que, como acti- vidad pensante, no le afecta
la egoidad humana, sino que tiene en sí mismo el pensar sintético del mundo
exterior. En lo que de ordinario no tiene vida ni alma, este sentido será capaz
de descubrir -trasluciéndose a través de la superficie- la naturaLeza anímica.
Y todo cuanto en la superficie de los objetos comúnmente aparece para los
hombres como color, como forma, lo van a dotar de alma por medio de tu
facultad, lo van a tratar de tal manera que a través de la forma hable el alma,
y que por el color no hable solamente el color físico- ·exterior, sino que por
el color que ellos por un don especial hacen aparecer, hable lo que es la
calidad interior diel color, al igual que todo lo que proviene de mi ser se
expresa desde lo interior hacia afuera. Tú serás capaz de dar a los hombres una
facultad por la cual ellos, hasta en la naturaleza sin vida que de ordinario
sólo aparece en colores y formas sin alma, podrán llevar, por medio de su
propia luz anímica, lo que consiste en movimiento anímico. Tú les darás lo que
les capacita para transformar en calma, el movimiento, y para que aparezca fijo
lo inconstante del mundo físico exterior. Tú les enseñarás dar expresión firme
al color que se va aplicando suavemente y sobre el cual fluye el rayo del sol
naciente, lo mismo que a los colores de la naturaleza sin vida." Y del mar
fluctuante del mundo imaginativo emergió la imagen representativa del arte
pictórico paisajista. Apareció otra imagen más, representando algo distinto, a
la que la figura espiritual describió diciendo: "Lo que en la vida humana,
en el curso de un tiempo breve o largo, en un minuto o una hora, o dentro de
siglos, sucede y se vive, y que se comprime en un breve instante; tú enseñarás
a los hombres a darle expresión firme, por medio de la facultad que les darás.
Conferirás a los hombres la capacidad, aun cuando el pasado y el futuro se
crucen de un modo imponente, aun cuando los dos movimientos, los del pasado y
del futuro, se encuentren en un punto, les enseñarás cómo, al encontrarse esos
movimientos, los mismos deben de encontrar expresión firme en armónica quietud,
en el medio". Y del mundo fluctuante de las imaginaciones surgió el cuadro
de la Ultima Cena de Leonardo de Vinci. "Pero también encontrarás
dificultades, y las más graves se presentarán cuando a los hombres les harás emplear
tu facultad en el campo en que ya existeu mo- vimiento y alma, donde ellos ya
hicieron aparecer movimiento y alma provenientes del plano físico. Allí trope-
zarás lo más fácilmente, pues en ello habrá un límite en que la expresión del
prototipo, esto es, tu propio ser, to- davía podrá llamarse arte. En este punto
habrá peligro". Y del mar fluctuante del mundo imaginativo surgió el
retrato. El alma de la mujer siguió viviendo en el mundo imaginativo.
Nuevamente se le acercó una figura, tam- bién extraña y no parecida a nada de
lo que existe allí en el mundo físico; un ser al que se puede llamar una figura
celestial, no comparable con absolutamente nada del plano físico. Y el alma de
la mujer preguntó: "¿Quién eres tú"? Esa figura respondió: ''Oh, allí
en toda la tierra tengo un solo nombre, y lo emplean correctamente quienes
traen a los hombres las 'enunciaciones del mun- do espiritual. Ellos me llaman
la inspiración. Tengo mi origen en un vasto reino, pero ante todo debí ocupar
mi lugar en la región que allí, entre los que hablan del mundo espiritual, la
denominan la región de los Que- rubines". Una figura del reino de los
Querubines salió del mundo imaginativo. Después de haber preguntado el alma de
la mujer: "¿Qué puedo y qué debo hacer para ti?", la figura querúbica
le dijo: "Tienes que transfor- marte en mi ser; tienes que unificarte con
mi ser". A pesar del peligro que esto significaba, el alma de la mujer se
unificó con el ser de la figura querúbica, y con ello llegó a ser aún más desemejante
a todo lo fí- sico terrestre. Si de la figura anterior todavía se podía decir:
en la tierra existe a lo menos algo como una analogía de la misma, a esta
figura querúbica, se de- bió calificarla de algo que en sí mismo llevaba a un
ser eomo enteramente ajeno a todo lo existente en la tierra, no comparable con
nada absolutamente. Y el alma de la mujer misma llegó a ser bastante
desemejante a todo lo terrestre, de modo que se le notaba: ella misma pasó ahora
a un reino espiritual; con toda su naturaleza pertenece al reino espiritual que
no se encuentra en el mundo sensible. "En virtud de lo que tú has hecho,
podrás implantar en el alma de los hombres una facultad. Y si en la tierra nace
esta facultad en el alma de los hombres, ella vivirá allí como la fantasía musical.
Y los hombres no poseerán nada que ellos podrían tomar de afuera -tan ajeno a
lo terrestre serás tú con tu facultad- nada podrán tomar de afuera, para
impregnar con ello lo que el alma misma siente bajo tu influencia inspiradora.
Ellos mismos tienen que encenderlo de una manera nueva por medio de un sentido
al que por lo común lo conocen de un modo distinto. Tienen que dar una forma
nueva al sentido del tono; en el alma propia tienen que encontrar el sonido
musical. Como trayéndolo de las alturas celestiales lo tienen que crear por la
capacidad del alma propia. Y cuando los hombres lleguen a crear de esta manera,
fluirá de su alma propia algo que será como un reflejo humano de todo lo que
sólo de un modo imperfecto puede fluir y brotar en la naturaleza exterior. Como
tal reflejo fluirá del alma de los hombres lo que allí afuera murmura el
manantial, lo que provoca el viento, lo que suena del trueno; del alma de los
hombres fluirá, como de desconocidas profundidades espirituales, no una
reproducción de aquello, sino aJgo que lo más naturalmente se sitúa, cual una
hermana, frente a todas esas maravillas de la naturaleza. En virtud de ello,
los hombr:es serán capaces de crear algo que sin el obrar de tu facultad no
habría existido, algo que estará en la tierra como una simiente del futuro. Y
tú les darás la facultad para expresar lo que vive en su alma y que jamás
podría expresarse si los hombres dependiesen de lo que poseen ahora, esto es,
del pensamiento, del concepto. Para todos los sentimientos que quemarían el
concepto; que quedarían congelados, si dependiesen del concepto, para todos los
sentimientos de los cuales el concepto sería el peor enemigo, tú les darás a
los hombres la posibilidad de espirar, sobre las alas del canto y dellied,
elmás íntimo ser del alma, espirarlo hacia la vastedad de la tierra y de
impregnar a la esfera terrestre lo que de otro modo no existiría. Todos los
complejos y poderosos sentimientos, todos los sentimientos que viven en el alma
humana como un mundo verdadero y grandioso, y que en esta forma jamás pueden
experimentarse en el mundo exterior, sino que únicamente podrían experimentarse
si con el alma se recorriera la historia universal y los espacios celestes;
todos los reinos que no es posible encontrar en el mundo exterior, puesto que
en tal caso influirían todas las contracorrientes; los reinos que abarcarían
los siglos y milenios si se tratara de saber lo que acá y allá los hombres
llegan a vivir: todo esto lo podrán comprimir por medio de tu facultad y serán
capaces de verterlo en algo que ellos han conquistado, verterlo en sus obras
sinfónico-musicales". Y el alma de la mujer comprendió cómo de las alturas
espirituales del mundo se trae a la tierra lo que se denomina la inspiración, y
cómo debe expresarlo el alma humana normal; comprendió que esto sólo puede
expresarse, vertiéndolo en sonidos. El alma de la mujer supo ahora que aquello
que el investigador espiritual puede relatar, cuando él describe el mundo de la
inspiración, que esto, sobre el plano físico únicamente debi-era transmitirse a
través de la forma física de expresarlo, para que se presente a los hombres, no
solamente como imagen, sino en su forma inmediata: que sólo es posible
transmitirlo por la obra del arte musical. Y el alma de la mujer comprendió que
por la obra del arte musical se podría dar expresión al grandioso hecho de que
una vez Urano encendió en el amor ardiente de Gea su propio sentimiento; y que
también se podría expresar lo que sucedió cuando Cronos quiso elucidar por la
luz de Zeus lo que en él vivió como entidad espiritual.
Por su contacto con esa entidad querúbica el alma de la
mujer vivió lo profundo que hemos descripto. Ella siguió viviendo en la esfera
a que llamamos el mundo imaginativo. Y nuevamente se le acercó una figura,
bastante ajena a lo existente en la tierra, y cuando el alma de la mujer
preguntó: "¿Quién eres tú", la figura espiritual respondió: "Mi
nombre sólo lo emplean correctamente quienes allí en el mundo físico, en el
marco de la ciencia espiritual, comunican los sucesos espirituales. Pues yo soy
la imaginación y tengo mi origen en un vasto reino. Pero de este vasto reino he
pasado a la región de las jerarquías que se llama la región de los Espíritus de
la Voluntad." "¿Qué debo hacer para ti?", volvió a preguntar el
alma de la mujer. También esta figura exigió que el alma de la mujer unificase
su ser con esta entidad de los Espíritus de la Voluntad. Y también esta vez el
alma de la mujer llegó a ser bastante desemejante a la figura de una alma
común; se convirtió enteramente en configuración anímica. "Como resultado
de lo que has hecho, eres ahora capaz de insuflar en el alma humana la facultad
que en los hombres en la tierra vive como la poética, como la fantasía poética.
Te has convertido en el prototipo de la fantasía poética. Tú darás a los
hombres la capacidad para expresar mediante su lenguaje algo que ellos jamás
pueden expresar, si sólo se atienen al mundo exterior, y si únicamente
quisieran reproducir hechos pertenecientes al mundo físico exterior. Tú
conferirás a los hombres la posibilidad para expresar por medio de tu fantasía
todo cuanto toca a su propia voluntad, y que en otra forma no sería posible
expresar, no podría fluir del alma humana por medio de la forma terrestre de
expresarse. Sobre las alas de tu ritmo, de tu versificación y de todo lo que tú
podrás dar a los hombres, ellos podrán dar expresión a algo para lo cual el
lenguaje sería un instrumento demasiado burdo. Tú les darás la posibilidad de
transmitir por el lenguaje lo que comúnmente no podría expresarse." Y en
la imagen de la poesía lírica apareció lo que había en el curso de siglos, de
generación a generación, se realizado, inspirando a generaciones enteras.
"Igualmente podrás sintetizar lo que por el acontecer físico exterior
jamás podría representarse. Los esmensajeros. caldos (bardos), los poetas de
todos los tiempos serán tus Ellos encerrarán en la poesía épica lo que abarca
los sucesos de la humanidad. Y aquello que como voluntad toma forma, cuando las
pasiones se confron- tan; lo que en la tierra, en el mundo físico, los hombres
jamás podrían resolver por la lucha, tú, por tus medios, sabrás reproducirlo en
la escena en que vas a mostrarles que las pasiones que chocan unas con otras,
conducen hombres a la muerte de uno y a la victoria de otro. Tú darás a los la
posibilidad del arte dramático''. misma En ese instante el alma de la mujer
advirtió en sí una sensación mediante interior que sólo podría calificarse una
expresión que en la tierra se acostumbra llamar el despertar. (.A causa de qué
se despertó? Se despertó porque percibió como en una imagen de reflejo lo que
en la tierra no existe. Ella misma se había identificado con la imaginación. Lo
que en la tierra vive como poesía, es una imagen de reflejo de la imaginación.
El alma de la mujer vio el reflejo de la imaginación en el arte poético. Esto
la despertó. Ciertamente, por este despertar tenía que a.bandonar el reino
onírico del espíritu, pero al menos muerto. había llegado a algo que, si bien
tan sólo como un reflejo se parece a lo espiritualmente vivient€ de la
imaginación espiritual. Esto le ha despertado. Al despertar pudo darse cuenta
de lo que habfa pasado durante la noche. Nuevamente se extendió a su derredor el
paisaje cubierto de nieve, como asimismo la ribera con los bloques de hielo
flotantes en el agua, los canelones en los árboles. Al haber despertado advirtió
que a su lado estaba tendida la otra mujer, como helada por el frío que había
sufrido, en vez de estar con calor interior por lo que ella misma se había
llevado como la impresión ''Ah, qué hermoso", suscitada por el paisaje
nevado. El alma de la mujer que durante la noche había vivido todo lo relatado,
ahora se dio cuenta de que la otra mujer, casi helada porque no había vivido
nada en el mundo espiritual, es la ciencia humana. Y cuidó de ella, tratando de
transmitirle algo del proP.io calor; le dispensó cuidados, dándole calor por la
impresión que su alma propia había recibido durante la noche. En el Este
apareció la aurora sobre el horizonte del paisaje. El sol estuvo por salir y la
aurora adquirió tonos rojos cada vez más intensos. Y ahora, estando despierta,
el alma de la mujer, después de lo vivido durante la noche pudo percibir y oír
lo que los hombres de la tierra expresan cuando se hayan formado una idea de lo
que se puede experimentar en el mundo imaginativo. Y de entre el coro de los
hombres oyó lo que los más destacados expresaron como sus vislumbres de lo que
ellos mismos no conocen por imaginación, pero que nace de lo más profundo de su
alma como principio del actuar de toda la humanidad. Oyó la voz de un poeta que
una vez ha sentido la grandiosidad de lo que el alma llega a percibir en el
mundo imaginativo. Ahora comprendió que ella debiera encargarse de salvar lo
que aquí se mostró como una ciencia casi congelada; y el alma de la mujer
comprendió que le debiera dar calor e impregnarla con su propio ser en primer lugar con lo que ella es como arte;
además, que a la ciencia aunquee está por congelarse le debía comunicar lo que
ella trae como recuerdo del ensueño nocturno. Y ella sintió que con la rapidez
del viento es posible revivificar lo casi congelado, si lo que se le comunica,
la ciencia lo recibe como conocimiento. Volvió a mirar la aurora, y ésta se le
convirtió en el símbolo de lo vivido durante la noche, y también en el símbolo
de sus propias imaginaciones. Y así comprendió lo que por su vislumbre el poeta
sabiamente ha dicho. Lo que ahora oyó por inspiración de un espíritu nuevo, le
llegó desde la tierra (como palabras de Frie- drich Schiller) : ¡Sólo por la aurora de lo hermoso entrarás en
el reino del conocimiento!
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