Imágenes teóricas
De la ciencia
del Logos
Para
saborear
Alegoría del ser como síntesis
metafórica←→Paradoja←→Alegoría del no ser como síntesis metafórica.
OBSERVACIONES
"¿Debe el filósofo odiar las
expresiones religiosas?" La pregunta es un absurdo, y sin embargo muchos
en su posición "filosófica" lo hacen. Si partimos de que el filósofo
ya posee alas (no las de Ícaro como lo aclaramos anteriormente, ya que esas
alas de cera son de elemento agua) en ningún momento pierde el tiempo
considerando alegatas de una escala menor evolutivamente. El filósofo que odia
a los religiosos o a las expresiones religiosas evidencia no sólo que no ha
entendido a la Filosofía sino que además sigue en el limo dogmático queriendo
que los demás piensen como él, así entonces ni siquiera llega a ser tautólogo;
es digno de admirar quien participa incluso de actividades culturales o
religiosas siendo filósofo porque evidencia su altura de miras... si bien es
cierto el filósofo está del lado de las "injusticias", la postura de
repugnancia hacia un grupo social es fanática y anti humanista, además tiene
como miras uniformar... lo "uno" como le llamaría Heidegger. Y ese
"uno" (no nos referimos al gran Uno desde el punto de vista
arquetípico y platónico) lo establece el poder de turno, de tal manera que lo
que hoy es una "verdad" establecida por el poder, mañana será otra
(citando a Foucault), y la misión del filósofo no es pelear contra esas
versiones temporales porque se miraría como el ave que va a estrellarse a una
ventana de vidrio, la postura del filósofo es la libertad y todas esas
manifestaciones que incitan a los discursos de odio, ya sea de género,
nacionalista, religioso, o de cualquier otra índole son el puro limo dogmático
y para nada "filosóficas". Aquel que alcanza una verdad por sí mismo
es consciente de lo intramsmisible que es el verdadero proceso filosófico pero
reconoce la sanidad social que se alcanza con ello, razón por la cual hemos
decidido llamar a este libro Filosofía tautológica, ya que no invita a que
creamos en él pero sí a observar con amplitud de miras si al vuelo filosófico
se desea aspirar.
Texto: Álvaro Morales Valdés
© Álvaro Filósofo
Colaborador destacado
No
hay que confundir los términos, no es ningún odio hacia las religiones. Es que
después de haber estudiado su filosofía es claro que la esencia de la religión
es esta: explicaciones basadas en mitos y leyendas convertidas en dogmas
difundidas por grupos de fanáticos capaces de quemar vivos a personas por
pensar diferente. Y así se difundió la actual mitología occidental.
No
existe ninguna razón para aceptar la real existencia de dioses todo poderosos
creadores del universo, y mucho menos para aceptar la mitología de dioses,
paraísos ni infiernos. Todo eso está en la mente, fuera solo está el universo y
sus leyes naturales.
Qué
cómo existimos nosotros? Cómo existe el universo?
Yo no
lo sé y usted tampoco. Nadie lo sabe.
Como
ya ha sido dicho, no hay verguenza en no saber. La única verguenza es
inventarse cuentos y pretender venderlos como verdades reveladas por dioses
imaginarios.
Autor
Colaborador
destacado
Creo que le
caerá bien meditar el escrito compartido, Luis E. Paredes, ya que es evidente su odio
antirreligioso.
Colaborador
destacado
Álvaro Morales Valdés no le llame odio porque
no lo es. Simplemente soy muy escéptico y me atrevo a no aceptar los dogmas de
la mitología cristiana.
Colaborador
destacado
Álvaro Morales Valdés "Las fábulas se
deben enseñar como fábulas, los mitos como mitos y los milagros, como fantasías
poéticas. Enseñar supersticiones como si fuesen verdades es terrible. La mente
del niño las acepta y cree, y solo con un gran dolor, y tal vez la
tragedia, se podrá librar de ellas con los años." - Hipatia de Alejandría
Autor
Colaborador
destacado
Sí, Luis E. Paredes, ya sabemos lo que dijo Hipatia.
Saludos.
Colaborador
destacado
Que
ingenuidad pensar que la filosofia no es un mito reflexionándose a mismo y que
la ciencia no es el conocimiento que se alcanza con esa reflexión, pero yo
celebro el odio porque en ese odio hay la esperanza de alcanzar un nuevo mito
de revelar una nueva verdad y esto da luces más es hora de reconocer la
derrota el mito cristiano nos ha vencido.
Autor
Colaborador
destacado
Si
entendieras de Filosofía, no celebrarías el odio, Christian Franco Rodriguez.
Colaborador
destacado
Álvaro Morales Valdés Si comprendieras de
poesía lo amarías Alegoría del ser como síntesis metafórica←→Paradoja←→Alegoría
del no ser como síntesis metafórica.
Autor
Colaborador
destacado
También soy
poeta, Christian Franco Rodriguez, no me vengas con
verborragia hecha con fáciles falacias.
Colaborador destacado
Álvaro Morales Valdés No me subestimes vamos
poco a poco para que comprendas esta imagen que te he propuesto: Alegoría del
ser como síntesis metafórica←→Paradoja←→Alegoría del no ser como síntesis
metafórica. empecemos con este video https://www.youtube.com/watch?v=ZbqSuRMKcsw y aquí
el libro al que se refiere https://lecturayescrituraunrn.files.wordpress.com/2017/03/unidad-5-lakoff-y-johnson-metc3a1foras.pdf
no te demoraras mucho en leerlo pero comprenderlo no están fácil como parece, espero tu comentario al
libro para seguir con mi explicación.
¿Cuál es lo fundamental de este texto?
Él es como
fundamento de la relación entre el tenor y el vehículo
¿Y qué
es este es?
Pues es la experiencia por la cual
relacionamos un campo de dominio con otro
Este es el él aporte fundamental
Nosotros lo tenemos claro
La experiencia es la que media una un campo
de la razón con otro campo de la razón
Así
como la razón media un experiencia con otra
Revisa nuestro teorema de la síntesis
complementaria
Pero cual es esta experiencia, aquí los autores reconocen su desconocimiento,
pero sin este conocimiento, su epistemología que propone la comprensión del contento para entender el texto cae en la
relatividad porque sin comprender la experiencia que media no hay como saber ni
el texto ni el contexto.
Pues bien las experiencias son 3 la
pascual, la Dharmica y el Tinkuy que es la integración de las dos para esto
revisa nuestro teorema de la experiencia cero
Pero ahora veamos esta imagen del tinkuy
como la paradoja fundamental.
Revisa este video con Atención:
https://www.youtube.com/watch?v=gaQ9nBcp2mc&t=1s
La paradoja de Russell
¿Y entonces que es el Número?
El esfuerzo estructuralista de la filosofía
analítica por fundamentar objetivamente
el conocimiento y así superar a Kant ha
fracaso, el esfuerzo pos estructuralista de deconstruir toda epistemelogia ¿Ha
fracasado también?
Quizás si es que nuestro esfuerzo meta
estructural logra sus frutos.
Y entonces un número no es un conjunto,
sino un esfuerzo poético por superar la paradoja fundamental para esto
comprendamos la teoría del doble vínculo:
Definición: Teoría
familiar sobre el origen de la esquizofrenia debida a Gregory Bateson
(1904-1980) y su escuela de Palo Alto. La teoría estuvo en auge en los años
sesenta. Según esta teoría la esquizofrenia tiene su origen en los mensajes,
con dos preposiciones complementarias y contradictorias, que son lanzados
continuamente y hacia el futuro esquizofrénico, por sus padres. Es imposible
saber el sentido de estos mensajes y de esta manera el niño queda prisionero en
ese doble vínculo. La forma de escapar puede ser de tres tipos: 1) El sujeto
cree que la situación es lógica para los demás pero no para él, surge la forma
paranoide de la enfermedad, 2) el sujeto escoge obedecer al azar, surge la
forma hebefrénica, 3)el sujeto bloquea los canales de entrada de las
comunicaciones, surge la forma catatónica.
La
teoría del doble vínculo de Gregory Bateson se
enmarca en el modelo sistémico, un marco conceptual se focaliza en la
interrelación y la interdependencia entre los miembros de un sistema, como puede
ser una familia, más que en las características de los componentes en sí
mismos.
Esta teoría se desarrolló con
el objetivo de explicar
las causas psicológicas de la esquizofrenia, que Bateson
asociaba con patrones de comunicación familiar inadecuados.
Si bien la hipótesis del
doble vínculo ha quedado obsoleta en este sentido, fue determinante para la evolución
de la terapia sistémica.
La teoría del doble vínculo
Los dobles vínculos son dilemas
comunicativos debidos a la contradicción entre dos o más mensajes. Esto
lleva a que, responda como responda el receptor, siempre estará cometiendo un
error; resumidamente, se le transmite que tiene que hacer algo pero también que
no puede hacerlo.
En el doble vínculo los
mensajes suelen estar codificados en niveles de abstracción distintos; así, se
produce una incongruencia
entre el nivel digital o de contenido y el analógico o de
relación. El ejemplo típico es el de una madre que dice “Te quiero” a su hija o
hijo, pero cuyo lenguaje corporal transmite rechazo.
Esto significa que se llevan
a cabo dos peticiones u órdenes simultáneas, pero es imposible cumplir una de
ellas sin desobedecer la otra. Según Bateson, muchas personas en posiciones de
autoridad utilizan los dobles vínculos como herramienta para controlar a otras.
Si se dan de forma continua,
como sucede en algunas familias, estas paradojas
llevan a la persona en posición de subordinación a sentir angustia con respecto a la
relación e inseguridad sobre su propia perspectiva de la
realidad.
Bateson describió cinco
características principales que definen el doble vínculo. Para que éste se
produzca deben cumplirse estas condiciones en un contexto comunicativo dado.
1. Interacción entre dos personas
Los dobles vínculos se
producen en intercambios verbales entre dos personas. Uno de los individuos
debe sentir respeto por el otro, que suele definirse como una figura de
autoridad.
Aunque normalmente se habla del doble vínculo en
relación a los padres o cuidadores principales de un niño,
también puede producirse en profesores, por ejemplo.
2. Experiencia recurrente
El doble vínculo no debe
entenderse como una situación puntual sino más bien como una experiencia
recurrente para el individuo. Para que esto suceda, la mayor parte de veces es
suficiente con que uno de los padres utilice los dobles vínculos de forma
habitual.
3. Mandato negativo primario
En el nivel digital o de
contenido del mensaje tiene un lugar un mandato negativo primario; esto significa
que el emisor hace referencia a un
castigo que sucederá si el sujeto lleva (o no) a cabo una
conducta determinada. En el contexto familiar este castigo suele implicar la
privación de afecto o bien una expresión de odio y desprecio.
4. Mandato negativo secundario
El mandato negativo
secundario se produce en
el nivel analógico o relacional de la comunicación. Consiste en
una orden abstracta, posiblemente no verbal, que se contradice con el mandato
negativo primario.
5. Mandato negativo terciario
En ocasiones aparece también
una tercera petición que impide
que el receptor pueda escapar del dilema. El mandato negativo
terciario implica que el sujeto no puede metacomunicarse, es decir, hablar
sobre la incongruencia entre los mandatos primario y secundario o los niveles
de contenido y de relación.
as causas de la esquizofrenia
Bateson desarrolló la teoría
del doble vínculo para explicar las
causas psicológicas de la esquizofrenia. Opinaba que en su
época el diagnóstico de este trastorno se realizaba con una frecuencia excesiva
y pretendió delimitar los patrones específicos por los que se desarrollaba.
Según este autor, las
alteraciones del pensamiento y del lenguaje que caracterizan a la esquizofrenia
se deben a la adaptación de la persona a un contexto familiar en el que se
producen interacciones incongruentes. En tales casos se internaliza la lógica
contradictoria del doble vínculo, llevando al individuo a
escapar de la realidad a través del delirio.
Aunque la teoría de Bateson
fue muy influyente lo cierto es que nunca
ha sido confirmada por las investigaciones. En la actualidad se
cree que el doble vínculo puede ser considerado como un tipo de estresor de los
muchos que pueden provocar la aparición de síntomas psicóticos en personas
biológicamente predispuestas.
Pero ahora veamos la teoría del doble
vínculo desde la ciencia del logos
Esta teoría es fundamental porque es la
base de toda cibernética aquí está el problema entre lo digital y lo analógico
problema fundamental de nuestra contemporaneidad.
Digital ←→Digital
Hegel
Analógico→←Analógico
Marx
Siendo pensado lo analógico desde los presocráticos de esta manera
Anaximandro
El
principio (arjé) de
todas las cosas es lo indeterminado (ápeiron). Ahora bien, allí mismo
donde hay generación para las cosas, allí se produce también la destrucción,
según la necesidad; en efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de
la injusticia, según el orden del tiempo.
Es
decir que las existencias se pagan la existencia las unas a las otras diría
Heráclito:
La
guerra es el padre de todas las
cosas
Y
entonces a un nivel existencial material siempre habrá una contra traferencia →←
es decir un conflicto este conflicto se solucionara a un nivel racional donde
podemos establecer una metáfora que tape el conflicto.
Es
el clásico ejemplo que nos dan Lakoff y Johnson en su Teoría de la Metáfora podemos ver el debate como una
lucha o lo podemos ver como una guerra en ambos casos se tapa al otro y se
genera un sistema.
Y entonces le doble vinculo no es otra cosa que síntesis de la
realidad con lo real, en la realidad la contra transferencia y en lo real la
sintraferencia.
Así lo que llamamos locura es lo que hay realmente y más bien la
construcción de sistemas son la locura que intenta establecer un sentido.
Y entonces la causa de la locura es la imposibilidad de crear o
de creer, en último caso de obedecer los
sentidos establecidos para evitar el conflicto de la realidad.
Diría Bateson la imposibilidad de un meta lenguaje pero todo
meta lenguaje no es más que la constitución de una metáfora como raíz de una concepción sistemática.
¿Qué podemos hacer?
Pues contra atacar con otras metáforas que develen la
realidad que las metáforas sistemáticas quieren ocultar así hay dos tipos de
poetas los que constituyen sistemas y los que los alteran, los segundos serán
llamados locos por los primeros.
Y entonces que es el número
Pues ese intento poético por establecer una concepción
objetiva
Pero si vamos a la primera imagen paradójica
Alegoría del ser como síntesis
metafórica←→Paradoja←→Alegoría del no ser como síntesis metafórica.
El
número es un conjunto no conjunto
1←→←→0
Así
se dan dos posibilidades metafóricas traspasando del 1→0→Numeros naturales y
del o al 1 números reales Números reales ←1← 0
Y
entonces toda creación es un traspaso, es decir una trasferencia donde se
produce una síntesis.
En
el leguaje las transferencias son metáforas y estas son las bases de nuestras
concepciones pero para que se produzcan es necesario el odio el conflicto con
la metáfora instituida para ir al otro lado, claro no se trata de quedarse en
el odio sino de traspasarlo para crear en el amor.
Así
si un niño está ´ sometido o cualquier persona a una relación de doble vínculo,
lo que toca es amar, que en el leguaje no es otra cosa que poetizar, esto es
lograr una meta estructura que no es otra cosa que hacer una estructura.
Y
así tenemos al uno estructura, claro
después de pasar por una multiplicidad de metáforas que no funcionaron
1
Luego
al dos
Donde
hay una estructura que es y otra que no es aquí se hace la disyunción y se
logra formar la estructura desde el código binario:
Si
o No
En
esto se basa todo el pensamiento lógico
Y
por fin el 3 donde surge la dialéctica y
se da el traspaso
Si→No→Si
Dialéctica positiva Hegel
No→Si→No
Dialectica negativa Marx
Si
integramos ambas dialécticas tenemos el tinkuy
Si→No→Si→←No←Si←No
No←Si←No←→
Si→No→Si
Que
en síntesis es
No←Si←No←Si→No→Si→←No←Si←No→ Si→No→Si
El
decir
No
Si No←→←→→ Si→No→Si
Que
ontológicamente es nuestra primera imagen teórica:
Alegoría
del ser como síntesis metafórica←→Paradoja←→Alegoría del no ser como síntesis
metafórica.
Ahora
para saborear esta imagen hay dos formas dejas de hacer metáforas en una
relación y te das cuenta del doble vinculo que siempre hay entre lo analógico existencia
y lo digital esencial o haces metáforas tanto para traspasar lo existencial
como lo esencial suerte con ello si puedes me cuentas en la práctica estarás
estableciendo religiones que es lo que siempre hacemos recreando en la cultura
occidental el misterio pascual cristiano una y otra vez.
Diacrítica
Hola Christian que
interesante esa entrada de la metáfora desde la perspectiva multidisplinaria. Y
lo que afirmas que Hegel-Digital y Marx-Analógico, tienes doble razón, porque
un materialista clásico afirmaría la base de la realidad es analogica, y sobre
esa base analógica, se construye pragmaticamente lo digital, en tanto el
idealista estaría de acuerdo contigo pues identificaría lo digital con lo
espiritual. Es decir das la razón a ambos. Una tercera postura que se resuelve
como sintesis mas no es sino una nueva simplificación del conjunto inabarcable
de la realidad, como nuevo numero plantea la identidad paradójica entre lo
analógico y lo digital, el salto tecnológico, la optimización de la realidad
mediante la filosofía computacional como un presente temporal un regalo de la
historia para precisar la divinidad parafraseando a Swedenborg se puede
manifestar en lo humano y además me atrevo a afirmar que también a través de la
máquina. Eso quiere decir si lo sobrenatural hablo siempre mediante la materia,
y sus correspondencias de símbolos, también se puede manifestar a través de la
plataforma computacional. No hablo de la vieja computadora de Yo robot, que
controla y produce la realidad, desde una programación. Me refiero al absoluto,
al infinito, a lo inconmesurable, a la conciencia cósmica, a la inteligencia
del universo, a lo inefable. Y seguro que creo en eso, y si me pregunto por qué
creo en eso, y ese el asunto de la filosofía que involucra al filosofo, dentro
de su narración, si en la poesía la sombra es enorme, en la filosofía ya ni se
toma en cuenta el asunto de la ficcionalidad, aunque se que ese punto si se
toma, pero se reflexiona en torno a la verdad. Christian si es comprensible lo
que dices, aunque no termina de parecerme la dicotomía analógico digital un
falso dilema que se que puedes desarrollar, pero para mi la filosofía son
hermosos velos muy necesarios por cierto. Y eso que decías que la injusticia es
filosofica, sí de acuerdo. Pero yo además de filósofo, si tu lo aceptas, te
considero un artista, un poeta biodramaturgo, y sí considero también que la
justicia es poética. Pero no en ese goce filológico que retorna a la Grecia
antigua, o quien sabe si en la poesis Hedeggeriana, que ni conozco
perfectamente, pero si en esa capacidad para producir sentidos que es infinita,
según la lectura pansemiótica de la realidad inabarcable. Pero esta cosas que
te digo Christian seguro son de niños, o cosas muy obvias, porque o bien las
estoy planteando de forma muy simple, o porque las estoy simplificando e
ignorando quien sabe que variables. ¿Por eso cómo se resuelve el problema de la
referencialidad?
Aferdo
Gerardo
Enter
Lun,
16:30
Enviaste
uaaaa muchas gracias dame un tiempo para responder por favor ,
es un comentario genial
La
respuesta en el blog:
INTENSIDAD Y ALTURA
Quiero escribir, pero me sale espuma,
quiero decir muchísimo y me atollo;
no hay cifra hablada que no sea suma,
no hay pirámide escrita, sin cogollo.
Quiero escribir, pero me siento puma;
quiero laurearme, pero me encebollo.
No hay toz hablada, que no llegue a bruma,
no hay dios ni hijo de dios, sin desarrollo.
Vámonos, pues, por eso, a comer yerba,
carne de llanto, fruta de gemido,
nuestra alma melancólica en conserva.
Vámonos! Vámonos! Estoy herido;
Vámonos a beber lo ya bebido,
vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva.
Dicho
esto veamos el problema de la referencia desde la solución paradójica
Córax o Coracas de Siracusa (Griego
antiguo: Κόραξ ο Συρακούσιος) fue un reconocido orador de la Antigua Grecia durante el siglo v a. C.. Procedía de Siracusa,
habiendo servido incluso como asesor de Hierón I y
es conocido por una historia con su alumno Tisias de Siracusa. Según esta historia variada Córax acordó con Tisias, estando seguro de la
capacidad de su alumno pero también de su éxito en la enseñanza, que él le
devolvería la plata de su enseñanza sino ganaba su primer juicio pero Tisias hizo su primer juicio contra su
maestro Corax.
Y
entonces si ganaba el juicio Corax le debería devolver la plata porque su
demanda era contra Corax para que le devolviera la plata y si no
ganaba Corax igual le tendría que devolver la plata porque en eso habían quedado.
Pero
Corax le dijo que la cosa era al revés porque
si ganaba se cumplía en lo que habían quedado y si perdia pues había perdido
por lo tanto el ganaba.
¿Cuál
es la solución?
Revisamos:
Los 4 5 logos de la ciencia del logos y sus axiomas:
http://teatrolocoteorico.blogspot.com/2024/02/amor-platonico.html
http://teatroloco.blogspot.com/2024/02/amor-filial.html
Primer
logos Absurdo
Ambos
pierden y el juez le quita el dinero a Corax y no se lo devuelve a Tisias
porque han caído en un absurdo
Segundo
logos iluminación
Ambos
ganan y el juez divide el dinero entre los dos
Tercero
logos Hegueliano
Le
doy la razón al Corax
Cuarto logos Marxista
Le
doy la razón a Tisias
Quinto
logos
Haga
unameta estructura donde ambos tienen la razón y ambos la pierden así el 50 por
ciento se lo queda el juez y el otro 50 se lo reparten entre los dos.
Pero
para darle contenido veamos los sistemas
de Hegel y de Marx
Hegel
Todo
lo real es racional y todo lo racional es real
La Fenomenología quiere señalar
en el prefacio el alejamiento de Hegel con respecto a la filosofía romántica e
imaginativa de Schelling, oponiéndole la filosofía especulativa, que debe ser
ciencia y no simple amor a la ciencia. Los discípulos de Schelling creen que la
verdad no debe ser objeto de comprensión, sino de contemplación y entusiasmo;
adoran un absoluto en cuya unidad todas las cosas se vuelven idénticas, así
como en la oscuridad nocturna todos los gatos son pardos. Pero la filoso la no
debe poner inicialmente lo absoluto, sino mostrar cómo deviene y se crea;
porque lo absoluto no es sustancia dada de inmediato, sino sujeto que realiza
su concepto. Lo absoluto convertido en real es para Hegel el espíritu; y la
Fenomenología va a mostrar el conocimiento que el espíritu logra
progresivamente de sí mismo. Punto de partida, para el espíritu individual así
como para el universal (Weltgeist), es la conciencia empírica del mundo (11)
sensible; de ella surge la autoconciencia, y luego la razón, y por fin el
espíritu, en un movimiento progresivo, en que el grado inferior queda eliminado
y conservado al mismo tiempo, es decir superado (aufgehoben) en una realización
más elevada. El conocimiento inicial, el del ser inmediato, ofrece una apariencia
de ser; una apariencia que, de acuerdo con la observación de Heráclito, se
convierte sin cesar en su opuesto: el día en la noche, el calor en frío,
etcétera. Pero la conciencia no acepta pasivamente las apariencias inmediatas,
sino que las reúne en grupos, y así logra la percepción (Wahrnehmung
aprehensión de lo verdadero), en que las relaciones recíprocas entre las
apariencias resultan más verdaderas que las apariencias mismas_ Surge así el
esfuerzo por aprehender la relación entre los objetos diferentes, y esto es el
intelecto (Verstand), tentativa de comprensión que en el cambio incesante
quiere encontrar la ley del cambio, siempre idéntica a sí misma. En este
esfuerzo de coordinación, la conciencia se ha vuelto activa, y se da cuenta de
que ella es la autora de la organización de las intuiciones; y con eso logra no
solamente un conocimiento más hondo de las cosas, sino también una revelación
de sí misma: la autoconciencia (Seibsbewusstsein); Se toma a sí misma por
objeto; pero en eso experimenta la inquietud de salir de la subjetividad y
alcanzar la certeza de que el no yo (objeto) es idéntico al yo (sujeto). En
esta fase se llama razón (Vernunft): esfuerzo por explicar el objeto por medio
del pensamiento. Investigando la interioridad del mundo, la razón descubre que
las cosas son verdaderas sólo en cuanto se reducen a conceptos o leyes; pero la
ley, que era hipotética y a posteriori para el intelecto, se vuelve necesaria y
a priori para la razón, que se afirma soberana en la intuición de las leyes. "Lo
que tiene que ser, existe efectivamente" (Was sein sell, (12) ist in der
Tat auch); esta fórmula de la Fenomenología prepara la posterior: "lo que
es racional es real" y viceversa, que aparece por primera vez en el
Prefacio de la Filosofía del Derecho (1821, pág. XIX), y se repite en la
Enciclopedia (§ 6, Zusatz). Sin embargo, Hegel admite también en la
Fenomenología la existencia de lo irracional, y cierta refractariedad de la
naturaleza con respecto a la razón. El pensamiento quiere imprimir su sello sobre
el mundo, quiere objetivarse en la creación de la civilización; y en esta
tentativa cae en errores; pero a través de ellos se realiza un orden social: la
razón se convierte en realidad objetiva, es decir, en espíritu. Hegel examina
esta realización del espíritu en el mundo moral, la familia y la sociedad, a
través de los conflictos, errores y fracasos que aparecen en la vida y la
historia. Considera la autonomía que el espíritu logra en la moralidad, el
tramito de la vida individual a la vida moral colectiva, donde los hombres
viven unos para otros y realizan así lo absoluto, el reino de Dios. Llegamos de
esta manera a la religión, en cuyo desarrollo Hegel distingue tres momentos:
religión de la naturaleza, religión del arte (la de Grecia), y religión de la
interiorización del espíritu o revelación interior de Dios (cristianismo). Pero
también esta religión manifestada debe purificarse de las representaciones, los
símbolos y los mitos; debe llegar al saber absoluto, en el cual el espíritu no
admite otra verdad que la engendrada por su propio movimiento. Con esto termina
la Fenomenología, y empieza la ciencia del espíritu puro, es decir, la Ciencia
de la Lógica, a la que debían seguir las ciencias del espíritu realizado, o
filosofía de la naturaleza y filosofía del espíritu, desarrolladas luego
solamente en la Enciclopedia. La historia subjetiva, cuyo desarrollo Hegel
había reconstruido en la Fenomenología, va a tener su paralelo en la historia
objetiva reconstruida por (13) el sistema de la ciencia, en la lógica, la
filosofía de la naturaleza y la del espíritu. La nueva lógica con que Hegel
(Cfr. el Prefacio) quiere sustituir la tradicional, se plantea, como dice la
Introducción, el problema procedente de la gnoseología kantiana, cuyo dualismo,
de pensamiento y ser, cerraba el tránsito de nuestra conciencia al ser en sí
(noúmeno). Hegel rechaza ese dualismo y el fantasma de lo incognoscible; el
pensamiento es el ser o noúmeno verdadero. Sin embargo, debemos conocerlo; lo
que no se logra con aceptar empíricamente las determinaciones del pensamiento,
ofrecidas por la lógica tradicional, sino con engendrarlas y coordinarlas-
mediante el movimiento dialéctico del pensamiento mismo. Así como la
Fenomenología ha mostrado que cada forma de la conciencia, al realizarse, se
niega para resurgir más rica en la negación de la negación, del mismo modo la
Lógica debe mostrar el mismo movimiento dialéctico en el sistema de las
categorías del pensamiento puro, cuya cadena no se desarrolla por deducción,
analítica, que extrae de los eslabones antecedentes los sucesivos, sino en un
proceso sintético creador, engendrado por lo insatisfactorio inherente a cada
eslabón. La filosofía no hace otra fosa que seguir al pensamiento en esta
dialéctica. Así la Ciencia de la Lógica inicia su desenvolvimiento, en el cual
se distinguen tres partes: la lógica del ser, la de la esencia y la del
concepto. La noción del ser es la primera y más vacía entre todas; pero su
misma falta de contenido engendra un desarrollo progresivo de determinaciones,
en que la lógica sé presenta como ciencia del pensamiento y ciencia del ser al
mismo tiempo. El ser, vacío de todo contenido, es en efecto idéntico a la nada;
pero en esta identidad de términos contradictorios, el ser-nada indeterminado
se determina, y tenemos así el devenir, negación de la nada que era negación
del ser. (14) Del ser puro he-nos pasado al ser determinado o existencia
(Dasein); se ha presentado así la determinación del ser o calidad, que, como
determinación, es un límite o negación de lo otro ("toda determinación es
negación", decía Spinoza). Pero el ser finito es contradictorio, porque no
existe sin el límite, y en éste se niega a sí mismo; debe, por tanto, negar el
límite, y en esta negación de la negación aparece su infinitud verdadera. Considerado
en tal infinitud (que es referencia a sí mismo o ser por sí) el ser determinado
es lo Uno, que excluye todo otro ser cualitativamente idéntico a él mismo; así,
en esta exclusión y oposición, de lo uno salen los unos (múltiples). Síntesis
de estas tesis (uno) y antítesis (múltiples) es la cantidad, que es, a su vez,
antítesis de la cualidad, y es también una determinación inestable, por su
capacidad de aumento y disminución. Pero ella tiene determinaciones constantes
en las relaciones matemáticas, síntesis de la cualidad y la cantidad, que Hegel
llama medida, ordenadora de toda la naturaleza. Sin embargo, aun en la medida
la cantidad está en fluctuación continua, engendrando por sus cambios también
cambios de cualidad, así que nos encontramos todavía en una progresión
infinita. Para salir de ella es preciso reconocer el infinito verdadero, esto
es, el ser determinado por sí mismo, que permanece constante en la
multiplicidad variable de sus formas inmediatas. Este ser es la esencia, con
que se pasa de la primera a la segunda parte de la lógica: la lógica de la
esencia. La esencia es negación del ser inmediato, el cual, sin embargo, a
pesar de ser apariencia ilusoria, está en relación con el ser esencial. Toda
relación, pues, puede ser de dos especies: consigo mismo (identidad: A PS A) y
con otro (diferencia: A no es no-A). Pero los dos tienen vinculación mutua:
no-A tiene sentido únicamente en relación con A; la (15) oposición incluye una
coincidencia, sin la cual no habría relación. La filosofía, por ende, no puede
aceptar las separaciones establecidas por el intelecto; ella descubre que todos
los seres son opuestos (entgegengesetzt); y en esa oposición, que es distinción
y vinculación al mismo tiempo, se funda la dialéctica, que reconoce con
Heráclito en la lucha la generadora de todas las cosas. He aquí la nueva
lógica, dinámica, heredera de la identidad de los opuestos teorizada por el
Cusano, Bruno y Böhme, y de la dialéctica triádica de tesis —antítesis—
síntesis, sistematizada por Fichte. La nueva lógica descubre en la oposición la
unidad de todas las determinaciones lógicas y reales, cuya multiplicidad se
organiza así y se dispone en un sistema. Sin embargo, la verdadera antítesis o
contradicción derspruch), tal como es la oposición inicial de ser y no-ser,
queda sustituida, en el desarrollo progresivo del sistema de Hegel, por la
simple oposición (Entgegensetzung), que muy a menudo es pura distinción; en
esto estriba, según la crítica acertada de Croce , el defecto esencial de la
lógica hegeliana: el haber aplicado a la conexión de los distintos la forma
propia de la dialéctica de los opuestos. 4 El desarrollo del sistema dialéctico
parte del ser inmediato, que por su misma existencia se relaciona y opone a su
fundamento; es decir, tiene relación, sea con otras existencias inmediatas
(apariencias), sea con la esencia que las sostiene a todas, de manera que cada
una es apariencia de la esencia, o sea fenómeno (Erscheinung). Pero la esencia
no contiene nada más que lo que aparece en el fenómeno; no hay oposición entre
un interior (esencia) y un exterior (fenómeno); el fenómeno es la manifestación
completa de la esencia, vale 4 Lo vivo y lo muerto de , la filosofía de Hegel (
E d . I má n , t r a ducción de F. GONZÁLEZ Ríos, Buenos Aires, 1943), cap. IV:
La relación de los conceptos distintos y la falsa aplicación de la forma
dialéctica. (16 ) decir, es realidad (Wirklichkeit). La totalidad de los
fenómenos es lo absoluto, o sea la sustancia, que, como lo vió Spinoza, se
identifica con la multiplicidad total de sus determinaciones o accidentes. Por
esta identidad, empero, la sustancia no puede ser una unidad abstracta y vacía,
sino que es la productora activa de sus accidentes, la causa de sus efectos.
Sin embargo aquí, con la cadena de las causas y los efectos, nos encontramos
otra vez amenazados por un proceso al infinito. Hegel, empero, logra evitarlo,
considerando que la causa contiene su efecto y está contenida en él, de modo
que la relación entre ellos es de identidad, y tiene su verdad en la acción recíproca,
unidad profunda de la cadena causal. El falso infinito trascendente,
simbolizado por la recta interminada en ambas direcciones (infinito del
intelecto: Verstand), se sustituye así con el verdadero infinito, inmanente en
lo finito y simbolizado por la figura perfecta del círculo (infinito de la
Razón: Vernunft). Este infinito verdadero, honda unidad del ser, que está por
debajo de toda dispersión aparente de la multiplicidad, es el que la Razón
descubre para el tiempo y el universo, en la naturaleza intrínseca y el
concepto de ellos. Queda superado así el punto de vista de la separación y
antítesis, propio de la lógica de la esencia y sus categorías; y de esta manera
llegamos a la tercera parte de la lógica a través del siguiente proceso
dialéctico triádico: 1) lógica del ser (tesis); 2) lógica de la esencia
(antítesis); y 3) lógica del concepto (síntesis). El concepto (Begriff, de
be-greifen con-cipere) significa justamente una síntesis o unificación de
elementos distintos, y sin embargo inseparables. Es lo universal que engendra
sus diferenciaciones o momentos, e inversamente los recoge en su propia unidad.
Sin la diferenciación y unificación correlativa, lo universal sería una
abstracción vacía, tal como un triángulo que no fuera equilátero, ni isósceles
ni (17) escaleno. Por tener su plenitud concreta, lo universal debe dirimirse:
el género en las especies, la especie en los individuos. Por este su poder
creador, lo universal se convierte en lo particular y en lo individual; y el
juicio expresa la identidad entre lo primero y los segundos. Lo cual sirve para
llevar de nuevo la multiplicidad de las determinaciones a la unidad del
concepto, pero previa desmembración de lo universal en sus momentos, cuya
manifestación Hegel reconoce en el juicio (Urteil, interpretado por él como
división en panes: Teile). En el silogismo (Schluss), en cambio, que es una
síntesis de juicios, se unifican e identifican los tres momentos: lo universal
o término mayor, lo particular o término medio, y lo individual o término menor.
Juicio y silogismo tienen ambos tres especies paralelas: 1) de existencia, 2)
de reflexión, 3) de necesidad, agregándose para el juicio una cuarta especie,
el juicio de concepto, como tránsito entre el juicio y el razonamiento. El
juicio de existencia (ej.: esta rosa es roja) une débilmente un objeto, que
tiene también otras cualidades, con una cualidad, que pertenece también a otros
objetos; y puede ser afirmativo o negativo o infinito. El juicio de reflexión
(ej.: esta planta es curativa) relaciona dos seres (planta y enfermedad),
superando la pura comprobación de una existencia inmediata; puede ser
individual, particular o universal. El juicio de necesidad (la rosa es una lor)
afirma la identidad entre el sujeto y un género; puede ser categórico, hipotético
o disyuntivo. El juicio de concepto (esta rosa es hermosa) expresa la
conformidad de un sujeto respecto a su concepto; puede ser asertórico,
problemático o apodíctico; pero, siendo un juicio mediato, nos lleva ya al
dominio del razonamiento, cuya forma lógica es el silogismo. f La primera forma
del silogismo (silogismo de existencia) (18) es puramente formal, y muestra que
un individuo (I) por medio de un particular (P) puede incluirse en lo universal
(U):I-P-U. Pero esta unión —que puede presentarse también en otras dos figuras:
P-I-U e IU-P— es puramente accidental, lo cual vuelve vana toda la combinatoria
de Lulio y Leibniz. En el silogismo de reflexión el término medio es una
totalidad de individuos (ej.: todos los hombres son mortales, Fulano es hombre,
por lo tanto es mortal); por eso la premisa mayor, por ser inductiva, debe
basarse ya en la conclusión, y no puede funda-mentar la necesidad de ella. Tal
demostración puede darla sólo el silogismo de necesidad, en el cual el término
medio es un universal concreto, una naturaleza general que, al ser poseída por
el individuo, le atribuye necesariamente todas las determinaciones propias. En
sus formas (categórica, hipotética y disyuntiva) este silogismo pone siempre al
género como conteniendo las especies, y al individuo como incluso en el género
y una de sus especies. Volvemos así a la definición del concepto como universal
que implica al mismo tiempo la distinción y la identidad de sus momentos
múltiples. El silogismo, como forma del pensamiento que individualiza lo
universal y universaliza lo individual, se aplica a todo lo pensable. El mundo,
el sistema solar, la sociedad humana, etcétera, pueden pensarse únicamente
porque en cada uno de ellos la vinculación recíproca de sus momentos constituye
un gran silogismo. De esta manera el concepto formal se llena de contenido; y
se efectúa el tránsito a la objetividad, cuya multiplicidad sensible debe
volverse inteligible mediante la conversión de los seres individuales en
momentos de un único sistema, distintos y solidarios mutuamente al mismo
tiempo. El objeto es el concepto, cuya forma se ha llenado de contenido, pero
de un contenido pensado, de minera que la objetividad de (19) que se trata aquí
pertenece todavía a la lógica y no a la filosofía de la naturaleza. La lógica,
por ende, considera las formas de unificación de ese objeto. Primero: el
mecanismo, en el cual los elementos, por ser homogéneos, tienen una relación
mutua puramente exterior, al formar un agregado o sistema, como el sistema
solar en su aspecto mecánico. Una relación intima y una verdadera unidad puede
existir sólo entre elementos heterogéneos que tienden a una síntesis, es decir,
en el quimismo. Pero, en la síntesis química los elementos pierden sus
diferencias; no hay en ella, como hay en el concepto, un universal
diferenciado, en el cual la unificación no elimina la multiplicidad. Esta
condición se encuentra en la teleología, en la cual la multiplicidad de los
seres distintos depende de un -único y mismo fin. Mecanismo, quimismo y teleología
forman así una tríada dialéctica de tesis; antítesis, síntesis. Sin embargo, en
la teleología continúa existiendo aún la oposición de fin y medio, concepto y
objeto. Su unificación se logra en cambio en la Idea, que es la realidad que
corresponde a su propio concepto y lo contiene, y por ende es la que debe ser
en sí y por sí. La Idea por lo tanto es identidad del ser y el pensamiento; y
tiene ella también su dialéctica. En su forma inmediata es la Vida, en que la
Idea queda encerrada en el objeto sin llegar a la autoconciencia, alcanzada en
cambio por el Conocimiento, que supera el dualismo de sujeto y objeto,
reduciendo el segundo al primero. De la fase pasiva y analítica del
conocimiento el pensamiento pasa a la sintética, estableciendo las relaciones
que tornan inteligible al mundo y lo organizan. El pensamiento en esta
actividad toma conciencia de sí mismo y de su soberanía; se hace legislador del
mundo; supera el dualismo de objeto y sujeto; llega a la identidad de
pensamiento y ser, comprendiendo todas las determinaciones de ambos como
momentos (20) propios. De esta manera la razón se ha convertido en la Idea
absoluta, último y supremo término de la lógica hegeliana. El desarrollo
dialéctico que presenta la Ciencia de la Lógica resulta para Hegel también de
la historia de la filosofía, de la que saca él muchas sugestiones. El empleo de
la historia como ratificación de la teoría, vislumbrado primeramente por
Aristóteles, se ha organizado y sistematizado en Hegel por vía de una honda
conciencia histórica que atribuye a la filosofía la tarea de recorrer, en
rápida síntesis, el camino que el espíritu universal (Weltgeist) ha recorrido
en un desenvolvimiento de centenares de siglos. A la Idea, que la lógica
alcanza como supremo grado perfecto, se opone luego la naturaleza como
negación, y a ésta el espíritu como negación de la negación. La Filosofía de la
Naturaleza y la Filosofía del Espíritu se presentan por lo tanto como segunda y
tercera panes del sistema en la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas,
aplicándose siempre —no sólo en la relación mutua, sino también en la
estructura interior de cada parte— esa forma dialéctica que hemos visto en la
lógica, y que para Hegel es la forma propia de todo conocimiento filosófico. La
filosofía de la naturaleza, en efecto, se desarrolla por tres momentos (tesis,
antítesis o negación, síntesis o negación de la negación), en los cuales la
idea como naturaleza está: 1) en la determinación de la exterioridad e infinito
aislamiento o desmembración (la Mecánica); 2) en la determinación de la
particularidad, en que el ser en sí es la individualidad natural (la Física); y
3) en la determinación de la subjetividad, en que las diferencias reales de
forma son llevadas a la unidad ideal (la Orgánica). La filosofía del espíritu a
su vez presenta los tres momentos siguientes de desarrollo: 1) el espíritu en
la forma de la relación consigo mismo (Espíritu subjetivo); 2) el espíritu en
la forma de la realidad, como de un mundo (el de la (21) cultura) producido o
por producirse por él (Espíritu objetivo); y 3) el espíritu en la unidad de su
objetividad y su idealidad o concepto (Espíritu absoluto). Con el Espíritu
absoluto concluye todo el sistema de la ciencia, expuesto por Hegel
íntegramente en la Enciclopedia de las ciencias filosóficas.
Marx
el capitalismo está infectado con el
germen de su propia destrucción
Introducción
El Marxismo, o la concepción del mundo inspirada en
las ideas de Carlos Marx (1818-1883), es al mismo
tiempo una filosofía (el materialismo dialéctico), un método científico (la
dialéctica), una visión económica de la historia (el materialismo histórico) y
un conjunto de principios para la acción (la praxis). Aparte de lo anterior
el Marxismo también nos ofrece una visión del curso futuro de la
humanidad dentro de una concepción historicista, como una sucesión necesaria de
distintas fases del desarrollo: la revolución, la dictadura del proletariado,
el comunismo. Pero sobre todo, el Marxismo es economía política.
Para Marx todos
esos aspectos de su concepción del mundo constituyen una unidad. Sin embargo,
también es evidente que, tanto cuantitativamente como por la lógica de su
evolución, la obra de Marx es fundamentalmente la de un
economista. Esto es evidente, por ejemplo, en la definición que Marx hace
de su proyecto en el prefacio de su principal obra (El Capital: La crítica
de la economía política: Primer Volumen, Tercer Volumen) en los siguientes
términos: "En la presente obra nos proponemos investigar el régimen
capitalista de producción y las relaciones de producción y circulación que a él
corresponden..... Lo que de por sí nos interesa aquí, no es precisamente el grado
más o menos alto de desarrollo de las contradicciones sociales que brotan de
las leyes naturales de producción capitalista. Nos interesan más bien esas
leyes por sí, esas tendencias que actúan y se imponen con férrea
necesidad." (pag. XIV). En esta unidad del programa seguiremos a Marx en
el estudio de estas "leyes naturales de la producción capitalista".
En el primer apartado desarrollaremos los elementos básicos de la teoría del
valor, lo que permite, en el segundo apartado estudiar el problema de la naturaleza
de la ganancia y el concepto de fuerza de trabajo que juega un papel crucial en
la concepción económica de Marx, lo que se refleja en el tercer
apartado en la teoría de la plusvalía y de la explotación. Con esos elementos
es posible desarrollar, en el cuarto apartado, la teoría de la acumulación
capitalista y, en el quinto apartado, los esquemas de reproducción de las
relaciones sociales de producción. En el sexto apartado se estudia la relación
entre los precios y los valores de los distintos bienes. Finalmente, todos los
elementos anteriores sirven, como se expone en el último apartado, para
estudiar el conjunto de leyes y tendencias del capitalismo, en las que se
basa Marx para sostener la necesidad de la superación
histórica de este modo de producción.
1.1 El principio general: el
valor trabajo.
Marx aborda el estudio del modo de producción capitalista a
partir del análisis de la mercancía. Marx resalta de entrada,
y esta es una aproximación tradicional en toda la economía clásica, que la
mercancía tiene dos dimensiones: es al mismo tiempo un valor de uso y un valor
de cambio. El primer polo resulta de que la mercancía debe satisfacer una
necesidad final para quien la adquiera; en otros términos, debe poseer un valor
de uso que se realiza en el consumo. Esta utilidad de la mercancía reside en
sus propiedades físicas: son las cualidades objetivas de un bien las que le
hacen apto para satisfacer una necesidad determinada. Así, si el valor de uso
se realiza en la relación (subjetiva) entre el hombre y las cosas, no es menos
importante que este valor encuentra su fuente en la naturaleza (objetiva) de
las cosas. Sin embargo, el valor subjetivo de un bien para un individuo
concreto (en el uso) es algo imposible de cuantificar y, en consecuencia, de
comparar con lo que vale otro bien para el mismo individuo y, mucho menos, con
lo que vale el mismo bien para otro individuo. Como consecuencia de lo
anterior, para Marx, como para toda la tradición clásica, la
utilidad no guarda relación inmediata con el intercambio: "el intercambio
de las mercancías es evidentemente un acto caracterizado por una abstracción
total del valor de uso" (El Capital, capítulo 1)
Pero en el modo capitalista de producción, los bienes no se producen para satisfacer
una necesidad inmediata, sino para su venta en el mercado; por ello el
capitalismo convierte los bienes producidos en mercancías, es decir, les
atribuye un valor de cambio. Este razonamiento nos conduce directamente a la
primera gran cuestión: ¿en qué reside la causa del valor?. Si hacemos
abstracción del dinero, considerado como un simple medio de cambio, el valor de
cambio aparece como un tipo de cambio, es decir como la proporción según la
cual se intercambian entre sí valores diferentes de uso. Según Marx esto
no es más que una impresión, que no debería llevarnos a extraer conclusiones
equivocadas. Si el intercambio puede transformar en relación cuantitativa dos
utilidades imposibles de medir, es porque las mercancías comparten un elemento
común, y ese elemento común es cuantificable. Si dos valores de uso son
cuantitativamente equivalentes, es sólo porque poseen una propiedad común
susceptible de ser medida. Este elemento común cuantificable es el tiempo de
trabajo. A pesar de su diversidad, todas las mercancías comparten la propiedad
de ser productos del trabajo humano y es el trabajo humano el que confiere al
producto su valor de cambio. La substancia del valor de cambio, es el trabajo,
y como el trabajo es cuantificable (por el tiempo) el valor de cambio es
también "medible".
1.2 Algunas
precisiones: campo de aplicación, trabajo concreto/trabajo abstracto, trabajo
simple/trabajo complejo
El principio general de la teoría marxista del valor trabajo es entonces que el
valor (de cambio) está determinado por el número de horas necesario para
producir una mercancía. A medida que aumenta la fuerza productiva del trabajo,
el valor unitario de la mercancía disminuye, pero el mismo tiempo de trabajo
determina la misma cantidad de valor. El valor de una mercancía varía entonces
directamente en función de la cantidad de trabajo e inversamente en función de
la productividad del trabajo.
Por supuesto, el valor no se mide observando y calibrando el tiempo ocupado por
un trabajador concreto en una empresa específica. La medida del valor está en
el tiempo medio, "socialmente necesario", para la producción. Es
decir, aquel tiempo de trabajo que "comporta el grado medio de habilidad y
de intensidad que caracteriza el momento histórico". Podemos añadir que, como
en Ricardo, la ley del valor no se aplica más que a las mercancías
reproducibles resultantes de un proceso de producción social. Una obra de arte,
por ejemplo, resultado de un acto de creación individual, no posee un valor
cuantificable, aunque tenga un precio. Además, pueden existir valores de uso
que no tengan valor de cambio; éste es el caso de los bienes de libre acceso
que están disponibles para todos en la cantidad que cada uno desee, o de los
bienes útiles y producidos pero no destinados al mercado. Inversamente, un bien
que no sea socialmente útil carecerá de valor. Todo esto se puede resumir en
una frase: el valor de uso es entonces una condición necesaria, pero no
suficiente, para que aparezca el valor de cambio.
A los dos polos de la mercancía, que son el valor de uso y el valor de cambio,
corresponden también las dos dimensiones que nos permiten analizar el trabajo.
El valor de uso refleja el trabajo concreto, o útil,
correspondiente a una actividad laboral específica en un entorno concreto, con
una habilidad dada, etc. Para producir un valor de uso específico, hace falta
un trabajo particular, utilizando los medios de producción precisos en ese
objetivo preciso. De este modo el trabajo útil produce un valor de uso
determinado. A escala social, el conjunto de valores de uso corresponde al
conjunto de trabajos concretos distintos, es decir, a una división del trabajo.
Por supuesto, la división del trabajo no conduce siempre a la producción de
mercancías (en el interior de una empresa circulan productos obtenidos del
trabajo) pero, para que existan mercancías, es necesario que exista la división
social del trabajo entre productores especializados e independientes.
Aparte de su finalidad y especificidad, es decir del aspecto concreto y útil,
todo trabajo es un gasto de fuerza humana, de energía física e intelectual.
Visto desde este ángulo, se puede considerar como trabajo abstracto.
Este gasto de "inteligencia, nervio, y de músculo" es precisamente lo
que tienen en común todos los bienes producidos; por ese motivo, es el trabajo
abstracto y no el trabajo concreto el que constituye la esencia del valor. El
valor proviene entonces del trabajo abstracto. Este concepto no es una pura
construcción teórica; el trabajo abstracto es una realidad del capitalismo. En
la empresa capitalista, los obreros son a menudo intercambiables, cada uno de
los obreros como individuo se pierde en el anonimato de la cadena de producción
y el trabajo abstracto se convierte, paradójicamente, en realidad. Marx resume
su distinción del siguiente modo: "Todo trabajo es, por una parte, gasto,
en el sentido fisiológico, de fuerza humana, y, a este título de trabajo humano
igual, forma el valor de las mercancías. Por otra parte, todo trabajo humano es
gasto de fuerza humana en tal o cual forma productiva, determinado por su
objetivo particular, y, a este título de trabajo concreto y útil, produce
valores de uso o utilidades" (I,2,p.61).
Admitamos entonces que el valor está determinado por el tiempo de trabajo
considerado desde el punto de vista abstracto. Surge entonces una dificultad:
¿podemos tratar el trabajo como homogéneo y considerar que la hora de trabajo
de un obrero es igual a la de un ingeniero?; evidentemente se trata del mismo
problema, de tratamiento de desigualdades de productividad, con que
tropezó Ricardo en su teoría del valor trabajo. Marx elige
tomar una unidad de medida, la unidad de tiempo de trabajo simple sin
calificación particular. El trabajo calificado (o complejo según la
denominación de Marx), se trata como un simple múltiplo del trabajo
no calificado. Este artificio, ya presente en Ricardo, lleva
directamente al supuesto implícito de que la estructura de salarios de la
economía, que refleja la jerarquía de trabajos simples y complejos, está dada y
es estable. Esta manera de proceder es lógica en el marco de una teoría del
valor trabajo, pero plantea problemas que Marx no percibió.
Lógica porque el trabajo complejo se puede concebir como el resultado de un
trabajo previo de educación y entrenamiento. Pero también es problemática,
porque esta forma de entender el trabajo exige actualizar los gastos en
educación e introduce entonces la cuestión del interés en la teoría misma de
los salarios. Del modo que sea, el procedimiento de Marx trata
el trabajo como homogéneo siguiendo el camino ya sugerido por Ricardo.
2.
Planteamiento del problema de la ganancia y el concepto de fuerza de trabajo
2.1 La
circulación de mercancías y el problema del beneficio.
Si el trabajo es, al mismo tiempo, la causa y la medida del valor, se plantea
entonces el problema del origen de los ingresos diferentes de la remuneración
de un gasto en trabajo. Entre estos ingresos, la ganancia ocupa un lugar
privilegiado y Marx presentará las razones de su existencia
como un auténtico enigma. Vamos por partes:
En primer lugar, la teoría del valor permite comprender lo que Marx denomina la
forma simple de circulación de mercancías. Imaginemos un bien (D) que
cumple las funciones del dinero (es decir sirve como, unidad de cuenta, medio
de cambio y reserva de valor). La forma simple de circulación se puede
simbolizar por la secuencia M-D-M', en el que una mercancía (M)
se intercambia por dinero (D), lo que permite, acto seguido, obtener
otra mercancía (M'). Como hemos admitido que el tiempo de trabajo es lo
que determina el intercambio, debemos deducir entonces que el valor cedido en
el primer intercambio debe ser igual al valor obtenido en el segundo. Así, el
único interés que pueden tener las personas en este doble intercambio está en
la obtención de un valor de uso diferente del que se ha cedido inicialmente. En
la forma simple de circulación de las mercancías, el intercambio tiene un
sentido cualitativo (en definitiva se intercambia un bien por otro), pero no
tiene un sentido cuantitativo (el valor del bien que se cede es idéntico al del
bien que se adquiere).
Pero lo anterior no es la forma de intercambio dominante en el capitalismo. En
la forma capitalista de circulación de mercancías, el objetivo
no es cualitativo sino cuanitativo. Marx simboliza esta forma
de intercambio con la secuencia D-M-D´, en la que un capital
monetario inicial (D) se intercambia, en primer lugar, por una
mercancía; la cual, transformada o no, se intercambiará a continuación por
dinero. Como el dinero está al comienzo y al final del proceso, el objetivo no
puede ser más que aumentar la cantidad de dinero: obtener una ganancia. En el
caso de que el dinero sea asimilable a capital (es decir a anticipos para la
producción), para que los capitalistas tengan algún interés será necesario
obtener al final una cantidad mayor de la que se cede al comienzo: D'=D+dD.
Esta diferencia cuantitativa (dD) es lo que Marx denomina
la plusvalía.
En efecto, lo que Marx trata de diferenciar con estos
simbolismos es el ámbito del intercambio, que comienza con la venta y acaba con
la compra, del ámbito de la producción, que comienza con la compra y acaba con
la venta. En el primer caso los bienes están al comienzo y al final, en el
segundo es el capital monetario el que está en cada extremo. En el primer caso
el objetivo es la sustitución de valores de uso, mientras que en el segundo es
el aumento de los valores de cambio.
Presentada de esta forma, la existencia de ganancias se convierte en todo un
acertijo. En efecto: ¿cómo puede explicarse la aparición de la plusvalía si el
intercambio se hace sobre la base de valores equivalentes?. Cómo es posible que
la plusvalía sea positiva (es decir, dD>0) si, en valor, D=M y M=D'.
Una posibilidad para deshacer este enigma consiste en admitir que los
intercambios no se realizan entre valores equivalentes; sin embargo, para Marx,
esto no nos llevaría demasiado lejos. En efecto, la compra, por ejemplo, de un
bien por debajo de su valor para venderlo por su valor significará pérdidas
sistemáticas para el grupo de vendedores iniciales (y tal grupo no podrá
existir como tal durante mucho tiempo). Por otra parte, los capitalistas no
pueden vender sin comprar y lo que ganen de un lado lo perderán del otro; los
beneficios, en ese caso, solo pueden anularse.En definitiva, los capitalistas
no pueden enriquecerse robándose unos a otros.
En efecto, la verdadera forma de resolver el misterio está en lo siguiente: si
el capitalista, en la esfera de la producción, siempre compra y vende las
mercancías por su valor y, a pesar de ello obtiene una ganancia, es porque
puede comprar una mercancía que, utilizada en el proceso de producción, tienen
la propiedad de crear más valor de lo que cuesta adquirirla. El acertijo se
reduce entonces a encontrar una mercancía con esas propiedades y eso es
precisamente lo que Marx cree haber descubierto: la mercancía
que resuelve el enigma no es otra que la fuerza de trabajo. Veámos antes lo
que Marx entiende por fuerza de trabajo.
La fuerza de trabajo es aquel conjunto de cualidades físicas e intelectuales
que existen en un hombre y que se ponen en movimiento en el proceso de
producción. Eso es precisamente lo que el capitalista compra en el mercado. En
una economía no esclavista la venta de la fuerza de trabajo se realiza
"voluntariamente" y sólo por un período de tiempo. Así, el objeto de
un contrato de trabajo, es la venta al capitalista del derecho de utilizar la
fuerza de trabajo del obrero durante, digamos, tres meses a razón de 8 horas
diarias y cinco días a la semana. La remuneración total de la fuerza de trabajo
será evidentemente proporcional a la duración de su utilización. De ahí, la
ilusión, propia de la "ideología burguesa", de creer que lo que
compra el capitalista es el tiempo de trabajo del obrero, cuando de hecho lo
que se compra es el derecho de utilizar las capacidades productivas del obrero
durante un cierto tiempo. Esta distinción es crucial y sus consecuencias
constituyen sin duda el núcleo de la teoría marxista ya que en ella se
encuentran los argumentos básicos de la teoría de la explotación.
Digamos de paso que la fuerza de trabajo no siempre ha sido una mercancía. En
el capitalismo, cuando el trabajador vende su fuerza de trabajo por un cierto
tiempo, no pierde su libertad. El obrero proletario, ni esclavo ni siervo,
dispone de su capacidad de trabajo y nada le impida negociar con ella en el
mercado. Ahora bien, si el trabajador carece de medios de producción que le
permiten emplearse por su propia cuenta, la venta se convierte en una
obligación. Por ello, la libertad personal y la privación de la propiedad de
los medios de producción son entonces las condiciones históricas que convierten
la fuerza de trabajo en mercancía.
2.3 El valor de la fuerza de trabajo
El modo capitalista de producción convierte entonces la fuerza de trabajo en
una mercancía. A tal mercancía, como a cualquier otra, se aplica la ley del
valor. El valor de la fuerza de trabajo estará determinado por el tiempo de
trabajo socialmente necesario para producirla. Para el trabajador, producir
fuerza de trabajo es consumir los bienes necesarios para su existencia. Se
deduce, entonces, que el valor de la fuerza de trabajo es el tiempo de trabajo
socialmente necesario para la producción de las mercancías que aseguran su
reproducción. Dicho de otro modo: en el proceso de producción, el trabajo es un
gasto de energía física e intelectual. Tal energía debe ser recuperada en cada
período y, por ello, el valor de la fuerza de trabajo no es más que el valor de
los bienes que permiten esta recuperación.
Más aun, la fuerza de trabajo no sólo debe reproducirse individual sino también
colectivamente. Las que deben reproducirse son las generaciones de
trabajadores. Como subraya Marx, el valor del salario de la fuerza
de trabajo debe tener en cuenta la renovación de todos los bienes necesarios
para la existencia. Pero estas precisiones son secundarias. Más interesante es
la afirmación de Marx de que, a diferencia de otras
mercancías, el valor de la fuerza de trabajo depende de las condiciones
históricas de su empleo. La misma fuerza de trabajo tendrá necesidades
diferentes dependiendo, entre otras cosas, del país, de las condiciones de
vida, del grado de conciencia y de las tradiciones de lucha de los obreros en la
época y el entorno considerados.
La renovación normal de la fuerza de trabajo es entonces un elemento
fundamental que garantiza la permanencia del capitalismo. Es importante tener
claro que la teoría del valor no es una teoría de los precios y, por la misma
razón, la teoría del valor de la fuerza de trabajo no es la teoría del salario.
Aun no tenemos todos los elementos teóricos necesarios para explicar la
determinación del salario. Sin embargo, sí podemos anotar que, para que el
capitalismo funcione con normalidad, la fuerza de trabajo se debe pagar por su
valor. Si éste no fuera el caso, la fuerza de trabajo no se reproducirá
idénticamente y tampoco lo hará el modo de producción en su conjunto.
Sin embargo, esto no significa que el valor de la fuerza de trabajo sea un dato
inmutable. Las necesidades fundamentales cambian y, con ellas, los bienes
necesarios para satisfacerlas. Estas necesidades fundamentales evolucionan
esencialmente porque el capitalismo en su desarrollo, tiene necesidad de una fuerza
de trabajo cada vez más calificada, lo que implica unos costes de formación
cada vez mayores. Además, con el tiempo también cambia el modo de consumir la
fuerza de trabajo; a este respecto, Marx se encargará de
resaltar que la fuerza de trabajo se utiliza de un modo cada vez más intensivo,
como consecuencia de la supresión de los tiempos muertos en la producción, lo
que hace disminuir la fatiga física pero aumentar la fatiga nerviosa y conlleva
la exigencia de reducción de la duración del trabajo. Estos elementos nuevos
tienden, todo lo demás igual, a la elevación del valor de la fuerza de trabajo,
pero su traducción en el salario no es ni mucho menos mecánica. Para que el
cambio en el valor de la fuerza de trabajo se traduzca en un cambio en los salarios
es necesario que las nuevas necesidades sean efectivamente percibidas por los
propios trabajadores y que las luchas obreras puedan conseguir su objetivo
ajustando el salario a su valor. En el capitalismo, como lo reafirma Marx,
no se reconoce espontáneamente esta necesidad.
En resumen, más allá de los matices mencionados, lo esencial para Marx es
lo siguiente: lo que realmente se compra con un salario no es el tiempo
de trabajo sino la fuerza de trabajo durante un
cierto tiempo. El pretendido mercado de trabajo es en efecto el mercado de
fuerza de trabajo. En este mercado, capitalistas y asalariados suscriben un
contrato con total libertad, valor igual contra valor igual. Pero, como
veremos, para Marx éste es un mercado de apariencias. Detrás
de la esfera del intercambio, donde se intercambian valores idénticos, en la
esfera de producción se esconde la verdadera explotación del trabajo.
En la actividad productiva, la fuerza de trabajo se combina con los medios de
producción (objetos e instrumentos de trabajo). Estos dos elementos juegan
papeles completamente distintos en el proceso de creación de valor. En el
proceso de producción, el valor de los medios de producción se transfiere en su
totalidad al producto. En esa dimensión de la producción no se crea ni se
destruye valor alguno. La simple utilización de medios de producción no sirve
para aumentar la cantidad de trabajo "cristalizado" que incorporan
tales medios. El valor contenido en los medios de producción se transmite al
producto final.
No
ocurre lo mismo con el trabajo. Hemos visto, en efecto, que lo que compra el
capitalista no es el tiempo de trabajo sino la fuerza de trabajo durante un
cierto tiempo. Quien vende su fuerza de trabajo deja de poseerla y pierde los
derechos que tenía sobre ella. El capitalista adquiere la fuerza de trabajo por
su valor de cambio y dispone, en consecuencia, de su valor de uso. El valor de
uso de la fuerza de trabajo no es otra cosa que el tiempo durante el cual esta
fuerza de trabajo puede ponerse en funcionamiento. Estamos, en efecto, en
presencia de un bien muy particular; tal vez el único bien cuyo valor de uso se
puede cuantificar. El capitalista, dueño del tiempo de utilización de la fuerza
de trabajo, se encuentra con que hay una diferencia positiva entre la duración
necesaria para la reproducción de la fuerza de trabajo y el tiempo durante el
cual la fuerza de trabajo se puede poner en funcionamiento. Como dice Marx,
"el valor que posee la fuerza de trabajo, y el valor que ésta puede crear
difieren en tamaño". Este desfase, entre el valor de uso y el valor de
cambio de la fuerza de trabajo, es precisamente la plusvalía.
El capitalista será quien se apropie de la plusvalía. Pero, la plusvalía no es
otra cosa que trabajo no pagado. El intercambio de valores equivalentes en el
mercado de trabajo permite entonces la explotación del obrero en la esfera
productiva. A partir de aquí es posible entender el modo en que la fuerza de
trabajo y los medios de producción participan en la formación de valor. Como
mencionamos en el segundo apartado, el trabajo se puede ver desde un punto de
vista concreto o abstracto. En tanto que trabajo concreto, el trabajo realiza
la transferencia al producto final del valor incorporado en los medios de producción.
En tanto que trabajo abstracto el trabajo crea valor, es decir crea un valor
necesario para su reproducción y, además, produce plusvalía.
Por su parte, los medios de producción transmiten su valor al producto. Las
materias primas y los bienes intermedios pierden su aspecto inicial, son
consumidas en su totalidad, y su valor se transmite completamente al producto.
Por el contrario, las máquinas y los edificios conservan su aspecto inicial
mientras se usan gradualmente; este uso progresivo se analiza como una cesión
gradual de valor. Evidentemente, la totalidad del valor de uso participa en el
proceso de producción.
Estas consideraciones de naturaleza técnica, permiten retomar la clásica
distinción entre capital fijo y circulante. El capital fijo comprende los
medios de producción que participan, como una totalidad, en la producción de
valor de uso pero solo una fracción de su valor se convierte en valor de
cambio. El capital circulante, por su parte, transmite íntegramente su valor de
cambio a la mercancía. Como ya subrayó Ricardo, esta distinción
capital fijo/circulante es más una cuestión de grado que de naturaleza y
depende fundamentalmente de la duración del período de análisis.
Más allá de los aspectos técnicos mencionados arriba, lo esencial de la teoría
de la explotación se encuentra en los distintos papeles que juegan los medios
de producción y la fuerza de trabajo en la creación de valor. La teoría del
capital le sirve a Marx para expresar esta diferencia; así,
los medios de producción sólo transmiten su valor al producto, y es
precisamente por esta circunstancia que Marx lo denomina
capital constante. Por el contrario, la fuerza de trabajo utilizada en la
producción reproduce su valor y crea una plusvalía y por esta razón Marx lo
denomina capital variable.
De lo anterior podemos concluir entonces que el valor de una mercancía
producida con la ayuda de capital constante y variable se descompone entonces
en capital constante consumido, capital variable utilizado y plusvalía. Es decir:
M(valor) =c (capital constante consumido) + v (capital variable) +
pl (plusvalía)
Si nos interesamos por el papel de la fuerza de trabajo, la descomposición
anterior del valor nos muestra cómo el capital variable anticipado sirve para
reproducir la fuerza de trabajo. Es decir, esta fracción del capital permite,
al mismo tiempo, la subsistencia del obrero y, lo que es más importante para el
funcionamiento del sistema, que el capitalista vuelva a encontrar la misma
fuerza de trabajo en el mercado en el período siguiente. Esta parte del tiempo
de trabajo se denomina trabajo necesario. Pero, como ya hemos visto, el
trabajador también crea una plusvalía; es decir, un trabajo excedente, no
pagado y apropiado por el capitalista.
Si relacionamos esos elementos, podremos obtener una tasa de explotación o tasa
de plusvalía (pl/v), que se expresa como la relación entre la plusvalía
y la parte del capital anticipado que crea tal plusvalía. En la práctica, para
una duración de la jornada de trabajo (un día por ejemplo), esta tasa de
explotación puede expresarse por la relación trabajo excedente/trabajo
necesario. Esta relación refleja el hecho de que el trabajador consagra una
parte del tiempo a trabajar para sí mismo y la otra a trabajar para el
capitalista (una realidad evidente en el feudalismo que sigue existiendo,
aunque de modo encubierto, en el capitalismo). En resumen:
Tasa de explotación = Pl / v = t'/t = Trabajo excedente /trabajo
necesario
A
partir de la expresión anterior y por definición podemos escribir:
Donde PL es
la plusvalía total, pli es la plusvalía por obrero, vi es
el capital variable por obrero y V el capital variable total.
Lo que también puede expresarse como:
Donde f es
el valor medio de la fuerza de trabajo; n el empleo y t'/t es
la tasa de explotación.
Si razonamos, como hace Marx en primer lugar, suponiendo una
tasa de explotación dada, resultará entonces que la plusvalía total depende del
volumen de capital variable anticipado. Es decir, con una tasa de explotación
dada y un valor medio de la fuerza de trabajo dado, la plusvalía crece con el
empleo. El crecimiento del empleo, de la mano de la acumulación de capital, es
entonces uno de los medios con que cuenta el capitalista para aumentar la
plusvalía. Marx le denominará a este fenómeno aumento de la plusvalía absoluta
(o simplemente plusvalía absoluta).
El aumento del empleo se puede conseguir por dos medios diferentes. El primero,
a través del aumento del número de trabajadores, con la misma duración de la
jornada de trabajo. Este aumento es evidentemente posible, pero está limitado
por el crecimiento natural de la población activa. El segundo, mediante
la prolongación de la jornada de trabajo. Esta segunda opción está limitada,
por una parte, por razones fisiológicas (ya que hace falta un tiempo mínimo
para recuperarse después de la jornada de trabajo), pero sobre todo por razones
sociológicas (la prolongación de la jornada de trabajo resultará en una viva
resistencia obrera). Por ese motivo, el aumento de la plusvalía en su forma
absoluta topará con sus límites rápidamente y exigirá que el modo de producción
capitalista ponga en marcha otro método, que Marx denominará
la producción de plusvalía relativa.
El modo de obtener la plusvalía relativa es simple. Manteniendo constante la
jornada de trabajo y el número de trabajadores, la plusvalía sólo puede
aumentar reduciendo el trabajo necesario y aumentando el trabajo excedente; es
decir, aumentando la tasa de explotación. Si excluimos, por hipótesis, que el
salario pueda ser inferior al valor de la fuerza de trabajo, la única forma de
aumentar la tasa de explotación estará en la disminución del valor de la fuerza
de trabajo. Esta disminución se consigue disminuyendo el valor de los bienes
fundamentales que aseguran la renovación de la fuerza de trabajo; es decir,
aumentando la productividad del trabajo en las empresas que producen los bienes
de consumo obrero.
Para aclarar cómo se alcanza en la práctica el resultado anterior hay que tener
en cuenta la realidad de la competencia. El empresario capitalista vive en un
mundo en el que ganar una cuota del mercado es el elemento esencial para la
obtención de ganancias. En ese contexto, la innovación tecnológica le permite
reducir los costes del trabajo y establecer de ese modo un valor de los bienes
que produce por debajo del valor social de los mismos. El capitalista innovador
obtiene así una plusvalía suplementaria, cuya traducción concreta es una tasa
de beneficio superior a la media, y una cuota del mercado superior a sus competidores.
Por supuesto, como hemos visto, en la esfera de la circulación nada se crea ni
se destruye, y tal plusvalía suplementaria solo puede provenir de la
redistribución de la plusvalía global, en perjuicio de los competidores que sin
duda se verán obligados a vender por debajo de su valor. La restauración de la
tasa de ganancia para todas las empresas pasará evidentemente por la adopción y
generalización del nuevo proceso. Este proceso general, nacido de la
competencia, conduce entonces a la disminución del valor unitario de los bienes
producidos.
En lo que respecta a la plusvalía relativa, la cuestión crucial consiste en
saber donde tendrán lugar estas innovaciones. Si estas se realizan en los
sectores que no sirven para la reproducción de la fuerza de trabajo, la
plusvalía global no aumentará ya que tampoco disminuirá el valor de la fuerza
de trabajo. Si, por el contrario, las innovaciones tienen lugar en los sectores
que producen bienes de consumo obrero, se hace posible la producción de la plusvalía
relativa. El capitalista innovador realiza una plusvalía extra en detrimento de
sus competidores. Luego se difunde la innovación o aparecen nuevas
innovaciones, el valor unitario de los bienes de consumo sufre una disminución
que se generaliza, el valor de la fuerza de trabajo disminuye y el salario se
ajusta progresivamente al nuevo valor. Las plusvalía global crece (en su forma
relativa) a medida que las plusvalías suplementarias que nacen de las olas de
innovación se van erosionando progresivamente. En resumen, la búsqueda de la
máxima ganancia por parte de cada capitalista tendrá como consecuencia a escala
social el aumento de la tasa de explotación y de la plusvalía global.
En el esquema de Marx, la teoría de la producción no sólo es útil
para explicar el proceso de creación de valor; también lo es para entender las
leyes que rigen la distribución de la riqueza. El valor producido sirve, por
una parte, para reponer el capital constante consumido y para reproducir la fuerza
de trabajo y, por otra parte, para reportar una plusvalía al capitalista. En la
medida en que se recomponen los medios de producción y la fuerza de trabajo, se
recrean también las condiciones que permiten reiniciar un nuevo ciclo
productivo. Como los capitalistas siguen siendo los únicos poseedores del
capital y los obreros sólo poseen su fuerza de trabajo, la producción de
mercancías reproduce también las relaciones sociales propias del capitalismo.
La acumulación de capital toma la forma de aumentos en el capital constante (C)
y de capital variable (V) y es fácil comprender que, para la evolución
de capitalismo, es crucial el conocimiento de la evolución de la
distribución C-V. Esto nos lleva directamente al concepto de
composición orgánica del capital.
4.1 la
composición orgánica del capital y su evolución
Desde el punto de vista práctico, la producción resulta de la combinación de
medios específicos de producción y de modalidades concretas de trabajo. Bajo
este ángulo descriptivo, es posible hablar de composición técnica del
capital. Esta combinación productiva tiene, por otra parte, una traducción
en valor; en ese caso nos referiremos a ella como composición orgánica
del capital. La composición orgánica del capital se define como la relación
entre el capital constante y el capital variable; es decir como: q=C/V.
Según Marx, con el desarrollo del capitalismo se produce un aumento
evidente de la cantidad de máquinas que utiliza cada trabajador (es decir de la
composición orgánica del capital). El aumento de la productividad del trabajo,
que pasa por la puesta en marcha de innovaciones, se manifiesta en la
utilización de técnicas cada vez más capitalistas (o cada vez más intensivas en
capital). La traducción en valor de este aumento de la composición orgánica del
capital no es, sin embargo, inmediata. En otros términos, no podemos
afirmar a priori que el progreso del maquinismo aumenta o
disminuye la creación de valor.
En efecto, la consecuencia del aumento del maquinismo sobre el valor del
capital anticipado está sometida a dos efectos contradictorios: un efecto
volumen que influye al alza (cuanto más máquinas mayor será su valor), y un
efecto valor que influye a la baja (el progreso técnico hace disminuir el valor
unitario de los bienes producidos). Esto es igualmente cierto para el capital
constante como para el capital variable. Sin embargo, para Marx, el
efecto valor, relativamente pequeño, sólo sirve para atenuar el efecto volumen,
que, en definitiva, es el dominante. Podríamos tratar de justificar este punto,
por ejemplo, con el supuesto implícito de que el aumento de la productividad
del trabajo influye más o menos del mismo modo sobre la producción de bienes de
capital y sobre la producción de bienes de consumo obrero; por tanto, en la
relación C/V, el efecto valor afectará del mismo modo al
denominador y al numerador, dejando influir sólo al efecto volumen.
Siguiendo a Marx, se puede afirmar entonces que en el proceso de
acumulación capitalista, la composición del capital crece de un modo
permanente. Esta tendencia tiene algunas consecuencias dignas de mención. A
medida que aumenta la composición orgánica del capital, aumenta también el
volumen mínimo requerido de las inversiones, haciendo surgir barreras de
entrada y acentuando el fenómeno de concentración de capitales. Con la
concentración también aumenta la vulnerabilidad de las empresas rezagadas. La
acumulación de capital, según Marx, se realiza entonces en un
contexto de quiebras, recompras, fusiones, afiliaciones, acuerdos de colusión,
etc; fenómenos todos ellos que llevan inexorablemente a la centralización de
capitales en pocas manos. Es de ese modo "como se abre paso a escala
social el aumento de la composición orgánica".
4.2 Acumulación de capital y empleo
Una parte de la plusvalía creada con la explotación de la fuerza de trabajo se
acumula en la forma de capital variable y sirve entonces para generar nuevos
empleos. Si la composición orgánica del capital permanece constante, en cada
período se convertirá en empleo nuevo una fracción constante de la plusvalía.
Así, suponiendo para simplificar una tasa constante de explotación, la
plusvalía, el capital variable y, en consecuencia, el empleo aumentarán al
mismo ritmo. El siguiente ejemplo numérico ilustra este mecanismo:
Períodos |
C |
V |
Pl |
DC |
DV |
DV/V |
1 |
800 |
200 |
200 |
160 |
40 |
0,2 |
2 |
960 |
240 |
240 |
192 |
48 |
0,2 |
3 |
1152 |
288 |
288 |
230,4 |
57,6 |
0,2 |
Pl/V =
1 ; C/V = 4 |
La evolución anterior es claramente insostenible. Con las hipótesis planteadas,
es improbable que el ritmo de crecimiento de la población activa sea suficiente
para satisfacer el ritmo deseado de acumulación de capital variable. De ello
resultará entonces una demanda excedente de trabajo, que elevará los salarios
en detrimento de los beneficios, y que terminará por ralentizar y eventualmente
frenar la acumulación de capital. Para Marx, siempre que la
composición orgánica del capital muestra una cierta inercia, se producirá un
movimiento cíclico de la economía en el que la expansión se manifiesta,
primero, por un fuerte desarrollo del empleo y, a continuación, por un
crecimiento excesivo de los salarios y una caída en la tasa de beneficios. La
cima del ciclo se obtiene cuando la tasa de beneficios es el mínimo compatible
con la acumulación; a partir de allí, la acumulación disminuye y eventualmente
se hace cero. El tipo de salario, que antes había aumentado, ahora disminuye y
se inicia una recesión que terminará cuando se restablezca el beneficio normal.
Esta es una de las razones centrales por las que el capitalismo, para Marx,
es esencialmente inestable.
Más allá de los movimientos cíclicos, a más largo plazo, la composición
orgánica del capital crece. Esto será lo que ocurra si, a medida que se acumula
capital, el capital variable, y con él el empleo, aumenta a un ritmo
decreciente. Este punto puede ilustrarse con el ejemplo numérico siguiente:
Períodos |
C |
V |
C/V |
Pl |
DC/DV |
DC |
DV |
DV/V |
1 |
800 |
200 |
4 |
200 |
4 |
160 |
40 |
0,2 |
2 |
960 |
240 |
4 |
240 |
5 |
200 |
40 |
0,166 |
3 |
1160 |
280 |
4,14 |
280 |
6 |
240 |
40 |
0,143 |
4 |
1400 |
320 |
4,375 |
320 |
7 |
280 |
40 |
0,125 |
5 |
1680 |
360 |
4,375 |
360 |
8 |
320 |
40 |
0,111 |
6 |
2000 |
400 |
5 |
400 |
9 |
360 |
40 |
0,1 |
La
tabla anterior se construye del siguiente modo:
- en cada período DC
y DV se añaden respectivamente a C y a V.
- DC y DV se obtienen del siguiente modo: la plusvalía es igual al
capital variable (pl/V=1). Esta plusvalía se distribuye entre DC y DV sobre la
base de la composición orgánica del capital de las técnicas nuevas dada por la
columna DC/DV.
Los resultados serán los siguientes:
- La acumulación
capitalista sirve para crear nuevos empleos. En este caso tales puestos de
trabajo se crean a un ritmo constante en términos absolutos (pero es posible
imaginar ritmos crecientes o decrecientes). Sin embargo, lo más importante es
los siguiente:
- La tasa de crecimiento del empleo es decreciente (DV/V
disminuye).
El caso planteado no parece
demasiado negativo si tenemos en cuenta que en él el empleo crece a una tasa
decreciente, pero positiva. El problema es que las cosas no terminan ahí. En
efecto, si introducimos la depreciación del capital, el resultado sobre el
empleo puede convertirse en negativo. La razón está en que el remplazamiento
del capital usado se hace sobre la base de técnicas nuevas de producción, más
capitalistas que las anteriores y que, en consecuencia, implican la destrucción
de empleos antiguos.
En resumen: la evolución del empleo es el resultado de dos tendencias
contradictorias: una de ellas creadora de empleos (la capitalización de la
plusvalía), y la otra destructora, el aumento y el reemplazo del capital sobre
la base de una composición orgánica creciente. Para Marx, esta
tensión permanente no conduce a un equilibrio y, a la larga, la destrucción de
empleos predominará sobre la creación de puestos de trabajo. En efecto, como
hemos visto, en el mejor de los casos, la creación de empleos se realiza a un
ritmo decreciente. Pero, la destrucción de empleos se produce a un ritmo
creciente, ya que el aumento de C/V conduce al crecimiento del capital
utilizado, y, en consecuencia, a un aumento del capital que, en cada período se
reemplaza sobre la base de nuevas técnicas. En resumen: entre la tendencia a la
baja de empleos creados y la tendencia al alza de los empleos destruidos, el
capitalismo se convierte inevitablemente en una "gran fábrica de
parados" que, según la célebre expresión de Marx, se
incorporarán al "ejército industrial de reserva".
Evidentemente, lo anterior es la descripción de una tendencia de largo plazo,
perfectamente compatible con fases de crecimiento del empleo. Lo esencial es
que el mercado de fuerza de trabajo está bajo el dominio total del capital.
Lejos de tratarse de dos polos independientes, la demanda y la oferta de fuerza
de trabajo no son más que los dos aspectos de la misma dominación. Como
dice Marx: "En estas condiciones, la ley de la oferta y la
demanda corona el despotismo capitalista" (1.III.83)
5. Los Esquemas de reproduccion
Teóricamente, según Marx, es posible distinguir dos modalidades de
la reproducción del ciclo productivo. En la primera modalidad, el capital, la
fuerza de trabajo y las relaciones sociales se reproducen período tras período
sobre una base idéntica; en este caso, que Marx denomina de
reproducción simple, el capital avanzado no aumenta ni disminuye con el paso
del tiempo o, lo que es equivalente, los capitalistas consumen totalmente la
plusvalía. En la segunda modalidad, que Marx denominará de
reproducción ampliada, se capitaliza una parte de la plusvalía y, por lo tanto,
una parte de la plusvalía se convierte en fuerza de trabajo y en medios
suplementarios de producción. Obviamente, esta última situación es la norma
general del capitalismo.
En el caso de reproducción ampliada, las consecuencias sobre el empleo son
directas e inmediatas: la acumulación de capital se concreta con el anticipo de
un capital variable suplementario que dará lugar a una plusvalía suplementaria.
La acumulación de capital, si nos limitamos a este mecanismo, es un proceso que
se refuerza a sí mismo. Para Marx los capitalistas son
fanáticos de la acumulación; aunque esta característica no se explica por
razones psicológicas, sino por motivos históricos que deben buscarse en las
reglas impuestas por la competencia. El capitalista no acumula por vocación,
sino porque está es la condición de supervivencia impuesta por la competencia.
Hasta ahora hemos tratado el capital como un valor anticipado para la
producción. En realidad, el ciclo del capital es de hecho una imbricación de
ciclos de capitales individuales que no se puede realizar más que por la
coherencia de los valores de uso. En efecto para que se pueda dar la
circulación D-M-D', es necesario que en todas las etapas se consiga la
coherencia de los bienes producidos y las necesidades a satisfacer. El capital
inicial nace de una venta previa, su inversión en medios de producción específicos
exige la presencia de tales medios en el mercado, la compra de la fuerza de
trabajo, por su parte, supone la existencia de bienes de consumo obrero y, del
mismo modo, la realización de la plusvalía exige que el producto sea
socialmente útil. Es decir, una economía sólo puede funcionar si existe una
compatibilidad sectorial que asegure la armonía del conjunto. Esta
compatibilidad necesaria es la que Marx desea describir en sus esquemas de
reproducción.
La división más general que podemos concebir de la economía es la que distingue
el sector de los bienes de producción (sector I) y el sector de los bienes de
consumo (sector II). En cada una de los sectores, el valor creado (M), se puede
descomponer en capital constante consumido (c), capital variable (v) y
plusvalía (pl). es decir:
Sector I: M1 = c1 +v1 +pl1
Sector II: M2 = c2 +v2 +pl2
En el caso de la reproducción simple, la plusvalía se consume en su totalidad y
la inversión neta es nula. La producción del sector I (M1) sirve
para reemplazar el capital utilizado en los dos sectores (c1 y
c2) y la producción del sector II sirve para satisfacer la demanda
de bienes de consumo de los capitalistas y de los asalariados de los dos
sectores (v1+v2+pl1+pl2). Entonces,
las condiciones de equilibrio se escriben como:
I: c1 +v1 +
pl1 = c1 + c2
De donde: v1 +pl1 = c2
Por otra parte:
II: c2 +
v2 +pl2 = v1 + v2 +
pl1 + pl2
De donde: c2 = v1 + pl1
En el caso de la reproducción
ampliada, se consume una parte de la plusvalía (apl1 + apl2 con
a< 1), en tanto que otra parte se capitaliza ((1-a)pl1 +
(1-a)pl2). La producción del sector I sirve entonces para reemplazar
el capital utilizado (c1+c2) y para la acumulación neta
((1-a)pl1 + (1-a)pl2)). La producción II sirve para
el consumo obrero v1+v2 (los obreros no ahorran) y
para el consumo de los capitalistas (apl1 + apl2).
Entonces, las condiciones de equilibrio se convierten en:
I: c1 +v1 +
pl1 = c1 + c2 + (1-a)pl1 +
(1-a)pl2
De donde: v1 +apl1 = c2 +
(1-a) pl2
Por otra parte:
II: c2 +
v2 +pl2 = v1 + v2 +
apl1 + apl2
De donde: c2 + (1-a) pl2 = v1 +
apl1
Estas condiciones de
equilibrio, pueden ser objeto de varios análisis. Lo primero a destacar es que
las dos condiciones de equilibrio son formalmente idénticas. Ya sea en la
reproducción simple o ampliada, la demanda de los bienes de consumo proveniente
del sector I debe ser igual a la demanda de bienes de producción que emana del
sector II. En segundo lugar, en cada uno de los dos casos, el equilibrio de un
sector asegura el equilibrio del otro. Este resultado es intuitivamente
evidente, ya que ambos se sirven mutuamente de los gastos del otro. En tercer
lugar, como consecuencia directa de lo anterior, al desequilibrio en un sentido
de un sector le corresponde un desequilibrio en el otro sentido del otro sector.
Por ejemplo, si en I la producción de bienes de capital (M1) es
superior a la demanda, es decir si c1 +v1 + pl1 >
c1 + c2 + (1-a)pl1 + (1-a)pl2,
esto significa que en II la producción de bienes de consumo es inferior a la
demanda. En otros términos: a la sobrecapitalización le corresponde la
insuficiencia en la producción de bienes de consumo.
Pero, ¿qué quieren decir todas esas condiciones formales de equilibrio, tanto
para una economía estacionaria como para otra en crecimiento? Sin duda, el
objetivo de Marx era mostrar que aun en una estructura simple
(incluso elemental) las condiciones exigidas de coherencia son extremadamente
restrictivas. En esta óptica, la simplicidad del modelo no es un defecto sino
una cualidad. Si dividiendo simplemente la economía en dos sectores, la
condición de equilibrio es tal que su probabilidad de realización es más bien
pequeña, es posible pensar lo que puede ocurrir en una economía real. Las
condiciones planteadas son en efecto estrechamente rígidas y Marx no
introduce ningún mecanismo corrector o estabilizador para que puedan corregirse
los desequilibrios.
Si queremos introducir algo más de realismo en los modelos de reproducción
deberíamos, por una parte, introducir un nuevo sector (el de los bienes de lujo
demandados por los capitalistas) y tener en cuenta las amortizaciones no
sincronizadas de los bienes de capital. Así, por hipótesis, es fácil concluir
la inestabilidad crónica de un sistema interdependiente en el que se han
eliminado los mecanismos autocorrectores. Marx no se priva de extraer
conclusiones en ese sentido ni de insistir en que el menor desfase en las
condiciones de equilibrio se traducirá en shocks de inventarios en uno u otro
sector, en perspectivas no realizadas de beneficios, en caídas de precios,
quiebras de empresas y aumentos del paro.
El sistema capitalista es entonces fundamentalmente inestable y está sometido a
crisis periódicas como resultado de una producción incorrectamente articulada
de los sectores de bienes de capital y de bienes de consumo. Es importante
subrayar que las crisis en sentido marxista no son asimilables a las crisis de
subconsumo en el sentido clásico del término. El sistema no engendra, como
en Malthus, crisis de sobreproducción ya que las condiciones de
equilibrio muestran que el crecimiento equilibrado es teóricamente posible. Por
otra parte, el subconsumo no se encuentra necesariamente en el origen de una
crisis: también se puede producir la razón contraria. La idea de Marx es
que el modo capitalista de producción aumenta las producciones sectoriales sin
mantener la coherencia entre las demandas sectoriales; la razón de fondo de
tales desajustes está en que se produce por el valor de cambio y no por el
valor de uso. Esa es una fuente importante de crisis aunque no evidentemente la
única.
6. El Problema de la Transformación
Hasta ahora hemos conducido todo el razonamiento en términos de valor y de
plusvalía, conceptos sin traducción inmediata en la realidad económica. En la
vida corriente son los precios y los beneficios los que aparecen corrientemente
y, son ellos, en efecto los que deben ser explicados. Pero, esta transposición
de valores en precios y de plusvalía en beneficios no es ni automática ni
simple. Al contrario, el intento de conseguir esta transformación hace surgir,
como veremos, una contradicción. Siguiendo la tradición clásica, Marx retoma
la idea según la cual la movilidad del capital asegura la igualación de las
tasas individuales de ganancia: cada capitalista exige la misma tasa de
ganancia (descontando obviamente el riesgo de cada uno de los usos posibles del
capital). Esta idea es natural, pero en el razonamiento marxista esconde el
problema. En efecto, para el capitalista individual es completamente
indiferente que el capital se anticipe en forma variable o constante y la
ganancia debe proporcionarse a todo el capital en su conjunto. Pero, sin
embargo, el análisis de la fuerza de trabajo ha pretendido mostrar que la
plusvalía sólo proviene del capital variable. Entonces, con el mismo capital avanzado
y con la misma tasa de explotación, una empresa que utilice más capital
constante que otra deberá, en principio, obtener menos plusvalía, lo que
contradice la hipótesis de unicidad de la tasa de ganancia.
Marx reconoce
esta contradicción y trata de resolverla. Según él, en primer lugar, hay que
rechazar la hipótesis simple de que la contradicción se pueda resolver
admitiendo simplemente que el capital variable genera más o menos plusvalía
según el sector en que se emplee. Esto supondría abandonar la aplicación al
mercado de trabajo de la teoría del valor trabajo, y reconocer que el trabajo
es más o menos productivo de acuerdo con los medios de producción de que
dispone (lo que, en última instancia, significaría reconocer que el capital
constante produce valor). Obviamente, para Marx, esta es una
solución insatisfactoria, en la que la explotación se excluye a-priori, y por
todo ello propondrá otra solución.
La solución imaginada por Marx reposa en el mecanismo de
igualación (algunos utilizan el término exótico de "perecuación") de
la tasa de plusvalía a través del análisis de los precios de producción.
Examinemos esta igualación con la ayuda de un ejemplo numérico. La economía,
por ejemplo, está compuesta de tres sectores ( I, II, y III), cuyas composiciones
orgánicas son respectivamente 3/10, 8/3 y 1/2. Las cifras absolutas de capital
constante y variable en cada sector se presentan en la tabla. La composición
orgánica del conjunto de la economía es entonces 8/3, precisamente la
composición organica del sector II. Las tasas de depreciación periódica (que
permiten calcular el capital constante consumido en cada período ) son
respectivamente de 1/4, 3/8, y 3/4 y la tasa de explotación común a todos los
sectores es pl/V=1.
|
C
(1) |
V (2) |
pl (3) |
c (4) |
M (5) |
CP (6) |
r (7) |
p (8) |
p (9) |
M-p (10) |
I |
300 |
100 |
100 |
75 |
275 |
175 |
9/33 |
400X9/33 |
9375/33 |
-300/33 |
II |
200 |
75 |
75 |
75 |
225 |
150 |
9/33 |
275x9/33 |
225 |
0 |
III |
100 |
50 |
50 |
75 |
175 |
125 |
9/33 |
150x9/33 |
5475/33 |
300/33 |
Total |
600 |
225 |
225 |
225 |
675 |
450 |
225/825
= 9/33 |
225 |
|
0 |
La tabla se construye teniendo en cuenta las
siguientes relaciones:
(5) = (2) + (3) +
(4)
(6) = (2) + (4)
(8) = [(1) + (2)]x(7)
(9) = (6) + (8)
(10) = (5) - (9)
(4) se calcula como 1/4 (1); 3/8 (2) o 3/4 (3)
Para la economía en su
conjunto, el beneficio total es igual a la plusvalía total, es decir a 225, ya
que el capital variable total es igual a 225 y la tasa de explotación es del
100%. El valor total de la producción es entonces M=c+v+pl=675. La tasa de
beneficio, igual a la relación de la plusvalía sobre el capital total avanzado,
es entonces 3/11. Esta tasa de beneficio medio general es la que se aplica a
los capitales individuales de los sectores I, II, y III.
A escala sectorial, aparecen respectivamente las plusvalías de 100, 75 y 50, es
decir, la tasa del 100 por ciento aplicada al capital variable avanzado. El
capital constante consumido resulta de la aplicación de tasas de depreciación
sectoriales a los capitales constantes avanzados (es decir: 1/4(300)=75,
3/8(200)=75 y 3/4(100)=75). En estas condiciones los valores creados aparecen
en la columna (5).
¿Cómo se forman los precios de oferta de los productos (Marx les
llama "precios de producción")? Estos son la suma de los costes de
producción (capital constante consumido + capital variable avanzado-columna
(6)), y de los beneficios (obtenidos aplicando la tasa media general de
beneficios a los capitales sectoriales avanzados (columna (8)). Estos precios
aparecen en la columna (9). Salvo para el sector II, estos son diferentes de
los valores.
La diferencia (M-p) aparece en la columna (10). Los resultados de este análisis
son los siguientes. La transformación de la plusvalía en ganancia y del valor
en precio de producción se realiza por la distribución de la plusvalía. A escala
global, la plusvalía constituye el beneficio global del que disponen los
capitalistas. Los sectores que utilizan menos capital variable que la media
producen menos plusvalía por unidad de capital (en este caso el sector I) que
el sector medio. A la inversa, aquellos que utilizan más capital variable que
la media producen más plusvalía (en este caso el sector III). Pero los
capitalistas exigen una remuneración a prorrata sobre el total de capital
anticipado, y no en proporción de su capital variable adelantado. De esto
resulta que los sectores con fuerte composición orgánica venden por debajo de
su valor, en tanto que los sectores con débil composición orgánica venden por
encima de su valor. El sector medio, representativo de las condiciones medias
de producción ve coincidir precio y valor. En suma, la igualación de la tasa de
ganancia es equivalente a la redistribución de la plusvalía, de modo tal que el
capital obtiene en todas partes el mismo rendimiento. Evidentemente, en este
proceso de circulación nada se crea ni se destruye. La plusvalía no se realiza
allí donde se crea, pero la suma algebraica de los desfases entre los precios y
los valores es nula (columna 10), lo que permite concluir, que la ley del valor
se verifica globalmente.
La solución de Marx dio lugar a un importante debate cuyo
origen reside en el carácter incompleto, sino ilógico, de la teoría de la
transformación de los valores en precios. En efecto, para Marx, la
tasa de beneficio se obtiene con respecto al valor del capital invertido;
habiendo calculado ya el precio de los productos. Pero, el capitalista no
compra el capital constante ni el capital variable por su valor sino por su
precio. Una solución correcta debe servir para transformar no sólo los valores
de los productos en precios, sino también los valores de los factores y esto no
es lo que hace Marx. En cualquier caso, según Marx, el
valor no se expresa directamente en el precio de producción, sino sólo
indirectamente, por intermedio de la distribución de la plusvalía. La ley del
valor se satisface globalmente y para los precios individuales se trata
solamente de una ley tendencial.
7. La Ley de
la Baja Tendencial de la Tasa de Ganancia
Como la tasa de beneficio es la misma para todos los sectores de la economía, a
nivel agregado la tasa de ganancia y la de plusvalía son idénticas. Esta tasa
de ganancia puede entonces definirse como la relación de los beneficios sobre
el capital avanzado (o de la plusvalía sobre el capital avanzado). Marx escribe
entonces:
Donde
e es la tasa de explotación y q la composición orgánica.
Evidentemente, la evolución de r depende, al menos en una primera aproximación,
de las evoluciones respectivas de la tasa de explotación y de la composición
orgánica del capital. Para Marx, con los argumentos que luego
juzgaremos, es la composición orgánica y su evolución la que determinan la
tendencia de r; los otros factores juegan sólo como contratendencias que
matizan el resultado general. Evidentemente, si razonamos en términos de tasa
de explotación constante, el aumento de la composición orgánica del capital
entraña mecánicamente una baja de la tasa de beneficio. Lo que, económicamente,
se interpreta del siguiente modo: la sustitución constante de "trabajo
muerto" por "trabajo vivo" hace que la unidad marginal de capital
invertido reporte cada vez menos rendimiento, ya que sólo el "trabajo
vivo" crea plusvalía.
Frente a esta fuerte tendencia, el modo de producción capitalista pone en juego
contratendencias que pueden clasificarse en dos categorías: las que se refieren
a los precios y las que se refieren al valor.
A
nivel de los precios, sin ser exhaustivos, podemos mencionar, por ejemplo, la
disminución temporal del salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo
cuando hay paro o inmigración. El comercio exterior también puede jugar un
papel importante en la medida en que permite obtener los bienes de producción,
materias primas y bienes de subsistencia a un precio inferior al precio del
mercado interno. Mas importante para el porvenir de la teoría Marxista es el
papel jugado por las exportaciones de capital, sea bajo la forma de préstamos,
en cuyo caso el capital nacional puede recoger parte de la plusvalía generada
en el exterior, sea en la forma de inversiones directas, en cuyo caso el
capital se beneficia de una explotación más acusada y de unos salarios reales
más bajos.
A
nivel del valor, podemos, en primer lugar, imaginar un aumento de la tasa de
explotación a través de un aumento de la plusvalía absoluta, es decir, por la
prolongación de la jornada de trabajo o de la intensificación del trabajo.
Para Marx estos son sólo paliativos, tales mecanismos están
limitados por razones puramente físicas y por las luchas obreras.
La aceleración de la rotación del capital es también un freno a la baja
tendencial de r. En efecto, si tc es la tasa de rotación del
capital constante, podemos escribir:
donde
c es el capital constante consumido (si, por ejemplo, el capital constante se
utiliza en dos años la tasa de rotación será de 1/2). Vemos que todo aumento de
tc corresponde a una disminución del capital constante avanzado
sobre el período unitario, y es entonces algo que conduce a un alza de la tasa
de ganancia.
En suma, estamos inmersos en un conjunto de fuerzas antagónicas entre las que
ninguna parece dominar. Esta impresión no hace más que confirmarse si
eliminamos la hipótesis de una tasa de explotación constante (que además es
insostenible en el marco del razonamiento de Marx). En efecto, el
aumento de la composición orgánica del capital y el de la tasa de explotación
son dos resultados del mismo movimiento. El crecimiento de q significa el
crecimiento de la productividad del trabajo, que no podemos suponer como
exclusiva al sector I. La producción de bienes de consumo obrero también se
beneficia, lo que conlleva la mayor producción de plusvalía y al aumento de la
tasa de explotación. Además, la evolución de la tasa de beneficio depende de
dos fuerzas contradictorias: una que presiona a la baja (el aumento de q), y
otra al alza (el crecimiento de pl/v). El propio Marx dice que
"las causas mismas que producen una baja tendencial de la tasa de
beneficio inducen también efectos compensadores". Es decir, sin duda, que
las contratendencias no ponen en duda la tendencia. Pero esto también equivale
a decir que si la tasa de ganancia disminuye se verifica la ley; en tanto que
si aumenta, son las contratendencias las que dominan (¿provisionalmente?) sobre
la tendencia.
Admitamos, a pesar de todas las reservas, que Marx tiene razón
y la tasa de beneficio disminuye. El modo capitalista de producción en sus
etapas avanzadas se encontrará entonces con una acumulación excesiva de
capital. Este exceso de acumulación no significa que el capital disponible
permite satisfacer de sobra las necesidades sociales; sólo significa que la
plusvalía es insuficiente con respecto al volumen de capital anticipado. Esta
contradicción se puede superar con la desvalorización de una parte del capital.
Es decir con la valoración de una parte del capital por una tasa de beneficio
inferior a la tasa normal de beneficio general. La desvalorización puede tomar
distintas formas, que son al mismo tiempo los síntomas de una crisis cíclica:
retirada pura y simple de capitales de la producción, recompras a bajo precio
después de la quiebra de las empresas, fragmentación de la tasa de beneficio,
intervención del estado, etc. Más allá de estas múltiples formas, la
desvalorización de ciertos capitales permite contrabalancear provisionalmente
las consecuencias de una baja de la tasa de ganancia permitiendo mantener su
rentabilidad a los capitales no desvalorizados hasta el momento en que la ley
tendencial haga sentir de nuevo sus efectos con la aparición de una nueva
crisis.
Esta tendencia a la disminución secular de la tasa de beneficio, unida a las
otras tendencias mencionadas en los apartados anteriores, permite comprender la
afirmación de Marx, de que "el capitalismo está infectado con el germen de
su propia destrucción".
Y ahora para poder hacer nuestra meta
estructura démosle contenido con el estructuralismo y el pos estructuralismo
Veamos
a Saussure
https://www.youtube.com/watch?v=8qDIPLYPS5A
Veamos ahora Pierce
https://www.youtube.com/watch?v=8qDIPLYPS5A
Y por último el intento del Tractatus de
Wittgenstein
https://www.youtube.com/watch?v=75L1Swxgu9s
El estructuralismo es determinación
Ahora vemos el pos estructuralismo
Derrida
https://www.youtube.com/watch?v=u0VVGGrBSD0
Foucault
https://www.youtube.com/watch?v=IL3tCQ5aZSg
Deleuze
https://www.youtube.com/watch?v=LB2T9_uc6eQ&list=PLfg-nvLMvO0i1F-Bz5gBpif7h9wuhvmwj
El pos estructuralismo es
indeterminación
Veamos la primera solución
Determinista→← indeterminista
Ambos se cancelan
Es decir la referencia en el
estructuralismo se Sauserre es arbitrario según el código del sistema, en el de
Pierce pasa por un iterpretante pero que también es un constructo de interpretación
convencional aunque con más posibilidades no deja de ser determinista en los
pos estructuralistas no hay determinación ya sea por el deseo de Deleuze donde
la potencialidad de ensamble de las maquinas deseantes es infinita o por la resistencia al poder en Foucault
donde se acepta una determinación pero interesada según aquellos que prodúzcanla
episteme o sobre todo en Derrida porque deconstruye el código binario, pues
bien lo determinado e indeterninado se cancela.
Nosotros entendemos a Hegel como una dialéctica
positiva que se supone supera toda determinación en el absoluto pero en esa
superación meta estructural donde la experiencia hace la negación de la
negación se crea la súper estructura determinativa, en que la razón concibe, es
decir que unimos el determinismo estructural con el absoluto meta estructural y
para nosotros este superar de la razón la experiencia para llegar al espíritu absoluto
crea la determinación así el análisis sincronico del estructuralismo se realiza
por la síntesis diacrónica del devenir de la razón, comprendamos entonces que
la referencia es integrada desde la experiencia de la consciencia
Por otro lado la indeterminación es
marxista, el capital es inestable no por la contradicción del capital constante
con el capital variabe en el decrecimiento de la tasa de ganancia sino porque la experiencia cero donde la razón
hace la afirmación de la afirmación del no ser haciendo que la experiencia
supere a la razón para diluirse en la naturaleza ,siempre llevara a la
indeterminación, nuestra experiencia es trágica conduce a la entropía,
destrucción, muerte el Dharma es su inversión sagrada volviendo al primer vacío
pero la experiencia marxista es un dharma profano que nos lleva a la tragedia
total de una lucha violenta cuasi infinita, así la experiencia pura es la base
de la indeterminación configurando la infraestructura aquí la referencia
siempre estará indeterminada porque el lenguaje no funciona como un sistema
sino como un campo que adquiere significado según las relaciones y sus contextos
pero estos son altamente variables al punto que nunca llegan a determinarse.
Hegel Espíritu absoluto
1→0→1
Estructuralismo súper estructura
Marx Experiencia pura
0→1→0
Post estructuralismo infra estructura
Segunda solución ambas son iluminadas
Cruzamos el espejo desde una determinación hacía
una indeterminación y viceversa surgiendo en cada cruce un traspaso donde se
crean nuevas conexiones referenciales.
Determinación ←→Indeterminación
Tercera solución
Le damos la razón a lo determinado
Cuarta solución
Le damos la razón a lo indeterminado
Quinta solución creamos una meta estructura
que sintetice a Jung determinación y a Lacan indetermianción, asi pasamos de la
indeterminación referencial a la determinación referencial arquetípica se
parece mucho a la solución de Zizek solo que radicalizamos nuesro imaginario con
Jung así la referencia e una activación a un arquetipo innato pero teniendo
como base Lacan sabemos que esta es una contrucción desde la referencia
indeterminada.
Nosotros nos quedamos con esta respuesta a
tu pregunta pero sabemos que las otras
son válidas y que la nuestra reinicia el ciclo del logos pudiendo crearse otra
meta estructura que de una estructura producto de la síntesis de la
infraestructura con la síper estructura y viceversa.
Me he explayado para dar el modelo de
solución de cualquier problema en la Ciencia del logos veras que realmente no
hay solución sino una meta solución que crea un nuevo problema.
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