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jueves, 26 de julio de 2007

Reconstruyendo la política desde los movimientos sociales

Reconstruyendo la política desde los movimientos sociales
Dos escenarios impiden, hasta hoy, que la política se constituya en el eje articulador, orientador y promotor de los procesos de cambio en América Latina, porque la naturaleza y los elementos constituyentes que los conforman aun no han sido suficientemente comprendidos y analizados por los actores sociales; es necesario desentrañarlos y deconstuirlos para re-construir la plataforma de posibilidades que permita revelar la realidad social emergente, descubrir las oportunidades de transformació n y dirigir la lucha contra un enemigo común.Escenario del miedo, es el Estado Policial en proceso de construcción que guarda en su seno tres ingredientes suficientemente estructurados que desarticulan al enemigo y lo colocan en una situación defensiva. Los tres factores son: La criminalizació n de las protestas al vincularlas con el terrorismo; la descalificació n discursiva y práctica del reposicionamiento del Estado (populismo) y la liga inventada entre Crimen organizado y movimientos populares o insurgentes.En este cuadro escenificado por el pensamiento y los actores hegemónicos, se esgrimen muchos mitos que discursivamente se enarbolan como verdades inmaculadas, pero tras de ellas están formas de dominación sutilmente impuestas que tratan de fisurar y penetrar en las subjetividades colectivas de los sectores populares.Insolvencia financiera del Estado para crear políticas públicas hacia los sectores populares; necesidad de incrementar el Impuesto al Valor Agregado, IVA, como mecanismo para ayudar a los pobres, restricciones a la educación pública en todos sus niveles, por acatar resolutivos de los organismos internacionales, privatizar los fondos de pensiones e incrementar los años laborales para percibir la jubilación. Son mitos que deben ser derribados con argumentos sólidos, porque tras de esas limitaciones, imaginariamente existentes, hay millones de dólares que se condonan a las empresas privadas para que no apliquen sus impuestos al fisco, instrumentació n de políticas públicas por parte de gobiernos locales y nacionales que favorecen predios, empresas e intereses del gremio empresarial y millones de empleados en América Latina que laboran sin ninguna prestación social, al margen de la ley y bajo el manto de la impunidad, lo que lastima a los organismos de seguridad social al no percibir el ingreso a que está obligado el empresario.En los últimos cinco años, los países latinoamericanos han incrementado los fondos de reservas en los bancos nacionales, algunos otros han disminuido la deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional al aplicar una férrea política fiscal con los contribuyentes cautivos, otros más han tenido ingresos en su economía por las remesas de los migrantes, todo ello en su conjunto, elimina los riesgos en la economía nacional, de ahí que el pregonar no es coherente con la realidad.Tras de estas razones indolentes que esgrimen los gobierno, hay la intención de redireccionar la mirada y las vidas de los seres humanos, principalmente los desposeídos, hacia un solo sentido, donde el camino sea irreversible y no haya la oportunidad de ser re-pensado porque ya está trazado y no hay alternativa paralela.Inculcan en las subjetividades que no hay futuro, porque este está ligado a la duración de la vida y no trasciende después de ti, de ahí que el presente se perpetúa en la agonía, se prolonga en las necesidades y se contrae al pensarlo. Es una estrategia para que el presente se encapsule y el futuro sea corto e insignificante.El futuro tiene significancia si lo abrimos más allá de nuestras vidas, de nuestro espacio, si lo enlazamos con otros entornos y nos miramos en los distintos espejos que nos ofrece la realidad social. Justo ahí está el mar de posibilidades plurales que ofertan los excluidos y avasallados; son razones apegadas a la realidad, diálogos abiertos y metas utópicas que nos invitan a que intentemos articularlas para re-pensar y re-hacer un presente con acciones con objetivos claros que nos conduzcan a alejarnos de lo incierto, que nos sitúe en la plataforma donde otea que el futuro no es infinito ni está vacío, sino que es una posibilidad concreta y no tiene sello de propiedad privada.Levantando la voz, saliendo a las calles, diciendo No, es decir SI a algo diferente y darnos la oportunidad de ser parte de la historia; callados, aislados, rumiando la impotencia y cargando el miedo sobre nuestras conciencias, es prolongar la agonía y seguir aceptando una realidad que no es nuestra ni nos conviene que nos hagan creer que es nuestra.El miedo en la médula de la estrategia que guía el escenario amedrentador que siembra riesgos en la subjetividad de los colectivos humanos. El objetivo es desordenar los estados de ánimo en las personas que conduzcan a perturbarle las coordenadas que dan estabilidad a la vida cotidiana, induciéndolos a situaciones de angustia, temor y de sensación de estar en peligro hasta colocarlos al borde de la angustia colectiva.Por lo anterior, el uso indiscriminado del vocablo terrorismo como un enemigo impredecible, invisible y súbito lo posiciona en el subconsciente colectivo como algo desconocido, que difícilmente se controla y que está siempre presente en nuestras vidas, provocando un estado persecutorio permanente. Al no poder controlar el espacio particular privado se necesita de protección, de una salvaguarda, de un guerrero o un estado que sepa usar la fuerza, la autoridad y los recursos necesarios para eliminar al enemigo imaginario, a costa de perder o permitir la invasión en nuestra vida privada. Ahí se inserta el estado policial y se convierte en parte de la vida privada y pública de cada habitante.Si lo vemos a la inversa, que un movimiento popular sea endilgado como terrorista, amerita ser cercado, hostigado, limitado e eliminado, porque la nocividad con dimensiones sociales no puede ser tolerada.Escenario de la fragmentación. Las luchas populares, que si bien son numerosa, variadas y se manifiestan en todos los países de Latinoamérica, tienen objetivos disímbolos, pocos son los movimientos populares que han podido construir domo convergente con los movimientos indígenas, con los desplazados por la guerra, los expulsados del campo o sin trabajo ni techo. Cada quien tiene un propósito que se encuentra lejano, desvinculado o confrontado con las demandas de otros movimientos que reivindican derechos.La dificultad tiene varios factores que deben ser considerados en la autocrítica, no obstante, antes de señalarlas, exponemos el sentido de esta reflexión a fin de que no se marchite en un escaparate de practica flagelante que critica pero no induce a los distintos actores a realizar un ejercicio dialogante sobre un nuevo quehacer en la política latinoamericana.La fragmentación no es producto de las autonomías de actores, como lo presentan algunos escritos al afirmar que al recuperar su naturaleza heterogénea la sociedad, el mapa actoral se diversifica y las luchas se bifurcan; tampoco es una manifestación de la ausencia de ideología que produzca el cemento social que una a los distintos actores bajo un solo manto de ideas y significados; es más bien producto de un enemigo que se desterrritorializó , que se escondió en la extensa nube de la globalización y el neoliberalismo, que ataca y medra en las partes mas sensibles de los sectores populares y trabajadores y se escuda en razones indolentes para justificar lo necesario de la explotación, la negación de derechos y hasta la aplicación de medidas que atentan contra la vida.Ese enemigo aparentemente no tiene rostro, menos aun posee un territorio o lugar, está en todas partes con el don de la ubicuidad y solamente se perciben los efectos de sus golpes con dolor, así las decisiones de los sectores que producen las riquezas, van desgarrando la esencia de la vida en los desprotegidos, al no poder usufructuar algún patrimonio.Ahí está el sentido del por qué de la fragmentación, porque provoca desesperación por encontrar el culpable, la búsqueda de un enemigo para descargarle la fuerza de la acción o la de hallar al responsable que provoca miseria, dolor y muerte,; todo ello hace que se abran muchos y distintos caminos por donde dejar correr la acción colectiva, pero la levedad del tiempo electrónico y de los medios de comunicación, la realidad social escurridiza, gelatinosa algunas otras veces, líquida y ajena para los otros que no están siendo afectados por lo que tu criticas o luchas, diluye, disemina y extingue la lucha.La acción, la calle y el miedoEl frente ideológico del miedo que construye escenarios de riesgos insertados en la subjetividad de los colectivos, se dibuja en la mente de los sectores excluidos y explotados con el significado que tienen para ellos la represión, los secuestros, las desapariciones o asesinatos realizados por sicarios paramilitares, que en su conjunto se han convertido en el arma eficaz para ausentar muchas protestas de las calles.Los medios de comunicación son el vehículo que operativizan el miedo y ocultan la realidad conflictiva a través de un discurso que omite las acciones populares y las coloca como realidades ausentes, silenciadas por la exclusión y la marginalidad; o sea, son producidas como ausencias o inexistentes.Los movimientos de protesta y resistencia han aprendido que la calle necesita formar parte de la agenda de sus actividades y ser el destino para sembrar la lucha por muchos significados, porque la calle devela la invisibilidad de la lucha de clases, exhibe la crudeza de la devastadora política neoliberal, le da rostro a los que luchan o defienden sus derechos, hace público los reclamos y visibiliza al sujeto que busca, con sus acciones políticas, transformar las ausencias en presencias y hacer creíble la idea de transformació n popular de la realidad.Así la calle se convierte en el espacio público que se carga de sentido en la medida que los distintos y diversos actores políticos sitúan en ellas sus demandas y alianzas con otras movilizaciones para agregar y desarrollar nuevas acciones colectivas. En ese agregado no sólo concurren los actores vinculados directamente con la demanda, sino otros que ven en el vínculo la oportunidad y la necesidad de abrazar una acción que vaya marcando un arco convergente, de ahí que autoconvocados sean gran parte de los actores que ocupan los espacios públicos.Los Autoconvocados son parte de una red emergente de asociatividad que en las calles se van agregando con su participación e interlocución, ingredientes que le dan forma al espacio público y lo convierten en espacio público estratégico. Se agregan cuando observan y se dan cuenta que la denuncia, el atropello, la negación de un derecho y/o violación de alguna garantía constitucional también le afecta, por lo que decide agregarse al contingente o a la voz plural reclamante.Reclamantes y autoconvocados son muestra de la compactación de fragmentaciones de experiencias social no socializadas en el escenario del miedo, pero en la calle se abren y enlazan como guirnaldas para producir visibilidad insumisa.Acción comunicativa en la callesNecesitamos salir a la calle para producir sentido, invitar a los otros, para dar a conocer que hay muchas alternativas y practicas políticas que son declaradas inexistentes por la razón instrumental del estado policial y el cuerpo mediático, pero la calle nos brinda la oportunidad de descubrir que las practicas ignoradas pueden convertirse en practicas sabias. Justo en esta revelación nos daremos cuenta qué asuntos políticos debemos desglobalizar para confrontarlo y cuales tienen la magnitud global para armar una lucha de mayor amplitud y duración.No es casual que los movimientos en Argentina no hayan modificado demasiado sus estrategias desde sus primeras apariciones en el espacio público, hace ya casi una década, tratando de captar la atención de los medios con disfraces, cortes de avenidas a horas pico, o 'esculturas' alusivas a la situación que denuncian (1). Para ellos, la coyuntura es un horizonte cercano, pero saben que el único camino por el que podrían llegar a sus objetivos es la insistencia, persistencia y revelación en el espacio público transitable: la calle.Los actores desatendidos se van a las calles y las disputan a otros actores y agentes económicos bajo la lógica de situar en ellas sus demandas. Situar la demanda en la calle no es una acción de denuncia o de simple revelación, sino una acción comunicativa, que implica signos, simbología, interlocución y acción, donde lo que se quiere denunciar se expresa en diversas formas; Lo importante de este espacio público estratégico (EPE) es que no es estático, sino que puede situarse en una calle emblemática como en una plaza o punto de encuentro, caso Plaza de mayo en Buenos Aires, el Zócalo en México; plaza Nariño en Bogotá, Plaza San Francisco en La Paz, entre otras; también puede trasladarse a otra ciudad o sitio, porque es el sentido lo que le da el carácter de autoportable, como lo lleva a cabo el Ejercito Zapatista y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca y aun los Foros regionales; de ahí que "la calle" no sea aquella que tiene nombre, aunque en algunos países es así, pero la gran mayoría de las protestas y movilizaciones se dan en "las calles" y el sentido y conjunto de significaciones se la otorga el movimiento.La comunicación es estrategia y esencia, justamente porque toman el lenguaje publicitario, lo resignifican y envían un mensaje y un metamensaje. El uso apropiado de la herramienta comunicativa desde la postura insumisa, permite transgredir los códigos de la acción mediática instrumental homogenizante, porque solamente se utiliza el canal o la opción de visibilidad, el contenido, la intención y lo que se quiere dar a conocer está en el lazo discursivo que teje el movimiento para explicar una situación conflictiva, en la medida que organiza esquemas y las tramas de lo que está en disputa.Queda claro, en esta acción comunicativa que hay un mensaje permanente y una acción coyuntural (2); lo que define en última instancia el sentido del reclamo es el objetivo de largo plazo. (El enemigo real). El mensaje coyuntural y convocante, debe ser abierto, plural, que haga énfasis en los asuntos globales y cotidianos que afectan a todos, con el objeto de abrir las posibilidades del arco convergente, incluso haciendo uso de los medios cuando se apertura a la conflictividad.El discurso que va directo a la construcción política del enemigo debe contar con un diseño que tenga dos piezas conceptuales que señalen y describan el punto enemigo. El punto o los puntos enemigos se deben condensar en una o dos palabras máximo.Esta (s) palabra (s) deben estar vinculadas con los espacios vitales de la población o gremios populares, con el objeto de que el enemigo se vea como factor que atenta contra la supervivencia de la población afectada. : Trabajo, vida, agua, seguridad pública, salud, vivienda, vejez y alimentos son los espacios vitales de los excluidos.Cada vez que se haga uso del lazo discursivo, se debe magnificar el potencial del enemigo, con el objeto de mantener alerta a los actores que reciben el discurso y afirmar categóricamente que el límite de la fuerza del enemigo está en la capacidad que tenga el movimiento popular de actuar eficazmente. Identificar los mitos que se han constituido en verdades inventadas por el enemigo es necesario para construir razones, datos y argumentos que lo evidencien, que lo minimicen y destruya discursivamente.El límite del enemigo es la fortaleza del movimiento popular si actúa con capacidad reactiva y propositiva; si lucha permanentemente conjugando diversas formas de lucha en distintos espacios de la sociedad; si destruimos la capacidad de respuesta que tenga el enemigo y neutralizamos la estrategia contingente; le arrebatamos la bandera de la amenaza, el miedo y el temor a través de acciones, divulgación, elaboración de razones que justifiquen legal, política y económicamente la lucha reivindicativas y de defensa de los derechos vulnerados.El manejo del tiempo político es importante, donde la temporalidad del enemigo se acorte por los asedios discursivos y las movilizaciones, con el objeto que se extienda el recurso temporal de los movimientos populares a costa del recorte del contrincante.No debe estar ausente en el discurso un emblema u holograma que dirija las consignas, (nueva sociedad con adjetivo, una sociedad con trabajo digno, la libertad total, etc.) a fin de que cada vez que el lazo discursivo se active provoca acción movilizadora, dado que el trinomio discurso-acció n-praxis permanente, es la vertebración de una acción insumisa y transformadora.En conclusión, el discurso que fomente el lazo social, que recupere la memoria histórica y enlace el mundo de experiencias particulares en donde duermen las practicas sociales ignoradas y las convierta en prácticas sabias, abre la posibilidad de re-hacer la nueva política. Los actores que realicen prácticas políticas que avizoren certeramente al enemigo y lleven a cabo acciones que lo inmovilicen, se perfilan como el sujeto emancipador que rompe las cadenas de los mitos que el poder hegemónico ha creado como verdades inmaculadas.Las acciones de riesgo calculadas y vinculadas al horario político de cada circunstancia o realidad social concreta, pueden detener el paso demoledor de la globalización conservadora y depredadora y darle paso a la globalización plural, abierta, solidaria y reciproca; de ahí que en un futuro cercano, observaremos un escenario con mayor carga confrontativa en donde las toma de aeropuertos, puertos marítimos y fluviales, casa de bolsas, bancos, radio-televisoras, cadenas de supermercados y oficinas de consultoría internacional, será el nuevo campo de lucha de los movimientos populares y cuando esto suceda, los agentes "invisibles" de la globalización asomarán su rostro y aparecerá de nueva cuenta la lucha de clases del Siglo XXI.Notas:1) Clarín, No hay protesta si no hay cámaras, 24 de marzo de 2007, http://www.clarin. com/suplementos/ cultura/2007/ 03/24/u-01386409 .htm 2) Ibidem.Bibliografía:- Boaventura de Sousa Santos, 2005, El milenio huérfano. Ensayos para una nueva cultura política, Trotta, España.- Ignacio Lewkowicz, 2004, Pensar sin estado, Paidós, Argentina.- Ignacio Lewkowicz, 2005, Sucesos argentinos. Cacerolazos y subjetividad postestatal, Paidós, Argentina.- Octavio Ianni, 2005, La sociología y el mundo moderno, Siglo XXI, México.- Robinson Salazar, Gilberto Valdés y N. Miller, 2006, Paradigmas emancipatorios y movimientos sociales en América Latina, Insumisos latinoamericanos, argentina

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