Ensaladas Sagradas,
Profanas y Santas
«Todo cuanto es, es en Dios,
y sin Dios nada puede ser ni concebirse»
“Por decreto de los
ángeles y por el mandato de los hombres santos, nosotros ponemos bajo un herem,
condenamos y maldecimos a Baruch de Espinoza, con el consentimiento de Dios,
por siempre Bendito, y con el consentimiento igualmente de toda la santa
congregación, y ante estas sagradas escrituras con los 613 preceptos escritos
en ellas; cargue él con el herem con que Josué destruyó Jericó, con la
maldición que Eliseo lanzó sobre la juventud y con todas las maldiciones
consignadas por la Ley. Sea maldito durante el día y sea maldito por la noche,
sea maldito cuando repose y maldito cuando se levante. Sea maldito cuando salga
y maldito cuando entre. El señor no tendrá piedad con él, sino que desatará su
cólera y su celo contra este hombre; todos los castigos que están escritos en
este libro caerán sobre él, y el Señor borrará su nombre de la faz de la tierra
y lo hundirá en el mal separándolo de todas las tribus de Israel, con todas las
maldiciones de la alianza que están escritas en este libro de la ley.”
Spinoza, a diferencia de
Descartes, no se refirió a Dios como un mero asilo frente al solipsismo, sino que lo concebía como el fundamento de todo lo que
existe (E, I, p25, esc.). Esto, es preciso aclararlo inmediatamente, no se
trata de la figura de creador o demiurgo que
la tradición religiosa asigna a su deidad (E, II, p3, esc.).
El filósofo neerlandés se
refería, en primer lugar, a que la sustancia es lo único que existe
necesariamente —en cuanto imposible que fuese de otro modo— (E, I, p11, dem.)
en sí misma y por sí misma, de modo que es su propio sustento (E, I, p8, esc.
II). Es decir, que no necesita de nada más —ninguna causa externa (E, I, p11,
esc.)— para existir, sino que se basta a sí misma (E, I, p7, dem.). Es su
propia causa, lo que se denomina causa sui (E,
I, def1). Y, en este sentido, se entiende que todo lo que sí necesite una causa
externa que sustente su existencia debe estar fundamentado en —o causado por—
la sustancia (E, I, def5). Esta es identificada completa y enteramente con
Dios, de modo que realmente es el que conserva todo lo que existe (E, I, p15,
dem.). Pero no es el mismo de la tradición religiosa, porque la divinidad no
crea solamente lo que le place —es decir, no elige qué posible llega a existir—,
sino que todo lo que no es absurdo o imposible existe (E, I, p33, esc. II). Así
se muestra su poder o potencia de obrar (ídem).
Falta decir que, para Spinoza,
solo había una sustancia, y esa era Dios o la Naturaleza (E, I, p5, dem.). Todo
lo que existe, entonces, desde la piedra al hombre, no tienen su ser en sí y
por sí mismo. Su existencia depende de causas externas, y, por lo tanto, como
son cosas creadas, dependen de lo único que existe en cuanto causa sui.
Aparte de creadas, entonces, ¿qué distingue las cosas de Dios? Valga la
redundancia en el punto primordial: en que no somos sustancia; somos, en
verdad, derivados de ella. El filósofo neerlandés, para explicarse, distingue
entre la sustancia, sus atributos y sus modos. La primera es lo único que tiene
su existencia por causa sui (E, I, def3); los segundos se
refieren a las definiciones esenciales de la sustancia (E, I, def4); y los
terceros, a sus maneras de manifestarse particular y determinadamente (E, I,
def5).
Dios o la sustancia hacen referencia,
entonces, a la existencia misma, que es eterna e infinita (E, I, p8, esc. II).
En este sentido, es absoluto e indeterminado, porque puede manifestarse
asimismo de infinitas maneras (E, I, p16, dem.). De modo que la divinidad no
puede imaginarse de ninguna forma, pues eso sería limitarlo, reducirlo,
quitarle su dignidad y legitimidad en cuanto fundamento de todo lo existente.
De todo lo dicho se sigue a su vez que cualquier cosa creada, por provenir de
la misma causa sui, tiene en su propia constitución algo de divino.
Por ello, cada cosa es expresión o manifestación de la Naturaleza o de Dios.
Nada es indigno de su infinitud (E, I, p15, esc.) ni de su perfección —de su
realidad—.
Lo que, con todas sus letras,
sería diferenciar el que, si bien Dios o la sustancia pueden entenderse
absoluta e indeterminadamente sin hacer referencia a los modos que se derivan
de su existencia, lo cierto es que todas las cosas creadas son en Dios y se
conciben por él (E, I, p15, dem.); de modo que todas las cosas, desde la hormiga
o la bacteria hasta el hombre, son divinas en tanto expresiones de la sustancia
—la manera de entenderla particular y determinadamente— (E, II, p7, esc.). La
naturaleza, entonces, es la misma en todas partes (E, III, pref.).
Relación alma-cuerpo
Dios, en cuanto infinito, posee a su vez infinitos atributos o
definiciones esenciales (E, I, def6). Pero solo es entendible para el hombre en
función de solamente dos de ellos: pensamiento (E, II, p1, dem.) y extensión
(E, II, p2). Y esto, tomando en cuenta el concepto de expresión, quiere decir
que el orden y conexión de las ideas —ámbito del primer
atributo— es el mismo que el orden y conexión de las cosas —ámbito
del segundo— (E, II, p7, cor.), pues se sustentan en el mismo fundamento: la
Naturaleza o la sustancia.
Del mismo modo, el individuo en su particularidad puede entenderse a sí mismo
definiéndose a través del pensamiento, diciendo, pues, que tiene alma; o desde
la extensión, diciendo que tiene cuerpo (E, II, p13, cor.). Ambas son una
y la misma cosa vista de distintas maneras (E, II, p7, esc.).
Antes de proseguir, habría que
aclarar que cada vez que hemos hablado de individuo, nos hemos referido a uno
compuesto de varios cuerpos (E, II, p13, esc. post. I). Sobre estos últimos, el
filósofo neerlandés aclara que conociendo su naturaleza —ámbito de la
extensión— es que se puede distinguir la perfección o realidad de las distintas
ideas que son los conceptos de cada uno de los mismos —ámbito del pensamiento—
(E, II, p13, esc.). Enfocándose, pues, en los cuerpos —que implican un solo
atributo divino: la extensión— aclara que se distinguen entre sí por su
movimiento o su reposo, y no por su sustancia (Ibíd., lema I), ya que Dios o la
Naturaleza es la única que existe propiamente hablando. Si hubiese más de una
sustancia, tendría que ser producida por otra cosa, lo cual es un absurdo (E,
I, p6, cor.) por su propia definición como causa sui.
Siguiendo con la idea de individuo
compuesto, Spinoza consideraba que varios cuerpos podían agruparse en cuanto
que moviéndose unos a otros según una cierta relación (E, II, p13, esc. def.).
Además, esa unión de cuerpos conservaría su naturaleza incluso si los cuerpos
que la componen cambiaran, porque lo relevante es la relación de movimiento y
de reposo que se haya establecido desde el comienzo (Ibíd., lema IV). El
compuesto, entonces, puede verse afectado y cambiar de infinitas maneras,
siempre conservando su naturaleza (Ibíd., lema VII). Esto es entendible si se
recuerda que los cuerpos, al igual que las ideas, son ante todo modificaciones
de la sustancia, pero no son ella misma (E, I, p8, esc. II). De modo que, de
nuevo, «toda la naturaleza es un solo individuo, cuyas partes —todos los
cuerpos— varían de infinitas maneras, sin cambio alguno del individuo total»
(E, II, p13, lema VII, esc). Se puede ver ahora por qué especificar qué
implicaba ser individuo compuesto.
La idea del alma
humana, por su lado, implica la existencia de un cuerpo (E, II, p13,
dem.). Si también se refiriera a otra cosa, debería producirse un efecto y
revelarse la idea asociada al mismo. Pero, como esto no sucede así, se puede
decir que el alma tiene como objeto un cuerpo (ídem), y, en el caso del hombre,
no solo lo posee sino que, además, existe tal y como lo siente (E, II, p13,
cor.). Pero alma y cuerpo, dado que son una y la misma cosa, no son dos
imperios que tratan de conquistarse mutuamente. Es simple y llanamente
imposible que se influyan, ya que cada uno se refiere a atributos distintos de
la sustancia. Así como en el caso de los cuerpos nada los lleva a moverse o
quedarse en reposo sino la influencia de otros cuerpos —otros modos de la
extensión— (Ibíd., lema III, cor.), nada puede llevar al alma a pensar sino
otros modos el pensamiento (E, III, p2, dem.).
Esto no quiere decir, sin
embargo, que cuerpo y alma estén separados entre sí y sean independientes el
uno del otro. Ambos son la misma cosa expresada de maneras distintas: el objeto y
su definición (E, II, p13, dem.). De este modo, se puede reconocer que el orden
de las acciones y pasiones del cuerpo es el mismo de las acciones y pasiones
del alma (E, III, p2, esc.). Si se insistiera en seguir analizando el asunto
—es decir, en separar lo que está unido—, podría mostrarse la íntima
identificación entre el modo del pensamiento con el modo de la extensión,
trayendo a colación a aquellos que defienden que, si el alma es inepta para
pensar, entonces el cuerpo no se movería (ídem). Creen demostrar así un dominio
de la primera sobre el segundo; pero es conveniente voltear el argumento para
explicar que, de la misma manera, si el cuerpo no se moviera, el alma no podría
pensar (ídem). Para decirlo con todas las letras: no es posible que exista un
cuerpo humano sin alma ni alma humana sin cuerpo.
Y si todavía no quedara claro que
el alma no domina el cuerpo ni viceversa, con Spinoza habríamos de recordar que
«nadie ha determinado lo que puede el cuerpo» ―lo que puede deducirse de
su naturaleza― (ídem), de modo que no pueden explicar todas su funciones, y
esto se constata en que el mismo «puede hacer muchas cosas que resultan
asombrosas a su propia alma» (ídem). Esto sin mencionar lo que está
implícito detrás de lo dicho hasta ahora: como todo es en Dios y se concibe por
él (E, I, p15, dem.), se sigue que todo existe necesariamente (E, I, p33, esc.
II). De modo que las acciones y pasiones del hombre siguen un orden estricto,
inevitable e inviolable, y por eso el filósofo neerlandés puede tratarlos como
si fuese «cuestión de líneas, superficies o cuerpos» (E, III, pref.). Quienes
se empeñan en considerarse a sí mismos como libres lo hacen porque son
conscientes de sus acciones y por no tener en cuenta las causas que las
determinan (E, III, p2, esc.). Lo que Jorge Luis Borges expresaba de manera
precisa al decir: «nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad»
(Nueve ensayos dantescos). Así, lo que llamamos «decisión» en el ámbito
del pensamiento es una «determinación» en el ámbito de la extensión (E, III,
p2, esc.). Spinoza, de nuevo, nos hace afrontar la realidad tal y como es:
quienes creen
que hablan, o callan, o hacen cualquier cosa, por libre decisión del alma,
sueñan con los ojos abiertos
Ética demostrada según el orden geométrico (E), III, p2, esc.
Solo que el cuerpo
no está llevada por un principio de
causalidad sino de casualidad y cada
principio está dentro del otro porque
queda claro que son lo mismo y entonces intentamos comprender el cuerpo desde
la causalidad y nos abrimos a la conciencia desde la casualidad siendo uno
espejo del otro, pero si nos atreviéramos a entrar a nuestro inconsciente veríamos
el total caos de la potencialidad de la materia ahora si nos atrevemos a
trascender nuestra conciencia hasta la mirada dela sustancia única descubriríamos el orden eterno, así la ética
de Spinoza consiste en la completud de
la sustancia ordenadora causal y de la
potencia existencial caótica casual
claro que como buen moderno el ve todo desde la razón, nosotros no, la
existencia es irracional delirante y esquizofrénica, y la sustancia es
histérica neurótica teniendo la causa del pecado como el trauma que nos deja en el bucle transferencial así
la humanidad queda atrapada en el bucle
del pecado original el cual recrea una y otra vez solo Cristo con su sacrificio
puede romper ese bucle de eterno retorno de la conciencia y abrirnos al
apocalipsis donde el renio de Dios se revela ¿Pero no hay otra manera de romper
ese bucle transferencial? Por supuesto
si una es la manera de la sustancia esencial
causal la otra es la manera de la
potencialidad existencial donde nos damos cuenta del sinsentido iluminándonos
y dejando de invertirnos en él, este es el buda conociendo las 4 nobles
verdades y practicando su camino óctuple
para salir de la ilusión y caminar en el dharma. Así esta es la clave para cocinar la ensalada
sagrada que es un intentar volver a la
nada al orige , al paraíso perdido y como tal una retransferencia, una
regresión, un esfuerzo conservador así como la clave para cocinar una ensalada
profana es el misterio pascual de la sustancia que nos abre en el futuro al
Reino de Dios este es el esfuerzo progresista que construye la historia, unir
lo sagrado y lo profano nos da la
completud ética en una ensalada santa la
cual solo puede estar basada en el amor que integra la sustancia y la potencia.
Ensalada sagrada
Mercado de semillas
¿Dónde vas a encontrar otro mercado como este en el que con
una sola rosa puedes comprar cientos de rosaledas, en el que para una semilla
obtienes toda una tierra virgen y por una débil respiración el soplo
divino?
Hace tiempo que tienes miedo de ser absorbido por la tierra
o succionado por el aire.
Ahora tu gota de agua se desprende y cae en el mar
De donde surgió
Ya no tiene la forma que tenía pero sigue siendo agua
La esencia es la misma.
Desapegarse no es arrepentirse
Es un profundo
reconocimiento de uno mismo
Cuando te venga el mar como amante
¡Cásate con el de inmediato de prisa!
¡Por el amor de Dios!
No lo retrases la existencia no te puede dar mejor regalo
No hay búsqueda alguna que te aporte eso
Sin ninguna razón, un halcón perfecto
Se ha posado sobre tu hombre y se ha hecho tuyo.
Ensalada profana
Grita ante tu
debilidad
Un dragón estaba tirado de un oso hacia sus terribles
fauces.
Un hombre valiente fue y rescato al oso
En el mundo existe este tipo de rescatadores que se lanzan
A por cualquiera que está
gritando
Al igual que la misma misericordia
Corren hacia donde se oyen gritos.
Y no hay manera de convencerlos de lo contrario
Si le preguntas a uno de ellos ¿Por qué has venido tan
rápido?
Te diría: ¿Por qué escuche tu desesperación?
El agua siempre va a las tierras bajas
Lo único que desea la medicina es un dolor que curar.
Y no pidas solo un acto de misericordia.
Permite que te inunde. Permite que el cielo se abra a tus pies
Sácate los algodones de los oídos, los algodones del consuelo
Para que puedas oír la música de las esferas
Apártate el pelo de los ojos
Expulsa la flema de la nariz y del cerebro
Permite que la brisa te atraviese
No dejes ningún residuo de esa fiebre biliosa
Toma el remedio contra la impotencia
Para que tu virilidad salga disparada hacia delante
Y cien seres surjan de tu eyaculación
Corta las cuerdas que te sujetan los pies
Del alma y déjala
correr por toda la pista
Delante de la multitud. Afloja ese nudo de la avaricia
Que te apriete el cuello. Acepta tu nueva buena suerte.
Entrega tu debilidad a quien te pueda ayudar
Gritar en voz alta y llorar son grandes recursos
Una madre no hace más que esperar al oír a su hijo
Basta con que de unos cuantos gemidos
Para que vaya corriendo a verle
Dios creo a ese niño es decir a tu anhelo
Para que pueda llorar, para que le den leche
¡Grita! No te quedes
impasible y silencioso ante tu dolor
¡Laméntate y permite que la leche del amor fluya hacia ti!
Ensalada santa
Nasuh
Hace un tiempo había un hombre llamado Nasuh
Que se ganaba la vida enjabonando mujeres en la casa de los
baños
Tenía cara de mujer pero no era afeminado
Aunque escondía su virilidad para no perder su trabajo
Le encantaba tocar a las mujeres, mientras les lavaba el
pelo
Se mantenía sexualmente despierto, a plena potencia
Constantemente, mientras daba masajes a aquellas mujeres
Y en especial a las princesas y a sus damas de honor
Algunas veces pensaba cambiar de trabajo
Hacer algo que no le produjera esa constante lujuria
Pero era incapaz de dejarlo.
Fue a ver a un santo místico y le dijo
Por favor acuérdate de tus plegarias
Aquel santo estaba espiritualmente liberado
Y completamente abierto a Dios.
Conocía el secreto de Nasuh
Pero con la amabilidad de Dios, no le hablo de ello.
El gnóstico habla poco pero interiormente está repleto de misterios.
Y atestado de esas voces. Cualquiera que se sirva de esa
copa se mantiene en silencio.
El santo se rio suavemente e imploro en voz alta:
¡Que Dios te haga cambiar tu vida en la forma que tú sabes
que deberías!
La oración de un jeque de este tipo es distinta de otras oraciones.
Su ego se ha disuelto hasta tal punto
Se ha convertido tan profundamente en nada,
Que todo lo que dice es como si Dios le hablara a Dios
¿Cómo no se va a cumplir una plegaria así?
Se encontró la forma de cambiar a Nasuh
Mientras vertía agua en una bañera
Para una mujer desnuda, ella se dio cuenta de que le faltaba
una perla del pendiente.
Rápidamente cerraron todas las puertas
Buscaron entre los cojines, toallas y alfombras
Y las ropas amontonadas. Seguidamente buscaron
En orejas, bocas y cualquier hendidura y orificio.
Obligaron a todo el mundo a desnudarse
Y la camarera de la reina
Registro una por una a todas aquellas mujeres desnudas.
Mientras tanto Nashu se había encerrado y temblaba en su
armario privado.
Yo no robe la perla
Pero si me desnudan y me registran
Se darán cuenta de lo que me excito
Con estas mujeres al desnudo
¡Dios por favor ayúdame!
Sé que he sido frio y lascivo
Pero oculta mi pecado otra vez ¡Por favor!
No permitas que me expongan por lo que he hecho
¡Me arrepentiré!
Lloraba y gemía y lloraba
Porque se le acercaba el turno
¡Nasuh!
Hemos registrado a todos menos a ti
¡Sal de donde estés!
En ese momento a su espíritu le salieron alas y se elevo
Su ego se derrumbó como una pared en ruinas
Se unió con Dios en
vida
Pero vacío de Nasuh
Su barco se hunde y en su lugar se alzan las olas del mar
La vergüenza de su cuerpo, como cuando el halcón afloja su
presa
Se desprende de las garras del halcón.
Sus piedras se inundan de agua
Su campo resplandece como el satén con hilos dorados
Alguien que murió hace
cien años aparece en buen estado
Fuerte y hermoso
A una rama rota le brota un capullo.
Todo esto sucede dentro de Nasuh
Después de la llamada que le produjo tanto miedo.
Una larga pausa, un largo silencio de espera.
Y entonces un grito de una de las mujeres ¡Aquí esta!
La casa de baños se llena de aplausos.
Nasuh contempla su vida chispear ente el.
Las mujeres vienen a disculparse
Sentimos tanto no habernos fiado de ti
Estábamos convencidas de que te habías quedado con esa perla
Siguieron comentándole como habían sospechado de el
Y pidiéndole perdón.
Finalmente les respondió
Tengo mucha más culpa de lo que cualquiera pueda pensar
Soy la peor persona del mundo
Lo que me habéis dicho no es más que una centésima parte de lo
que yo he hecho
¡No me pidáis perdón!
No me conocéis. Nadie me conoce
Dios ha escondido mi carácter furtivo
Satán me enseño algunas trampas
Pero después de cierto tiempo se volvieron muy fáciles y yo
le enseñe a Satán.
Algunas nuevas variaciones. Dios veía lo que yo hacía pero
opto
Por no revelar públicamente mi pecado.
¡Y ahora vuelve a estar adherido a la plenitud!
Cualquier cosa que haya hecho ahora no la he hecho
Cualquier obediencia que no cumplí ahora la he cumplido
Puro, noble, libre, como un ciprés
Como una azucena
Es como soy de repente
Dije: Ayúdame y ese ¡Oh no! Se convirtió como una cuerda lanzada al fondo de mi pozo
Y he trepado por ella para llegar aquí
A la luz del sol
En un momento estuve al fondo
De un aprieto frio, húmedo, y terrorífico y al momento siguiente
Ni este universo me limita
Aunque la punta de pelo de mi cuerpo pudiera hablar
Aun así sería incapaz de expresar mi gratitud
En medio de estas calles y jardines permanezco y proclamo
una y otra vez
Y eso es todo lo que digo:
Ojala todo el mundo pudiera conocer lo que yo conozco.
https://www.bachilleratocinefilo.com/2024/04/individuo-totalidad-xix-la-piel-y-el.html?spref=fb&fbclid=IwAR2kBpjepZHCIWgK0XY1z4dm5m24nHu8VFGkkgFdDn-x0QztqSfZAaRTovo_aem_AZryEI3_23NoplGiGh_V-IykGaV5XFjXRwTp9Iva4A-Ui5RKKao6-F-QXDHenWurM-lCN1QRBvad5hsg32kc1gYE
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