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lunes, 4 de marzo de 2024

Imágenes teóricas

 

Imágenes teóricas

       De la ciencia del Logos

              Para saborear

 

Alegoría del ser como síntesis metafórica←→Paradoja←→Alegoría del no ser como síntesis metafórica.

OBSERVACIONES

"¿Debe el filósofo odiar las expresiones religiosas?" La pregunta es un absurdo, y sin embargo muchos en su posición "filosófica" lo hacen. Si partimos de que el filósofo ya posee alas (no las de Ícaro como lo aclaramos anteriormente, ya que esas alas de cera son de elemento agua) en ningún momento pierde el tiempo considerando alegatas de una escala menor evolutivamente. El filósofo que odia a los religiosos o a las expresiones religiosas evidencia no sólo que no ha entendido a la Filosofía sino que además sigue en el limo dogmático queriendo que los demás piensen como él, así entonces ni siquiera llega a ser tautólogo; es digno de admirar quien participa incluso de actividades culturales o religiosas siendo filósofo porque evidencia su altura de miras... si bien es cierto el filósofo está del lado de las "injusticias", la postura de repugnancia hacia un grupo social es fanática y anti humanista, además tiene como miras uniformar... lo "uno" como le llamaría Heidegger. Y ese "uno" (no nos referimos al gran Uno desde el punto de vista arquetípico y platónico) lo establece el poder de turno, de tal manera que lo que hoy es una "verdad" establecida por el poder, mañana será otra (citando a Foucault), y la misión del filósofo no es pelear contra esas versiones temporales porque se miraría como el ave que va a estrellarse a una ventana de vidrio, la postura del filósofo es la libertad y todas esas manifestaciones que incitan a los discursos de odio, ya sea de género, nacionalista, religioso, o de cualquier otra índole son el puro limo dogmático y para nada "filosóficas". Aquel que alcanza una verdad por sí mismo es consciente de lo intramsmisible que es el verdadero proceso filosófico pero reconoce la sanidad social que se alcanza con ello, razón por la cual hemos decidido llamar a este libro Filosofía tautológica, ya que no invita a que creamos en él pero sí a observar con amplitud de miras si al vuelo filosófico se desea aspirar.

Texto: Álvaro Morales Valdés

© Álvaro Filósofo

 

 

Luis E. Paredes

Colaborador destacado

No hay que confundir los términos, no es ningún odio hacia las religiones. Es que después de haber estudiado su filosofía es claro que la esencia de la religión es esta: explicaciones basadas en mitos y leyendas convertidas en dogmas difundidas por grupos de fanáticos capaces de quemar vivos a personas por pensar diferente. Y así se difundió la actual mitología occidental.

No existe ninguna razón para aceptar la real existencia de dioses todo poderosos creadores del universo, y mucho menos para aceptar la mitología de dioses, paraísos ni infiernos. Todo eso está en la mente, fuera solo está el universo y sus leyes naturales.

Qué cómo existimos nosotros? Cómo existe el universo?

Yo no lo sé y usted tampoco. Nadie lo sabe.

Como ya ha sido dicho, no hay verguenza en no saber. La única verguenza es inventarse cuentos y pretender venderlos como verdades reveladas por dioses imaginarios.

 

Álvaro Morales Valdés

Autor

Colaborador destacado

Creo que le caerá bien meditar el escrito compartido, Luis E. Paredes, ya que es evidente su odio antirreligioso.

 

 

Luis E. Paredes

Colaborador destacado

Álvaro Morales Valdés no le llame odio porque no lo es. Simplemente soy muy escéptico y me atrevo a no aceptar los dogmas de la mitología cristiana.

 

 

Luis E. Paredes

Colaborador destacado

Álvaro Morales Valdés "Las fábulas se deben enseñar como fábulas, los mitos como mitos y los milagros, como fantasías poéticas. Enseñar supersticiones como si fuesen verdades es terrible. La mente del niño las acepta y cree, y solo con un gran dolor, y tal vez la tragedia, se podrá librar de ellas con los años." - Hipatia de Alejandría

 

 

Álvaro Morales Valdés

Autor

Colaborador destacado

Sí, Luis E. Paredes, ya sabemos lo que dijo Hipatia. Saludos.

 

 

·          

 

Christian Franco Rodriguez

Colaborador destacado

Que ingenuidad pensar que la filosofia no es un mito reflexionándose a mismo y que la ciencia no es el conocimiento que se alcanza con esa reflexión, pero yo celebro el odio porque en ese odio hay la esperanza de alcanzar un nuevo mito de revelar una nueva verdad y esto da luces más es hora de reconocer la derrota el mito cristiano nos ha vencido.

 

Álvaro Morales Valdés

Autor

Colaborador destacado

Si entendieras de Filosofía, no celebrarías el odio, Christian Franco Rodriguez. 

 

Christian Franco Rodriguez

Colaborador destacado

Álvaro Morales Valdés Si comprendieras de poesía lo amarías Alegoría del ser como síntesis metafórica←→Paradoja←→Alegoría del no ser como síntesis metafórica.

 

Álvaro Morales Valdés

Autor

Colaborador destacado

También soy poeta, Christian Franco Rodriguez, no me vengas con verborragia hecha con fáciles falacias.

 

Christian Franco Rodriguez

Colaborador destacado

Álvaro Morales Valdés No me subestimes vamos poco a poco para que comprendas esta imagen que te he propuesto: Alegoría del ser como síntesis metafórica←→Paradoja←→Alegoría del no ser como síntesis metafórica. empecemos con este video https://www.youtube.com/watch?v=ZbqSuRMKcsw y aquí el libro al que se refiere  https://lecturayescrituraunrn.files.wordpress.com/2017/03/unidad-5-lakoff-y-johnson-metc3a1foras.pdf  no te demoraras mucho en leerlo pero comprenderlo no están  fácil como parece, espero tu comentario al libro para seguir con mi explicación.

 

¿Cuál es lo fundamental de este texto?

 Él  es como fundamento de la relación entre el tenor y el vehículo

¿Y qué  es este es?

Pues es la experiencia por la cual relacionamos un campo de dominio con otro

Este es el él aporte fundamental

Nosotros lo tenemos claro

La experiencia es la que media una un campo de la razón con otro campo de la razón

  Así como la razón media un experiencia con otra

Revisa nuestro teorema de la síntesis complementaria

 

http://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2024/02/teorema-de-la-sintesis-complementaria-o.html

 

Pero cual es esta experiencia, aquí  los autores reconocen su desconocimiento, pero sin este conocimiento, su epistemología que propone la comprensión  del contento para entender el texto cae en la relatividad porque sin comprender la experiencia que media no hay como saber ni el texto ni el contexto.  

Pues bien las experiencias son 3 la pascual, la Dharmica y el Tinkuy que es la integración de las dos para esto revisa nuestro teorema de la experiencia cero

 

http://apologiaalatristezateatroloco.blogspot.com/2024/02/teorema-reflexivo-de-la-experiencia-cero.html

 

Pero ahora veamos esta imagen del tinkuy como la paradoja fundamental.

 

Revisa este video con Atención:

 

https://www.youtube.com/watch?v=gaQ9nBcp2mc&t=1s

La paradoja de Russell

 

¿Y entonces que es el Número?

El esfuerzo estructuralista de la filosofía analítica por fundamentar   objetivamente el conocimiento y así superar a Kant  ha fracaso, el esfuerzo pos estructuralista de deconstruir toda epistemelogia ¿Ha fracasado también?

Quizás si es que nuestro esfuerzo meta estructural logra sus frutos.

Y entonces un número no es un conjunto, sino un esfuerzo poético por superar la paradoja fundamental para esto comprendamos la teoría del doble vínculo:

 

Definición: Teoría familiar sobre el origen de la esquizofrenia debida a Gregory Bateson (1904-1980) y su escuela de Palo Alto. La teoría estuvo en auge en los años sesenta. Según esta teoría la esquizofrenia tiene su origen en los mensajes, con dos preposiciones complementarias y contradictorias, que son lanzados continuamente y hacia el futuro esquizofrénico, por sus padres. Es imposible saber el sentido de estos mensajes y de esta manera el niño queda prisionero en ese doble vínculo. La forma de escapar puede ser de tres tipos: 1) El sujeto cree que la situación es lógica para los demás pero no para él, surge la forma paranoide de la enfermedad, 2) el sujeto escoge obedecer al azar, surge la forma hebefrénica, 3)el sujeto bloquea los canales de entrada de las comunicaciones, surge la forma catatónica.   

 

 La teoría del doble vínculo de Gregory Bateson se enmarca en el modelo sistémico, un marco conceptual se focaliza en la interrelación y la interdependencia entre los miembros de un sistema, como puede ser una familia, más que en las características de los componentes en sí mismos.

Esta teoría se desarrolló con el objetivo de explicar las causas psicológicas de la esquizofrenia, que Bateson asociaba con patrones de comunicación familiar inadecuados.

Si bien la hipótesis del doble vínculo ha quedado obsoleta en este sentido, fue determinante para la evolución de la terapia sistémica.

 

 

La teoría del doble vínculo

Los dobles vínculos son dilemas comunicativos debidos a la contradicción entre dos o más mensajes. Esto lleva a que, responda como responda el receptor, siempre estará cometiendo un error; resumidamente, se le transmite que tiene que hacer algo pero también que no puede hacerlo.

En el doble vínculo los mensajes suelen estar codificados en niveles de abstracción distintos; así, se produce una incongruencia entre el nivel digital o de contenido y el analógico o de relación. El ejemplo típico es el de una madre que dice “Te quiero” a su hija o hijo, pero cuyo lenguaje corporal transmite rechazo.

Esto significa que se llevan a cabo dos peticiones u órdenes simultáneas, pero es imposible cumplir una de ellas sin desobedecer la otra. Según Bateson, muchas personas en posiciones de autoridad utilizan los dobles vínculos como herramienta para controlar a otras.

Si se dan de forma continua, como sucede en algunas familias, estas paradojas llevan a la persona en posición de subordinación a sentir angustia con respecto a la relación e inseguridad sobre su propia perspectiva de la realidad.

Bateson describió cinco características principales que definen el doble vínculo. Para que éste se produzca deben cumplirse estas condiciones en un contexto comunicativo dado.

1. Interacción entre dos personas

Los dobles vínculos se producen en intercambios verbales entre dos personas. Uno de los individuos debe sentir respeto por el otro, que suele definirse como una figura de autoridad.

Aunque normalmente se habla del doble vínculo en relación a los padres o cuidadores principales de un niño, también puede producirse en profesores, por ejemplo.

2. Experiencia recurrente

El doble vínculo no debe entenderse como una situación puntual sino más bien como una experiencia recurrente para el individuo. Para que esto suceda, la mayor parte de veces es suficiente con que uno de los padres utilice los dobles vínculos de forma habitual.

3. Mandato negativo primario

En el nivel digital o de contenido del mensaje tiene un lugar un mandato negativo primario; esto significa que el emisor hace referencia a un castigo que sucederá si el sujeto lleva (o no) a cabo una conducta determinada. En el contexto familiar este castigo suele implicar la privación de afecto o bien una expresión de odio y desprecio.

4. Mandato negativo secundario

El mandato negativo secundario se produce en el nivel analógico o relacional de la comunicación. Consiste en una orden abstracta, posiblemente no verbal, que se contradice con el mandato negativo primario.

5. Mandato negativo terciario

En ocasiones aparece también una tercera petición que impide que el receptor pueda escapar del dilema. El mandato negativo terciario implica que el sujeto no puede metacomunicarse, es decir, hablar sobre la incongruencia entre los mandatos primario y secundario o los niveles de contenido y de relación.

 

 

as causas de la esquizofrenia

Bateson desarrolló la teoría del doble vínculo para explicar las causas psicológicas de la esquizofrenia. Opinaba que en su época el diagnóstico de este trastorno se realizaba con una frecuencia excesiva y pretendió delimitar los patrones específicos por los que se desarrollaba.

Según este autor, las alteraciones del pensamiento y del lenguaje que caracterizan a la esquizofrenia se deben a la adaptación de la persona a un contexto familiar en el que se producen interacciones incongruentes. En tales casos se internaliza la lógica contradictoria del doble vínculo, llevando al individuo a escapar de la realidad a través del delirio.

Aunque la teoría de Bateson fue muy influyente lo cierto es que nunca ha sido confirmada por las investigaciones. En la actualidad se cree que el doble vínculo puede ser considerado como un tipo de estresor de los muchos que pueden provocar la aparición de síntomas psicóticos en personas biológicamente predispuestas.

 

 

Pero ahora veamos la teoría del doble vínculo desde la ciencia del logos

 

Esta teoría es fundamental porque es la base de toda cibernética aquí está el problema entre lo digital y lo analógico problema fundamental de nuestra contemporaneidad.

Digital ←→Digital    Hegel  

Analógico→←Analógico  Marx  

 

Siendo pensado lo analógico  desde los presocráticos de esta manera

Anaximandro

El principio (arjé) de todas las cosas es lo indeterminado (ápeiron). Ahora bien, allí mismo donde hay generación para las cosas, allí se produce también la destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia, según el orden del tiempo.

 

Es decir que las existencias se pagan la existencia las unas a las otras diría Heráclito: 

La guerra es el padre de todas las  cosas 

Y entonces a un nivel existencial material siempre habrá una contra traferencia →← es decir un conflicto este conflicto se solucionara a un nivel racional donde podemos establecer una metáfora que tape el conflicto.

 

Es el clásico ejemplo que nos dan  Lakoff y Johnson en su Teoría  de la Metáfora podemos ver el debate como una lucha o lo podemos ver como una guerra en ambos casos se tapa al otro y se genera un sistema.

 

Y entonces le doble vinculo no es otra cosa que síntesis de la realidad con lo real, en la realidad la contra transferencia y en lo real la sintraferencia.

 

Así lo que llamamos locura es lo que hay realmente y más bien la construcción de sistemas son la locura que intenta establecer un sentido.

 

Y entonces la causa de la locura es la imposibilidad de crear o de creer, en último caso de obedecer  los sentidos establecidos para evitar el conflicto de la realidad.  

 

Diría Bateson la imposibilidad de un meta lenguaje pero todo meta lenguaje no es más que la constitución de una metáfora    como raíz de una concepción sistemática.

 

¿Qué  podemos hacer?

 

Pues contra atacar con otras metáforas que develen la realidad que las metáforas sistemáticas quieren ocultar así hay dos tipos de poetas los que constituyen sistemas y los que los alteran, los segundos serán llamados locos por los primeros.

 

Y entonces que es el número

Pues ese intento poético por establecer una concepción objetiva

Pero si vamos a la primera imagen paradójica

  

Alegoría del ser como síntesis metafórica←→Paradoja←→Alegoría del no ser como síntesis metafórica.

El número es un conjunto no conjunto

 

                     1←→←→0

Así se dan dos posibilidades metafóricas traspasando del 1→0→Numeros naturales y del o al 1 números reales       Números reales ←1← 0

 

Y entonces toda creación es un traspaso, es decir una trasferencia donde se produce una síntesis.

 

En el leguaje las transferencias son metáforas y estas son las bases de nuestras concepciones pero para que se produzcan es necesario el odio el conflicto con la metáfora instituida para ir al otro lado, claro no se trata de quedarse en el odio sino de traspasarlo para crear en el amor.

Así si un niño está ´ sometido o cualquier persona a una relación de doble vínculo, lo que toca es amar, que en el leguaje no es otra cosa que poetizar, esto es lograr una meta estructura que no es otra cosa que hacer una estructura.

 

Y así  tenemos al uno estructura, claro después de pasar por una multiplicidad de metáforas que no funcionaron 

1

Luego al dos

Donde hay una estructura que es y otra que no es aquí se hace la disyunción y se logra formar la estructura desde el código binario:

 

Si o  No

En esto se basa todo el pensamiento lógico

 

Y por fin el 3  donde surge la dialéctica y se da el traspaso

Si→No→Si Dialéctica positiva Hegel

No→Si→No  Dialectica negativa Marx

 

Si integramos ambas dialécticas tenemos el tinkuy

Si→No→Si→←No←Si←No  

No←Si←No←→ Si→No→Si 

Que en síntesis es 

     No←Si←No←Si→No→Si→←No←Si←No→ Si→No→Si 

El decir

No Si  No←→←→→ Si→No→Si

Que ontológicamente es nuestra primera imagen teórica:

 

   Alegoría del ser como síntesis metafórica←→Paradoja←→Alegoría del no ser como síntesis metafórica.

 

Ahora para saborear esta imagen hay dos formas dejas de hacer metáforas en una relación y te das cuenta del doble vinculo que siempre hay entre lo analógico existencia y lo digital esencial o haces metáforas tanto para traspasar lo existencial como lo esencial suerte con ello si puedes me cuentas en la práctica estarás estableciendo religiones que es lo que siempre hacemos recreando en la cultura occidental el misterio pascual cristiano una y otra vez.   

 

 

 

  

 

 

      

  

Diacrítica

 

Hola Christian que interesante esa entrada de la metáfora desde la perspectiva multidisplinaria. Y lo que afirmas que Hegel-Digital y Marx-Analógico, tienes doble razón, porque un materialista clásico afirmaría la base de la realidad es analogica, y sobre esa base analógica, se construye pragmaticamente lo digital, en tanto el idealista estaría de acuerdo contigo pues identificaría lo digital con lo espiritual. Es decir das la razón a ambos. Una tercera postura que se resuelve como sintesis mas no es sino una nueva simplificación del conjunto inabarcable de la realidad, como nuevo numero plantea la identidad paradójica entre lo analógico y lo digital, el salto tecnológico, la optimización de la realidad mediante la filosofía computacional como un presente temporal un regalo de la historia para precisar la divinidad parafraseando a Swedenborg se puede manifestar en lo humano y además me atrevo a afirmar que también a través de la máquina. Eso quiere decir si lo sobrenatural hablo siempre mediante la materia, y sus correspondencias de símbolos, también se puede manifestar a través de la plataforma computacional. No hablo de la vieja computadora de Yo robot, que controla y produce la realidad, desde una programación. Me refiero al absoluto, al infinito, a lo inconmesurable, a la conciencia cósmica, a la inteligencia del universo, a lo inefable. Y seguro que creo en eso, y si me pregunto por qué creo en eso, y ese el asunto de la filosofía que involucra al filosofo, dentro de su narración, si en la poesía la sombra es enorme, en la filosofía ya ni se toma en cuenta el asunto de la ficcionalidad, aunque se que ese punto si se toma, pero se reflexiona en torno a la verdad. Christian si es comprensible lo que dices, aunque no termina de parecerme la dicotomía analógico digital un falso dilema que se que puedes desarrollar, pero para mi la filosofía son hermosos velos muy necesarios por cierto. Y eso que decías que la injusticia es filosofica, sí de acuerdo. Pero yo además de filósofo, si tu lo aceptas, te considero un artista, un poeta biodramaturgo, y sí considero también que la justicia es poética. Pero no en ese goce filológico que retorna a la Grecia antigua, o quien sabe si en la poesis Hedeggeriana, que ni conozco perfectamente, pero si en esa capacidad para producir sentidos que es infinita, según la lectura pansemiótica de la realidad inabarcable. Pero esta cosas que te digo Christian seguro son de niños, o cosas muy obvias, porque o bien las estoy planteando de forma muy simple, o porque las estoy simplificando e ignorando quien sabe que variables. ¿Por eso cómo se resuelve el problema de la referencialidad?

Aferdo Gerardo

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Lun, 16:30

Enviaste

uaaaa muchas gracias dame un tiempo para responder por favor , es un comentario genial

 

La respuesta en el blog:

 

INTENSIDAD Y ALTURA

Quiero escribir, pero me sale espuma,
quiero decir muchísimo y me atollo;
no hay cifra hablada que no sea suma,
no hay pirámide escrita, sin cogollo.

Quiero escribir, pero me siento puma;
quiero laurearme, pero me encebollo.
No hay toz hablada, que no llegue a bruma,
no hay dios ni hijo de dios, sin desarrollo.

Vámonos, pues, por eso, a comer yerba,
carne de llanto, fruta de gemido,
nuestra alma melancólica en conserva.

Vámonos! Vámonos! Estoy herido;
Vámonos a beber lo ya bebido,
vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva.

 

Dicho esto veamos el problema de la referencia desde la solución paradójica

 

Córax o Coracas de Siracusa (Griego antiguo: Κόραξ ο Συρακούσιος) fue un reconocido orador de la Antigua Grecia durante el siglo v a. C.. Procedía de Siracusa, habiendo servido incluso como asesor de Hierón I y es conocido por una historia con su alumno Tisias de Siracusa. Según esta historia variada  Córax acordó con Tisias, estando seguro de la capacidad de su alumno pero también de su éxito en la enseñanza, que él le devolvería la plata de su enseñanza sino ganaba su primer juicio  pero Tisias hizo su primer juicio contra su maestro Corax.

 

Y entonces si ganaba el juicio Corax le debería devolver la plata porque su demanda era contra Corax para que le devolviera la plata   y si no ganaba Corax igual le tendría que devolver la plata porque en eso habían quedado.

Pero Corax le dijo que  la cosa era al revés porque si ganaba se cumplía en lo que habían quedado y si perdia pues había perdido por lo tanto el ganaba.

 

¿Cuál es la solución?

Revisamos: Los 4 5 logos de la ciencia del logos y sus  axiomas:

http://teatrolocoteorico.blogspot.com/2024/02/amor-platonico.html

http://teatroloco.blogspot.com/2024/02/amor-filial.html

 

Primer logos Absurdo

 

Ambos pierden y el juez le quita el dinero a Corax y no se lo devuelve a Tisias porque han caído en un absurdo   

Segundo logos iluminación

Ambos ganan y el juez divide el dinero entre los dos      

Tercero logos Hegueliano

Le doy la razón al Corax

 Cuarto logos Marxista

Le doy la razón a Tisias  

Quinto logos

Haga unameta estructura donde ambos tienen la razón y ambos la pierden así el 50 por ciento se lo queda el juez y el otro 50 se lo reparten entre los dos.

 

Pero para darle contenido  veamos los sistemas de Hegel y de Marx

Hegel   

Todo lo real es racional y todo lo racional es real

La Fenomenología quiere señalar en el prefacio el alejamiento de Hegel con respecto a la filosofía romántica e imaginativa de Schelling, oponiéndole la filosofía especulativa, que debe ser ciencia y no simple amor a la ciencia. Los discípulos de Schelling creen que la verdad no debe ser objeto de comprensión, sino de contemplación y entusiasmo; adoran un absoluto en cuya unidad todas las cosas se vuelven idénticas, así como en la oscuridad nocturna todos los gatos son pardos. Pero la filoso la no debe poner inicialmente lo absoluto, sino mostrar cómo deviene y se crea; porque lo absoluto no es sustancia dada de inmediato, sino sujeto que realiza su concepto. Lo absoluto convertido en real es para Hegel el espíritu; y la Fenomenología va a mostrar el conocimiento que el espíritu logra progresivamente de sí mismo. Punto de partida, para el espíritu individual así como para el universal (Weltgeist), es la conciencia empírica del mundo (11) sensible; de ella surge la autoconciencia, y luego la razón, y por fin el espíritu, en un movimiento progresivo, en que el grado inferior queda eliminado y conservado al mismo tiempo, es decir superado (aufgehoben) en una realización más elevada. El conocimiento inicial, el del ser inmediato, ofrece una apariencia de ser; una apariencia que, de acuerdo con la observación de Heráclito, se convierte sin cesar en su opuesto: el día en la noche, el calor en frío, etcétera. Pero la conciencia no acepta pasivamente las apariencias inmediatas, sino que las reúne en grupos, y así logra la percepción (Wahrnehmung aprehensión de lo verdadero), en que las relaciones recíprocas entre las apariencias resultan más verdaderas que las apariencias mismas_ Surge así el esfuerzo por aprehender la relación entre los objetos diferentes, y esto es el intelecto (Verstand), tentativa de comprensión que en el cambio incesante quiere encontrar la ley del cambio, siempre idéntica a sí misma. En este esfuerzo de coordinación, la conciencia se ha vuelto activa, y se da cuenta de que ella es la autora de la organización de las intuiciones; y con eso logra no solamente un conocimiento más hondo de las cosas, sino también una revelación de sí misma: la autoconciencia (Seibsbewusstsein); Se toma a sí misma por objeto; pero en eso experimenta la inquietud de salir de la subjetividad y alcanzar la certeza de que el no yo (objeto) es idéntico al yo (sujeto). En esta fase se llama razón (Vernunft): esfuerzo por explicar el objeto por medio del pensamiento. Investigando la interioridad del mundo, la razón descubre que las cosas son verdaderas sólo en cuanto se reducen a conceptos o leyes; pero la ley, que era hipotética y a posteriori para el intelecto, se vuelve necesaria y a priori para la razón, que se afirma soberana en la intuición de las leyes. "Lo que tiene que ser, existe efectivamente" (Was sein sell, (12) ist in der Tat auch); esta fórmula de la Fenomenología prepara la posterior: "lo que es racional es real" y viceversa, que aparece por primera vez en el Prefacio de la Filosofía del Derecho (1821, pág. XIX), y se repite en la Enciclopedia (§ 6, Zusatz). Sin embargo, Hegel admite también en la Fenomenología la existencia de lo irracional, y cierta refractariedad de la naturaleza con respecto a la razón. El pensamiento quiere imprimir su sello sobre el mundo, quiere objetivarse en la creación de la civilización; y en esta tentativa cae en errores; pero a través de ellos se realiza un orden social: la razón se convierte en realidad objetiva, es decir, en espíritu. Hegel examina esta realización del espíritu en el mundo moral, la familia y la sociedad, a través de los conflictos, errores y fracasos que aparecen en la vida y la historia. Considera la autonomía que el espíritu logra en la moralidad, el tramito de la vida individual a la vida moral colectiva, donde los hombres viven unos para otros y realizan así lo absoluto, el reino de Dios. Llegamos de esta manera a la religión, en cuyo desarrollo Hegel distingue tres momentos: religión de la naturaleza, religión del arte (la de Grecia), y religión de la interiorización del espíritu o revelación interior de Dios (cristianismo). Pero también esta religión manifestada debe purificarse de las representaciones, los símbolos y los mitos; debe llegar al saber absoluto, en el cual el espíritu no admite otra verdad que la engendrada por su propio movimiento. Con esto termina la Fenomenología, y empieza la ciencia del espíritu puro, es decir, la Ciencia de la Lógica, a la que debían seguir las ciencias del espíritu realizado, o filosofía de la naturaleza y filosofía del espíritu, desarrolladas luego solamente en la Enciclopedia. La historia subjetiva, cuyo desarrollo Hegel había reconstruido en la Fenomenología, va a tener su paralelo en la historia objetiva reconstruida por (13) el sistema de la ciencia, en la lógica, la filosofía de la naturaleza y la del espíritu. La nueva lógica con que Hegel (Cfr. el Prefacio) quiere sustituir la tradicional, se plantea, como dice la Introducción, el problema procedente de la gnoseología kantiana, cuyo dualismo, de pensamiento y ser, cerraba el tránsito de nuestra conciencia al ser en sí (noúmeno). Hegel rechaza ese dualismo y el fantasma de lo incognoscible; el pensamiento es el ser o noúmeno verdadero. Sin embargo, debemos conocerlo; lo que no se logra con aceptar empíricamente las determinaciones del pensamiento, ofrecidas por la lógica tradicional, sino con engendrarlas y coordinarlas- mediante el movimiento dialéctico del pensamiento mismo. Así como la Fenomenología ha mostrado que cada forma de la conciencia, al realizarse, se niega para resurgir más rica en la negación de la negación, del mismo modo la Lógica debe mostrar el mismo movimiento dialéctico en el sistema de las categorías del pensamiento puro, cuya cadena no se desarrolla por deducción, analítica, que extrae de los eslabones antecedentes los sucesivos, sino en un proceso sintético creador, engendrado por lo insatisfactorio inherente a cada eslabón. La filosofía no hace otra fosa que seguir al pensamiento en esta dialéctica. Así la Ciencia de la Lógica inicia su desenvolvimiento, en el cual se distinguen tres partes: la lógica del ser, la de la esencia y la del concepto. La noción del ser es la primera y más vacía entre todas; pero su misma falta de contenido engendra un desarrollo progresivo de determinaciones, en que la lógica sé presenta como ciencia del pensamiento y ciencia del ser al mismo tiempo. El ser, vacío de todo contenido, es en efecto idéntico a la nada; pero en esta identidad de términos contradictorios, el ser-nada indeterminado se determina, y tenemos así el devenir, negación de la nada que era negación del ser. (14) Del ser puro he-nos pasado al ser determinado o existencia (Dasein); se ha presentado así la determinación del ser o calidad, que, como determinación, es un límite o negación de lo otro ("toda determinación es negación", decía Spinoza). Pero el ser finito es contradictorio, porque no existe sin el límite, y en éste se niega a sí mismo; debe, por tanto, negar el límite, y en esta negación de la negación aparece su infinitud verdadera. Considerado en tal infinitud (que es referencia a sí mismo o ser por sí) el ser determinado es lo Uno, que excluye todo otro ser cualitativamente idéntico a él mismo; así, en esta exclusión y oposición, de lo uno salen los unos (múltiples). Síntesis de estas tesis (uno) y antítesis (múltiples) es la cantidad, que es, a su vez, antítesis de la cualidad, y es también una determinación inestable, por su capacidad de aumento y disminución. Pero ella tiene determinaciones constantes en las relaciones matemáticas, síntesis de la cualidad y la cantidad, que Hegel llama medida, ordenadora de toda la naturaleza. Sin embargo, aun en la medida la cantidad está en fluctuación continua, engendrando por sus cambios también cambios de cualidad, así que nos encontramos todavía en una progresión infinita. Para salir de ella es preciso reconocer el infinito verdadero, esto es, el ser determinado por sí mismo, que permanece constante en la multiplicidad variable de sus formas inmediatas. Este ser es la esencia, con que se pasa de la primera a la segunda parte de la lógica: la lógica de la esencia. La esencia es negación del ser inmediato, el cual, sin embargo, a pesar de ser apariencia ilusoria, está en relación con el ser esencial. Toda relación, pues, puede ser de dos especies: consigo mismo (identidad: A PS A) y con otro (diferencia: A no es no-A). Pero los dos tienen vinculación mutua: no-A tiene sentido únicamente en relación con A; la (15) oposición incluye una coincidencia, sin la cual no habría relación. La filosofía, por ende, no puede aceptar las separaciones establecidas por el intelecto; ella descubre que todos los seres son opuestos (entgegengesetzt); y en esa oposición, que es distinción y vinculación al mismo tiempo, se funda la dialéctica, que reconoce con Heráclito en la lucha la generadora de todas las cosas. He aquí la nueva lógica, dinámica, heredera de la identidad de los opuestos teorizada por el Cusano, Bruno y Böhme, y de la dialéctica triádica de tesis —antítesis— síntesis, sistematizada por Fichte. La nueva lógica descubre en la oposición la unidad de todas las determinaciones lógicas y reales, cuya multiplicidad se organiza así y se dispone en un sistema. Sin embargo, la verdadera antítesis o contradicción derspruch), tal como es la oposición inicial de ser y no-ser, queda sustituida, en el desarrollo progresivo del sistema de Hegel, por la simple oposición (Entgegensetzung), que muy a menudo es pura distinción; en esto estriba, según la crítica acertada de Croce , el defecto esencial de la lógica hegeliana: el haber aplicado a la conexión de los distintos la forma propia de la dialéctica de los opuestos. 4 El desarrollo del sistema dialéctico parte del ser inmediato, que por su misma existencia se relaciona y opone a su fundamento; es decir, tiene relación, sea con otras existencias inmediatas (apariencias), sea con la esencia que las sostiene a todas, de manera que cada una es apariencia de la esencia, o sea fenómeno (Erscheinung). Pero la esencia no contiene nada más que lo que aparece en el fenómeno; no hay oposición entre un interior (esencia) y un exterior (fenómeno); el fenómeno es la manifestación completa de la esencia, vale 4 Lo vivo y lo muerto de , la filosofía de Hegel ( E d . I má n , t r a ducción de F. GONZÁLEZ Ríos, Buenos Aires, 1943), cap. IV: La relación de los conceptos distintos y la falsa aplicación de la forma dialéctica. (16 ) decir, es realidad (Wirklichkeit). La totalidad de los fenómenos es lo absoluto, o sea la sustancia, que, como lo vió Spinoza, se identifica con la multiplicidad total de sus determinaciones o accidentes. Por esta identidad, empero, la sustancia no puede ser una unidad abstracta y vacía, sino que es la productora activa de sus accidentes, la causa de sus efectos. Sin embargo aquí, con la cadena de las causas y los efectos, nos encontramos otra vez amenazados por un proceso al infinito. Hegel, empero, logra evitarlo, considerando que la causa contiene su efecto y está contenida en él, de modo que la relación entre ellos es de identidad, y tiene su verdad en la acción recíproca, unidad profunda de la cadena causal. El falso infinito trascendente, simbolizado por la recta interminada en ambas direcciones (infinito del intelecto: Verstand), se sustituye así con el verdadero infinito, inmanente en lo finito y simbolizado por la figura perfecta del círculo (infinito de la Razón: Vernunft). Este infinito verdadero, honda unidad del ser, que está por debajo de toda dispersión aparente de la multiplicidad, es el que la Razón descubre para el tiempo y el universo, en la naturaleza intrínseca y el concepto de ellos. Queda superado así el punto de vista de la separación y antítesis, propio de la lógica de la esencia y sus categorías; y de esta manera llegamos a la tercera parte de la lógica a través del siguiente proceso dialéctico triádico: 1) lógica del ser (tesis); 2) lógica de la esencia (antítesis); y 3) lógica del concepto (síntesis). El concepto (Begriff, de be-greifen con-cipere) significa justamente una síntesis o unificación de elementos distintos, y sin embargo inseparables. Es lo universal que engendra sus diferenciaciones o momentos, e inversamente los recoge en su propia unidad. Sin la diferenciación y unificación correlativa, lo universal sería una abstracción vacía, tal como un triángulo que no fuera equilátero, ni isósceles ni (17) escaleno. Por tener su plenitud concreta, lo universal debe dirimirse: el género en las especies, la especie en los individuos. Por este su poder creador, lo universal se convierte en lo particular y en lo individual; y el juicio expresa la identidad entre lo primero y los segundos. Lo cual sirve para llevar de nuevo la multiplicidad de las determinaciones a la unidad del concepto, pero previa desmembración de lo universal en sus momentos, cuya manifestación Hegel reconoce en el juicio (Urteil, interpretado por él como división en panes: Teile). En el silogismo (Schluss), en cambio, que es una síntesis de juicios, se unifican e identifican los tres momentos: lo universal o término mayor, lo particular o término medio, y lo individual o término menor. Juicio y silogismo tienen ambos tres especies paralelas: 1) de existencia, 2) de reflexión, 3) de necesidad, agregándose para el juicio una cuarta especie, el juicio de concepto, como tránsito entre el juicio y el razonamiento. El juicio de existencia (ej.: esta rosa es roja) une débilmente un objeto, que tiene también otras cualidades, con una cualidad, que pertenece también a otros objetos; y puede ser afirmativo o negativo o infinito. El juicio de reflexión (ej.: esta planta es curativa) relaciona dos seres (planta y enfermedad), superando la pura comprobación de una existencia inmediata; puede ser individual, particular o universal. El juicio de necesidad (la rosa es una lor) afirma la identidad entre el sujeto y un género; puede ser categórico, hipotético o disyuntivo. El juicio de concepto (esta rosa es hermosa) expresa la conformidad de un sujeto respecto a su concepto; puede ser asertórico, problemático o apodíctico; pero, siendo un juicio mediato, nos lleva ya al dominio del razonamiento, cuya forma lógica es el silogismo. f La primera forma del silogismo (silogismo de existencia) (18) es puramente formal, y muestra que un individuo (I) por medio de un particular (P) puede incluirse en lo universal (U):I-P-U. Pero esta unión —que puede presentarse también en otras dos figuras: P-I-U e IU-P— es puramente accidental, lo cual vuelve vana toda la combinatoria de Lulio y Leibniz. En el silogismo de reflexión el término medio es una totalidad de individuos (ej.: todos los hombres son mortales, Fulano es hombre, por lo tanto es mortal); por eso la premisa mayor, por ser inductiva, debe basarse ya en la conclusión, y no puede funda-mentar la necesidad de ella. Tal demostración puede darla sólo el silogismo de necesidad, en el cual el término medio es un universal concreto, una naturaleza general que, al ser poseída por el individuo, le atribuye necesariamente todas las determinaciones propias. En sus formas (categórica, hipotética y disyuntiva) este silogismo pone siempre al género como conteniendo las especies, y al individuo como incluso en el género y una de sus especies. Volvemos así a la definición del concepto como universal que implica al mismo tiempo la distinción y la identidad de sus momentos múltiples. El silogismo, como forma del pensamiento que individualiza lo universal y universaliza lo individual, se aplica a todo lo pensable. El mundo, el sistema solar, la sociedad humana, etcétera, pueden pensarse únicamente porque en cada uno de ellos la vinculación recíproca de sus momentos constituye un gran silogismo. De esta manera el concepto formal se llena de contenido; y se efectúa el tránsito a la objetividad, cuya multiplicidad sensible debe volverse inteligible mediante la conversión de los seres individuales en momentos de un único sistema, distintos y solidarios mutuamente al mismo tiempo. El objeto es el concepto, cuya forma se ha llenado de contenido, pero de un contenido pensado, de minera que la objetividad de (19) que se trata aquí pertenece todavía a la lógica y no a la filosofía de la naturaleza. La lógica, por ende, considera las formas de unificación de ese objeto. Primero: el mecanismo, en el cual los elementos, por ser homogéneos, tienen una relación mutua puramente exterior, al formar un agregado o sistema, como el sistema solar en su aspecto mecánico. Una relación intima y una verdadera unidad puede existir sólo entre elementos heterogéneos que tienden a una síntesis, es decir, en el quimismo. Pero, en la síntesis química los elementos pierden sus diferencias; no hay en ella, como hay en el concepto, un universal diferenciado, en el cual la unificación no elimina la multiplicidad. Esta condición se encuentra en la teleología, en la cual la multiplicidad de los seres distintos depende de un -único y mismo fin. Mecanismo, quimismo y teleología forman así una tríada dialéctica de tesis; antítesis, síntesis. Sin embargo, en la teleología continúa existiendo aún la oposición de fin y medio, concepto y objeto. Su unificación se logra en cambio en la Idea, que es la realidad que corresponde a su propio concepto y lo contiene, y por ende es la que debe ser en sí y por sí. La Idea por lo tanto es identidad del ser y el pensamiento; y tiene ella también su dialéctica. En su forma inmediata es la Vida, en que la Idea queda encerrada en el objeto sin llegar a la autoconciencia, alcanzada en cambio por el Conocimiento, que supera el dualismo de sujeto y objeto, reduciendo el segundo al primero. De la fase pasiva y analítica del conocimiento el pensamiento pasa a la sintética, estableciendo las relaciones que tornan inteligible al mundo y lo organizan. El pensamiento en esta actividad toma conciencia de sí mismo y de su soberanía; se hace legislador del mundo; supera el dualismo de objeto y sujeto; llega a la identidad de pensamiento y ser, comprendiendo todas las determinaciones de ambos como momentos (20) propios. De esta manera la razón se ha convertido en la Idea absoluta, último y supremo término de la lógica hegeliana. El desarrollo dialéctico que presenta la Ciencia de la Lógica resulta para Hegel también de la historia de la filosofía, de la que saca él muchas sugestiones. El empleo de la historia como ratificación de la teoría, vislumbrado primeramente por Aristóteles, se ha organizado y sistematizado en Hegel por vía de una honda conciencia histórica que atribuye a la filosofía la tarea de recorrer, en rápida síntesis, el camino que el espíritu universal (Weltgeist) ha recorrido en un desenvolvimiento de centenares de siglos. A la Idea, que la lógica alcanza como supremo grado perfecto, se opone luego la naturaleza como negación, y a ésta el espíritu como negación de la negación. La Filosofía de la Naturaleza y la Filosofía del Espíritu se presentan por lo tanto como segunda y tercera panes del sistema en la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, aplicándose siempre —no sólo en la relación mutua, sino también en la estructura interior de cada parte— esa forma dialéctica que hemos visto en la lógica, y que para Hegel es la forma propia de todo conocimiento filosófico. La filosofía de la naturaleza, en efecto, se desarrolla por tres momentos (tesis, antítesis o negación, síntesis o negación de la negación), en los cuales la idea como naturaleza está: 1) en la determinación de la exterioridad e infinito aislamiento o desmembración (la Mecánica); 2) en la determinación de la particularidad, en que el ser en sí es la individualidad natural (la Física); y 3) en la determinación de la subjetividad, en que las diferencias reales de forma son llevadas a la unidad ideal (la Orgánica). La filosofía del espíritu a su vez presenta los tres momentos siguientes de desarrollo: 1) el espíritu en la forma de la relación consigo mismo (Espíritu subjetivo); 2) el espíritu en la forma de la realidad, como de un mundo (el de la (21) cultura) producido o por producirse por él (Espíritu objetivo); y 3) el espíritu en la unidad de su objetividad y su idealidad o concepto (Espíritu absoluto). Con el Espíritu absoluto concluye todo el sistema de la ciencia, expuesto por Hegel íntegramente en la Enciclopedia de las ciencias filosóficas.  

  

Marx el capitalismo está  infectado con el germen de su propia destrucción

 

Introducción
El Marxismo, o la concepción del mundo inspirada en las ideas de Carlos Marx (1818-1883), es al mismo tiempo una filosofía (el materialismo dialéctico), un método científico (la dialéctica), una visión económica de la historia (el materialismo histórico) y un conjunto de principios para la acción (la praxis). Aparte de lo anterior el Marxismo también nos ofrece una visión del curso futuro de la humanidad dentro de una concepción historicista, como una sucesión necesaria de distintas fases del desarrollo: la revolución, la dictadura del proletariado, el comunismo. Pero sobre todo, el Marxismo es economía política.

Para Marx todos esos aspectos de su concepción del mundo constituyen una unidad. Sin embargo, también es evidente que, tanto cuantitativamente como por la lógica de su evolución, la obra de Marx es fundamentalmente la de un economista. Esto es evidente, por ejemplo, en la definición que Marx hace de su proyecto en el prefacio de su principal obra (El Capital: La crítica de la economía política:  Primer Volumen, Tercer Volumen) en los siguientes términos: "En la presente obra nos proponemos investigar el régimen capitalista de producción y las relaciones de producción y circulación que a él corresponden..... Lo que de por sí nos interesa aquí, no es precisamente el grado más o menos alto de desarrollo de las contradicciones sociales que brotan de las leyes naturales de producción capitalista. Nos interesan más bien esas leyes por sí, esas tendencias que actúan y se imponen con férrea necesidad." (pag. XIV). En esta unidad del programa seguiremos a Marx en el estudio de estas "leyes naturales de la producción capitalista". En el primer apartado desarrollaremos los elementos básicos de la teoría del valor, lo que permite, en el segundo apartado estudiar el problema de la naturaleza de la ganancia y el concepto de fuerza de trabajo que juega un papel crucial en la concepción económica de Marx, lo que se refleja en el tercer apartado en la teoría de la plusvalía y de la explotación. Con esos elementos es posible desarrollar, en el cuarto apartado, la teoría de la acumulación capitalista y, en el quinto apartado, los esquemas de reproducción de las relaciones sociales de producción. En el sexto apartado se estudia la relación entre los precios y los valores de los distintos bienes. Finalmente, todos los elementos anteriores sirven, como se expone en el último apartado, para estudiar el conjunto de leyes y tendencias del capitalismo, en las que se basa Marx para sostener la necesidad de la superación histórica de este modo de producción.

1. La teoría del valor:

1.1 El principio general: el valor trabajo.

    Marx aborda el estudio del modo de producción capitalista a partir del análisis de la mercancía. Marx resalta de entrada, y esta es una aproximación tradicional en toda la economía clásica, que la mercancía tiene dos dimensiones: es al mismo tiempo un valor de uso y un valor de cambio. El primer polo resulta de que la mercancía debe satisfacer una necesidad final para quien la adquiera; en otros términos, debe poseer un valor de uso que se realiza en el consumo. Esta utilidad de la mercancía reside en sus propiedades físicas: son las cualidades objetivas de un bien las que le hacen apto para satisfacer una necesidad determinada. Así, si el valor de uso se realiza en la relación (subjetiva) entre el hombre y las cosas, no es menos importante que este valor encuentra su fuente en la naturaleza (objetiva) de las cosas. Sin embargo, el valor subjetivo de un bien para un individuo concreto (en el uso) es algo imposible de cuantificar y, en consecuencia, de comparar con lo que vale otro bien para el mismo individuo y, mucho menos, con lo que vale el mismo bien para otro individuo. Como consecuencia de lo anterior, para Marx, como para toda la tradición clásica, la utilidad no guarda relación inmediata con el intercambio: "el intercambio de las mercancías es evidentemente un acto caracterizado por una abstracción total del valor de uso" (El Capital, capítulo 1)

    Pero en el modo capitalista de producción, los bienes no se producen para satisfacer una necesidad inmediata, sino para su venta en el mercado; por ello el capitalismo convierte los bienes producidos en mercancías, es decir, les atribuye un valor de cambio. Este razonamiento nos conduce directamente a la primera gran cuestión: ¿en qué reside la causa del valor?. Si hacemos abstracción del dinero, considerado como un simple medio de cambio, el valor de cambio aparece como un tipo de cambio, es decir como la proporción según la cual se intercambian entre sí valores diferentes de uso. Según Marx esto no es más que una impresión, que no debería llevarnos a extraer conclusiones equivocadas. Si el intercambio puede transformar en relación cuantitativa dos utilidades imposibles de medir, es porque las mercancías comparten un elemento común, y ese elemento común es cuantificable. Si dos valores de uso son cuantitativamente equivalentes, es sólo porque poseen una propiedad común susceptible de ser medida. Este elemento común cuantificable es el tiempo de trabajo. A pesar de su diversidad, todas las mercancías comparten la propiedad de ser productos del trabajo humano y es el trabajo humano el que confiere al producto su valor de cambio. La substancia del valor de cambio, es el trabajo, y como el trabajo es cuantificable (por el tiempo) el valor de cambio es también "medible".

1.2 Algunas precisiones: campo de aplicación, trabajo concreto/trabajo abstracto, trabajo simple/trabajo complejo

    El principio general de la teoría marxista del valor trabajo es entonces que el valor (de cambio) está determinado por el número de horas necesario para producir una mercancía. A medida que aumenta la fuerza productiva del trabajo, el valor unitario de la mercancía disminuye, pero el mismo tiempo de trabajo determina la misma cantidad de valor. El valor de una mercancía varía entonces directamente en función de la cantidad de trabajo e inversamente en función de la productividad del trabajo.

    Por supuesto, el valor no se mide observando y calibrando el tiempo ocupado por un trabajador concreto en una empresa específica. La medida del valor está en el tiempo medio, "socialmente necesario", para la producción. Es decir, aquel tiempo de trabajo que "comporta el grado medio de habilidad y de intensidad que caracteriza el momento histórico". Podemos añadir que, como en Ricardo, la ley del valor no se aplica más que a las mercancías reproducibles resultantes de un proceso de producción social. Una obra de arte, por ejemplo, resultado de un acto de creación individual, no posee un valor cuantificable, aunque tenga un precio. Además, pueden existir valores de uso que no tengan valor de cambio; éste es el caso de los bienes de libre acceso que están disponibles para todos en la cantidad que cada uno desee, o de los bienes útiles y producidos pero no destinados al mercado. Inversamente, un bien que no sea socialmente útil carecerá de valor. Todo esto se puede resumir en una frase: el valor de uso es entonces una condición necesaria, pero no suficiente, para que aparezca el valor de cambio.

    A los dos polos de la mercancía, que son el valor de uso y el valor de cambio, corresponden también las dos dimensiones que nos permiten analizar el trabajo. El valor de uso refleja el trabajo concreto, o útil, correspondiente a una actividad laboral específica en un entorno concreto, con una habilidad dada, etc. Para producir un valor de uso específico, hace falta un trabajo particular, utilizando los medios de producción precisos en ese objetivo preciso. De este modo el trabajo útil produce un valor de uso determinado. A escala social, el conjunto de valores de uso corresponde al conjunto de trabajos concretos distintos, es decir, a una división del trabajo. Por supuesto, la división del trabajo no conduce siempre a la producción de mercancías (en el interior de una empresa circulan productos obtenidos del trabajo) pero, para que existan mercancías, es necesario que exista la división social del trabajo entre productores especializados e independientes.

    Aparte de su finalidad y especificidad, es decir del aspecto concreto y útil, todo trabajo es un gasto de fuerza humana, de energía física e intelectual. Visto desde este ángulo, se puede considerar como trabajo abstracto. Este gasto de "inteligencia, nervio, y de músculo" es precisamente lo que tienen en común todos los bienes producidos; por ese motivo, es el trabajo abstracto y no el trabajo concreto el que constituye la esencia del valor. El valor proviene entonces del trabajo abstracto. Este concepto no es una pura construcción teórica; el trabajo abstracto es una realidad del capitalismo. En la empresa capitalista, los obreros son a menudo intercambiables, cada uno de los obreros como individuo se pierde en el anonimato de la cadena de producción y el trabajo abstracto se convierte, paradójicamente, en realidad.  Marx resume su distinción del siguiente modo: "Todo trabajo es, por una parte, gasto, en el sentido fisiológico, de fuerza humana, y, a este título de trabajo humano igual, forma el valor de las mercancías. Por otra parte, todo trabajo humano es gasto de fuerza humana en tal o cual forma productiva, determinado por su objetivo particular, y, a este título de trabajo concreto y útil, produce valores de uso o utilidades" (I,2,p.61).

    Admitamos entonces que el valor está determinado por el tiempo de trabajo considerado desde el punto de vista abstracto. Surge entonces una dificultad: ¿podemos tratar el trabajo como homogéneo y considerar que la hora de trabajo de un obrero es igual a la de un ingeniero?; evidentemente se trata del mismo problema, de tratamiento de desigualdades de productividad, con que tropezó Ricardo en su teoría del valor trabajo. Marx elige tomar una unidad de medida, la unidad de tiempo de trabajo simple sin calificación particular. El trabajo calificado (o complejo según la denominación de Marx), se trata como un simple múltiplo del trabajo no calificado. Este artificio, ya presente en Ricardo, lleva directamente al supuesto implícito de que la estructura de salarios de la economía, que refleja la jerarquía de trabajos simples y complejos, está dada y es estable. Esta manera de proceder es lógica en el marco de una teoría del valor trabajo, pero plantea problemas que Marx no percibió. Lógica porque el trabajo complejo se puede concebir como el resultado de un trabajo previo de educación y entrenamiento. Pero también es problemática, porque esta forma de entender el trabajo exige actualizar los gastos en educación e introduce entonces la cuestión del interés en la teoría misma de los salarios. Del modo que sea, el procedimiento de Marx trata el trabajo como homogéneo siguiendo el camino ya sugerido por Ricardo.

2. Planteamiento del problema de la ganancia y el concepto de fuerza de trabajo

2.1 La circulación de mercancías y el problema del beneficio.
    Si el trabajo es, al mismo tiempo, la causa y la medida del valor, se plantea entonces el problema del origen de los ingresos diferentes de la remuneración de un gasto en trabajo. Entre estos ingresos, la ganancia ocupa un lugar privilegiado y Marx presentará las razones de su existencia como un auténtico enigma. Vamos por partes:

    En primer lugar, la teoría del valor permite comprender lo que Marx denomina la forma simple de circulación de mercancías. Imaginemos un bien (D) que cumple las funciones del dinero (es decir sirve como, unidad de cuenta, medio de cambio y reserva de valor). La forma simple de circulación se puede simbolizar por la secuencia M-D-M', en el que una mercancía (M) se intercambia por dinero (D), lo que permite, acto seguido, obtener otra mercancía (M'). Como hemos admitido que el tiempo de trabajo es lo que determina el intercambio, debemos deducir entonces que el valor cedido en el primer intercambio debe ser igual al valor obtenido en el segundo. Así, el único interés que pueden tener las personas en este doble intercambio está en la obtención de un valor de uso diferente del que se ha cedido inicialmente. En la forma simple de circulación de las mercancías, el intercambio tiene un sentido cualitativo (en definitiva se intercambia un bien por otro), pero no tiene un sentido cuantitativo (el valor del bien que se cede es idéntico al del bien que se adquiere).

    Pero lo anterior no es la forma de intercambio dominante en el capitalismo. En la forma capitalista de circulación de mercancías, el objetivo no es cualitativo sino cuanitativo. Marx simboliza esta forma de intercambio con la secuencia D-M-D´, en la que un capital monetario inicial (D) se intercambia, en primer lugar, por una mercancía; la cual, transformada o no, se intercambiará a continuación por dinero. Como el dinero está al comienzo y al final del proceso, el objetivo no puede ser más que aumentar la cantidad de dinero: obtener una ganancia. En el caso de que el dinero sea asimilable a capital (es decir a anticipos para la producción), para que los capitalistas tengan algún interés será necesario obtener al final una cantidad mayor de la que se cede al comienzo: D'=D+dD. Esta diferencia cuantitativa (dD) es lo que Marx denomina la plusvalía.

    En efecto, lo que Marx trata de diferenciar con estos simbolismos es el ámbito del intercambio, que comienza con la venta y acaba con la compra, del ámbito de la producción, que comienza con la compra y acaba con la venta. En el primer caso los bienes están al comienzo y al final, en el segundo es el capital monetario el que está en cada extremo. En el primer caso el objetivo es la sustitución de valores de uso, mientras que en el segundo es el aumento de los valores de cambio.

    Presentada de esta forma, la existencia de ganancias se convierte en todo un acertijo. En efecto: ¿cómo puede explicarse la aparición de la plusvalía si el intercambio se hace sobre la base de valores equivalentes?. Cómo es posible que la plusvalía sea positiva (es decir, dD>0) si, en valor, D=M y M=D'. Una posibilidad para deshacer este enigma consiste en admitir que los intercambios no se realizan entre valores equivalentes; sin embargo, para Marx, esto no nos llevaría demasiado lejos. En efecto, la compra, por ejemplo, de un bien por debajo de su valor para venderlo por su valor significará pérdidas sistemáticas para el grupo de vendedores iniciales (y tal grupo no podrá existir como tal durante mucho tiempo). Por otra parte, los capitalistas no pueden vender sin comprar y lo que ganen de un lado lo perderán del otro; los beneficios, en ese caso, solo pueden anularse.En definitiva, los capitalistas no pueden enriquecerse robándose unos a otros.

    En efecto, la verdadera forma de resolver el misterio está en lo siguiente: si el capitalista, en la esfera de la producción, siempre compra y vende las mercancías por su valor y, a pesar de ello obtiene una ganancia, es porque puede comprar una mercancía que, utilizada en el proceso de producción, tienen la propiedad de crear más valor de lo que cuesta adquirirla. El acertijo se reduce entonces a encontrar una mercancía con esas propiedades y eso es precisamente lo que Marx cree haber descubierto: la mercancía que resuelve el enigma no es otra que la fuerza de trabajo. Veámos antes lo que Marx entiende por fuerza de trabajo.

2.2 la fuerza de trabajo

    La fuerza de trabajo es aquel conjunto de cualidades físicas e intelectuales que existen en un hombre y que se ponen en movimiento en el proceso de producción. Eso es precisamente lo que el capitalista compra en el mercado. En una economía no esclavista la venta de la fuerza de trabajo se realiza "voluntariamente" y sólo por un período de tiempo. Así, el objeto de un contrato de trabajo, es la venta al capitalista del derecho de utilizar la fuerza de trabajo del obrero durante, digamos, tres meses a razón de 8 horas diarias y cinco días a la semana. La remuneración total de la fuerza de trabajo será evidentemente proporcional a la duración de su utilización. De ahí, la ilusión, propia de la "ideología burguesa", de creer que lo que compra el capitalista es el tiempo de trabajo del obrero, cuando de hecho lo que se compra es el derecho de utilizar las capacidades productivas del obrero durante un cierto tiempo. Esta distinción es crucial y sus consecuencias constituyen sin duda el núcleo de la teoría marxista ya que en ella se encuentran los argumentos básicos de la teoría de la explotación.

    Digamos de paso que la fuerza de trabajo no siempre ha sido una mercancía. En el capitalismo, cuando el trabajador vende su fuerza de trabajo por un cierto tiempo, no pierde su libertad. El obrero proletario, ni esclavo ni siervo, dispone de su capacidad de trabajo y nada le impida negociar con ella en el mercado. Ahora bien, si el trabajador carece de medios de producción que le permiten emplearse por su propia cuenta, la venta se convierte en una obligación. Por ello, la libertad personal y la privación de la propiedad de los medios de producción son entonces las condiciones históricas que convierten la fuerza de trabajo en mercancía.

2.3 El valor de la fuerza de trabajo

    El modo capitalista de producción convierte entonces la fuerza de trabajo en una mercancía. A tal mercancía, como a cualquier otra, se aplica la ley del valor. El valor de la fuerza de trabajo estará determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla. Para el trabajador, producir fuerza de trabajo es consumir los bienes necesarios para su existencia. Se deduce, entonces, que el valor de la fuerza de trabajo es el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de las mercancías que aseguran su reproducción. Dicho de otro modo: en el proceso de producción, el trabajo es un gasto de energía física e intelectual. Tal energía debe ser recuperada en cada período y, por ello, el valor de la fuerza de trabajo no es más que el valor de los bienes que permiten esta recuperación.

    Más aun, la fuerza de trabajo no sólo debe reproducirse individual sino también colectivamente. Las que deben reproducirse son las generaciones de trabajadores. Como subraya Marx, el valor del salario de la fuerza de trabajo debe tener en cuenta la renovación de todos los bienes necesarios para la existencia. Pero estas precisiones son secundarias. Más interesante es la afirmación de Marx de que, a diferencia de otras mercancías, el valor de la fuerza de trabajo depende de las condiciones históricas de su empleo. La misma fuerza de trabajo tendrá necesidades diferentes dependiendo, entre otras cosas, del país, de las condiciones de vida, del grado de conciencia y de las tradiciones de lucha de los obreros en la época y el entorno considerados.

    La renovación normal de la fuerza de trabajo es entonces un elemento fundamental que garantiza la permanencia del capitalismo. Es importante tener claro que la teoría del valor no es una teoría de los precios y, por la misma razón, la teoría del valor de la fuerza de trabajo no es la teoría del salario. Aun no tenemos todos los elementos teóricos necesarios para explicar la determinación del salario. Sin embargo, sí podemos anotar que, para que el capitalismo funcione con normalidad, la fuerza de trabajo se debe pagar por su valor. Si éste no fuera el caso, la fuerza de trabajo no se reproducirá idénticamente y tampoco lo hará el modo de producción en su conjunto.

    Sin embargo, esto no significa que el valor de la fuerza de trabajo sea un dato inmutable. Las necesidades fundamentales cambian y, con ellas, los bienes necesarios para satisfacerlas. Estas necesidades fundamentales evolucionan esencialmente porque el capitalismo en su desarrollo, tiene necesidad de una fuerza de trabajo cada vez más calificada, lo que implica unos costes de formación cada vez mayores. Además, con el tiempo también cambia el modo de consumir la fuerza de trabajo; a este respecto, Marx se encargará de resaltar que la fuerza de trabajo se utiliza de un modo cada vez más intensivo, como consecuencia de la supresión de los tiempos muertos en la producción, lo que hace disminuir la fatiga física pero aumentar la fatiga nerviosa y conlleva la exigencia de reducción de la duración del trabajo. Estos elementos nuevos tienden, todo lo demás igual, a la elevación del valor de la fuerza de trabajo, pero su traducción en el salario no es ni mucho menos mecánica. Para que el cambio en el valor de la fuerza de trabajo se traduzca en un cambio en los salarios es necesario que las nuevas necesidades sean efectivamente percibidas por los propios trabajadores y que las luchas obreras puedan conseguir su objetivo ajustando el salario a su valor. En el capitalismo, como lo reafirma Marx, no se reconoce espontáneamente esta necesidad.

    En resumen, más allá de los matices mencionados, lo esencial para Marx es lo siguiente: lo que realmente se compra con un salario no es el tiempo de trabajo sino la fuerza de trabajo durante un cierto tiempo. El pretendido mercado de trabajo es en efecto el mercado de fuerza de trabajo. En este mercado, capitalistas y asalariados suscriben un contrato con total libertad, valor igual contra valor igual. Pero, como veremos, para Marx éste es un mercado de apariencias. Detrás de la esfera del intercambio, donde se intercambian valores idénticos, en la esfera de producción se esconde la verdadera explotación del trabajo.

3. La teoría de la plusvalía

    En la actividad productiva, la fuerza de trabajo se combina con los medios de producción (objetos e instrumentos de trabajo). Estos dos elementos juegan papeles completamente distintos en el proceso de creación de valor. En el proceso de producción, el valor de los medios de producción se transfiere en su totalidad al producto. En esa dimensión de la producción no se crea ni se destruye valor alguno. La simple utilización de medios de producción no sirve para aumentar la cantidad de trabajo "cristalizado" que incorporan tales medios. El valor contenido en los medios de producción se transmite al producto final.

No ocurre lo mismo con el trabajo. Hemos visto, en efecto, que lo que compra el capitalista no es el tiempo de trabajo sino la fuerza de trabajo durante un cierto tiempo. Quien vende su fuerza de trabajo deja de poseerla y pierde los derechos que tenía sobre ella. El capitalista adquiere la fuerza de trabajo por su valor de cambio y dispone, en consecuencia, de su valor de uso. El valor de uso de la fuerza de trabajo no es otra cosa que el tiempo durante el cual esta fuerza de trabajo puede ponerse en funcionamiento. Estamos, en efecto, en presencia de un bien muy particular; tal vez el único bien cuyo valor de uso se puede cuantificar. El capitalista, dueño del tiempo de utilización de la fuerza de trabajo, se encuentra con que hay una diferencia positiva entre la duración necesaria para la reproducción de la fuerza de trabajo y el tiempo durante el cual la fuerza de trabajo se puede poner en funcionamiento. Como dice Marx, "el valor que posee la fuerza de trabajo, y el valor que ésta puede crear difieren en tamaño". Este desfase, entre el valor de uso y el valor de cambio de la fuerza de trabajo, es precisamente la plusvalía.

    El capitalista será quien se apropie de la plusvalía. Pero, la plusvalía no es otra cosa que trabajo no pagado. El intercambio de valores equivalentes en el mercado de trabajo permite entonces la explotación del obrero en la esfera productiva. A partir de aquí es posible entender el modo en que la fuerza de trabajo y los medios de producción participan en la formación de valor. Como mencionamos en el segundo apartado, el trabajo se puede ver desde un punto de vista concreto o abstracto. En tanto que trabajo concreto, el trabajo realiza la transferencia al producto final del valor incorporado en los medios de producción. En tanto que trabajo abstracto el trabajo crea valor, es decir crea un valor necesario para su reproducción y, además, produce plusvalía.

    Por su parte, los medios de producción transmiten su valor al producto. Las materias primas y los bienes intermedios pierden su aspecto inicial, son consumidas en su totalidad, y su valor se transmite completamente al producto. Por el contrario, las máquinas y los edificios conservan su aspecto inicial mientras se usan gradualmente; este uso progresivo se analiza como una cesión gradual de valor. Evidentemente, la totalidad del valor de uso participa en el proceso de producción.

    Estas consideraciones de naturaleza técnica, permiten retomar la clásica distinción entre capital fijo y circulante. El capital fijo comprende los medios de producción que participan, como una totalidad, en la producción de valor de uso pero solo una fracción de su valor se convierte en valor de cambio. El capital circulante, por su parte, transmite íntegramente su valor de cambio a la mercancía. Como ya subrayó Ricardo, esta distinción capital fijo/circulante es más una cuestión de grado que de naturaleza y depende fundamentalmente de la duración del período de análisis.

    Más allá de los aspectos técnicos mencionados arriba, lo esencial de la teoría de la explotación se encuentra en los distintos papeles que juegan los medios de producción y la fuerza de trabajo en la creación de valor. La teoría del capital le sirve a Marx para expresar esta diferencia; así, los medios de producción sólo transmiten su valor al producto, y es precisamente por esta circunstancia que Marx lo denomina capital constante. Por el contrario, la fuerza de trabajo utilizada en la producción reproduce su valor y crea una plusvalía y por esta razón Marx lo denomina capital variable.

    De lo anterior podemos concluir entonces que el valor de una mercancía producida con la ayuda de capital constante y variable se descompone entonces en capital constante consumido, capital variable utilizado y plusvalía. Es decir:

M(valor) =c (capital constante consumido) + v (capital variable) + pl (plusvalía)

    Si nos interesamos por el papel de la fuerza de trabajo, la descomposición anterior del valor nos muestra cómo el capital variable anticipado sirve para reproducir la fuerza de trabajo. Es decir, esta fracción del capital permite, al mismo tiempo, la subsistencia del obrero y, lo que es más importante para el funcionamiento del sistema, que el capitalista vuelva a encontrar la misma fuerza de trabajo en el mercado en el período siguiente. Esta parte del tiempo de trabajo se denomina trabajo necesario. Pero, como ya hemos visto, el trabajador también crea una plusvalía; es decir, un trabajo excedente, no pagado y apropiado por el capitalista.

    Si relacionamos esos elementos, podremos obtener una tasa de explotación o tasa de plusvalía (pl/v), que se expresa como la relación entre la plusvalía y la parte del capital anticipado que crea tal plusvalía. En la práctica, para una duración de la jornada de trabajo (un día por ejemplo), esta tasa de explotación puede expresarse por la relación trabajo excedente/trabajo necesario. Esta relación refleja el hecho de que el trabajador consagra una parte del tiempo a trabajar para sí mismo y la otra a trabajar para el capitalista (una realidad evidente en el feudalismo que sigue existiendo, aunque de modo encubierto, en el capitalismo). En resumen:

Tasa de explotación = Pl / v = t'/t = Trabajo excedente /trabajo necesario

A partir de la expresión anterior y por definición podemos escribir:
https://econ.web.uah.es/hpeweb/Image5.gif
Donde PL es la plusvalía total, pli es la plusvalía por obrero, vi es el capital variable por obrero y V el capital variable total. Lo que también puede expresarse como:
https://econ.web.uah.es/hpeweb/Image6.gif
Donde f es el valor medio de la fuerza de trabajo; el empleo y t'/t es la tasa de explotación.

    Si razonamos, como hace Marx en primer lugar, suponiendo una tasa de explotación dada, resultará entonces que la plusvalía total depende del volumen de capital variable anticipado. Es decir, con una tasa de explotación dada y un valor medio de la fuerza de trabajo dado, la plusvalía crece con el empleo. El crecimiento del empleo, de la mano de la acumulación de capital, es entonces uno de los medios con que cuenta el capitalista para aumentar la plusvalía. Marx le denominará a este fenómeno aumento de la plusvalía absoluta (o simplemente plusvalía absoluta).

    El aumento del empleo se puede conseguir por dos medios diferentes. El primero, a través del aumento del número de trabajadores, con la misma duración de la jornada de trabajo. Este aumento es evidentemente posible, pero está limitado por el crecimiento natural de la población activa. El segundo,  mediante la prolongación de la jornada de trabajo. Esta segunda opción está limitada, por una parte, por razones fisiológicas (ya que hace falta un tiempo mínimo para recuperarse después de la jornada de trabajo), pero sobre todo por razones sociológicas (la prolongación de la jornada de trabajo resultará en una viva resistencia obrera). Por ese motivo, el aumento de la plusvalía en su forma absoluta topará con sus límites rápidamente y exigirá que el modo de producción capitalista ponga en marcha otro método, que Marx denominará la producción de plusvalía relativa.

    El modo de obtener la plusvalía relativa es simple. Manteniendo constante la jornada de trabajo y el número de trabajadores, la plusvalía sólo puede aumentar reduciendo el trabajo necesario y aumentando el trabajo excedente; es decir, aumentando la tasa de explotación. Si excluimos, por hipótesis, que el salario pueda ser inferior al valor de la fuerza de trabajo, la única forma de aumentar la tasa de explotación estará en la disminución del valor de la fuerza de trabajo. Esta disminución se consigue disminuyendo el valor de los bienes fundamentales que aseguran la renovación de la fuerza de trabajo; es decir, aumentando la productividad del trabajo en las empresas que producen los bienes de consumo obrero.

    Para aclarar cómo se alcanza en la práctica el resultado anterior hay que tener en cuenta la realidad de la competencia. El empresario capitalista vive en un mundo en el que ganar una cuota del mercado es el elemento esencial para la obtención de ganancias. En ese contexto, la innovación tecnológica le permite reducir los costes del trabajo y establecer de ese modo un valor de los bienes que produce por debajo del valor social de los mismos. El capitalista innovador obtiene así una plusvalía suplementaria, cuya traducción concreta es una tasa de beneficio superior a la media, y una cuota del mercado superior a sus competidores. Por supuesto, como hemos visto, en la esfera de la circulación nada se crea ni se destruye, y tal plusvalía suplementaria solo puede provenir de la redistribución de la plusvalía global, en perjuicio de los competidores que sin duda se verán obligados a vender por debajo de su valor. La restauración de la tasa de ganancia para todas las empresas pasará evidentemente por la adopción y generalización del nuevo proceso. Este proceso general, nacido de la competencia, conduce entonces a la disminución del valor unitario de los bienes producidos.

    En lo que respecta a la plusvalía relativa, la cuestión crucial consiste en saber donde tendrán lugar estas innovaciones. Si estas se realizan en los sectores que no sirven para la reproducción de la fuerza de trabajo, la plusvalía global no aumentará ya que tampoco disminuirá el valor de la fuerza de trabajo. Si, por el contrario, las innovaciones tienen lugar en los sectores que producen bienes de consumo obrero, se hace posible la producción de la plusvalía relativa. El capitalista innovador realiza una plusvalía extra en detrimento de sus competidores. Luego se difunde la innovación o aparecen nuevas innovaciones, el valor unitario de los bienes de consumo sufre una disminución que se generaliza, el valor de la fuerza de trabajo disminuye y el salario se ajusta progresivamente al nuevo valor. Las plusvalía global crece (en su forma relativa) a medida que las plusvalías suplementarias que nacen de las olas de innovación se van erosionando progresivamente. En resumen, la búsqueda de la máxima ganancia por parte de cada capitalista tendrá como consecuencia a escala social el aumento de la tasa de explotación y de la plusvalía global.

4. Acumulación de capital.

    En el esquema de Marx, la teoría de la producción no sólo es útil para explicar el proceso de creación de valor; también lo es para entender las leyes que rigen la distribución de la riqueza. El valor producido sirve, por una parte, para reponer el capital constante consumido y para reproducir la fuerza de trabajo y, por otra parte, para reportar una plusvalía al capitalista. En la medida en que se recomponen los medios de producción y la fuerza de trabajo, se recrean también las condiciones que permiten reiniciar un nuevo ciclo productivo. Como los capitalistas siguen siendo los únicos poseedores del capital y los obreros sólo poseen su fuerza de trabajo, la producción de mercancías reproduce también las relaciones sociales propias del capitalismo.

    La acumulación de capital toma la forma de aumentos en el capital constante (C) y de capital variable (V) y es fácil comprender que, para la evolución de capitalismo, es crucial el conocimiento de la evolución de la distribución C-V. Esto nos lleva directamente al concepto de composición orgánica del capital.

4.1 la composición orgánica del capital y su evolución

    Desde el punto de vista práctico, la producción resulta de la combinación de medios específicos de producción y de modalidades concretas de trabajo. Bajo este ángulo descriptivo, es posible hablar de composición técnica del capital. Esta combinación productiva tiene, por otra parte, una traducción en valor; en ese caso nos referiremos a ella como composición orgánica del capital. La composición orgánica del capital se define como la relación entre el capital constante y el capital variable; es decir como: q=C/V.

    Según Marx, con el desarrollo del capitalismo se produce un aumento evidente de la cantidad de máquinas que utiliza cada trabajador (es decir de la composición orgánica del capital). El aumento de la productividad del trabajo, que pasa por la puesta en marcha de innovaciones, se manifiesta en la utilización de técnicas cada vez más capitalistas (o cada vez más intensivas en capital). La traducción en valor de este aumento de la composición orgánica del capital no es, sin embargo, inmediata. En otros términos, no podemos afirmar a priori que el progreso del maquinismo aumenta o disminuye la creación de valor.

    En efecto, la consecuencia del aumento del maquinismo sobre el valor del capital anticipado está sometida a dos efectos contradictorios: un efecto volumen que influye al alza (cuanto más máquinas mayor será su valor), y un efecto valor que influye a la baja (el progreso técnico hace disminuir el valor unitario de los bienes producidos). Esto es igualmente cierto para el capital constante como para el capital variable. Sin embargo, para Marx, el efecto valor, relativamente pequeño, sólo sirve para atenuar el efecto volumen, que, en definitiva, es el dominante. Podríamos tratar de justificar este punto, por ejemplo, con el supuesto implícito de que el aumento de la productividad del trabajo influye más o menos del mismo modo sobre la producción de bienes de capital y sobre la producción de bienes de consumo obrero; por tanto, en la relación C/V, el efecto valor afectará del mismo modo al denominador y al numerador, dejando influir sólo al efecto volumen.

    Siguiendo a Marx, se puede afirmar entonces que en el proceso de acumulación capitalista, la composición del capital crece de un modo permanente. Esta tendencia tiene algunas consecuencias dignas de mención. A medida que aumenta la composición orgánica del capital, aumenta también el volumen mínimo requerido de las inversiones, haciendo surgir barreras de entrada y acentuando el fenómeno de concentración de capitales. Con la concentración también aumenta la vulnerabilidad de las empresas rezagadas. La acumulación de capital, según Marx, se realiza entonces en un contexto de quiebras, recompras, fusiones, afiliaciones, acuerdos de colusión, etc; fenómenos todos ellos que llevan inexorablemente a la centralización de capitales en pocas manos. Es de ese modo "como se abre paso a escala social el aumento de la composición orgánica".

4.2 Acumulación de capital y empleo

    Una parte de la plusvalía creada con la explotación de la fuerza de trabajo se acumula en la forma de capital variable y sirve entonces para generar nuevos empleos. Si la composición orgánica del capital permanece constante, en cada período se convertirá en empleo nuevo una fracción constante de la plusvalía. Así, suponiendo para simplificar una tasa constante de explotación, la plusvalía, el capital variable y, en consecuencia, el empleo aumentarán al mismo ritmo. El siguiente ejemplo numérico ilustra este mecanismo:
 

 Períodos

C

V

Pl

DC

DV

DV/V

1

800

200

200

160

40

0,2

2

960

240

240

192

48

0,2

3

1152

288

288

230,4

57,6

0,2

Pl/V = 1 ; C/V = 4

 

    La evolución anterior es claramente insostenible. Con las hipótesis planteadas, es improbable que el ritmo de crecimiento de la población activa sea suficiente para satisfacer el ritmo deseado de acumulación de capital variable. De ello resultará entonces una demanda excedente de trabajo, que elevará los salarios en detrimento de los beneficios, y que terminará por ralentizar y eventualmente frenar la acumulación de capital. Para Marx, siempre que la composición orgánica del capital muestra una cierta inercia, se producirá un movimiento cíclico de la economía en el que la expansión se manifiesta, primero, por un fuerte desarrollo del empleo y, a continuación, por un crecimiento excesivo de los salarios y una caída en la tasa de beneficios. La cima del ciclo se obtiene cuando la tasa de beneficios es el mínimo compatible con la acumulación; a partir de allí, la acumulación disminuye y eventualmente se hace cero. El tipo de salario, que antes había aumentado, ahora disminuye y se inicia una recesión que terminará cuando se restablezca el beneficio normal. Esta es una de las razones centrales por las que el capitalismo, para Marx, es esencialmente inestable.

    Más allá de los movimientos cíclicos, a más largo plazo, la composición orgánica del capital crece. Esto será lo que ocurra si, a medida que se acumula capital, el capital variable, y con él el empleo, aumenta a un ritmo decreciente. Este punto puede ilustrarse con el ejemplo numérico siguiente:
 

 Períodos

C

V

C/V 

Pl

DC/DV

DC

DV

DV/V

1

800

200

4

200

4

160

40

0,2

2

960

240

4

240

5

200

40

0,166

3

1160

280

4,14

280

6

240

40

0,143

4

1400

320

4,375

320

7

280

40

0,125

5

1680

360

4,375

360

8

320

40

0,111

6

2000

400

5

400

9

360

40

0,1

La tabla anterior se construye del siguiente modo:

- en cada período DC y DV se añaden respectivamente a C y a V.
- DC y DV se obtienen del siguiente modo: la plusvalía es igual al capital variable (pl/V=1). Esta plusvalía se distribuye entre DC y DV sobre la base de la composición orgánica del capital de las técnicas nuevas dada por la columna DC/DV.

Los resultados serán los siguientes:

- La acumulación capitalista sirve para crear nuevos empleos. En este caso tales puestos de trabajo se crean a un ritmo constante en términos absolutos (pero es posible imaginar ritmos crecientes o decrecientes). Sin embargo, lo más importante es los siguiente:
- La tasa de crecimiento del empleo es decreciente (DV/V disminuye).

    El caso planteado no parece demasiado negativo si tenemos en cuenta que en él el empleo crece a una tasa decreciente, pero positiva. El problema es que las cosas no terminan ahí. En efecto, si introducimos la depreciación del capital, el resultado sobre el empleo puede convertirse en negativo. La razón está en que el remplazamiento del capital usado se hace sobre la base de técnicas nuevas de producción, más capitalistas que las anteriores y que, en consecuencia, implican la destrucción de empleos antiguos.

    En resumen: la evolución del empleo es el resultado de dos tendencias contradictorias: una de ellas creadora de empleos (la capitalización de la plusvalía), y la otra destructora, el aumento y el reemplazo del capital sobre la base de una composición orgánica creciente. Para Marx, esta tensión permanente no conduce a un equilibrio y, a la larga, la destrucción de empleos predominará sobre la creación de puestos de trabajo. En efecto, como hemos visto, en el mejor de los casos, la creación de empleos se realiza a un ritmo decreciente. Pero, la destrucción de empleos se produce a un ritmo creciente, ya que el aumento de C/V conduce al crecimiento del capital utilizado, y, en consecuencia, a un aumento del capital que, en cada período se reemplaza sobre la base de nuevas técnicas. En resumen: entre la tendencia a la baja de empleos creados y la tendencia al alza de los empleos destruidos, el capitalismo se convierte inevitablemente en una "gran fábrica de parados" que, según la célebre expresión de Marx, se incorporarán al "ejército industrial de reserva".

    Evidentemente, lo anterior es la descripción de una tendencia de largo plazo, perfectamente compatible con fases de crecimiento del empleo. Lo esencial es que el mercado de fuerza de trabajo está bajo el dominio total del capital. Lejos de tratarse de dos polos independientes, la demanda y la oferta de fuerza de trabajo no son más que los dos aspectos de la misma dominación. Como dice Marx: "En estas condiciones, la ley de la oferta y la demanda corona el despotismo capitalista" (1.III.83)

5. Los Esquemas de reproduccion

    Teóricamente, según Marx, es posible distinguir dos modalidades de la reproducción del ciclo productivo. En la primera modalidad, el capital, la fuerza de trabajo y las relaciones sociales se reproducen período tras período sobre una base idéntica; en este caso, que Marx denomina de reproducción simple, el capital avanzado no aumenta ni disminuye con el paso del tiempo o, lo que es equivalente, los capitalistas consumen totalmente la plusvalía. En la segunda modalidad, que Marx denominará de reproducción ampliada, se capitaliza una parte de la plusvalía y, por lo tanto, una parte de la plusvalía se convierte en fuerza de trabajo y en medios suplementarios de producción. Obviamente, esta última situación es la norma general del capitalismo.

    En el caso de reproducción ampliada, las consecuencias sobre el empleo son directas e inmediatas: la acumulación de capital se concreta con el anticipo de un capital variable suplementario que dará lugar a una plusvalía suplementaria. La acumulación de capital, si nos limitamos a este mecanismo, es un proceso que se refuerza a sí mismo. Para Marx los capitalistas son fanáticos de la acumulación; aunque esta característica no se explica por razones psicológicas, sino por motivos históricos que deben buscarse en las reglas impuestas por la competencia. El capitalista no acumula por vocación, sino porque está es la condición de supervivencia impuesta por la competencia.

    Hasta ahora hemos tratado el capital como un valor anticipado para la producción. En realidad, el ciclo del capital es de hecho una imbricación de ciclos de capitales individuales que no se puede realizar más que por la coherencia de los valores de uso. En efecto para que se pueda dar la circulación D-M-D', es necesario que en todas las etapas se consiga la coherencia de los bienes producidos y las necesidades a satisfacer. El capital inicial nace de una venta previa, su inversión en medios de producción específicos exige la presencia de tales medios en el mercado, la compra de la fuerza de trabajo, por su parte, supone la existencia de bienes de consumo obrero y, del mismo modo, la realización de la plusvalía exige que el producto sea socialmente útil. Es decir, una economía sólo puede funcionar si existe una compatibilidad sectorial que asegure la armonía del conjunto. Esta compatibilidad necesaria es la que Marx desea describir en sus esquemas de reproducción.

    La división más general que podemos concebir de la economía es la que distingue el sector de los bienes de producción (sector I) y el sector de los bienes de consumo (sector II). En cada una de los sectores, el valor creado (M), se puede descomponer en capital constante consumido (c), capital variable (v) y plusvalía (pl). es decir:

Sector I: M1 = c1 +v1 +pl1

Sector II: M2 = c2 +v2 +pl2

    En el caso de la reproducción simple, la plusvalía se consume en su totalidad y la inversión neta es nula. La producción del sector I (M1) sirve para reemplazar el capital utilizado en los dos sectores (c1 y c2) y la producción del sector II sirve para satisfacer la demanda de bienes de consumo de los capitalistas y de los asalariados de los dos sectores (v1+v2+pl1+pl2). Entonces, las condiciones de equilibrio se escriben como:

I: c1 +v+ pl1 = c1 + c2
De donde: v1 +pl1 = c2

Por otra parte:

II: c2 + v+pl2 = v1 + v2 + pl1 + pl2
De donde: c2 = v1 + pl1

    En el caso de la reproducción ampliada, se consume una parte de la plusvalía (apl+ apl2 con a< 1), en tanto que otra parte se capitaliza ((1-a)pl+ (1-a)pl2). La producción del sector I sirve entonces para reemplazar el capital utilizado (c1+c2) y para la acumulación neta ((1-a)pl+ (1-a)pl2)). La producción II sirve para el consumo obrero v1+v2 (los obreros no ahorran) y para el consumo de los capitalistas (apl+ apl2). Entonces, las condiciones de equilibrio se convierten en:

I: c1 +v+ pl1 = c1 + c2 + (1-a)pl1 + (1-a)pl2
De donde: v1 +apl1 = c2 + (1-a) pl2

Por otra parte:

II: c2 + v+pl2 = v1 + v2 + apl1 + apl2
De donde: c2 + (1-a) pl2 = v1 + apl1

    Estas condiciones de equilibrio, pueden ser objeto de varios análisis. Lo primero a destacar es que las dos condiciones de equilibrio son formalmente idénticas. Ya sea en la reproducción simple o ampliada, la demanda de los bienes de consumo proveniente del sector I debe ser igual a la demanda de bienes de producción que emana del sector II. En segundo lugar, en cada uno de los dos casos, el equilibrio de un sector asegura el equilibrio del otro. Este resultado es intuitivamente evidente, ya que ambos se sirven mutuamente de los gastos del otro. En tercer lugar, como consecuencia directa de lo anterior, al desequilibrio en un sentido de un sector le corresponde un desequilibrio en el otro sentido del otro sector. Por ejemplo, si en I la producción de bienes de capital (M1) es superior a la demanda, es decir si c1 +v+ pl1 > c1 + c2 + (1-a)pl1 + (1-a)pl2, esto significa que en II la producción de bienes de consumo es inferior a la demanda. En otros términos: a la sobrecapitalización le corresponde la insuficiencia en la producción de bienes de consumo.

    Pero, ¿qué quieren decir todas esas condiciones formales de equilibrio, tanto para una economía estacionaria como para otra en crecimiento? Sin duda, el objetivo de Marx era mostrar que aun en una estructura simple (incluso elemental) las condiciones exigidas de coherencia son extremadamente restrictivas. En esta óptica, la simplicidad del modelo no es un defecto sino una cualidad. Si dividiendo simplemente la economía en dos sectores, la condición de equilibrio es tal que su probabilidad de realización es más bien pequeña, es posible pensar lo que puede ocurrir en una economía real. Las condiciones planteadas son en efecto estrechamente rígidas y Marx no introduce ningún mecanismo corrector o estabilizador para que puedan corregirse los desequilibrios.

    Si queremos introducir algo más de realismo en los modelos de reproducción deberíamos, por una parte, introducir un nuevo sector (el de los bienes de lujo demandados por los capitalistas) y tener en cuenta las amortizaciones no sincronizadas de los bienes de capital. Así, por hipótesis, es fácil concluir la inestabilidad crónica de un sistema interdependiente en el que se han eliminado los mecanismos autocorrectores. Marx no se priva de extraer conclusiones en ese sentido ni de insistir en que el menor desfase en las condiciones de equilibrio se traducirá en shocks de inventarios en uno u otro sector, en perspectivas no realizadas de beneficios, en caídas de precios, quiebras de empresas y aumentos del paro.

    El sistema capitalista es entonces fundamentalmente inestable y está sometido a crisis periódicas como resultado de una producción incorrectamente articulada de los sectores de bienes de capital y de bienes de consumo. Es importante subrayar que las crisis en sentido marxista no son asimilables a las crisis de subconsumo en el sentido clásico del término. El sistema no engendra, como en Malthus, crisis de sobreproducción ya que las condiciones de equilibrio muestran que el crecimiento equilibrado es teóricamente posible. Por otra parte, el subconsumo no se encuentra necesariamente en el origen de una crisis: también se puede producir la razón contraria. La idea de Marx es que el modo capitalista de producción aumenta las producciones sectoriales sin mantener la coherencia entre las demandas sectoriales; la razón de fondo de tales desajustes está en que se produce por el valor de cambio y no por el valor de uso. Esa es una fuente importante de crisis aunque no evidentemente la única.

6. El Problema de la Transformación

    Hasta ahora hemos conducido todo el razonamiento en términos de valor y de plusvalía, conceptos sin traducción inmediata en la realidad económica. En la vida corriente son los precios y los beneficios los que aparecen corrientemente y, son ellos, en efecto los que deben ser explicados. Pero, esta transposición de valores en precios y de plusvalía en beneficios no es ni automática ni simple. Al contrario, el intento de conseguir esta transformación hace surgir, como veremos, una contradicción. Siguiendo la tradición clásica, Marx retoma la idea según la cual la movilidad del capital asegura la igualación de las tasas individuales de ganancia: cada capitalista exige la misma tasa de ganancia (descontando obviamente el riesgo de cada uno de los usos posibles del capital). Esta idea es natural, pero en el razonamiento marxista esconde el problema. En efecto, para el capitalista individual es completamente indiferente que el capital se anticipe en forma variable o constante y la ganancia debe proporcionarse a todo el capital en su conjunto. Pero, sin embargo, el análisis de la fuerza de trabajo ha pretendido mostrar que la plusvalía sólo proviene del capital variable. Entonces, con el mismo capital avanzado y con la misma tasa de explotación, una empresa que utilice más capital constante que otra deberá, en principio, obtener menos plusvalía, lo que contradice la hipótesis de unicidad de la tasa de ganancia.

    Marx reconoce esta contradicción y trata de resolverla. Según él, en primer lugar, hay que rechazar la hipótesis simple de que la contradicción se pueda resolver admitiendo simplemente que el capital variable genera más o menos plusvalía según el sector en que se emplee. Esto supondría abandonar la aplicación al mercado de trabajo de la teoría del valor trabajo, y reconocer que el trabajo es más o menos productivo de acuerdo con los medios de producción de que dispone (lo que, en última instancia, significaría reconocer que el capital constante produce valor). Obviamente, para Marx, esta es una solución insatisfactoria, en la que la explotación se excluye a-priori, y por todo ello propondrá otra solución.

    La solución imaginada por Marx reposa en el mecanismo de igualación (algunos utilizan el término exótico de "perecuación") de la tasa de plusvalía a través del análisis de los precios de producción. Examinemos esta igualación con la ayuda de un ejemplo numérico. La economía, por ejemplo, está compuesta de tres sectores ( I, II, y III), cuyas composiciones orgánicas son respectivamente 3/10, 8/3 y 1/2. Las cifras absolutas de capital constante y variable en cada sector se presentan en la tabla. La composición orgánica del conjunto de la economía es entonces 8/3, precisamente la composición organica del sector II. Las tasas de depreciación periódica (que permiten calcular el capital constante consumido en cada período ) son respectivamente de 1/4, 3/8, y 3/4 y la tasa de explotación común a todos los sectores es pl/V=1.

 

 

 C (1)

V (2)

pl (3)

(4)

M (5)

CP (6)

r

(7)

p

(8)

p

(9)

M-p

(10)

I

300

100

100

75

275

175

9/33

400X9/33

9375/33

-300/33

II

200

75

75

75

225

150

9/33

275x9/33

225

0

III

100

50

50

75

175

125

9/33

150x9/33

5475/33

300/33

Total

600

225

225

225

675

450

225/825 = 9/33

225

 

0

La tabla se construye teniendo en cuenta las siguientes relaciones:

(5) = (2) + (3) + (4)
(6) = (2) + (4)
(8) = [(1) + (2)]x(7)
(9) = (6) + (8)
(10) = (5) - (9)
(4) se calcula como 1/4 (1); 3/8 (2) o 3/4 (3)

    Para la economía en su conjunto, el beneficio total es igual a la plusvalía total, es decir a 225, ya que el capital variable total es igual a 225 y la tasa de explotación es del 100%. El valor total de la producción es entonces M=c+v+pl=675. La tasa de beneficio, igual a la relación de la plusvalía sobre el capital total avanzado, es entonces 3/11. Esta tasa de beneficio medio general es la que se aplica a los capitales individuales de los sectores I, II, y III.

    A escala sectorial, aparecen respectivamente las plusvalías de 100, 75 y 50, es decir, la tasa del 100 por ciento aplicada al capital variable avanzado. El capital constante consumido resulta de la aplicación de tasas de depreciación sectoriales a los capitales constantes avanzados (es decir: 1/4(300)=75, 3/8(200)=75 y 3/4(100)=75). En estas condiciones los valores creados aparecen en la columna (5).

    ¿Cómo se forman los precios de oferta de los productos (Marx les llama "precios de producción")? Estos son la suma de los costes de producción (capital constante consumido + capital variable avanzado-columna (6)), y de los beneficios (obtenidos aplicando la tasa media general de beneficios a los capitales sectoriales avanzados (columna (8)). Estos precios aparecen en la columna (9). Salvo para el sector II, estos son diferentes de los valores.

    La diferencia (M-p) aparece en la columna (10). Los resultados de este análisis son los siguientes. La transformación de la plusvalía en ganancia y del valor en precio de producción se realiza por la distribución de la plusvalía. A escala global, la plusvalía constituye el beneficio global del que disponen los capitalistas. Los sectores que utilizan menos capital variable que la media producen menos plusvalía por unidad de capital (en este caso el sector I) que el sector medio. A la inversa, aquellos que utilizan más capital variable que la media producen más plusvalía (en este caso el sector III). Pero los capitalistas exigen una remuneración a prorrata sobre el total de capital anticipado, y no en proporción de su capital variable adelantado. De esto resulta que los sectores con fuerte composición orgánica venden por debajo de su valor, en tanto que los sectores con débil composición orgánica venden por encima de su valor. El sector medio, representativo de las condiciones medias de producción ve coincidir precio y valor. En suma, la igualación de la tasa de ganancia es equivalente a la redistribución de la plusvalía, de modo tal que el capital obtiene en todas partes el mismo rendimiento. Evidentemente, en este proceso de circulación nada se crea ni se destruye. La plusvalía no se realiza allí donde se crea, pero la suma algebraica de los desfases entre los precios y los valores es nula (columna 10), lo que permite concluir, que la ley del valor se verifica globalmente.

    La solución de Marx dio lugar a un importante debate cuyo origen reside en el carácter incompleto, sino ilógico, de la teoría de la transformación de los valores en precios. En efecto, para Marx, la tasa de beneficio se obtiene con respecto al valor del capital invertido; habiendo calculado ya el precio de los productos. Pero, el capitalista no compra el capital constante ni el capital variable por su valor sino por su precio. Una solución correcta debe servir para transformar no sólo los valores de los productos en precios, sino también los valores de los factores y esto no es lo que hace Marx. En cualquier caso, según Marx, el valor no se expresa directamente en el precio de producción, sino sólo indirectamente, por intermedio de la distribución de la plusvalía. La ley del valor se satisface globalmente y para los precios individuales se trata solamente de una ley tendencial.

7. La Ley de la Baja Tendencial de la Tasa de Ganancia

    Como la tasa de beneficio es la misma para todos los sectores de la economía, a nivel agregado la tasa de ganancia y la de plusvalía son idénticas. Esta tasa de ganancia puede entonces definirse como la relación de los beneficios sobre el capital avanzado (o de la plusvalía sobre el capital avanzado). Marx escribe entonces:
https://econ.web.uah.es/hpeweb/Image7.gif
Donde e es la tasa de explotación y q la composición orgánica.

    Evidentemente, la evolución de r depende, al menos en una primera aproximación, de las evoluciones respectivas de la tasa de explotación y de la composición orgánica del capital. Para Marx, con los argumentos que luego juzgaremos, es la composición orgánica y su evolución la que determinan la tendencia de r; los otros factores juegan sólo como contratendencias que matizan el resultado general. Evidentemente, si razonamos en términos de tasa de explotación constante, el aumento de la composición orgánica del capital entraña mecánicamente una baja de la tasa de beneficio. Lo que, económicamente, se interpreta del siguiente modo: la sustitución constante de "trabajo muerto" por "trabajo vivo" hace que la unidad marginal de capital invertido reporte cada vez menos rendimiento, ya que sólo el "trabajo vivo" crea plusvalía.

    Frente a esta fuerte tendencia, el modo de producción capitalista pone en juego contratendencias que pueden clasificarse en dos categorías: las que se refieren a los precios y las que se refieren al valor.

A nivel de los precios, sin ser exhaustivos, podemos mencionar, por ejemplo, la disminución temporal del salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo cuando hay paro o inmigración. El comercio exterior también puede jugar un papel importante en la medida en que permite obtener los bienes de producción, materias primas y bienes de subsistencia a un precio inferior al precio del mercado interno. Mas importante para el porvenir de la teoría Marxista es el papel jugado por las exportaciones de capital, sea bajo la forma de préstamos, en cuyo caso el capital nacional puede recoger parte de la plusvalía generada en el exterior, sea en la forma de inversiones directas, en cuyo caso el capital se beneficia de una explotación más acusada y de unos salarios reales más bajos.

A nivel del valor, podemos, en primer lugar, imaginar un aumento de la tasa de explotación a través de un aumento de la plusvalía absoluta, es decir, por la prolongación de la jornada de trabajo o de la intensificación del trabajo. Para Marx estos son sólo paliativos, tales mecanismos están limitados por razones puramente físicas y por las luchas obreras.

    La aceleración de la rotación del capital es también un freno a la baja tendencial de r. En efecto, si tc es la tasa de rotación del capital constante, podemos escribir:
https://econ.web.uah.es/hpeweb/Image8.gif
donde c es el capital constante consumido (si, por ejemplo, el capital constante se utiliza en dos años la tasa de rotación será de 1/2). Vemos que todo aumento de tc corresponde a una disminución del capital constante avanzado sobre el período unitario, y es entonces algo que conduce a un alza de la tasa de ganancia.

    En suma, estamos inmersos en un conjunto de fuerzas antagónicas entre las que ninguna parece dominar. Esta impresión no hace más que confirmarse si eliminamos la hipótesis de una tasa de explotación constante (que además es insostenible en el marco del razonamiento de Marx). En efecto, el aumento de la composición orgánica del capital y el de la tasa de explotación son dos resultados del mismo movimiento. El crecimiento de q significa el crecimiento de la productividad del trabajo, que no podemos suponer como exclusiva al sector I. La producción de bienes de consumo obrero también se beneficia, lo que conlleva la mayor producción de plusvalía y al aumento de la tasa de explotación. Además, la evolución de la tasa de beneficio depende de dos fuerzas contradictorias: una que presiona a la baja (el aumento de q), y otra al alza (el crecimiento de pl/v). El propio Marx dice que "las causas mismas que producen una baja tendencial de la tasa de beneficio inducen también efectos compensadores". Es decir, sin duda, que las contratendencias no ponen en duda la tendencia. Pero esto también equivale a decir que si la tasa de ganancia disminuye se verifica la ley; en tanto que si aumenta, son las contratendencias las que dominan (¿provisionalmente?) sobre la tendencia.

    Admitamos, a pesar de todas las reservas, que Marx tiene razón y la tasa de beneficio disminuye. El modo capitalista de producción en sus etapas avanzadas se encontrará entonces con una acumulación excesiva de capital. Este exceso de acumulación no significa que el capital disponible permite satisfacer de sobra las necesidades sociales; sólo significa que la plusvalía es insuficiente con respecto al volumen de capital anticipado. Esta contradicción se puede superar con la desvalorización de una parte del capital. Es decir con la valoración de una parte del capital por una tasa de beneficio inferior a la tasa normal de beneficio general. La desvalorización puede tomar distintas formas, que son al mismo tiempo los síntomas de una crisis cíclica: retirada pura y simple de capitales de la producción, recompras a bajo precio después de la quiebra de las empresas, fragmentación de la tasa de beneficio, intervención del estado, etc. Más allá de estas múltiples formas, la desvalorización de ciertos capitales permite contrabalancear provisionalmente las consecuencias de una baja de la tasa de ganancia permitiendo mantener su rentabilidad a los capitales no desvalorizados hasta el momento en que la ley tendencial haga sentir de nuevo sus efectos con la aparición de una nueva crisis.

    Esta tendencia a la disminución secular de la tasa de beneficio, unida a las otras tendencias mencionadas en los apartados anteriores, permite comprender la afirmación de Marx, de que "el capitalismo está infectado con el germen de su propia destrucción".

  

 

       Y ahora para poder hacer nuestra meta estructura démosle contenido con el estructuralismo y el pos estructuralismo

Veamos a Saussure

https://www.youtube.com/watch?v=8qDIPLYPS5A  

 

   Veamos ahora Pierce  

 

https://www.youtube.com/watch?v=8qDIPLYPS5A

 

Y por último el intento del Tractatus de Wittgenstein   

https://www.youtube.com/watch?v=75L1Swxgu9s  

 

El estructuralismo es determinación

Ahora vemos el pos estructuralismo  

Derrida

https://www.youtube.com/watch?v=u0VVGGrBSD0  

 Foucault

https://www.youtube.com/watch?v=IL3tCQ5aZSg

 

Deleuze

https://www.youtube.com/watch?v=LB2T9_uc6eQ&list=PLfg-nvLMvO0i1F-Bz5gBpif7h9wuhvmwj

 

El pos estructuralismo es indeterminación 

 

Veamos la primera solución

 Determinista→← indeterminista   

Ambos se cancelan

Es decir la referencia en el estructuralismo se Sauserre es arbitrario según el código del sistema, en el de Pierce pasa por un iterpretante pero que también es un constructo de interpretación convencional aunque con más posibilidades no deja de ser determinista   en los pos estructuralistas no hay determinación ya sea por el deseo de Deleuze donde la potencialidad de ensamble de las maquinas deseantes es infinita  o por la resistencia al poder en Foucault donde se acepta una determinación pero interesada según aquellos que prodúzcanla episteme o sobre todo en Derrida porque deconstruye el código binario, pues bien lo determinado e indeterninado se cancela.

 

Nosotros entendemos a Hegel como una dialéctica positiva que se supone supera toda determinación en el absoluto pero en esa superación meta estructural donde la experiencia hace la negación de la negación se crea la súper estructura determinativa, en que la razón concibe, es decir que unimos el determinismo estructural con el absoluto meta estructural y para nosotros este superar de la razón la experiencia para llegar al espíritu absoluto crea la determinación así el análisis sincronico del estructuralismo se realiza por la síntesis diacrónica del devenir de la razón, comprendamos entonces que la referencia es integrada desde la experiencia de la consciencia

Por otro lado la indeterminación es marxista, el capital es inestable no por la contradicción del capital constante con el capital variabe en el decrecimiento de la tasa de ganancia  sino porque la experiencia cero donde la razón hace la afirmación de la afirmación del no ser haciendo que la experiencia supere a la razón para diluirse en la naturaleza ,siempre llevara a la indeterminación, nuestra experiencia es trágica conduce a la entropía, destrucción, muerte el Dharma es su inversión sagrada volviendo al primer vacío pero la experiencia marxista es un dharma profano que nos lleva a la tragedia total de una lucha violenta cuasi infinita, así la experiencia pura es la base de la indeterminación configurando la infraestructura aquí la referencia siempre estará indeterminada porque el lenguaje no funciona como un sistema sino como un campo que adquiere significado según las relaciones y sus contextos pero estos son altamente variables al punto que nunca llegan a determinarse.

 

                               Hegel  Espíritu absoluto

                                    101

Estructuralismo súper estructura

 

Marx Experiencia pura

010

Post estructuralismo infra estructura

 

    

 

 

 

Segunda solución ambas  son iluminadas

Cruzamos el espejo desde una determinación hacía una indeterminación y viceversa surgiendo en cada cruce un traspaso donde se crean nuevas conexiones referenciales.

 

Determinación ←→Indeterminación

          

Tercera solución

Le damos la razón a lo determinado  

 

Cuarta solución

Le damos la razón a lo indeterminado

 

Quinta solución creamos una meta estructura que sintetice a Jung determinación y a Lacan indetermianción, asi pasamos de la indeterminación referencial a la determinación referencial arquetípica se parece mucho a la solución de Zizek   solo que radicalizamos nuesro imaginario con Jung así la referencia e una activación a un arquetipo innato pero teniendo como base Lacan sabemos que esta es una contrucción desde la referencia indeterminada.

 

Nosotros nos quedamos con esta respuesta a tu pregunta pero sabemos  que las otras son válidas y que la nuestra reinicia el ciclo del logos pudiendo crearse otra meta estructura que de una estructura producto de la síntesis de la infraestructura con la síper estructura y viceversa.  

 

Me he explayado para dar el modelo de solución de cualquier problema en la Ciencia del logos veras que realmente no hay solución sino una meta solución que crea un nuevo problema.  

  

 

 

 

 

 

 

  

 

 

 

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