Resistencias al capitalismo
Primer horizonte capitalista
Primer ciclo genovés ibérico extensivo
Resistencia del antiguo régimen Estructural
Intermedio intensivo Holandés
Segundo horizonte u horizonte medio Reino unido extensivo
Resistencia de clases infraestructural
Intermedio Estadounidense intensivo
Resistencias culturales súper estructural
Tercer horizonte u horizonte tardío datista
Resistencia espiritual Meta estructural
Ciclos económicos del capitalismo mundial. Giovanni Arrighi
Publicado el 27/08/2017 por Grupo
Akal
Giovanni Arrighi (1937-2009),
economista y sociólogo italiano especializado en economía política, está
considerado uno de los máximos representantes de las teorías de los ciclos económicos. Doctorado en Economía
por la Universidad de Milán, fue profesor de Sociología en la Johns Hopkins
University, Baltimore. Entre sus publicaciones destacan los libros publicados
en Ediciones Akal Movimientos antisistémicos (con
Immanuel M. Wallerstein y Terence K. Hopkins, 1999), El largo siglo XX (1999), Caos y orden en el sistema-mundo moderno (con
Beverly J. Silver, 2001) y Adam Smith en Pekín. Orígenes y
fundamentos del siglo XXI (2007).
Pautas evolutivas y cíclicas de
comportamiento del capitalismo histórico
Giovanni
Arrighi
Las similitudes existentes entre
los ciclos sistémicos de acumulación –consistente cada uno de
ellos en la emergencia de un nuevo régimen en el curso de la expansión
financiera de un régimen anterior– ha llevado a algunos lectores a atribuir a El largo siglo XX un argumento
estrictamente cíclico en el que, en palabras de Michael Hardt y Antonio Negri
(2000: 39), «es imposible reconocer una ruptura del sistema, un cambio de
paradigma, un acontecimiento. Por el contrario, todo debe siempre retornar y la
historia del capitalismo se convierte así en el eterno retorno de lo mismo»
(véase también Detti 2003: 551). En realidad, la insistencia del libro en la
recurrencia de las expansiones financieras ni nos impide reconocer rupturas
sistémicas ni pretende describir la historia del capitalismo como un eterno
retorno de lo mismo. A la inversa, pretende mostrar que las reorganizaciones
fundamentales del sistema tienen lugar precisamente cuando lo «mismo» (en la
forma de expansiones financieras recurrentes) retorna.
La figura 1 resume la pauta histórica de recurrencia y evolución que
puede inferirse de la comparación de los sucesivos ciclos sistémicos de
acumulación contenida en El largo siglo XX.
Tan pronto como comparamos las agencias, las estrategias y las estructuras de
los sucesivos ciclos, descubrimos no sólo que son diferentes, sino también que
su secuencia describe una pauta evolutiva que apunta a regímenes de creciente
tamaño, alcance y complejidad. La figura 1 resume esta pauta evolutiva
concentrándose en los «contenedores de poder» que han albergado los «cuarteles generales» de las principales agencias capitalistas de
los sucesivos regímenes: la República de Génova, las Provincias Unidas, el
Reino Unido, Estados Unidos.
Figura 1. Pautas evolutivas del capitalismo mundial
En el momento del ascenso y plena
expansión del régimen genovés, la República de Génova era
una ciudad-Estado de reducido tamaño y de organización simple, que contenía muy
poco poder en realidad. Profundamente dividida socialmente y prácticamente
carente de defensa militar, era a tenor de la mayoría de los criterios un
Estado débil comparado con todas y cada una de las grandes potencias de la
época, entre las cuales su vieja rival Venecia todavía se situaba realmente muy
alto. Sin embargo, gracias a sus vigorosas y densas redes comerciales y
financieras, la clase capitalista genovesa, organizada en una diáspora
cosmopolita, trató en pie de igualdad con algunos de los gobernantes más
poderosos de Europa y logró convertir la incesante competencia existente entre
estos por el capital en busca de inversión en un poderoso motor de
autoexpansión de su propio capital (Arrighi 1994: 109-132, 145-151).
En el momento de ascenso y plena
expansión del régimen de acumulación holandés, las
Provincias Unidas eran una organización híbrida que combinaba
algunas de las características de las declinantes ciudades-Estado con algunas
otras de los ascendentes Estados nacionales. Una organización mucho mayor y más
compleja que la República de Génova, las Provincias Unidas «contenían»
suficiente poder como para ganar la independencia de la España imperial,
arrancar de los imperios marítimo y territorial de esta última un imperio
altamente rentable de bases comerciales y mantener a raya los desafíos por mar
de Inglaterra y por tierra de Francia. Este mayor poder del Estado holandés en
comparación con los genoveses permitió a la clase capitalista holandesa hacer lo
que éstos ya habían estado haciendo –convertir la competencia interestatal por
el capital en busca de inversión en un motor de autoexpansión de su propio
capital–, pero sin tener que «comprar» protección de los Estados territoriales,
como habían hecho aquellos mediante la relación de intercambio político tejida
con los gobernantes ibéricos. El régimen holandés, en otras palabras,
«internalizó» los costes de protección que los genoveses habían
«externalizado», como muestra la figura 1 (Arrighi 1994: 36-47, 127-151).
En el momento del ascenso y plena
expansión del régimen de acumulación británico, el Reino Unido no era tan solo un Estado nacional
totalmente desarrollado, sino que también se hallaba en curso de conquistar un
imperio territorial y comercial de alcance mundial, que otorgó a sus grupos
dirigentes y a su clase capitalista un poder de mando sobre los recursos
humanos y naturales mundiales sin parangón ni precedente. Esto permitió que la
clase capitalista británica hiciera lo que los holandeses ya habían sido
capaces de hacer –convertir en su propia ventaja la competencia interestatal
por el capital en busca de inversión y «producir» toda la protección necesaria
para la autoexpansión de su propio capital-, pero sin tener que apoyarse en
organizaciones territoriales extranjeras, y con frecuencia hostiles, para
obtener la mayor parte de la producción agroindustrial sobre la que se apoyaba
la rentabilidad de sus actividades comerciales. Si el régimen holandés había
internalizado respecto al genovés los costes de protección, el régimen
británico había internalizado también los costes de producción (Arrighi 1994:
43-58, 174-238).
Finalmente, en el momento del ascenso
y plena expansión del régimen de acumulación estadounidense, Estados Unidos ya era algo más que un Estado
nacional totalmente desarrollado. Era un complejo militar-industrial de alcance
continental dotado de suficiente poder tanto para proporcionar a una amplia
gama de gobiernos subordinados y aliados una protección tan eficaz como para
dotar de credibilidad a las amenazas de estrangulación económica o de
aniquilación militar dirigidas contra gobiernos no amigos localizados en
cualquier parte del mundo. Este poder, combinado con el tamaño, insularidad y
riqueza natural de su territorio nacional, permitió a la clase capitalita
estadounidense internalizar no únicamente los costes de protección y producción
–como la clase capitalista británica había hecho–, sino también los costes de
transacción, es decir, los mercados de los que dependía la autoexpansión de su
capital (Arrighi 1994: 58-74 y capítulo 4).
Este incremento continuo del tamaño,
el alcance y la complejidad de los sucesivos regímenes de acumulación de
capital a escala mundial se ve de algún modo oscurecido por otra característica
de su secuencia histórica consistente en un doble movimiento, hacia
delante y hacia atrás, de sus modalidades de existencia. Cada paso
adelante en el proceso de internalización de los costes por un nuevo régimen de
acumulación implicaba la revitalización de las estrategias gubernamentales y
económicas que habían sido reemplazadas por el régimen precedente.
Así, la
internalización de los costes de protección por parte del régimen holandés en
comparación con el genovés se produjo mediante una revitalización de las estrategias
y estructuras del capitalismo monopolista de Estado veneciano, que el régimen
genovés había reemplazado. De modo similar, la internalización de los
costes de producción por el régimen británico en comparación
con el holandés supuso la revitalización, mediante formas novedosas y más
complejas, de las estrategias y estructuras del capitalismo cosmopolita genovés
y del territorialismo global ibérico. Y la misma pauta recurrió de nuevo con el
ascenso y la plena expansión del régimen estadounidense,
que internalizó los costes de transacción revitalizando de
formas novedosas y más complejas las estrategias y estructuras del capitalismo
corporativo holandés (Arrighi 1994: 57-58, 70-72, 243 ss.).
Como muestra la figura 1, esta
revitalización recurrente de estrategias y estructuras de acumulación
reemplazadas previamente genera un movimiento pendular hacia
delante y hacia atrás entre estructuras organizativas «imperial-cosmopolitas»
y «nacional-corporativas», siendo las primeras típicas de los regímenes
«extensivos» –como lo fueron el ibero-genovés y el británico– y las segundas de
los regímenes «intensivos», como lo fueron el holandés y el
estadounidense. Los regímenes «imperial-cosmopolitas» ibérico-genovés
y británico fueron extensivos en el sentido de que han sido los
responsables de la mayor parte de la expansión geográfica del sistema
capitalista. Bajo el régimen genovés, «se descubrió» el mundo y bajo el
británico «se conquistó». Los regímenes «nacional-corporativos»
holandés y estadounidense, por el contrario, fueron intensivos en el
sentido de que han sido los responsables de la consolidación geográfica más que
de la expansión del sistema capitalista. Bajo el régimen holandés, el
«descubrimiento» del mundo, realizado primordialmente por los socios ibéricos
de los genoveses, se consolidó en el sistema pivotado en Ámsterdam de centros
de intermediación y distribución comercial y de compañías otorgadas por
acciones. Y bajo el régimen estadounidense, la «conquista» del mundo efectuada
básicamente por los británicos se consolidó en el sistema centrado en Estados
Unidos de mercados nacionales y corporaciones transnacionales.
Esta alternancia de regímenes
extensivos e intensivos difumina nuestra percepción de la tendencia subyacente
a largo plazo hacia la formación de regímenes de creciente tamaño y alcance.
Cuando el péndulo oscila en la dirección de los regímenes extensivos, la
tendencia subyacente resulta magnificada; y cuando oscila en dirección de los
regímenes intensivos, parece ser menos significativa de lo que en realidad es.
Sin embargo, una vez que controlamos estas oscilaciones comparando los dos
regímenes intensivos y los dos extensivos –el genovés-ibérico con el británico
y el holandés con el estadounidense– la tendencia subyacente resulta
inconfundible.
El desarrollo del
capitalismo histórico como un sistema-mundo se
ha basado, pues, en la formación de bloques históricos, cada vez más poderosos
y complejos, de organizaciones gubernamentales y económicas dotadas con la
capacidad de ampliar (o de profundizar) el alcance funcional y espacial del
capitalismo mundial. Y, sin embargo, cuanto más poderosos y complejos son estos
bloques menor es el ciclo vital de los regímenes de acumulación que han generado,
esto es, menor es el tiempo que han invertido para emerger de la crisis del
régimen dominante precedente para convertirse ellos mismos en dominantes y
alcanzar sus límites que son señalados por el comienzo de una nueva expansión
financiera. Si partimos de la datación de Braudel del comienzo de las
expansiones financieras, este tiempo fue menos de la mitad tanto en el caso del
régimen británico respecto al genovés como en el caso del régimen
estadounidense respecto al holandés (Arrighi 1994: 216-217).
Esta pauta de comportamiento del
desarrollo capitalista en virtud de la cual el incremento en el poder de
los regímenes de acumulación se halla asociado con el acortamiento de su
duración, recuerda la afirmación efectuada por Marx de que «la barrera real de la producción capitalista es el propio capital»
y aquella otra de que la producción capitalista continuamente supera sus
barreras inmanentes «únicamente para erigirlas de nuevo en su
camino a una escala más formidable» (Marx 1962: 244- 245). Pero esta
contradicción entre la autoexpansión del capital, por un lado, y el desarrollo
de las fuerzas materiales de producción y de un mercado mundial apropiado, por
otro, puede en realidad reformularse en términos más generales de los
concebidos por Marx, ya que él la aplicó tan solo al capitalismo como un «modo
de producción», esto es, contemplando la internalización de los costes de
producción en la etapa británica de su desarrollo, cuando, sin embargo, el
principio de que la barrera real del desarrollo capitalista es el propio
capital operaba claramente ya en las etapas genovesa y holandesa de desarrollo.
Tanto en la etapa genovesa como en la
holandesa, el punto de partida y de clausura de la expansión del comercio y de
la producción mundiales fue la obtención de beneficio
como un fin en sí mismo por parte de una agencia capitalista
particular. En la primera etapa, los «Grandes Descubrimientos», la organización
del comercio de larga distancia en el seno y a través de los límites del/os
enorme(s) imperio(s) ibérico(s) y la creación de un embrionario «mercado
mundial» en Amberes, Lyon y Sevilla fueron para el capital genovés meros medios
para su propia autoexpansión. Y cuando en torno a 1560 esos medios dejaron de
servir para ese propósito, el capital genovés se retiró
rápidamente del comercio para especializarse en las altas finanzas.
Del mismo modo, la realización de actividades comerciales entre jurisdicciones
políticas independientes y con frecuencia distantes, la centralización del
centro de intermediación comercial en Amsterdam y de las actividades de alto
valor añadido en Holanda, la creación de una red de bases comerciales de
alcance mundial y la «producción» de toda la protección necesaria para la
realización de estas actividades fueron para el capital holandés meros medios
para su propia autoexpansión. Y de nuevo cuando en torno a 1740 esos medios
dejaron de servir a ese propósito el capital holandés los
abandonó para optar por una especialización más concienzuda en las altas
finanzas.
Desde este ángulo analítico, en el
siglo XIX el capital británico simplemente repitió una pauta de
comportamiento que se había establecido mucho antes de que el capitalismo
histórico como modo de acumulación se hubiera convertido también en un modo de
producción. La única diferencia era que en el ciclo británico, además del
transporte, la distribución y la intermediación comercial y otros tipos de
comercio a larga y corta distancia, así como demás de las actividades
concomitantes de protección y producción, las actividades extractivas e
industriales –esto es, lo que podemos denominar producción en sentido estricto–
se habían convertido en medios esenciales de la autoexpansión del capital. Pero
en torno a 1870, cuando la producción y las actividades comerciales
relacionadas dejaron de servir a este propósito, el capital británico optó por especializarse en la especulación y
la intermediación financieras, con la misma celeridad con la que el
capital holandés y el genovés lo habían hecho, respectivamente, 130 y 310 años
antes, y el capital estadounidense lo haría 100 años después.
La esencia de la contradicción es que
en todos los casos la expansión del comercio y la producción mundiales
constituye un mero medio para conseguir fundamentalmente incrementar el valor
del capital y que, sin embargo, a lo largo del tiempo ello tiende a reducir la
tasa de beneficio y por consiguiente a disminuir el valor del capital. Gracias
a su continua centralidad en las redes de las altas finanzas, los centros
organizadores establecidos se hallan mejor situados para convertir la
intensificación de la competencia por el capital en busca de inversión en su
propia ventaja y mediante ello restaurar sus beneficios y su poder a expensas
del resto del sistema. Desde este punto de vista, la restauración de los beneficios y del poder estadounidenses
durante la década de 1990 sigue una senda que ha sido típica del capitalismo
mundial desde sus mismísimos comienzos. La cuestión que
permanece abierta es si esta restauración será seguida, como lo ha sido en el
pasado, por la sustitución del régimen (estadounidense) todavía dominante por
otro nuevo régimen.
El texto de esta
entrada es un fragmento de “El largo siglo XX”, el libro de Giovanni Arrighi
Nos enfrentamos entonces
ante un nuevo ciclo expansivo del capitalismo, en su constitución de imperio
mundial siguiendo el libro imperio https://construcciondeidentidades.files.wordpress.com/2014/09/negri-antonio-imperio.pdf
y que al parecer los ciclos de Arregui también contemplan, la cuestión es ¿Qué resistencia
podemos plantear ante esta nueva expansión que amenaza ser inter estelar, pos
humana?
Desde nuestro análisis está claro que no puede ser una lucha de clases.
Y es que no partimos desde la visión materialista dialéctica,
nuestra reflexión filosófica nos lleva al absoluto espiritual meta dialectico en
una coincidencia de opuestos ontológica donde el ser y el no ser son lo mismo en el Amor Santo divino y entonces todo parte
de Dios y va a Dios, comprendiendo al capitalismo como una religión siendo la
inversión del cristianismo en una búsqueda material de Dios por medio del capital,
el homo viator, el hombre peregrino se
cansó de esperar el reino divino y paso a fabricarlo invertiéndose en un homo
faber , para esto tuvo que superarla primera resistencia del antiguo régimen,
para lo que fue necesaria una guerra de imaginarios, llevada por la reforma
protestante, por el renacimiento artístico, por la filosofía idealista y toda la ilustración, por la revolución científica,
industrial y francesa donde se mata a Dios y el hombre buscara ahora su imagen
en la maquina como antes la tuvo en el animal, así se consolidara el horizonte
medio del capitalismo el cual tendrá su
mayor resistencia en la lucha de clases, este fenómeno de lucha de clases no existió
antes como tal, es el manifiesto
comunista el que crea esta conciencia y esta resistencia, en el antiguo régimen
el imaginario consolidaba la esclavitud en todo el sistema y al esclavo jamás
se le hubiera ocurrido integrarse desde
una conciencia de clase, fueron los barbaros los que lucharon contra los
autoproclamado civilizados, este fue el enemigo de la polis estado que luego se
constituyó en imperio, a la caída de
este surge sistema feudal constituyendo
el antiguo régimen que será superado por
las polis estado proto capitalistas en una
guerra de imaginarios , que darán paso al estado nación capitalista industrial el cual
recién se enfrentara a la lucha clasista
cuyo culmine se dará en la guerra fría, donde el proletariado se
identificara como consumidor otra vez en una guerra de imaginarios, que el
capitalismo le ganara al proyecto comunista ¿Esto quiere decir que las clases sociales
han desaparecido? Para nada, más bien su polaridad se ha hecho extrema al punto
que podemos hablar de incluidos y excluidos, veamos las clases sociales:
Extracto alterado del texto: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/reggen/pp17.pdf
La estructura de las clases sociales se encuentra -en gran
medida- definida por las características que presenta la reproducción del
capital. Igual consideración puede realizarse respecto a su distribución
espacial en un territorio. Cada patrón de reproducción tiene sus propias
particularidades en materia de clases sociales. No desconocemos que las
características que asume la dominación, esto es, los aspectos políticos que
alcanzan forma en un sistema de dominación y en determinadas formas de
gobierno, tienen incidencia también en el problema, como veremos más adelante.
Para una mejor comprensión de este problema es necesario tener en cuenta que en
una sociedad capitalista se distinguen cinco clases: terratenientes, burguesía,
pequeña burguesía, proletariado y campesinado. Cada una de estas clases se
subdivide en fracciones (por ejemplo, en el caso de la burguesía, tenemos las
fracciones agraria, industrial, finaciera y comercial) y en sectores (siempre
para la burguesía: gran burguesía, mediana y pequeña).65 Señalemos un par de
asuntos en relación al proletariado y la pequeña burguesía, que serán de
interés para el tratamiento del tema que aquí nos ocupa. En el proletariado
debe distinguirse el ejército obrero activo (esto es, los obreros que se
encuentran con trabajo de manera permanente) y el ejército obrero inactivo (que
considera a los obreros con trabajos intermitentes, hasta los desempleados
permanentes y el pauperismo). A este último sector obrero Marx califica como
superpoblación relativa o ejército industrial de reserva. Y es este ejército el
que ha crecido aún punto que se puede constituir en el resein de cambio
espiritual. Para el caso de la pequeña
burguesía es necesario distinguir dos grandes fracciones: la propietaria (que
se reproduce vía la relación mercantil simple, recurriendo a su trabajo y al
trabajo familiar, sea en actividades artesanales: herreros, zapateros, etc; en
pequeños comercios y talleres; y profesionales con despachos privados), y la no
propietaria (donde encontramos a profesionales en empresas privadas o estatales
y a funcionarios en general, sea en el sector público o privado)
Vencida
la lucha de clases por el capitalismo haciendo del proletariado un cosumidor y
ampliando su ejército de reserva con una
gran masa excluida, la resistencia a la intensidad del mercado global ha sido
cultural pos estructuralista y pos moderna donde diferentes movimientos fragmentados:
Feministas, ecologistas, étnico raciales, entre otros han intentado una
deconstrucción y descolonización del pensamiento único global, lo que ha hecho el capitalismo es tomarlos como insumo para la sociedad del espectáculo y así consolidar su democracia global, hoy la principal
resistencia al G7 que es el poder ejecutivo del imperio está en oriente en el
bloque de Rusia, China pero en los otros
estratos como su aristocracia económica trasnacional o en su democracia del espectáculo
no hay mayores diferencias, y aunque hay otras resistencias muchos más
radicales como la de Corea del norte , Cuba, Irán, entre otros considerados
como el eje del mal por el imperio, estas no representa realmente mayor obstáculo
sino más bien ejemplos de lo terrible que puede ser un sistema no capitalista, así
que urge formar una nueva resistencia que tenga su biotejido espiritual en las
masas excluidas.
Esto exige una redeconstrucion es decir que
las deconstrucciones logren una comunión espiritual donde el ser occidental y
el no ser oriental logren una comunión más allá de todas las determinaciones sistemáticas, logrando una cibernética del
tercer orden, donde los sistemas se diluyan en sus campos ontológicos dando
paso a un comunismo complementario.
Si comprendemos el patrón del capitalismo tenemos:
I II
Ft Ft
D – M ….P….M’ - D’ – M ….P….M’ - D’…….
Mp Mp
III
En donde: D = dinero M = mercancía FT= fuerza de trabajo Mp=
medios de producción
P= producción M’= mercancía con nuevo valor D’= dinero
incrementado
La llave I (D – D’) representa el ciclo del capital-dinero.
La llave II (P….P)
representa el ciclo del capital productivo.
La llave III (M’ –M’) representa el ciclo del
capital-mercancías.
En tanto el ciclo del capital-dinero pone de manifiesto la
esencia del dinero que funciona como capital, la de valorizarse, el ciclo del
capital productivo permite ver no sólo la producción de plusvalía “sino la
reproducción periódica de plusvalía”, esto es , “no como una función ejecutada
una sóla vez, sino como función repetida periódicamente”. Por último, el ciclo
del capital-mercancías nos muestra la valorización, pero como parte de un
proceso en donde al capital, para lograr este objetivo, no puede desprenderse
del valor de uso de las mercancías. M’ debe venderse (por que tiene alguna
utilidad) para realizar en dinero (D’) el plustrabajo que contiene.
A este patrón le agregamos el de inversión del capital y conversión
del mismo a capital financiero dado por los ciclos del capital en cada uno de
los estados hasta el estado mundial y tenemos el rito y mito capiltalista cuya representación está en la contradicción de la caída de la tasa de
ganancia
Marx denominó a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia "la
ley más importante de la economía política". Dicha ley es la que más
controversias ha suscitado no sólo dentro de la economía convencional sino
dentro de la propia literatura marxista. No es para menos, porque lo que la ley
postula es la tendencia al colapso del capitalismo a partir de sus propias
leyes internas. Las mismas leyes que explican su desarrollo y apogeo son las
que lo conducen a su decadencia y disolución.
La tendencia a la baja de la tasa de ganancia se origina, contradictoriamente,
en el propio impulso capitalista a autovalorizarse e incrementar la ganancia.
El método fundamental para lograrlo es el aumento de la productividad del
trabajo, que permite comprimir el tiempo de trabajo necesario para la
reproducción de la fuerza de trabajo y, de ese modo, aumentar el tiempo de
trabajo excedente apropiado por el capitalista.
La mecanización es el recurso por excelencia del que se vale el capital para
promover ese proceso, y eso supone una inversión creciente en maquinarias e
insumos (capital constante) en proporción mayor que la invertida en fuerza de
trabajo. El producto final contiene progresivamente una menor proporción de
trabajo vivo con relación al trabajo muerto, es decir, ya objetivado en
materiales y medios de producción.
La creciente composición técnica se refleja, en términos de valor, en el
aumento de la composición orgánica del capital. Lo paradójico, entonces, es que
la propia dinámica de la acumulación, gobernada por el afán de ampliar los
beneficios, socava ese proceso al estrechar la base de acumulación cuya fuente
de progreso es la utilización del trabajo vivo, es decir, la explotación del
trabajo asalariado. Al multiplicarse el número de bienes enviados al mercado
con decrecientes posibilidades de generar beneficios, aumentan las dificultades
para valorizar el capital. Se pone en evidencia que la composición orgánica del
capital, resultante de la acumulación, no hace aumentar el beneficio lo
suficiente como para proseguir la acumulación bajo las condiciones de
producción dadas; o lo que es lo mismo, que se acumuló demasiado capital con
relación a la tasa de explotación existente.
En una economía cuyos actores intervienen en forma ciega y anárquica, el
proceso que describimos emerge como un fenómeno de mercado. El excedente de
capitales aparece bajo una forma invertida, como una escasez de demanda o
sobreproducción de mercaderías (es decir, como un simple desequilibrio entre
oferta y demanda).
Marx señaló una serie de causas contrarrestantes de dicha tendencia, que se
derivan de los factores que inciden en su determinación (1). Enumera las
fuerzas contrarrestantes que elevan la tasa de plusvalía (mayor grado de
explotación; reducción del salario, incluso por debajo de su valor;
sobrepoblación) o inciden en la composición orgánica a través del abaratamiento
del capital constante. También menciona el comercio exterior que incide sobre
ambos factores, o la rotación del capital.
El conjunto de las causas enumeradas tiene límites precisos y opera como
contratendencia, es decir, su acción sólo es transitoria e insuficiente para
invertir la tendencia dominante a la baja de la tasa de ganancia, que concluye
finalmente abriéndose paso.
Y entonces tenemos la experiencia cero del capital donde su
ser queda revelado y su no ser también produciendo una crisis que llevara a una
nueva estructural mucho más grande, el capital resucita, el capital es Dios y
la única forma de vencer a un dios que resucita, es desde el misterio dhármico donde
el nirvana nos libra de su ilusión de ser y entonces pasamos del no ser al ser para no ser revelando en el
espejo de nuestra conciencia la ilusión maldita del capital que en cada resurrección
va consumiendo más y más energía matándonos en vida con su ciber necro política
,lo que seguiría es el renacimiento del Dios vivo que realmente vence a la
muerte, resucitando a la vida, esto es el atravesar el espejo en el verdadero
ser.
Todos los ríos al unísono
No destenses el arco
Soy tu flecha de 4 plumas
Sin estrenar
Soy un vocablo fuerte y afilado como hoja de cuchillo
Y no un sí ni un quizás
Que se esfuman en el aire.
Soy luz del sol que enciende la oscuridad
¿Quién ha creado la noche?
Soy una forja sumida en el fondo del fango de la tierra
¿Qué es el cuerpo?
Aguante
¿Qué es el amor?
Gratitud
¿Qué se oculta en nuestro pecho?
Risa
¿Qué más?
Compasión
Qué el amado sea mi
sombrero bien calado en la cabeza
O tensos cerraderos atados a mi pecho.
¿Alguien pregunta cómo es posible que el amor tenga pies y
manos?
¡El amor es el creador de los pies y de las manos!
Tu padre y tu madre retozaban en los juegos del amor
Y apareciste tú
¡No preguntes que es lo que puede hacer o crear el amor!
Observa los colores del mundo
El agua dulce corriendo por todos los ríos al unísono
La verdad que mora en el rostro de Cristo.
Diacrítica
Caminos: Occidente tiene tres caminos la lo uno pitagórico, la dialéctica de Heráclito y la meta física de Parménides, todos estos caminos pueden ser integrados en el misterio pascual cristiano base de toda su espiritualidad y fundamento de su ciencia que va de la hipótesis teórica a la experimentación empírica para establecer teorías, he aquí el espíritu absoluto como base de toda su estructura 1→0→1 así cuando estudiamos el capitalismo tenemos D→M→D´ dinero trasferencia mercancía transferencia dinero prima es decir capital, que no es otra cosa que el espíritu absoluto, cuya máxima realización esta en la vida muerte y resurrección de Cristo. Oriente tiene tres margas el janana marga que se revela en buda como una iluminación nirvanica cuya formula es la del vacío 0→1→0 he aquí el vacío cuantico fluctuando produciendo un ser virtual para luego ese ser sea absorbido por el vacío, el karma marga que realmente llega su culmine con Taoismo-confusionismo, en uno aprendemos a fluir en nuestra naturaleza espiritual yin inspirando y yan exhalando y en el otro el li para comportarnos socialmente dosificando nuestra respiración y el ultimo marga el Bhakti Marga el camino de la devoción que realmente llega al culmine con el islamismo donde los musulmanes se someten a este vacío espiritual para ser el espejo de Dios, he aquí el anti espíritu absoluto, este creara su ciencia en el silencio, en la no acción, en la meditación, para que fluya el chi divino así su comerció es el M→D→M´ logrando mercancías de real valor, pero no creando capital. Lo claro es que hay que integrar al Espíritu absoluto y al anti Espíritu absoluto para que realmente la vida sea y unir los 6 caminos en uno donde el Cristo y su Iglesia se encuentren el ser y el no ser se revelen como lo mismo, el problema es que el hombre se corrompe 1+→←-0 y la estructura de esta corrupción es minimizarlo al otro para yo tomar valor el rito del hombre es la guerra , su mito es el imperio donde pretende imperar sobre los otros, su subjetividad es la burguesa que se basa en la explotación del otro generando la plusvalia de muy diversas formas ¿La pregunta es se puede generar valor, sin juegos de suma cero, sin minimizar al otro, sin esclavizarlo la respuesta es clara 1←→0 se puede toda la meta historia es la búsqueda de este encuentro y es en este encuentro que se genera valor mas allá de todo sistema en una comunión real. ¿Quién es la mas afortunada de toda esta orquesta? La caña. Su boca te toca los labios para aprender música. Todas las cañas en especial las de azúcar, no piensan más que en esta oportunidad. En el cañaveral se mecen libremente al compas de estas danzas. Sin ti los instrumentos morirían. Una se sienta a tu vera y otra recibe un largo beso. La pandereta te ruega: Tócame la piel para ser yo misma. Ayúdame a sentirte inundando cada miembro hueso a hueso. Para lo que anoche fue muerte sea hoy plenitud. ¿Por que vivir con mayor sobriedad y sentir que te retiras como la marea? No pienso vivir así o me das suficiente vino o me dejas en paz. Ahora que se lo que es, estar conversando contigo sin cesar.
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