La semilla del fruto santo
Para alcanzar el fondo ontológico de Dios, la nada
misma, es imprescindible la fe
Y para alcanzar la máxima altura de la levedad del ser la
razón es impulsada desde el fondo ontológico.
1→ (Fe) 0→10 (Razón impulsada desde el fondo ontológico
logrando la concepción simbólica del ser)
Y entonces ¿Porque la fe lejos de ser ese salto al vacío en
el que se toca a Dios mismo en el logos. Se convierte en una creencia dogmática
base de sistemas opresores?
El director y guionista iraní
Mohammad Rasoulof, que ganó la sección Una cierta mirada en Cannes en 2017
por Un hombre íntegro (Lerd) y el Oso de Oro en el
Festival de Cine de Berlín en 2020 por su película La vida de los demás (Sheytan vojood nadarad), fue
encarcelado en julio de 2022 por compartir comentarios públicos en los que
denunciaba la represión gubernamental de los manifestantes en la ciudad
suroccidental de Abadán por el derrumbe de un edificio en construcción donde
murieron 41 personas y 37 resultaron heridas.
La
semilla del fruto sagrado (Danaye anjir-e moabad, 2024)
Rasoulof fue liberado temporalmente
en febrero de 2023 debido a problemas de salud, y más tarde fue indultado y
condenado a un año de servidumbre penal, así como a dos años de prohibición de
abandonar Irán bajo el cargo de «propaganda contra el régimen», por lo que no
pudo asistir a Cannes en 2023, donde había sido invitado a formar parte del
jurado de la sección Una Cierta Mirada.
Confinado en el país, escribió y
rodó La semilla del fruto
sagrado (Danaye
anjir-e moabad, 2024) en la clandestinidad, entre diciembre de 2023
y marzo de 2024 de manera irregular y ocasional. Cuando se encontraba en pleno
rodaje recibió la noticia de que en un caso que ya estaba abierto contra él por
hacer declaraciones públicas, películas y documentales considerados “ejemplos
de connivencia con la intención de cometer un delito contra la seguridad del
país”, se había decretado una sentencia de ocho años de cárcel, flagelación y
confiscación de sus bienes. El caso fue llevado a un tribunal de apelación, y
ese tiempo de espera, aunado a las dos semanas de vacaciones por las
celebraciones del año nuevo iraní, le permitieron concluir la filmación. El
tribunal de apelación confirmó la sentencia y Rasoulof tuvo que huir del país
en compañía de algunos miembros del reparto y del equipo técnico, que pudieron
todos refugiarse en Alemania tras 28 días de fuga.
2. Una película exiliada
En Alemania se hizo la
postproducción del filme, tras sacarlo clandestinamente de Irán hacia Hamburgo.
El veterano editor inglés Andrew Bird hizo el montaje, añadiendo a las escenas
de ficción videos reales tomados por teléfonos móviles que muestran la
represión estatal de las protestas desatadas en septiembre de 2022 por la
detención y posterior fallecimiento de la joven Mahsa Amini, de 22 años, por
presunta violación de la ley iraní sobre el hiyab obligatorio al llevarlo «de
forma inapropiada», mientras visitaba Teherán. Tras el anuncio de que la
película había sido escogida para hacer parte de la competencia oficial del Festival
de de Cannes, el elenco y el equipo que permanecían en Irán fueron interrogados
por las autoridades, se les prohibió salir del país y se les conminó para
convencer a Rasoulof de que retirara la película del festival.
El 24 de mayo de 2024 Mohammad Rasoulof
asistió a la premiere de La
semilla del fruto sagrado en Cannes. En la alfombra roja
llevaba en sus manos las fotos de sus dos protagonistas, Soheila Golestani y
Missagh Zareh, que no pudieron salir de Irán. Lo acompañaban su hija Baran, la
actriz iraní Golshifteh Farahani, que lleva una década exiliada en
Francia, y las dos actrices jóvenes de la película, Mahsa Rostami y Setareh
Maleki, que huyeron de Irán y ahora viven en Berlín. Tras la exhibición en el
Teatro Lumière, La semilla
del fruto sagrado tuvo una ovaciónde casi quince minutos y
posteriormente iba a ganar el Premio especial del jurado, el premio de la
FIPRESCI y el premio del jurado ecuménico en Cannes. El National Board of
Review la escogió como la mejor película internacional de 2024.
3. Todo empieza por casa
Es un milagro que La semilla del fruto sagrado exista,
pero es un milagro aún mayor que sea un filme tan excepcionalmente brillante.
Se trata de una historia domestica –ajustada, por supuesto, a la imposibilidad
de rodar en exteriores- sobre un recién ascendido juez de investigación, Imán
(Missagh Zareh), que vive con su esposa Najmeh (Soheila Golestani) y sus dos
hijas Rezvan (Mahsa Rostami) y Sana (Setareh Maleki). La primera está empezando
la universidad, la segunda está aún en el colegio. Una amiga de Rezvan, Sadaf
(Niousha Akhshi), que vive lejos, se queda con ellas una noche a espaldas de su
padre, que por la naturaleza de su trabajo gubernamental debe ser muy reservado
también de puertas para adentro. Incluso tiene un arma de dotación en casa. Ese
trabajo suyo lo confronta y lo estresa, pues debe cumplir unas órdenes que
contradicen su propia moral en bien de los intereses estatales. Su debate
interior es enorme, pero Imán es en esta parte del filme un personaje
secundario. La verdadera acción está en casa.
Mohammad Rasoulof
apuesta a que la revolución iraní será conducida por los jóvenes y más
específicamente por las mujeres jóvenes. Aunque en la película no se menciona
un motivo especifico, hay en las calles un ambiente de tensión y continuas
protestas que Rezvan y Sana ven en sus teléfonos móviles y que ellas mismas
atestiguan: clases canceladas, marchas, abusos policiales. Aunque Najmeh tiene
prevenciones frente a Sadaf, nada puede hacer cuando la joven es violentamente
golpeada y se refugia temporalmente en su casa. La mujer sabe que eso puede
traerle problemas a su marido, pero pesa más la solidaridad con una joven que
podría ser su propia hija. Hay en Najmeh la angustia de ver a su marido llegar
a casa abrumado y de a la vez estar haciendo algo que podría perjudicarlo.
Las jóvenes también sospechan
de la actividad laboral de su padre, pero no se imaginan el grado de paranoia
que Iman demuestra cuando el arma de dotación desaparece en casa. Ahí empieza
otra película, una muestra absoluta de excelencia fílmica. Mohammad
Rasoulof va a enseñarnos lo que el aparato de inteligencia estatal
iraní hace con los capturados sospechosos, el tipo de interrogatorio y tortura
psicológica y física que les aplica cuando quiere que confiesen algo. No va
para ello a recurrir a un preso cualquiera: va a hacer que Iman y uno de sus
colegas apliquen esto en Najmeh y sus hijas, que no pueden creer que su propio
marido y padre las someta a esas humillaciones y prácticamente las secuestre,
preso él de una neurosis –la pérdida del arma podría llevarlo a la cárcel y
acabar con su carrera- que lo hace desconfiar de sus propios seres amados y
nublar por completo su razón. Si esto puede hacer con su mujer y sus hijas,
¿qué no hará con un sospechoso cualquiera?
La semilla del
fruto sagrado es, como
buena parte del cine iraní que escapa a la censura, una metáfora. Una que nos
da cuenta de la deshumanización de unos funcionarios que están ciegos frente a
un estado teócrata que no entiende de sensatez, razones, motivos y revoluciones
que busquen la libertad. Un estado opresor que robotiza a los que le sirven y
los convierte en autómatas, entes que sospechan de todos y capaces de lo
inenarrable. Iman deja de ser esposo y padre para volverse una persona sin
asomo de compasión. Ante eso ya poco o nada queda por hacer.
0 Espíritu lúdico
1 Sensibilidad religiosa
2 Percepción creativa
3 Entendimiento metadialéctico
4 Razón paradojal
5 De poder
resein ←Voluntad iluminada sein → de ser Dasein
6 Inteligencia
transferencial-desintegración-integración
7 Espíritu integrado←→ sinsein
8 Espíritu infernal
9 Comunión de Amor
Espíritu Santo
10 Reino de Dios
11 Juicio
12 Resurrección nueva tierra nuevo cielo
13 Logos Alfa y
omega-Bodas del cordero
Hola Christian! ¿Le interesa conocer sobre el islam?
Enter
Lun, 9:48 pm
Descubriendo
islam
El islam es una religión monoteísta. Los seguidores del islam nos
conocemos como musulmanes. Somos adoradores de un solo Dios, sin socios o algo
similar. Al ser monoteístas, estamos sumisos a la voluntad de Dios. Esto
significa que escuchamos y obedecemos a Dios. La base de nuestra fe islámica se
encuentra en el Corán, nuestro libro sagrado. Creemos que el Corán fue revelado
al profeta Muhammad (la paz sea con él) por Dios a través del ángel Gabriel. El
Corán contiene enseñanzas y orientaciones sobre diversos aspectos de la vida,
incluyendo la moralidad, la adoración, la justicia y la conducta personal.
Valores de vida, y mas que religion es un estilo de vida. Seguimos cinco
pilares fundamentales del islam. Estos son: 1. El testimonio de fe (shahada):
Creemos en la unicidad de Dios y testificamos que no hay más Dios y que
Muhammad es su siervo y mensajero. 2. La oración (salat): Realizamos cinco
oraciones diarias. Estas oraciones son una forma de comunicación directa con
Dios. 3. La caridad (zakat): Los musulmanes pudientes dan una porción de
riqueza a los necesitados y a la comunidad en general. (Esto es para quienes
puedan) 4. El ayuno (sawm): Durante el mes de Ramadán, ayunamos desde el
amanecer hasta el anochecer como una forma de autodisciplina y solidaridad con
los menos afortunados. 5. La peregrinación (hajj): Si tenemos los medios
físicos y económicos, realizamos al menos una vez en nuestra vida la
peregrinación a La Meca, en Arabia Saudita. Además de estos pilares, seguimos
una serie de principios éticos que incluyen la honestidad, la justicia, la
compasión y el respeto hacia los demás. En el islam, enfatizamos la importancia
de la comunidad y la fraternidad entre los creyentes. También promovemos la
igualdad entre hombres y mujeres, así como la importancia de la educación y la
búsqueda del conocimiento.
Me queda claro por favor donde puede encontrar una buena
traducción en español del Corán
https://noblecoran.com/images/libros/coran-traduccion-isa-garcia.pdf
muchas gracias
Enter
Enviaste
por favor según lea quiero hacerles preguntas para poder comprender
Si claro. Estamos
atentos
En la novela futurista Farenheit 451, un grupo de disidentes
se oculta en los bosques para preservar libros. Su misión: mantener en sus
memorias la mayor cantidad de textos posible, pues el gobierno los está
quemando todos y pronto ya no quedará ninguno. Si eso ocurriera en nuestra
realidad actual, solo un libro en todo el mundo tendría su supervivencia e
integridad aseguradas, pues ha sido transmitido oralmente en una cadena
ininterrumpida de memorizadores durante más de 14 siglos, y en la actualidad,
decenas de miles de personas lo saben y lo recitan de memoria a diario por todo
el planeta. Ese libro es el Corán. Históricamente la poesía árabe ha sido
famosa por su belleza, los árabes siempre han tenido fama de grandes oradores.
Sin embargo, muchos poetas árabes y mucha gente del común, acostumbrados a
escuchar a diario en plazas y calles lo mejor de la poesía y la oratoria del
mundo, lloraban conmocionados por la belleza y la fuerza incomparables del
Corán cuando era recitado. Aún en nuestros días, musulmanes y no musulmanes en
todo el mundo, incluso aquellos que no conocen el idioma árabe, se estremecen
al escuchar la recitación del Corán. Un libro que no vale por la calidad de la
tinta o del papel en que esté impreso ni por la antigüedad de su edición, sino
por la fortaleza y actualidad de su mensaje. La fuerza del mensaje coránico se
ve reflejada en múltiples cosas: en la forma en que logró que las tribus árabes
dejaran de combatir entre sí y se unieran en el primer Estado en la historia de
Arabia, y cómo convirtió a ese Estado en la civilización más avanzada e
importante del mundo en menos de un siglo; en la forma en que animó el
desarrollo de las ciencias y la tecnología, en una época en que toda Europa
vivía sumida en el oscurantismo; en el impacto profundo que tuvo en la vida de
personalidades como Goethe, Malcolm X, Cat Stevens, y el padre de la patria
andaluza, Blas Infante. En la forma en que un puñado de comerciantes honestos
convirtió a Indonesia en el país con mayor cantidad de musulmanes hoy día,
mostrando con su ejemplo las bondades de vivir de acuerdo a las enseñanzas del
Corán. Durante la Edad Media, cuando los ejércitos en todo el mundo tenían por
norma saquear las ciudades que tomaban y asesinar a su población sin distinguir
entre hombres, mujeres, niños y ancianos, ocurrieron tres acontecimientos
históricos que son contundentes para mostrarnos el poder del Corán. El Profeta
Mujámmad, Saladino y el sultán Mehmed II, conquistaron respectivamente La Meca
(630 d.C.), Jerusalén (1187 d.C.) y Constantinopla (1453 d.C.), y cuando
entraron a reclamar la victoria no saquearon las ciudades, y fueron incluso más
allá, respetando la vida y propiedades de sus habitantes de diferentes credos.
Todo esto siglos antes de que la convención de Viena escribiera el Derecho
Internacional Humanitario. También encontramos en el Corán información
científica sorprendentemente exacta, que ha venido siendo corroborada por la
ciencia moderna y que ha inspirado a científicos importantes a incluir
versículos coránicos en sus conferencias. Entre ellos se cuentan el Dr.
Persaud, ganador del premio J.C.B. Grant, otorgado por la Asociación Canadiense
de Anatomistas; el Dr. Marshall Johnson, expresidente de la Asociación
Teratológica de Estados Unidos; el Dr. Keith Moore, expresidente de la
Asociación Americana
de Anatomistas Clínicos; el Dr. Tejatat Tejasen, exdecano de
la facultad de Medicina de la Universidad Chiang Mai en Tailandia; el Profesor
Yashudi Kusan, exdirector del Observatorio Astronómico de Tokio en Japón; y el
famoso cirujano francés Dr. Maurice Bucaille, autor del libro La Biblia, el
Corán y la Ciencia, donde concluye que solo Dios pudo revelar el Corán. El
Corán incluye una amplia gama y diversidad de temas: historias de los profetas
y de los pueblos de la antigüedad, lecciones morales, normas para llevar una
vida sana, tranquila y honesta; leyes para construir una sociedad equitativa
que asegure a todos sus miembros dignidad, seguridad y justicia; profecías, de
las cuales algunas ya se han cumplido; datos científicos desconocidos por el
ser humano hasta el siglo XX; una teología clara y sencilla, pero a la vez
profunda y completa; descripciones de la vida en el más allá, palabras de
consuelo para los creyentes, respuestas directas a las preguntas básicas que
siempre han intrigado a la humanidad. Todo ello con una belleza poética y
narrativa inigualable, tanto que en sus propias páginas el Corán reta a los
seres humanos a crear un texto que pueda igualarlo. Incluso el Quijote,
considerado la mejor obra literaria jamás escrita, y las obras de Shakespeare,
han sufrido plagio. Estos y muchos otros ejemplos comprueban que por muy grande
que pueda ser un escritor, siempre es posible imitar su estilo, su obra, y
confundir incluso a lectores expertos. Pero aunque muchas veces se ha intentado
plagiar, imitar o incluso modificar el Corán, ha sido imposible. La revelación
de este libro sinigual comenzó con un evento perturbador. Mientras se
encontraba solo en una cueva donde solía alejarse del mundo para rezar y
reflexionar, el profeta Mujámmad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con
él, sintió el abrazo asfixiante de un ser brillante que lo tomó por sorpresa.
Sin posibilidad de escape y sintiéndose cerca de la muerte, escuchó a este ser
darle una orden: “¡Lee, en el nombre de tu Señor!” Ese fue el primer versículo
coránico en ser revelado, que corresponde al capítulo 96, versículo 1. En un
principio, temiendo ser tomado por loco, no habló de lo ocurrido más que con su
esposa Jadiya, que lo escuchó con paciencia mientras él temblaba de miedo entre
sus brazos. Ella fue la primera en reconocer que se trataba de un mensaje de
Dios, y fue la primera persona que creyó en la profecía de Mujámmad, incluso
antes que el propio Mensajero. El ser que había atemorizado al Profeta no era
otro que el ángel Gabriel, el mismo que le había anunciado a María que sería la
madre virgen de un profeta creado por Dios en su vientre: Jesús. La historia de
Jesús y su madre también sería revelada como parte del Corán, en el capítulo
19, titulado “María”. El ángel volvió a presentarse ante Mujámmad muchas veces
para transmitirle el mensaje divino. El Corán fue revelado de manera paulatina
durante los siguientes 23 años, tiempo en que los seguidores del Profeta
llegaron a ser más de cien mil. Gradualmente, la comunidad de musulmanes no
solo creció en número, sino que fue tomando forma de nación y de Estado, hasta
convertirse en la civilización más influyente de la Tierra. Menos de un siglo
después de la muerte del Profeta, el mensaje coránico había llegado a todo
Oriente Medio, el norte de África, Asia central hasta China e India, y la
Península Ibérica. Hoy día, el Corán es el Libro Sagrado de más de 1.300
millones de musulmanes, que lo recitan durante sus cinco oraciones diarias en
todo el mundo. Si bien el Corán fue revelado en árabe y la nación islámica se
formó originalmente en Arabia, actualmente los musulmanes árabes son menos del
20% de todos los musulmanes del mundo. Datos recientes han revelado que existen
más musulmanes en Alemania que en el Líbano, y más en Rusia que en Jordania y
Libia juntas, superando los 6 millones en Francia. Desde la década de 1970, el
Islam se ha mantenido como la religión de mayor crecimiento en el mundo, y el
Vaticano ha reconocido que desde 2006 el Islam tradicional (sunismo) se ha
convertido en la denominación religiosa con mayor número de fieles en el
planeta, dejando al Catolicismo Romano en segundo lugar. En América Latina y el
Caribe el Islam crece a diario, especialmente entre la población femenina, y es
también la religión de más rápido crecimiento entre la comunidad latina de
Estados Unidos. Por todo el globo, en cada comunidad islámica hay musulmanes
que han aprendido de memoria fragmentos del Corán en árabe, y en muchas de
ellas hay al menos un musulmán que lo ha memorizado por completo,
convirtiéndolo en el libro más leído y memorizado en la historia. También han
aparecido a lo largo de la historia, traducciones de su mensaje a más de 100
lenguas.
Recopilación y preservación del Corán A medida que el
Profeta Mujámmad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, iba
recibiendo la revelación divina, sus escribas la iban poniendo por escrito en
diferentes materiales: cuero, cortezas de árboles, huesos… Al mismo tiempo, el
Profeta recitaba a sus seguidores cada nueva parte revelada, recitaba
diferentes fragmentos del Corán todos los días durante las oraciones, y todos
los años durante el mes de Ramadán recitaba en público lo que le había sido
revelado hasta ese momento. Muchos de quienes lo escuchaban, escribían partes
del Corán, y muchos otros lo memorizaban. Cuando él murió, existían muchos
fragmentos escritos del Corán, también había docenas de musulmanes que lo
sabían de memoria. Uno de ellos era Zaid ibn Zabit, quien fue escriba del
Profeta. Por órdenes de Abu Bakr, primer califa de la nación islámica, Zaid
encabezó un comité que se encargó de reunir todos los fragmentos existentes del
Corán, corroborarlos con los memorizadores más prominentes, y poner el texto
por escrito en forma de libro. Este primer manuscrito fue terminado y aprobado
por los compañeros del Profeta unos dos años después de su muerte.
Aproximadamente diez años después de esta compilación, el tercer califa, Uzmán,
convocó al mismo Zaid a formar parte de otro grupo de compañeros del Profeta y
memorizadores del Corán, quienes tomaron este manuscrito e hicieron varias
copias del mismo, que fueron distribuidas por todo el vasto territorio
islámico. Algunas de esas copias se conservan aún en el museo de Tashkent en
Uzbekistán, en el museo de Topkapi en Turquía, y dos en Egipto, en la mezquita
Al Husein y en la Biblioteca Nacional. Otra fue conservada en Siria hasta 1892
cuando un incendio la destruyó, pero para entonces ya se habían hecho copias de
la misma. Diferentes personas y organizaciones han comparado, a lo largo del
tiempo, estas copias con manuscritos antiguos de diferentes épocas y ediciones
recientes del Corán, comprobando una y otra vez que el texto coránico que hoy
se recita a diario en las mezquitas de todo el mundo, es exactamente el mismo
que el Profeta, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, enseñó a sus
compañeros, que Dios esté complacido con ellos.
El Corán no solo ha sido preservado intacto en su forma
escrita, sino que siempre han existido memorizadores que lo han transmitido de
forma oral, enseñando no solo su contenido sino las formas correctas de
recitarlo. Además, también se ha registrado y preservado la vida del Profeta
Mujámmad, quien siempre vivió en estricto cumplimiento del texto coránico.
Cuando comparamos las copias escritas del Corán con las recitaciones
trasmitidas de generación en generación, y con las tradiciones del Profeta, que
la paz y las bendiciones de Dios sean con él, encontramos una coherencia y
unidad que nos comprueban, sin lugar a dudas, que el Corán no ha sufrido
alteración alguna. El Islam y sus pilares “Lee”. Con esa orden directa, se
inició una nueva etapa en la vida de toda la humanidad. En una cueva oscura, en
el interior de una montaña en medio del desierto, la voz del ángel Gabriel retumbó
repitiendo las palabras de Dios: “Lee, en el nombre de tu Señor”. Nadie podría
haber sospechado que en ese instante cambiaba el curso de la historia del
hombre. Pero ese no fue el inicio del Islam. El Islam comenzó con la creación
del universo. Como concepto, Islam significa someterse a la voluntad de Dios.
Es lo que han enseñado todos los profetas, de Noé a Abraham, de Moisés a Jesús.
El mensaje del Islam ha sido el mismo desde el inicio del tiempo, y permanecerá
inalterado hasta su final: solo existe un Dios, Uno y Único, y solo a Él
debemos alabar y pedir ayuda, pues toda fuerza proviene de Él y nada ocurre en
el universo sino por Su voluntad. Con la revelación del Corán se recuperó el
mensaje y el espíritu originales de las revelaciones anteriores (la Tora, los
Salmos y el Evangelio), y la religión eterna de Dios recibió el nombre de
Islam. Desde entonces, Dios nos anuncia que Mujámmad es Su último enviado,
Sello de la Profecía, y que el Corán es Su última revelación, que Él mismo
mantendrá preservada hasta el Día del Juicio. El Islam no es, en sentido
estricto, una religión; más bien es una forma de vida. Como toda religión,
establece la moral y la creencia, y regula en buena parte el comportamiento y
modales de las personas que la siguen. Pero a diferencia de las demás
religiones, el Islam establece también un sistema político y de gobierno, un sistema
financiero y económico, un sistema social, una filosofía de vida, unas
políticas de preservación medioambiental, todo enmarcado en principios universales
de respeto a la vida, la dignidad y la propiedad de las personas, de
cooperación, solidaridad y justicia entre los hombres y entre las naciones, de
trato amable hacia todas las personas (incluyendo los enemigos) y los animales,
y de obediencia estricta a las leyes de Dios. La primera palabra de la
revelación del Corán enmarca el espíritu islámico de amor por el conocimiento.
El Islam enseña que la fe no puede ser ciega, sino que tiene que nacer y
fortalecerse con el conocimiento. No hay mayor enemigo de los pueblos, ni mayor
amigo de los tiranos y los opresores, que la ignorancia. Y nadie está en mayor
peligro de caer en fanatismos y extremismos que quien cree algo a ojos
cerrados, incluso en contra de su propia lógica. “Lee”. Conoce tu religión y practícala,
conoce tus derechos y exígelos, conoce tus obligaciones y cúmplelas; aprende
qué es lo bueno, hazlo y promuévelo; aprende qué es lo malo, condénalo y
aléjate de ello. Tal es la importancia de esta orden, que cuando el Profeta
Mujámmad se vio obligado a combatir para defender a su comunidad y tuvo que
afrontar el asunto de los prisioneros de guerra, en un acto sin precedentes en
la historia, ordenó a sus hombres que liberaran a todo aquel que enseñara a
leer y escribir a cinco musulmanes. El conocimiento, además, nos une. Los
musulmanes tenemos un objetivo en común: servir a Dios. Nos alejamos de las
mismas cosas: de aquello que Dios ha prohibido. Buscamos realizar a diario las
mismas cosas: aquello que agrada a Dios. Bebemos de la misma fuente del
conocimiento: el Corán y las tradiciones auténticas del Profeta Mujámmad, que
la paz y las bendiciones de Dios sean con él. Cuando un musulmán se orienta
hacia La Meca y comienza a recitar en árabe el primer capítulo del Corán
mientras realiza su oración, puede estar seguro de que en ese mismo instante,
en diferentes lugares del mundo, otros musulmanes están orientados hacia el
mismo lugar, pronunciando exactamente las mismas palabras, mientras rezan de la
misma forma que él. Al crearnos, Dios nos dio alma así como cuerpo. Por ello,
el Islam descansa sobre seis pilares de la fe, que deben estar presentes en el
alma y el corazón del musulmán, y sobre cinco pilares prácticos de adoración a
Dios y servicio al prójimo, que el musulmán debe cumplir con su cuerpo y su
mente. Sin los primeros, la adoración se convierte en una serie de rituales
vacíos, carentes de sentido, meros ejercicios físicos. Y sin los segundos, la
fe se convierte en palabras huecas, pues no se manifiesta externamente y, por
tanto, es incapaz de transformar la vida y la sociedad del creyente. Los seis
pilares de la fe son: 1. Creer en Dios, glorificado y alabado sea, Creador de
todo cuanto existe, indivisible, Quien no tiene copartícipes ni asociados, es
Dueño y Señor de la creación y no comparte Su Señorío; no ha engendrado ni ha
sido engendrado, no necesita de nada ni de nadie y todos necesitamos de Él; no
hay nada ni nadie que Se le asemeje, todo proviene de Él, y por lo tanto solo
Él merece ser adorado. 2. Creer en los ángeles, criaturas de luz creadas por
Dios para servirlo, que la paz sea con todos ellos. No tienen libre albedrío,
por lo que les es imposible rebelarse contra Él. 3. Creer en los libros
revelados. Dios ha revelado a los seres humanos Su mensaje y Sus leyes muchas
veces en la historia. Entre los libros que Dios ha revelado están la Tora, los
Salmos, el Evangelio, y muchos otros que no conocemos. Sin embargo, todos estos
libros han sido modificados, alterados y tergiversados con el paso del tiempo,
por lo que solo el último de ellos, el Corán, es la palabra de Dios, pues es el
único que se conserva inalterado. 4. Creer en los profetas. En todos los
tiempos, Dios ha enviado profetas y mensajeros a todos los pueblos, y todos
ellos proclamaron el mismo mensaje de unicidad del Creador. Desconocemos a la
mayoría de ellos, pero sabemos que el último de los profetas, Mujámmad, siguió
el mismo camino trazado por todos, incluyendo a Moisés y a Jesús, por lo que
seguir a Mujámmad es seguir a sus antecesores. 5. Creer en el Día del Juicio. Esta
vida es pasajera, estamos aquí para adorar y servir a Dios, y todos moriremos.
Pero un día, seremos resucitados y tendremos que rendir cuentas ante Dios de
todas nuestras obras. Ese día cada quien recibirá lo que merece, nadie será
tratado con injusticia, y unos entrarán al Infierno, mientras otros entrarán al
Paraíso.
Creer que todo proviene de Dios, lo agradable y lo
desagradable. Nada ocurre sino con el permiso de Él, y ni un átomo del universo
se mueve sino por Su voluntad. Él nos ha concedido el libre albedrío, pero en
su infinito conocimiento lo sabe todo antes de que suceda. Él es Quien
determina nuestro destino, y por ello, nadie puede beneficiarnos ni
perjudicarnos más allá de lo que Él decreta para cada uno de nosotros. Los
cinco pilares prácticos de adoración son: 1. La declaración de fe: Una persona
ingresa al Islam al decir de forma libre y consciente lo siguiente: “Atestiguo
que no existe divinidad salvo Dios, y atestiguo que Mujámmad es Su siervo y
Mensajero”. Esta profesión de fe es repetida por los musulmanes a diario en sus
oraciones y otras actividades. Decir esto implica abandonar cualquier acto de
culto a santos, ídolos, ancestros, líderes o criaturas, y adorar solo a Dios
Todopoderoso. Implica también que aceptamos a Mujámmad como Mensajero de Dios,
como nuestro guía, y al aceptarlo a él se aceptan a todos los profetas y
mensajeros anteriores. 2. La oración: Es obligación realizar cinco oraciones
diarias (al alba, a mediodía, a media tarde, al ocaso y en la noche). La
oración debe realizarse siguiendo unos pasos rituales específicos y tras una
purificación ritual. El creyente puede, además, realizar oraciones voluntarias
durante el día o la noche. La oración puede realizarse en solitario o en
comunidad, en la mezquita o en cualquier lugar limpio que no sea utilizado como
lugar de adoración a deidades falsas. 3. El zakat: El pudiente está obligado a
entregar un 2.5 % de su ahorro anual para obras de caridad. El zakat garantiza
la redistribución de la riqueza, una preocupación reciente en el mundo
occidental, pero que está contemplada desde hace más de 1.400 años en el Islam.
Adicional al zakat, el Islam anima a los creyentes a brindar caridad a diario.
La caridad no se entiende solo como un asunto monetario. Siempre que el
musulmán ayuda a otra persona, busca su bienestar, incluso con una sonrisa,
está haciendo caridad. El trabajo en pos del bienestar colectivo, como retirar
obstáculos de un camino o poner anuncios de peligro para evitar accidentes,
también se considera una forma de caridad.
4. El ayuno: Es obligación ayunar durante todo el mes de
Ramadán cada año (el noveno mes del calendario lunar islámico). El ayuno se
realiza cada día desde el alba hasta el ocaso, pudiéndose comer y beber durante
la noche. El ayuno purifica el cuerpo, fortalece la voluntad y ayuda al
creyente a concientizarlo por experiencia propia sobre lo que sienten a diario
los más necesitados. Ayunar y romper el ayuno en comunidad, compartiendo el
hambre durante el día y la comida durante la noche, estrecha y fortalece los
lazos sociales y familiares. También se pueden realizar ayunos voluntarios en
otras épocas del año. 5. La peregrinación a La Meca: Todo musulmán y toda
musulmana que esté en capacidad física, mental y económica de realizar la
peregrinación, debe hacerla al menos una vez en su vida. Esta es la mayor
peregrinación religiosa del mundo, cerca de tres millones de personas se reúnen
en la Mezquita Sagrada de La Meca cada año y hacen la oración al unísono como
parte de los rituales de la peregrinación. “Lee”. No existen intermediarios
entre el creyente y su Creador, por eso no hay clero en el Islam. El
conocimiento está a disposición de quien lo busca, y es obligación de todo
musulmán, hombre o mujer, buscarlo durante toda su vida. Pero no olvides lo esencial:
“¡Lee, en el nombre de tu Señor!” No busques el conocimiento para tu gloria
personal. Sé humilde y busca el conocimiento para agradar a Dios y trabajar por
Su causa. Esa es la esencia de seguir el Islam, de ser musulmán. El Profeta
Mujámmad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él “Lee”. La orden que
cambió el curso de la historia fue dada por Dios, a través del ángel Gabriel, a
un analfabeto. “No sé leer”, respondió aterrado Mujámmad, inocente del destino
para el que había sido preparado toda su vida. “¡Lee, en el nombre de tu Señor,
Quien ha creado todas las cosas!”, le replicó el ángel. A sus 40 años de edad,
el Profeta Mujámmad era muy conocido en su ciudad, La Meca. Todos sabían que
era un comerciante exitoso y honrado, dirigente de caravanas, esposo de una
rica empresaria mayor que él, y le tenían un profundo respeto. Lo apodaban “El
Confiable” y era famoso por su honestidad
y su habilidad para la mediación de conflictos. Su palabra valía más que
cualquier contrato. Pero había una virtud que no poseía: a su edad, resultaba
evidente para todos que Mujámmad no era un gran orador ni un poeta. Y sin
embargo, un día, por un milagro que en un comienzo muy pocos aceptaron,
Mujámmad superó a todos los grandes oradores y poetas, e hizo temblar la
estructura social de La Meca desde sus cimientos, con una recitación tan
excelsa, hermosa y magnífica, como revolucionaria y radical. Los hombres no son
más valiosos que las mujeres ni lo contrario. Los árabes no son mejores que los
no árabes ni lo contrario. Los blancos no están por encima de los negros ni lo
contrario. Los ricos tienen la obligación de ayudar a los pobres, las mujeres
son libres de tener posesiones y comerciar, y todos tienen derecho a la
educación y a una vida digna. No existe más que un único Dios verdadero, que no
tiene forma humana, que no puede ser representado en forma alguna, y que es tan
Compasivo como Justo, tan Poderoso como Benévolo, tan Severo como Amoroso. Y
nadie, ni reyes ni profetas, ni artistas ni indigentes, ni sabios ni
empresarios, absolutamente nadie está por encima de la Ley de Dios ni tiene
derecho a cambiarla en lo más mínimo. Semejantes ideas convirtieron a Mujámmad
y a sus compañeros en perseguidos. Mujámmad nació en La Meca, Arabia, en el año
570 d.C., y quedó huérfano desde edad temprana. Pasó necesidades. Trabajó desde
pequeño, fue pastor y se forjó una buena vida. A sus 40 años se encontraba en
su mejor momento. Pero en cuanto comenzó a transmitir la revelación divina, la
vida se le fue haciendo cada vez más difícil. Fue víctima de burlas,
discriminación, insultos y distintos tipos de ataques, cada vez peores y más
frecuentes. Él y sus compañeros fueron sometidos a hambruna, ostracismo y
persecución. Luego comenzaron las torturas y los asesinatos de sus compañeros.
La situación era tan grave, que el Profeta envió a un grupo de ellos a
refugiarse en Etiopía, donde fueron protegidos por un rey cristiano. Trece años
después que comenzara la revelación del Corán, el profeta Mujámmad, que la paz
y las bendiciones de Dios sean con él, lo había perdido todo: su reputación
arruinada, sus negocios destruidos, su esposa había muerto, su riqueza y
propiedades confiscadas, algunos de sus compañeros habían sido asesinados y
otros se habían exiliado, y su tío y único protector tribal acababa de morir.
Ahora pendía sobre él una amenaza de muerte y
solo le quedaba emigrar junto con sus seguidores, cuyo número apenas
había excedido el centenar en trece años de prédica incansable y difícil. Si
hubiera sido un profeta falso, a este punto de la historia ya se habría dado
por vencido. ¿Qué objeto tenía insistir en una religión que en lugar de darle
fama, poder y dinero, le había arrebatado todo lo que había logrado en su vida?
Años atrás, los dirigentes de La Meca, el clan de los Quraichitas, le habían
ofrecido nombrarlo su rey y convertirlo en el hombre más rico y poderoso de
Arabia. Pero Mujámmad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, no
procuraba satisfacer sus gustos, sus deseos ni sus necesidades. No tenía afán
de gloria o riqueza. Solo estaba cumpliendo con la misión que Dios mismo le
había encargado, y estaba dispuesto a pasar por todas las penurias que Dios le
pusiera en el camino. Así que a sus 53 años, el Profeta decidió emigrar con su
gente. Setenta musulmanes viajaron hacia el oasis de Yazrib. Una vez que
estuvieron allí a salvo, el Profeta se dirigió a su encuentro en compañía de su
mejor amigo, Abu Bakr As Sidiq, quien lo sucedería tras su muerte como primer
califa de los musulmanes. Fue un viaje duro a través del desierto, con sus
enemigos persiguiéndolo de cerca. Este suceso, conocido como hégira, marcó el
inicio del calendario islámico. Los pobladores de Yazrib cambiaron el nombre de
la ciudad por el de Madinat Unnabi (la ciudad del Profeta) y allí el Profeta fundó
el primer Estado islámico. Se convirtió en gobernante, y aun así llevó una vida
austera, al punto de dormir en una estera de cuero rellena de hojas de palma.
Bajo su mando, Madina se convirtió en una ciudad próspera en muy poco tiempo, y
sus enemigos sintieron celos de su éxito y temor de que regresara a cobrar
venganza. Los Quraichitas se armaron y salieron a destruir a la nación
musulmana. Con el permiso divino y siguiendo las normas estrictas relacionadas
con la guerra que fueron reveladas en el Corán, los musulmanes organizaron para
defenderse un pequeño ejército, que de manera milagrosa venció en la primera
batalla a una fuerza que lo triplicaba y que estaba mucho mejor preparada y
armada. Más tarde, tras cinco años de batallas, unas ganadas y otras perdidas,
el Islam había crecido a tal punto que Mujámmad, que la paz y las bendiciones
de Dios sean con él, se presentó a las puertas de La Meca con un ejército de
más de 10.000 hombres. Entró a la ciudad sin
derramar una sola gota de sangre. Vio a la cara a aquellos que lo habían
insultado, perseguido y atormentado durante años, los mismos que habían
intentado asesinarlo, que habían ultrajado a sus compañeros, y que habían
enviado ejércitos en su contra. No tomó represalias contra ellos. Respetó sus vidas
y sus propiedades, e incluso aceptó como hermanos a todos aquellos que
decidieron abrazar el Islam. Solo tres años después, enfermó y murió.
Comerciante, líder religioso, estadista, maestro, juez, estratega militar,
soldado, administrador, diplomático, amigo, esposo, padre, consejero,
reformador, profeta, hombre. La vida de Mujámmad está detallada como la de
ningún otro personaje de la historia. Una vida que es un modelo a seguir. El
astrofísico estadounidense Michael Hart publicó en 1978 su listado de las cien
personas más influyentes de la historia. En el número uno ubicó al Profeta
Mujámmad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, por su tremendo
éxito tanto en el campo secular como en el campo religioso. Este reconocimiento
es uno de muchos que se vienen dando en el mundo occidental, que a pesar de la
mala prensa que se le da continuamente al Islam, está valorando cada vez más
sus enseñanzas y el ejemplo de vida del Profeta Mujámmad, que la paz y las
bendiciones de Dios sean con él. Solo resta decir: “¡Lee, en el nombre de tu
Señor, Quien ha creado todas las cosas!” (Corán 96:1)
1 En el nombre de
Dios
, el Compasivo con
toda la creación, el Misericordioso con los creyentes
2. Todas las
alabanzas son para Dios, Señor de todo cuanto existe,
3. el Compasivo, el
Misericordioso.
4 Soberano absoluto
del Día del Juicio Final,
5. solo a Ti te
adoramos y solo de Ti imploramos ayuda.
6. ¡Guíanos por el camino recto!
7. El camino de los que has colmado con Tus favores, no el
de los que cayeron en Tu ira, ni el de los que se extraviaron.
Al-Fátihah الفاحتة
: La Apertura, el Inicio [del Corán]. Los títulos de los capítulos no son parte
constitutiva de la revelación coránica. A menudo una palabra en particular
perteneciente al capítulo o que definía el tópico principal de éste, se volvía
común entre los compañeros del Profeta y los sabios posteriores como forma de
referirse a dicho capítulo, y de allí derivaba en nombre. Aunque algunos
nombres como Al-Fátihah fueron usados por el Profeta, que la paz y las
bendiciones de Dios sean con él, para referirse a un capítulo en particular, no
fueron designados por él como título. 2 Al-lah الله
: Es un nombre propio exclusivo de Dios, el Único y Todopoderoso, Creador y
Sustentador de los cielos y la Tierra y de todo lo que hay en ellos, el Eterno
y Absoluto, el merecedor de toda forma de adoración. La forma de pronunciarlo
es la siguiente: “Al-laj”, con la “jota andaluza” suave y aspirada, o la hache
inglesa, enfatizando en la pronunciación de la “L”. Es sabido que cada idioma
tiene uno o varios términos para referirse a Dios y, en ocasiones, para otras
deidades. Éste no es el caso de “Al-lah”. “Al-lah” (del árabe al-ilah: el Dios)
es el único nombre de Dios, no tiene género ni plural; por tanto, es un término
que señala la unidad de lo designado. Cuando los contemporáneos del Profeta le
preguntaron acerca de Dios, él recibió como revelación del capítulo 112, que
resume la esencia del monoteísmo y unicidad de Dios: no ha engendrado, no ha
sido engendrado, nada ni nadie es semejante a Él. El Islam rechaza cualquier
intento de caracterizar a Dios, y menos aun tomando rasgos humanos que hagan
prevalecer a una raza sobre las demás. 3 Ar-Rahman الرمحن y Ar-Rahim الرحيم
son dos palabras derivadas del árabe rahma رحم
, que significa misericordia. En la lengua árabe ambos tienen el significado
superlativo de “Misericordiosísimo”. Mediante la cita de ambos nombres se
intenta dar un significado más completo. Ar-Rahman, traducido como el
Compasivo, implica un significado más amplio, que es misericordioso hacia toda
la creación. La justicia es parte de esta compasión. Ar-Rahim, traducido como
Misericordioso, incluye el concepto de especificidad, es decir, una forma
especial de misericordia concedida solamente a los creyentes. El perdón es
parte de esta misericordia. 4 Cuando se refiere a Dios, el término árabe Rabb -
ّ رب , traducido como “Señor”, incluye los
significados de poseedor, amo, gobernante, controlador, sustentador, proveedor,
guardián y cuidador
Acabo de leer los seis pilares de la fe del Corán yo comprendo que para alcanzar el fondo
ontológico de Dios, la nada misma, es
imprescindible la fe
Y para alcanzar la máxima altura de la levedad del ser la
razón es impulsada desde el fondo ontológico.
1→ (Fe) 0→10 (Razón impulsada desde el fondo ontológico
logrando la concepción simbólica del ser)
Y entonces ¿Porque la fe lejos de ser ese salto al vacío en
el que se toca a Dios mismo en el logos. Se convierte en una creencia dogmática
base de sistemas opresores?
Esto en clara relación al régimen iraní https://www.tiempodecine.co/web/una-revolucion-domestica-la-semilla-del-fruto-sagrado-de-mohammad-rasoulof/?fbclid=IwY2xjawIlkC1leHRuA2FlbQIxMQABHVYuvkq7voxim2vN_VTJv7iVFQOttm_AohCPIVULpm48_gcyivhXiw0yag_aem_TqRFboFGRI84G3PR7BpRbA
y la represión que ejerce a películas como la semilla del fruto sagrado.
Y entonces ¿Es la Fe del Corán un salto al fondo ontológico
que yo vivo cuando leo a rumi o una determinación que no escapa al árbol de la
ciencia del bien y mal?
Muchas gracias por atender mi pregunta bendiciones
La respuesta fue la dirección de su sitio web:
Y entonces no me queda a mi más remedio que inventarme una
respuesta en el islam en su teología no hay nadie como Duns Scoto
https://www.youtube.com/watch?v=YRbaVYvic1o&t=1s
En Duns Scoto la voluntad se impone ante la razón y el gran
golpe al Aristotelismo se logra ¿Pero porque Duns Scoto triunfa en la
modernidad?
Pues por la revolución industrial que hace que la voluntad
construya la realidad y entonces el
realismo aristotélico se hace imposible y en todas las ideológicas, liberales,
comunistas, fascistas se impone la voluntad así la idea de un Dios omnipotente no
coactado por la razón, que tiene la base en la libertad negativa proyecta a un
hombre moderno incapaz de pensar el bien común como una realidad que nos una a
todos aun en el marxismo es la voluntad la
base de toda revolución e historia y que decir de los conservadurismos que en
la práctica son fascismos imponiendo su voluntad.
En cambio en el islamismo aún existe una libertad positiva donde
nuestra razón es guiada por lo sagrado y es que el cristianismo a diferencia del judaísmo santifica lo profano
que al final es santificar nuestra voluntad en su potencial progresivo así la
voluntad cristiana que busca construir el reino de Dios en el futuro choca
contra la razón aristotélica que busca
la preservación de un justo medio, equilibrado, moderado, ganando la voluntad que
es fe y como fe voluntad omnipotente y entonces podemos decir que la razón
griega es aun sagrada y que no tiene como horizonte la transformación dela realidad
sino la vuelta a un acto puro a una sustancia de lo real donde la conciencia se
conoce a sí misma, en un estasis inmóvil sin transformación ni progreso.
El grave problema de occidente es que renuncia a la libertad
positiva, a la búsqueda de la sabiduría, el gran problema de oriente es que no
hay o no había libertad negativa, base
para que la voluntad transforme la realidad y entonces occidente se escandaliza
cuando oriente viola las libertades negativas y coacta a su población, exigiéndole
a oriente una verdadera libertad religiosa.
https://themaydan.com/2019/08/islam-and-four-essential-freedoms/
Y oriente se escandaliza de occidente llamándolo la bestia
porque jamás logra poner por encima el bien común basándose en el egoísmo,
defendiendo los derechos como dados por Alá
https://www.sapienceinstitute.org/restringe-el-islam-la-libertad/
Para
nosotros es claro que ni la fe de occidente, ni la fe de oriente está en el dharma
divino y es que la fe exige una muerte a la propia voluntad a su deseo:
v. 1. Declarados, pues, justos mediante la fe, tenemos 1 paz
con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. <
<<Declarados, pues, justos mediante la !e». «La noche
va muy
avanzada y se acerca ya el día» (13,22). Si osamos contar
con
nuestra fe, debemos atrevernos también a contar con el
«nosotros» caracterizado mediante la fe, con el hombre nuevo, elhombre del día
de Dios, que no ha despuntado aún, pero que
está ya cerca. Mediante la fe entramos en el estado de los
declarados justos por Dios.
Nosotros no sólo somos lo que somos, sino que, mediante la
fe, somos lo que no somos. Lo que emerge en la vida humana de cada día en
«pasión infinita» (Kierkegaard), de modo invisible, visible sólo como vacuum,
lo que toda comprensibilidad humana niega siempre y por doquier,
testimoniándolo así siempre y por doquier, lo que visto desde nosotros aparece
sólo como el punto cero entre dos extremos de hipérbola que se pierden en el
infinito y que, como tal, es, de modo inaudito, final y comienzo, eso es el
hombre nuevo, el sujeto del predicado «fe». No soy yo este sujeto en cuanto que
él como sujeto, como lo que él es, me trasciende de modo absoluto, difiere
radicalmente de cuanto yo soy. Y soy ese sujeto en cuanto que lo que él hace,
su predicado: la fe, consiste precisamente en establecer la identidad entre él
y yo. Bajo el signo del morir y resucitar de Cristo (4,25), en el conocimiento
de Dios que da vida a los muertos y habla como existente a lo no existente
(4,17), nace el hombre nuevo, «nazco de arriba» (J n 3,3) yo: el que en el
sentido más fuerte no es el mismo, se convierte en el mismo que soy yo. Pero
esa mi inaudita identidad con el hombre nuevo es verdad sólo en virtud de esa
predicación. Sólo mediante la fe soy lo que (¡ no l) soy. Si dejo de tener en
cuenta por un solo instante la arriesgada empresa, si queda en suspenso por un
solo instante, si no la emprendo (¡como si nunca la hubiera emprendido aúnl),
entonces el establecimiento de esa identidad es un hecho insignificante de
arrogancia religiosa o especulativa. Ese establecimiento tiene que ser siempre
dialéctico, debe estar empapado por la consideración de que el hombre no es
Dios. Tenemos que resultar sospechosos para nosotros mismos en todo instante en
que osemos contar con que creemos. Sumamente extraña debe parecernos de
continuo la necesidad y posibilidad de penetrar en la vida a través de la
estrecha puerta que da paso de la vida a la muerte. Tiene que resultamos
altamente inaccesible el camino, incomprensible el orden, inalcanzable la
fuerza que continúan más allá de esa puerta estrecha; deberá resultamos
altamente peligroso intentar avanzar allí, aunque sea un solo paso. Costumbre,
comodidad, ligereza y obviedad en este funto de inflexión son la mentira, la
maldición primigenia, e germen venenoso casi imposible de exterminar en toda o
en casi toda dogmática, predicación, labor pastoral y aserto religioso de todo
tipo. La verdad de que nosotros somos hombres nuevos subsiste para nosotros,
siempre y por doquier, sólo en su punto de partida. Y este punto de partida
significa para nosotros el final de toda visibilidad y comprensibilidad. Sólo
en el final del hombre viejo puede resultamos visible el comienzo del hombre
nuevo; sólo en la cruz de Cristo pueden resultar perceptibles el sentido y la
realidad de su resurrección. Lo único que podemos siempre y por doquier -y
siempre y por doquier de nuevo- es creer, también creer que creemos. Es del
todo imposible dar un perfil perceptible, histórico y psicológico, del creyente
en comparación con el no creyente. Las manos de todos nosotros están vacías
para nuestros sentidos. «Nosotros somos como hierbas en el borde fértil
superior de una montaña empinada, en la altitud en la que falta ya, casi por
completo, toda vegetación. Abajo, en la hondonada de los valles, crecen encinas
con sus raíces enterradas en lo profundo del suelo. Pero nosotros somos los
débiles, pequeños, apenas visibles desde el valle; estamos a merced de todos
los vientos y tormentas, casi sin raíces, casi marchitos. En cambio, cuando,
muy de mañana, la sombra envuelve aún las copas de las encinas, nosotros somos
bañados ya por la luz; vemos ya lo que nadie ve aún; somos los primeros en ver
el sol del gran día; somos los primeros en decir: "¡ Señor, ven de verdad
1 "» (Mereschkowski). Por consiguiente, sólo mediante la fe, siendo los
primeros que son los primeros por ser los últimos, creciendo porque decrecemos,
siendo grandes por ser pequeños, siendo fuertes en nuestra debilidad, somos
justos ante Dios: Dios se justifica a §í mismo ante nosotros, pero, con ello,
nos justifica él ante sí. El nos hace prisioneros, pero con ello nos libera.
Nos niega como somos y, negándonos, nos afirma como aquellos que nosotros no
somos. El nos necesita y, con ello, comienza su buena obra en nosotros. Toma
partido por nosotros y, de ese modo, su causa p~sa a ser también nuestra causa,
su slerecho nuestro derecho. El se declara favorable a nosotros. El está con
nosotros. Nosotros tenemos la promesa de nuestra salvación en su reino.
Nosotros somos ya de Dios en la esperanza. Precisamente en la negación del
sujeto humano viejo y conocido se produce, pues, la fundamentación del nuevo
sujeto; en la invisible persona de Dios se constituye la personalidad del
hombre. «Tenemos paz con Dios». El hombre que conocemos, es decir, el hombre de
la injusticia, en paz con el Dios al que no conocemos: ésa es la luz inaudita
en la que entramos por medio de la fe. Paz con Dios significa hacer la paz
entre el hombre y Dios mediante un cambio de la actitud humana originado por
Dios, estableciendo la relación normal de la criatura con el Creador, fundando
el amor a Dios que tiene su comienzo en el temor del Señor, pero que es el
único amor posible y verdadero que el hombre puede tener respecto de Dios
(5,5). Si no somos justos ante Dios por medio de la fe, nos encontramos en
estado de guerra con él: nuestro amor a él es entonces aquella intimidad con
Dios que desconoce las distancias y que carece del temor de Dios, aquella
intimidad con Dios que, por su esencia, vale del no dios, del dios de este
mundo (1,22s), aquella intimidad con la que nosotros nos colocamos, en
realidad, bajo la ira de Dios, nos contamos entre los enemigos de Dios (5,10).
«Paz con Dios es lo opuesto a toda extasiada seguridad de la carne» (Calvino).
Paz con Dios es el orden objetivo de la relación del hombre (¡ como hombre l)
con Dios (¡ como Dios!). Por consiguiente, paz con Dios es más que «un
sentimiento de dicha y de gozo» (Kühl).
Tales sentimientos pueden acompañar o no a este pacto de
paz. En cualquier caso, no son un elemento constitutivo de esa paz. Se
constituye ese pacto de paz mediante la liberación de la verdad mantenida en
prisión (1,18), mediante la revelación de la justicia de Dios (3,21), por medio
de la fe. Pero paz con Dios es menos que «vida en la realidad de Dios»
(Kutter). No se produce una fusión entre Dios y hombre, no se elimina la línea
de la muerte, no se da un proléptico apoderarse de la plenitud de Dios, de la
salvación y de la redención final. Persiste con toda su virulencia la lucha
entre el espíritu y la carne, entre la carne y el espíritu. El hombre sigue
siendo hombre y Dios no deja de ser Dios. Persiste la necesidad de la fe. No es
posible quitar a ésta ni la menor brizna de su carácter paradójico. El hombre
sigue siendo un ser que aguarda, que no hace más que aguardar, que no ve
(8,24). Pero mediante la fe, se convierte en uno que aguarda sólo a Dios, yeso
es precisamente su paz con Dios. Por tanto, a medio camino entre el sentimiento
humano y la realidad divina se encuentra la significación y fuerza de la paz
que tiene el justo por la fe. ¿Dónde, pues? Allí donde la conciencia de lo que
Dios es en Cristo se convierte en discernimiento crítico y en unión. «Por medio
de nuestro Señor Jesucristo». Debe quedar sentado que esta posesión de la paz
se fundamenta y es real sólo en Dios; en ningún otro sitio. Es obra que Dios
realiza en nosotros teniendo en cuenta al Cristo crucificado y resucitado. Por
tanto, no es el resultado de un proceso psíquico, de una pujanza vitalista del
hombre. En la medida en que la fe es también eso, ella no es justicia ante
Dios; no puede establecer el orden objetivo entre nosotros y Dios. En virtud de
su contenido invisible, ahistórico, en virtud del cambio de vida para la muerte
a vida en Cristo, es la fe el poder que nos elimina a nosotros mismos y nos
reconcilia con Dios.
Pero el grave problema de occidente es que cree que muere a
su ego y nace a Dios pero realmente muere
a Dios y nace a su ego desde una fe donde su voluntad impera sobre toda razón, hoy con Trump en el
poder hablando en nombre de dios la cuestión queda clara, el hombre occidental
se engaña y engaña es necesaria una razón que el de un sentido positivo a la
fe pero cuando Heidegger hace un estudio
sobre Duns Escoto
LLega a esta conclusión de que la gramática y la lógica van
a parar a la metafísica. Pero no a una metafísica estática, sino a una metafísica
de la historia. Las categorías, el significado y el lenguaje se fundan, en
definitiva, en una metafísica del espíritu vital e histórico, que es el único
espíritu vital humano, sujeto de las categorías y del significado.
Es decir que de Scoto Heidegger pasa indefectiblemente a
Hegel y es que la razón dialéctica esta mediada por la voluntad
¿Pero acaso Hegel no nos llevara aun positividad liberal de
derechos?
Si pero esa positividad liberal será criticada por Marx y en
Nietzsche, en Freud volveremos a la voluntad pero ahora desprovista de la fe
que la haga morir a sus deseo y renacer a la voluntad divina verdadera voluntad
de poder y de ser.
Nuestra propuesta es clara devolver a la voluntad al camino
de la fe y devolver a la fe al camino de la razón, siendo la razón la mediadora
de la fe y la fe la mediadora de la razón.
Y es que el ser no es otro que el ser de Dios principio de síntesis
racional en él estasis que está presente
desde Parménides a Aristóteles y en el
no ser es el no ser de Dios como lo entiende el
maestro Eckhart y lo desarrolla mucho mejor la escuela de Kioto así Dios nos
crea desde su nada absoluta donándonos
su ser y si es así ¿Por qué nuestra esencia no coincide con nuestra existencia?
O pensado sistemáticamente porque nuestras súper estructuras no coinciden con
nuestras infraestructuras, pues por el pecado que no es otra cosa que la falta
de fe, esa fe que te lleva al abismo ontológico hasta la muerte para resucitar,
ahí solo ahí conocemos a Dios y en Dios
nos llegamos a conocer a nosotros mismos
y es que la fe impulsa a la razón ¿Pero adonde la impulsa? Ala síntesis de amor
1(ser como síntesis de razón)→salto de fe→0 nada absoluta →10
Síntesis de amor.
¿Pero es el amor algo positivo?
No el amor está más alla de toda positividad y negatividad ya si como hay una síntesis hay una asintesis
Asintesis del amor 10←1 ser síntesis de la razón positividad
←0 Nada negatividad pura
Pero otra ver estamos ante el problema la fe nos lleva a una
negatividad pura en la nada siendo nuestro fondo ontológico el fondo de Dios y
la razón nos lleva a la síntesis del ser en una positividad absoluta, pero
cuando hacemos la síntesis y la asistesis estamos más allá de toda positividad y negatividad ¿Y entonces como podemos determinar positivamente
a la fe? No podemos más la fe no es negativa es que en su negatividad se hace
positiva y la razón en su positividad se hace negativa, así la levedad del ser,
no lleva a la gravedad el devenir y la gravedad del devenir nos
lleva a la levedad del ser, surgiendo la comunión entre fe y razón es esa comunión
más allá de toda positividad y de toda
negatividad, la que nos da la pauta, logrando el bien común de lo real no por
obligación y ola individualidad singular no por egoísmo.
El problema de lo islámico es claro su bien común es
obligado, el problema cristiano es claro no mueren a su ego más bien matan a
Dios para que su ego sea Dios, por lo mismo solo en una guerra de imaginarios ,
en una metafísica de la violencia en una alteración y contra alteración de
sistemas en una biodramaturgia se podrá
saber quién es quién, aquellos que separen la razón de la fe ya
sabemos a qué caminos nos llevan, a una
fe del ego como en todo occidente y a una razón instrumental que no alcanza el
estasis contemplativo, es la razón la que exige la muerte del ego, esa razón substancial
y es la fe la que exige la resurrección de la razón esa razón en comunión de
amor que se encuentra a sí misma en los otros.
He aquí la semilla santa plantada en sus corazones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario