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jueves, 13 de junio de 2024

El arte consiste en dos espejos biotejidos

 

El arte consiste en dos espejos biotejidos

Segundo cuerno  

Imaginémonos una vasta planicie nevada y en ella varios arroyos y lagunas cubiertos de hielo, todo a orillas del mar, con hielo en la costa, además de enormes bloques de hielo flotando en el agua; acá y allá árboles de poca altura y arbustos, totalmente cubiertos de masas de nieve y de canelones. Es hora crepuscular. El sol ya se ha puesto, pero en las nubes ha dejado un áureo resplandor de arrebol. mujeres. Dentro de este paisaje se hallan las figuras de dos Y saliendo del arrebol aparece, o bien, se le ordena que salga, un mensajero proveniente de los mundos superiores y, situándose frente a las dos mujeres, escucha con viva atención lo que ellas expresan como sus íntimos sentimientos y sensaciones. Una de ellas tiene los miembros apretados al cuerpo y se convulsiona en sí misma exclamando: "¡Tengo frío!" La otra dirige la mirada sobre el paisaje cubierto de nieve, sobre las lagunas heladas, sobre los árboles cubiertos de canelones y, totalmente olvidada de su propia sensación física y del frío que por las condiciones exteriores en torno suyo pueda sentir, profiere las palabras: "¡Qué hermoso es el paisaje que se nos presenta!" Se percibe que en su corazón fluye calor, pues se olvida de todo cuanto podría sentir por efecto del ambiente físico y del hielo a su derredor. Su alma  está fascinada de la maravillosa belleza del paisaje helado. El sol va desapareciendo bajo el horizonte, la luz crepuscular se atenúa, y las dos mujeres caen en un sueño profundo. La que había sentido tanto frío en su propio estado físico cae en un sueño que casi podría causarle la muerte; la otra, en un sueño que evidencia que la repercusión del sentimiento expresado con las palabra: "¡ah, que hermoso!" da calor a sus miembros y hasta en el sueño la mantiene llena de vida. Esta segunda mujer ha oído las palabras expresadas por el mancebo nacido del resplandor crepuscular: ''tú eres el arte". Ella vivió en el sueño todo lo resultante de la impresión recibida por el paisaje descripto; y con el sueño se entremezcló un ensueño que, sin embargo, no fue, sino que en cierto sentido fue realidad; una realidad singular por su afinidad con el ensueño, pues en verdad fue la revelación de una realidad, de algo que antes el alma de esa mujer apenas hubiera imaginado. Lo que ella vivió no fue un ensueño, sino solamente algo parecido a un ensueño; ella experimentó lo que ha de llamarse una imaginación astral. No es posible expresarlo con otras palabras que por medio de las imágenes por las cuales habla el conocimiento imaginativo, pues en ese momento el alma de la mujer sabía que sobre aquello que por las palabras del mancebo "tú eres el arte" se le había indicado, sólo es posible hablar íntimamente, expresando con palabras lo que experimenta el conocimiento imaginativo. Expresemos pues con palabras las impresiones del conocimiento imaginativo del alma de esa mujer. Cuando se había despertado su sentido interior, de modo que le fue posible divisar algo, percibió una figura singular de aspecto totalmente distinto de lo que acaso nos imaginemos mediante el conocimiento meramente fisico. Poco tenía esa figura de lo que podría referirse al mundo físico-sensible: sólo tenía algo comparable con este mundo porque mostraba algo así como tres círculos  entrelazados; tres circulas perpendiculares entre sí, como si uno de ellos estuviese en posición horizontal, otro en posición vertical, y el tercero puesto de derecha a izquierda. Lo que fluía por estos círculos, lo que se percibía no era nada parecido a una impresión físico-sensible, era más bien comparable con lo anímico, con sensaciones o sentimientos del alma humana. Pero de dicha figura fluía algo que sólo podría designarse como sigue: fluía lo que se podría llamar una íntima y profundamente reservada tristeza de algo: Y al notarlo el alma de la mujer, se animó a preguntar: ¿cuál es el motivo de tu tristeza? Esa figura misteriosa comunicó entonces a la mujer: "oh, ciertamente tengo un motivo para exteriorizar tal sentimiento, pues soy de sublime origen espiritual. Tal como te aparece mi ser, es como aparece también el alma humana. Pero si quieres descubrir mi origen, tienes que ascender a los reinos de las jerarquías superiores. Desde jerarquías superiores de la existencia he descendido hasta aquí. En desquite de ello los hombres que se hallan del otro lado de la vida, en el mundo físico, me han arrebatado el último de mis vástagos; me han arrebatado el último de mis descendientes, lo han tomado para sí y lo han encadenado a una formación rocosa, después de haberlo reducido en todo lo posible". El alma de la mujer se decidió entonces a pregun- tar: "¿Pero quién eres tú en realidad? Sólo puedo expresarme con las palabras que recuerdo de la vida en el plano físico. ¿Cómo puedes explicarme tu ser y el ser de tu vástago al que los hombres han encadenado?" ''Allí del otro lado, en el mundo físico los hombres me dan el nombre de un sentido, un sentido muy pequeño. Me denominan como a un sentido, al que ellos llaman el sentido del equilibrio, el órgano que ha llegado a ser muy pequeño y que se compone de tres círculos no enteramente concluidos; y éstos se hallan encadenados en el oído. Este es mi último vástago. Lo han arrebatado y llevado a ese otro mundo y le han quitado lo que poseía aquí, a fin de que él pueda ser libre en todas las direcciones. Han roto cada uno de los círculos y los han amarrado firmemente a una base. Aquí -como tú ves- no estoy atado, aquí muestro hacia todos los lados, círculos concluidos en mi ser; circunscriptos a mi ser hacia todos los lados. Sólo así percibes mi verdadera forma". El alma de la mujer cobró entonces ánimo para preguntar: ''¿Con qué puedo ayudarte?" La figura misteriosa respondió: "Unicamente puedes darme ayuda uniendo tu alma con la mía, transmitiendo a mi ser todo lo que los hombres, allá en la vida, experimentan a través del sentido del equilibrio. Esto hace que tú te unifiques con mi propio ser y que llegues a ser tan grande como yo mismo. Y con ello liberas tu sentido del equilibrio y te elevas -espiritualmente liberada- sobre el encadenamiento a la tierra". Y el alma de la mujer lo realizó y así se unificó con la figura espiritual del más allá. Al unificarse con ella tuvo la sensación de que debiera ejecutar algo. Colocó entonces un pie delante del otro, transformó la quietud en movimiento, y el movimiento en danza, y ésta la concluyó en la forma correspondiente. "Ahora me has transformado", dijo la figura espiritual "Ahora me he convertido en lo que sólo por tu actuar puedo llegar a ser, cuando tú procedes como acabas de proceder. Ahora me he transformado en una parte de tu ser; me he transformado en algo que los hombres sólo pueden imaginarse. Ahora he llegado a ser el arte de la danza. Tú me has liberado porque tú te has esforzado por permanecer alma y no te has unido con la materia física. Y al mismo tiempo, colocando los pies uno delante del otro, me has conducido hacia arriba, a las jerarquías superiores de las cuales formo parte, a los Espíritus del Movimiento; y me has conducido a los Espíritus de la Forma. Pero ahora no debes avanzar más; porque si dieras un solo paso más de los que has dado para mí, todo lo que has hecho, resultaría inútil, pues los Espíritus de la Forma son los que todo lo tu- 'vieron que promover en el curso de la evolución terrestre. Si tú pusieras el pie en lo que pertenece a la misión de los Espíritus de la Forma, volverías a destruir todo lo ahora realizado, puesto que necesariamente caerías en la región a la cual, allí en la tierra, según la anun- ciación que proviene de los reinos espirituales, al descubrirse el mundo astral, se denomina "región de los deseos ardientes". Tu danza espiritual se convertiría en lo que se origina en el deseo indómito, cuando los hombres hacen lo que ellos ahora casi exclusivamente conocen de mi ser, al dedicarse a su baile. En cambio, si tú te limitas a lo ahora realizado llegarías a crear por medio de tu danza y su forma concluida, una reproducción de aquellas danzas majestuosas que en el espacio celeste , fueron ejecutadas por los planetas y los soles, con el fin de hacer aparecer el mundo físico-sensible". El alma de la mujer siguió viviendo en el mismo estado; y para ella apareció otra figura espiritual, mente igual- muy distinta de lo que los hombres, sobre la base del conocimiento físico-sensible, suelen imaginarse como forma de los seres espirituales. Apareció ante ella algo que en realidad fue como una figura de extensión plana, quiere decir, como una figura no tridimensional; sin embargo, ella poseía algo muy peculiar. A pesar de su forma bidimensional, el alma de la mujer, en su estado imaginativo, siempre pudo percibir de dos lados dicha figura, y la misma apareció de dos maneras totalmente distintas entre sí, ora de este, ora del otro lado. También ahora el alma de la mujer preguntó a esa figura: "¿Quién eres tú?" Y ésta respondió: ''Oh, yo tengo mi origen en regio- nes superiores. He descendido hasta la región que entre vosotros se llama la región del Espíritu y que aquí se denomina la región de los Arcángeles. Hasta este nivel he descendido; y tuve que descender a fin de tener con- tacto con el reino físico-sensible de la tierra. Pero en este reino los hombres me han arrebatado el último de  mis vástagos; me lo han arrancado y alli lo han encarcelado en su propia figura físico-sensible; le dan el nombre de uno de sus sentidos y lo denominan como el 'sentido del movimiento propio', es decir, como lo que en ellos vive cuando ellos mismos mueven sus miembros, las partes de su organismo''. Y el alma de 1a mujer preguntó: ''¿qué puedo hacer para ti?" Esta figura, a su vez, respondió: ''aúna tu propio ser con el mío, de modo que tu ser se unifique con el mío". El alma de la mujer lo cumplió; y se unificó con la figura espiritual, introduciéndose totalmente en ella. El alma de la mujer nuevamente creció, llegó a ser grande y hermosa. Y la figura espiritual le dijo: "Mira, puesto que tú has hecho esto, has adquirido la capacidad para hacer fluir una facultad en las almas de los hombres del plano físico, la facultad que se expresa en una parte de aquello con que el mancebo te ha calificado; pues debido a ello te has convertido en lo que se denomina el arte de la mímica, el arte de la expresión mímica''. Como el alma de esta mujer aún tenía el recuerdo de su forma terrestre, puesto que sólo hacía poco que había caído en sueño, fue capaz de verter en la forma todo lo que ahora existía en aquella figura misma; y asi se convirtió en el prototipo del artista de la mímica. "Pero sólo debes ir hasta un determinado paso", le dijo la figura espiritual. "Ahora puedes verter en la forma 'nada más que aquello que tú ejecutas como movimiento. En el instante en que tú vertieras tus propios deseos, desfigurarías la forma, dándole el aspecto de visaje, y la suerte de tu art~ quedaría anonadada. Esto ha tenido lugar con los hombres de allí en la tierra, es decir que ellos han vertido sus deseos, sus apetencias en la expresión mímica, de modo que en ella se exterioriza su egoidad; mas tú únicamente debes dar expresión al desprendimiento, pues así serás el prototipo del arte de la mímica".

 

El alma de la mujer siguió manteniendo el mismo estado, y nuevamente se le acercó una figura espiritual, la que realmente sólo se manifestó como línea; se movió en una línea. Y el alma de la mujer se dio cuenta de que esta figura espiritual que se movía en una línea, también estaba triste, y cuando le preguntó: "¿qué pue- do hacer por tí?", ella respondió. ''Oh, tengo mi origen en regiones superiores, en esferas superiores. Pero he descendido a través de los reinos de las jerarquías ha.sta el reino que entre vosotros, por el cultivo de la ciencia Personalidad, espiritual, se denomina la región de los Espíritus de la el reino que los hombres sólo poseen como imagen de reflejo". Pues también esta figura debió con- fesar que por su contacto con los hombres había per- dido el último de sus vástagos; y ella siguió diciendo: ''Al último de mis vástagos los hombres allí en la tierra le llaman sentido vital, esto es aquello por lo cual ellos tienen la sensación de su propia personalidad, lo que se manifiesta como su dispo.sición de ánimo y el sentirse bten del momento, inclusive lo que ellos sienten como lo fortaleciente y lo que da firmeza a su propia figura. Pero a ese sentido los hombres lo han encadenado en sí mismos". "¿Qué puedo hacer para ti?", preguntó el alma de la mujer. Y también esta figura espiritual exigió: ''De- bes unificarte con mi propio ser. Todo cuanto en los hombres existe como su egoidad lo deben dejar fuera de sí mismos y deben unificarse con mi propia figura, unificarse e identificarse con mi ser''. El alma de la mujer lo cumplió y advirtló que, a pesar de que esa figura sólo se extendía en una línea, ella misma cobró fuerza hacia todos los lados y llenó de contenido la forma que poseía en la tierra, de la cual ella se acordó volviendo a aparecérsele con nuevo res- plandor y nueva belleza. La figura espiritual dijo en- tonces: "Por esta realización tuya has alcanzado algo que vuelVte a hacer de ti un ser individual dentro de la gran esfera, según la cual se te ha dado tu nombre. En est·e instante has llegado a ser lo que a los hombres allí en la tierra ciertamente les da la posibilidad de actuar: tú te has convertido en el prototipo del arte escultórico". El alma de esa mujer ha llegado a ser el prototipJ del arte escultórico; y como prototipo del arte escultórico, por medio de lo que hab:a acogido, pudo ahora ha- ,cer fluir en el alma de los hombres una facultad. Por lo rec~bido del Espíritu de la Personalidad alcanzó la facultad respectiva y fue capaz de verterla en el alma de 'los hombres. Y con ello dio a los hombres en la tierra la fantasía escultural y la posibilidad de crear la imagen plástica. "Pero no debes dar un paso más de lo que has alcanzado. Tienes que permanecer enteramente dentro de la 'forma, pues lo que vive en tu ser sólo debe ser conducido hasta los Espíritus de la Forma y sus regiones; puesto que si tú lo trasciendes, actuarás como el reino que suscita las apetencias humanas, no permanecerás dentro de la forma noble, y debido a ello, justamente en tu campo, no podrá aparecer nada bueno. Pero si tú te limitas a actuar según la noble estructura de la forma, serás capaz de verter en ella lo que sólo en un futuro lejano será posible realizar. Y entonces, aunque todavía faltará mucho hasta que los hombres hayan alcanzado el estado por el cual ellos podrán expresar con pureza lo que en su ser ahora se ha entregado a potencias muy distintas, tú podrás mostrarles lo que a su debido tiempo, en el futuro planeta Venus a los hombres les será dado vivir en un estado purificado, cuando su figura será bien distinta de ahora. En aquel tiempo tú podrás mostrar cuán pura y casta será la figura del futuro, en comparación con la actual". Y de lo imaginativo del mar de las formas en transformación apareció una suerte de prototipo de la Venus de Milo. "En la creación de la forma sólo debes avanzar hasta un determinado límite, pues en el instante en que tú •excedas sólo un poco la forma dada, de modo que extingues la fuerte personalidad que tiene que sostener la forma humana, te encuentras en el límite de lo que como hermoso, como obra de arte, todavía es posible''. Y también esta vez del fluctuante mundo astralimaginativo en transformación apareció una figura en que se percibía que por lo que la misma encerraba, la forma exterior del ser humano casi tocaba el límite en el que la misma llegaría a contradecir la integridad de la personalidad; donde se perdería, si sólo se la excediera un poco. Y de las imágenes de lo astral apareció la figura de Laocoonte. Prosiguieron las visiones del alma de la mujer en el mundo imaginativo; y ahora percibió una figura de cuya característica tuvo la impresión consciente: "Esta no existe allí en el plano físico; nada le corresponde en el plano físico; sólo ahora llego a conocerla. En el plano físico existen diversas cosas lejanamente semejantes a esta figura, pero tan terminante como aquí no existe en ninguna parte". Fue una figura maravlllosa y severa, la que a la pregunta del alma de la mujer enunció que tiene su origen no solamente en regiones elevadas, sino en regiones lejanas; pero que ante todo tiene que actuar en la esfera de las jerarquías que se llama la región de los Espíritus de la Forma. Esta figura dijo al alma de la mujer: "Los hombres allí en la tierra jamás supieron dar ninguna verdadera imagen de mi ser, o realizar algo enteramente correspondiente al mismo, pues mi figura tal como aquí no existe en el plano físico. Debido a ello debie-· ron despedazarme, y a consecuencia de tal despedazamiento -si tú cumples lo que debes cumplir, si tú te unificas, si te identificas con mi ser- sólo tengo la posibilidad de conferirte las facultades que te hacen capaz de verter en el alma de los hombres una cierta facultad de fantasía. Pero como en los hombres la misma se despedaza, la totalidad sólo puede aparecer acá y allá, dividida en distintas formas. Nada de mi ser puede llamarse un sentido orgánico del hombre; pero a raíz de ello los hombres tampoco pudieron encadenarme; sólo pudieron despedazarme. También me han quitado el último de mis vástagos; pero lo han partido en distintos pedazos". Y nuevamente -sin rehuir el sacrificio de ser despedazada por un momento- el alma de la mujer se unificó con esa entidad espiritual, y ésta le dijo entonces: ''Ahora, como tú ha.s hecho esto, otra vez te has convertido en una parte individual de lo que como un todo has sido denominada. Ha.s llegado a ser el prototipo de la arquitectura, el prototipo del arte de la construcción. Si tú haces fluir en el alma humana lo que acabas de alcanzar, podrás dar a los hombres el modelo de la fantasía arquitectónica. Pero sólo serás capaz de darles la fantasía arquitectónica de tal característica que la misma señala los aspectos particulares por los cuales será posible construir obras que aparecerán como algo que desde el mundo espiritual, desde arriba hacia abajo, va ensanchándose tal como lo representa la pirámide. Darás a los hombres la capacidad de crear una cierta reproducción de lo que yo soy, si tú les enseñas a emplear el arte arquitectónico para construir un templo del espíritu, y no algo que sirve a un fin terrestre, sino un templo que ya en lo exterior muestra el respectivo carácter". Como antes apareció del fluctuante mar astral, la pirámide, ahora el templo griego. Y de ese mar astral apareció otra figura más, una figura que no mostró la tendencia de ensancharse desde arriba hacia abajo, sino que tendió a ganar altura, disminuyéndose hacia arriba: una tercera figura, a raíz de la desunificación de la fantasía arquitectónica: apareció la catedral gótica. El alma de la mujer siguió viviendo en el mundo imaginativo. Y se le acercó otra figura singular, más extraña y más extraordinaria que la anterior. De ella fluyó algo como calor de amor, pero también algo bastante hermético. , ''¿Quién eres tú?" preguntó el alma de la mujer. "Alll en la tierra tengo un solo nombre, en la forma correcta entre los que en el plano ffsico hablan a los hombres sobre el mundo espiritual. Sólo ellos saben emplear mi nombre correctamente, pues yo me llamo: la intuición. Me llamo 'la intuición' y provengo de un vasto reino. Tomando el camino hacia el mundo, he desc.::ndido del reino de los Serafines". Esta figura de la intuición fue de naturaleza será- fica. Y nuevamente preguntó el alma de la mujer: ''¿Qué quieres tú que yo haga?" "Tienes que unificarte con mi ser; tienes que atreverte a unificarte con mi ser. Esto te capacitará para enc=nder en el alma de los hombres allí en la tierra, 'una facultad que es otra parte del uso de la fantasía; y esto ha de convertirte en una parte individual de lo que como totalidad el mancebo te ha calificado". El alma de la mujer se decidió a realizarlo y por ello .se convirtió en algo que hasta en su misma figura exterior fue muy distinta y bastante ajena a lo que conocemos como figura humana física, y de que sólo podría haberse formado un juicio quien haya mirado profun- damente en el alma humana misma; pues sólo con lo anímico podría compararse el estado al que el alma de la mujer ahora se había transformado; esa alma que antes todavía poseía algo etéreo. Y la figura espiritual seráfica que tenía por nom- bre la intuición dijo entonces: "En virtud de lo que ahora has realizado puedes conferir a los hombres la facultad que consiste en la fantasía pictórica, pues te has convertido en el prototipo del arte pictórico. Y esto te hace capaz de encender en los hombres una facultad. Como en ti misma tú posees ahora la fantasía pictórica, podrás dar a un sentido humano una capacidad: a la vista que tiene en sí (en el ojo) algo a que, como acti- vidad pensante, no le afecta la egoidad humana, sino que tiene en sí mismo el pensar sintético del mundo exterior. En lo que de ordinario no tiene vida ni alma, este sentido será capaz de descubrir -trasluciéndose a través de la superficie- la naturaLeza anímica. Y todo cuanto en la superficie de los objetos comúnmente aparece para los hombres como color, como forma, lo van a dotar de alma por medio de tu facultad, lo van a tratar de tal manera que a través de la forma hable el alma, y que por el color no hable solamente el color físico- ·exterior, sino que por el color que ellos por un don especial hacen aparecer, hable lo que es la calidad interior diel color, al igual que todo lo que proviene de mi ser se expresa desde lo interior hacia afuera. Tú serás capaz de dar a los hombres una facultad por la cual ellos, hasta en la naturaleza sin vida que de ordinario sólo aparece en colores y formas sin alma, podrán llevar, por medio de su propia luz anímica, lo que consiste en movimiento anímico. Tú les darás lo que les capacita para transformar en calma, el movimiento, y para que aparezca fijo lo inconstante del mundo físico exterior. Tú les enseñarás dar expresión firme al color que se va aplicando suavemente y sobre el cual fluye el rayo del sol naciente, lo mismo que a los colores de la naturaleza sin vida." Y del mar fluctuante del mundo imaginativo emergió la imagen representativa del arte pictórico paisajista. Apareció otra imagen más, representando algo distinto, a la que la figura espiritual describió diciendo: "Lo que en la vida humana, en el curso de un tiempo breve o largo, en un minuto o una hora, o dentro de siglos, sucede y se vive, y que se comprime en un breve instante; tú enseñarás a los hombres a darle expresión firme, por medio de la facultad que les darás. Conferirás a los hombres la capacidad, aun cuando el pasado y el futuro se crucen de un modo imponente, aun cuando los dos movimientos, los del pasado y del futuro, se encuentren en un punto, les enseñarás cómo, al encontrarse esos movimientos, los mismos deben de encontrar expresión firme en armónica quietud, en el medio". Y del mundo fluctuante de las imaginaciones surgió el cuadro de la Ultima Cena de Leonardo de Vinci. "Pero también encontrarás dificultades, y las más graves se presentarán cuando a los hombres les harás emplear tu facultad en el campo en que ya existeu mo- vimiento y alma, donde ellos ya hicieron aparecer movimiento y alma provenientes del plano físico. Allí trope- zarás lo más fácilmente, pues en ello habrá un límite en que la expresión del prototipo, esto es, tu propio ser, to- davía podrá llamarse arte. En este punto habrá peligro". Y del mar fluctuante del mundo imaginativo surgió el retrato. El alma de la mujer siguió viviendo en el mundo imaginativo. Nuevamente se le acercó una figura, tam- bién extraña y no parecida a nada de lo que existe allí en el mundo físico; un ser al que se puede llamar una figura celestial, no comparable con absolutamente nada del plano físico. Y el alma de la mujer preguntó: "¿Quién eres tú"? Esa figura respondió: ''Oh, allí en toda la tierra tengo un solo nombre, y lo emplean correctamente quienes traen a los hombres las 'enunciaciones del mun- do espiritual. Ellos me llaman la inspiración. Tengo mi origen en un vasto reino, pero ante todo debí ocupar mi lugar en la región que allí, entre los que hablan del mundo espiritual, la denominan la región de los Que- rubines". Una figura del reino de los Querubines salió del mundo imaginativo. Después de haber preguntado el alma de la mujer: "¿Qué puedo y qué debo hacer para ti?", la figura querúbica le dijo: "Tienes que transfor- marte en mi ser; tienes que unificarte con mi ser". A pesar del peligro que esto significaba, el alma de la mujer se unificó con el ser de la figura querúbica, y con ello llegó a ser aún más desemejante a todo lo fí- sico terrestre. Si de la figura anterior todavía se podía decir: en la tierra existe a lo menos algo como una analogía de la misma, a esta figura querúbica, se de- bió calificarla de algo que en sí mismo llevaba a un ser eomo enteramente ajeno a todo lo existente en la tierra, no comparable con nada absolutamente. Y el alma de la mujer misma llegó a ser bastante desemejante a todo lo terrestre, de modo que se le notaba: ella misma pasó ahora a un reino espiritual; con toda su naturaleza pertenece al reino espiritual que no se encuentra en el mundo sensible. "En virtud de lo que tú has hecho, podrás implantar en el alma de los hombres una facultad. Y si en la tierra nace esta facultad en el alma de los hombres, ella vivirá allí como la fantasía musical. Y los hombres no poseerán nada que ellos podrían tomar de afuera -tan ajeno a lo terrestre serás tú con tu facultad- nada podrán tomar de afuera, para impregnar con ello lo que el alma misma siente bajo tu influencia inspiradora. Ellos mismos tienen que encenderlo de una manera nueva por medio de un sentido al que por lo común lo conocen de un modo distinto. Tienen que dar una forma nueva al sentido del tono; en el alma propia tienen que encontrar el sonido musical. Como trayéndolo de las alturas celestiales lo tienen que crear por la capacidad del alma propia. Y cuando los hombres lleguen a crear de esta manera, fluirá de su alma propia algo que será como un reflejo humano de todo lo que sólo de un modo imperfecto puede fluir y brotar en la naturaleza exterior. Como tal reflejo fluirá del alma de los hombres lo que allí afuera murmura el manantial, lo que provoca el viento, lo que suena del trueno; del alma de los hombres fluirá, como de desconocidas profundidades espirituales, no una reproducción de aquello, sino aJgo que lo más naturalmente se sitúa, cual una hermana, frente a todas esas maravillas de la naturaleza. En virtud de ello, los hombr:es serán capaces de crear algo que sin el obrar de tu facultad no habría existido, algo que estará en la tierra como una simiente del futuro. Y tú les darás la facultad para expresar lo que vive en su alma y que jamás podría expresarse si los hombres dependiesen de lo que poseen ahora, esto es, del pensamiento, del concepto. Para todos los sentimientos que quemarían el concepto; que quedarían congelados, si dependiesen del concepto, para todos los sentimientos de los cuales el concepto sería el peor enemigo, tú les darás a los hombres la posibilidad de espirar, sobre las alas del canto y dellied, elmás íntimo ser del alma, espirarlo hacia la vastedad de la tierra y de impregnar a la esfera terrestre lo que de otro modo no existiría. Todos los complejos y poderosos sentimientos, todos los sentimientos que viven en el alma humana como un mundo verdadero y grandioso, y que en esta forma jamás pueden experimentarse en el mundo exterior, sino que únicamente podrían experimentarse si con el alma se recorriera la historia universal y los espacios celestes; todos los reinos que no es posible encontrar en el mundo exterior, puesto que en tal caso influirían todas las contracorrientes; los reinos que abarcarían los siglos y milenios si se tratara de saber lo que acá y allá los hombres llegan a vivir: todo esto lo podrán comprimir por medio de tu facultad y serán capaces de verterlo en algo que ellos han conquistado, verterlo en sus obras sinfónico-musicales". Y el alma de la mujer comprendió cómo de las alturas espirituales del mundo se trae a la tierra lo que se denomina la inspiración, y cómo debe expresarlo el alma humana normal; comprendió que esto sólo puede expresarse, vertiéndolo en sonidos. El alma de la mujer supo ahora que aquello que el investigador espiritual puede relatar, cuando él describe el mundo de la inspiración, que esto, sobre el plano físico únicamente debi-era transmitirse a través de la forma física de expresarlo, para que se presente a los hombres, no solamente como imagen, sino en su forma inmediata: que sólo es posible transmitirlo por la obra del arte musical. Y el alma de la mujer comprendió que por la obra del arte musical se podría dar expresión al grandioso hecho de que una vez Urano encendió en el amor ardiente de Gea su propio sentimiento; y que también se podría expresar lo que sucedió cuando Cronos quiso elucidar por la luz de Zeus lo que en él vivió como entidad espiritual.  

 

Por su contacto con esa entidad querúbica el alma de la mujer vivió lo profundo que hemos descripto. Ella siguió viviendo en la esfera a que llamamos el mundo imaginativo. Y nuevamente se le acercó una figura, bastante ajena a lo existente en la tierra, y cuando el alma de la mujer preguntó: "¿Quién eres tú", la figura espiritual respondió: "Mi nombre sólo lo emplean correctamente quienes allí en el mundo físico, en el marco de la ciencia espiritual, comunican los sucesos espirituales. Pues yo soy la imaginación y tengo mi origen en un vasto reino. Pero de este vasto reino he pasado a la región de las jerarquías que se llama la región de los Espíritus de la Voluntad." "¿Qué debo hacer para ti?", volvió a preguntar el alma de la mujer. También esta figura exigió que el alma de la mujer unificase su ser con esta entidad de los Espíritus de la Voluntad. Y también esta vez el alma de la mujer llegó a ser bastante desemejante a la figura de una alma común; se convirtió enteramente en configuración anímica. "Como resultado de lo que has hecho, eres ahora capaz de insuflar en el alma humana la facultad que en los hombres en la tierra vive como la poética, como la fantasía poética. Te has convertido en el prototipo de la fantasía poética. Tú darás a los hombres la capacidad para expresar mediante su lenguaje algo que ellos jamás pueden expresar, si sólo se atienen al mundo exterior, y si únicamente quisieran reproducir hechos pertenecientes al mundo físico exterior. Tú conferirás a los hombres la posibilidad para expresar por medio de tu fantasía todo cuanto toca a su propia voluntad, y que en otra forma no sería posible expresar, no podría fluir del alma humana por medio de la forma terrestre de expresarse. Sobre las alas de tu ritmo, de tu versificación y de todo lo que tú podrás dar a los hombres, ellos podrán dar expresión a algo para lo cual el lenguaje sería un instrumento demasiado burdo. Tú les darás la posibilidad de transmitir por el lenguaje lo que comúnmente no podría expresarse." Y en la imagen de la poesía lírica apareció lo que había en el curso de siglos, de generación a generación, se realizado, inspirando a generaciones enteras. "Igualmente podrás sintetizar lo que por el acontecer físico exterior jamás podría representarse. Los esmensajeros. caldos (bardos), los poetas de todos los tiempos serán tus Ellos encerrarán en la poesía épica lo que abarca los sucesos de la humanidad. Y aquello que como voluntad toma forma, cuando las pasiones se confron- tan; lo que en la tierra, en el mundo físico, los hombres jamás podrían resolver por la lucha, tú, por tus medios, sabrás reproducirlo en la escena en que vas a mostrarles que las pasiones que chocan unas con otras, conducen hombres a la muerte de uno y a la victoria de otro. Tú darás a los la posibilidad del arte dramático''. misma En ese instante el alma de la mujer advirtió en sí una sensación mediante interior que sólo podría calificarse una expresión que en la tierra se acostumbra llamar el despertar. (.A causa de qué se despertó? Se despertó porque percibió como en una imagen de reflejo lo que en la tierra no existe. Ella misma se había identificado con la imaginación. Lo que en la tierra vive como poesía, es una imagen de reflejo de la imaginación. El alma de la mujer vio el reflejo de la imaginación en el arte poético. Esto la despertó. Ciertamente, por este despertar tenía que a.bandonar el reino onírico del espíritu, pero al menos muerto. había llegado a algo que, si bien tan sólo como un reflejo se parece a lo espiritualmente vivient€ de la imaginación espiritual. Esto le ha despertado. Al despertar pudo darse cuenta de lo que habfa pasado durante la noche. Nuevamente se extendió a su derredor el paisaje cubierto de nieve, como asimismo la ribera con los bloques de hielo flotantes en el agua, los canelones en los árboles. Al haber despertado advirtió que a su lado estaba tendida la otra mujer, como helada por el frío que había sufrido, en vez de estar con calor interior por lo que ella misma se había llevado como la impresión ''Ah, qué hermoso", suscitada por el paisaje nevado. El alma de la mujer que durante la noche había vivido todo lo relatado, ahora se dio cuenta de que la otra mujer, casi helada porque no había vivido nada en el mundo espiritual, es la ciencia humana. Y cuidó de ella, tratando de transmitirle algo del proP.io calor; le dispensó cuidados, dándole calor por la impresión que su alma propia había recibido durante la noche. En el Este apareció la aurora sobre el horizonte del paisaje. El sol estuvo por salir y la aurora adquirió tonos rojos cada vez más intensos. Y ahora, estando despierta, el alma de la mujer, después de lo vivido durante la noche pudo percibir y oír lo que los hombres de la tierra expresan cuando se hayan formado una idea de lo que se puede experimentar en el mundo imaginativo. Y de entre el coro de los hombres oyó lo que los más destacados expresaron como sus vislumbres de lo que ellos mismos no conocen por imaginación, pero que nace de lo más profundo de su alma como principio del actuar de toda la humanidad. Oyó la voz de un poeta que una vez ha sentido la grandiosidad de lo que el alma llega a percibir en el mundo imaginativo. Ahora comprendió que ella debiera encargarse de salvar lo que aquí se mostró como una ciencia casi congelada; y el alma de la mujer comprendió que le debiera dar calor e impregnarla con su propio ser  en primer lugar con lo que ella es como arte; además, que a la ciencia aunquee está por congelarse le debía comunicar lo que ella trae como recuerdo del ensueño nocturno. Y ella sintió que con la rapidez del viento es posible revivificar lo casi congelado, si lo que se le comunica, la ciencia lo recibe como conocimiento. Volvió a mirar la aurora, y ésta se le convirtió en el símbolo de lo vivido durante la noche, y también en el símbolo de sus propias imaginaciones. Y así comprendió lo que por su vislumbre el poeta sabiamente ha dicho. Lo que ahora oyó por inspiración de un espíritu nuevo, le llegó desde la tierra (como palabras de Frie- drich Schiller) :  ¡Sólo por la aurora de lo hermoso entrarás en el reino del conocimiento!    




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